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El viaje de Kerpen
El viaje de Kerpen
El viaje de Kerpen
Libro electrónico193 páginas2 horas

El viaje de Kerpen

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El viaje de Kerpen, habla de los valores y las cualidades que se necesitan para formar nuevas personas y una nueva civilización.

 

Los diálogos de Pepe y Kerpen permiten, de forma amena y sencilla, ahondar y comprender los temas, que son la base para una vida pacifica, con menos estrés, acercándonos a una mayor plenitud como individuos y como familia.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 nov 2021
ISBN9798201135034
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    El viaje de Kerpen - Francisco Santana Lim

    Capítulo 1

    ¿Cómo fue el cambio en la humanidad?

    Había pasado ya mucho tiempo desde la última mentira que pronunció un ser humano. En el instituto de biointeligencia, se llevaba a cabo un diálogo e investigación sobre el origen del comportamiento egoísta, su árbol genealógico y su influencia en los seres humanos.

    Los investigadores buscaban entender cuáles habían sido los factores que le permitieron a la humanidad liberarse de este, establecer el tiempo aproximado en que esto sucedió y cuál fue la primera generación de humanos libre de soberbia, hipocresía, envidia, intolerancia y muchas otras fallas en su comportamiento.

    Entre aquellos científicos el debate era profundo: siendo muy jóvenes, la mayoría se especializaba en Historia del Comportamiento Humano. En ese momento, quien exponía sus descubrimientos era Kerpen; quien dirigiéndose a Eliet, a Kindro y a todo el grupo dijo:

    —Sé que las tribus, clanes y sociedades de aquellos tiempos basaban su conducta en costumbres, necesidades e impulsos. Fue a partir de una civilización llamada Grecia que formalmente establecieron cuál sería el comportamiento ideal de los seres humanos, a esto le dieron el nombre de ética.

    Esta palabra englobaba las características que un ser humano aspiraba a tener: valores.

    En la misma época de los griegos, y en un lapso aproximado de 10,000 años, aparecieron en diferentes pueblos grandes pensadores, quienes eran reconocidos como maestros o guías; tengo registrados a Jesús, Buda, Krishna, Zaratustra, Sócrates, Confucio y otros más.

    Estas personas se dedicaban a predicar sus ideas a fin de cambiar la forma de ser de los humanos, que en aquellos tiempos era mucho más instintiva. Gracias a ellos se introdujeron nuevas ideas para que los seres humanos pudieran tener otras maneras de pensar, entender y cambiar su manera de relacionarse.

    Tardaron miles de años en comprender esos conocimientos, porque aunque aquellos maestros o guías compartían sus ideas con una intención, algunos seres humanos astutos les daban otro enfoque para aprovecharse y tener control sobre las personas; pronto los llenaban de rituales y dogmas, lo que provocó en gran parte que el cambio de conducta se hiciera de manera más lenta.

    La raza humana vivió episodios realmente dantescos, por miles de años tuvieron guerras y conflictos, utilizaban la ciencia para producir armamento atómico, biológico y de todo tipo para destruirse entre ellos: lo mismo mezclaban el arte con el robo, la bondad con la crueldad.

    Persistieron la crítica, el racismo y el fanatismo, la soberbia y la codicia se hegemonizaba sobre ellos, las religiones se sentían unas mejores que otras y la discriminación de clases sociales era el pan de cada día.

    —Me parece increíble que aquello haya existido en la especie humana de ese tiempo —dijo Kindro—. Tengo entendido que tenían una extraordinaria inteligencia.

    —Kindro, en realidad era apenas una inteligencia en desarrollo. Al ser humano le llevó mucho tiempo pasar de los instintos a las emociones, al pensamiento y miles de años más llegar a la formación de los primeros lenguajes y formas de escritura.

    —¿Tanto tiempo? —preguntó Landra.

    —Sí, no fue fácil. Nuestros ancestros lidiaron con muchas situaciones, incluso descubrí que hubo pueblos que después de las batallas, sacrificaban a quienes perdían la contienda. En otros casos se practicaba el canibalismo para sobrevivir o tomar el poder que le atribuían a la sangre de sus enemigos.

    —No... ¿Cómo pudo suceder esa barbarie?

    —Es una larga historia hasta llegar a la civilización actual. Ellos no podían concebir que con el tiempo todo cambiaría y que esas etapas solo serían el principio de lo que ahora somos.

    Hace mucho que nuestros ancestros dejaron el sistema solar inicial a cuya estrella le llamaban Sol y salieron del planeta original llamado Tierra, ignoro porque tenía ese nombre ya que el agua de los mares cubría tres partes del planeta.

    Ahora, como todos nos damos cuenta, no solo vivimos en diferentes planetas, también una gran cantidad de seres humanos estamos en ciudades errantes en el espacio; qué nostalgia siento por aquellos pioneros que salieron por primera vez para colonizar otros lugares.

    En los primeros viajes al espacio, fueron desarrollando otros tipos de lenguajes y formas de comunicación, las palabras que los habitantes originales de la tierra utilizaban ahora solo las encontramos en las bibliotecas magnéticas.

    —Esta investigación nos muestra, queridos compañeros, que en ese tiempo era común que nuestros ancestros tomaran cosas que no les pertenecían y criticaran a los otros. Para nuestros formatos mentales actuales es difícil entenderlo, porque nosotros vivimos una civilización muy diferente.

    Hoy, el respeto es el medio natural que une nuestras relaciones en todas sus modalidades, frecuencias y grados; el servicio es nuestra manera de convivir, todos somos transparentes de cuerpo, mente e intenciones. Nadie piensa en tomar algo que no le corresponde para apropiarselo.

    Para entender mejor su comportamiento, es bueno aclarar que en aquellos lejanos tiempos, nuestros ancestros no habían tenido contacto con otras civilizaciones fuera de su planeta, no tenían manera de comparar su forma de vida y conductas, estaban aislados. Vivieron épocas muy oscuras, el mundo se dividía por fronteras y cada territorio tenía su propio nombre, costumbres y forma de vivir; todo el planeta estaba fraccionado.

    —Pero, ¿cómo?, ¿no todo era de todos? —preguntó sorprendido Eliet.

    —No, claro que no. La forma mental de primero yo, estableció la idea de primero mi familia, primero mi país, primero mi forma de pensar y hacer. Las formas mentales del egoísmo y todas sus subsecuentes ramificaciones reinaban en sus mentes. La codicia y territorialidad era su modus vivendi, con frecuencia se manipulaban y mentían unos a otros.

    —Oye Kerpen ¿y así eran todos?

    —La mayoría, pero también había personas con nobles sentimientos, valores y con gestos altruistas que luchaban por transformar en ellos sus raíces instintivas. Tenían eventos donde cultivaban las bellas artes, tenían grandes universidades, pero no había estabilidad en las sociedades o países; era común que pronto unos quisieran desbancar a otros para obtener poder, dinero y gloria, aún tenían ciertos comportamientos salvajes.

    —¡Qué extraordinario que de seres tan primitivos venga nuestro origen! —dijo con asombro Uman deteniendo por un momento a Kerpen.

    Pero pienso de manera compasiva que durante miles y miles de años fueron realidades aunque ahora solo son recuerdos grabados en nuestros espacios neutrinos.

    Imaginar un mundo así, ¡qué difícil!, ojalá hubieran tenido un mundo como el nuestro, aquí los que aún nacen niños no conocen ni saben qué es la mentira o el egoísmo, no existen fronteras y tenemos un respeto absoluto hacia la manera de ser de cada quien; nadie se atreve a lastimar, ofender o arrebatar algo. Pensarlo me estremece, debió ser muy difícil para ellos vivir en esas épocas.

    —Sí —asintió Kerpen. Comprendía la incredulidad de los participantes al conocer la realidad de aquellos tiempos remotos.

    —Continuaré con el relato de mi viaje al pasado lejano —dijo Kerpen—. En esos tiempos la gente se separaba por clases y se hacían fortalezas con grandes muros, hubo un país que levantó una muralla de miles de kilómetros para salvaguardarse.

    Pasó el tiempo y en las ciudades la gente buscaba habitar en lugares circundados por muros para vivir con más tranquilidad. Al salir a la calle tenían que cuidarse porque con artefactos que llamaban armas, los despojaban de sus objetos y autos, que en aquel tiempo se usaban de forma particular.

    Esto era provocado entre otros motivos, por la pobreza en que la mayoría vivía, cuestión que los empujaba a tener esos comportamientos. Cualquiera que tuviera riqueza podía despertar la codicia en el otro. Era común la hipocresía, la crítica de una persona hacia otra, la violencia en pareja y los resentimientos se vivían todos los días.

    Una gran cantidad de personas vivía con muchas carencias, eran pocos los que podían gozar de una vida sin limitaciones.

    —No puede ser, ¿cómo podían vivir así? —cuestionó Kindro.

    —Consideraban que era normal, pensaban que así era la vida. El desgaste de su cuerpo era tremendo, vivían máximo 80 o 90 años y todo por su estresante estilo de vida, la competencia y el nulo manejo de las formas de pensamiento que como proyectiles se disparaban en la mente de cada persona.

    —Que interesante tu investigación Kerpen, es apasionante conocer nuestros ya tan lejanos orígenes, ¿se imaginaban ellos hasta dónde llegaríamos?

    —Pienso que la mayoría no, pensaban que la vida solo se trataba de trabajar para adquirir objetos y tener lo que ellos llamaban un mejor nivel de vida. El grueso de la población vivía concentrada en los diferentes aparatos de transmisión de datos que tenían, muchos en adicciones a diferentes tipos de drogas, alcoholes y juegos de azar, aunque también había deporte, cultura y arte.

    No existía ningún programa serio para ser mejores personas, mejor sociedad, mejor planeta. Les enseñaban datos para convertirse en profesionistas pero no les enseñaban a ser mejores personas.

    —Pero, ¿no estaban conscientes de lo importante que es conocerse a sí mismo, que es la base para una vida más plena?

    —No. Según observé en mi viaje al pasado, eran poco reflexivos y aprendían las costumbres sin cuestionarlas. Tenían modelos económicos y de gobierno muy arcaicos, sus reglas estaban fundamentalmente bajo el dominio de grupos que formaban partidos, pero que su interés principal no era servir a su comunidad e increíblemente, estas personas no tenían que pasar ninguna prueba para demostrar que tenían capacidad para desempeñar esos cargos.

    La planeación de sus urbes era caótica y en muchos lugares se hacinaban sin orden, simplemente colocaban casas o edificios. Las ciudades crecían hasta colapsar, en esas aglomeraciones proliferaba de todo, imagínense a millones de personas en un solo lugar.

    Bastaba un suceso para que pudiesen desquiciarse todos sus sistemas, construían plantas nucleares junto al mar, no se les ocurría que en cualquier momento un fenómeno natural los colocaría en riesgo; esas instalaciones eran lugares muy peligrosos y tuvieron varios eventos donde la radiación escapó contaminando y creando mutaciones en el hábitat.

    —Pero, por su tecnología, Kerpen, ¿no se puede ver que su grado de inteligencia era alto?

    —No, la mayoría de la humanidad utilizaba los aparatos pero no entendía la tecnología que los hacía funcionar. Bajo ese modelo de vida y organización los colapsos eran comunes, por un lado provocados por los mismos seres humanos y por otro por fenómenos naturales que les ocasionaron mucho dolor.

    Cuando para la mayoría el caos, el estrés y el sufrimiento fue insoportable, hicieron intentos globales para cambiar el rumbo de la historia humana, comprendieron que siguiendo ese camino, se destruirían ellos y a toda forma de vida en el planeta.

    Pero fue un evento el que les dio el golpe final. Pasó lo que parecía que jamás sucedería: habían pasado incontables edades cuando un día, sin previo aviso, aparecieron en sus cielos, tierras y mares formas de vida y civilizaciones que no eran de su planeta, fue un shock para los millones de seres humanos. En principio esto provocó una gran cantidad de reacciones: la mayoría tuvo miedo, otros cantaban su esperanza, otros no tenían idea de cómo manejar una situación así, millones se sintieron aturdidos y confundidos.

    Los gobiernos violentos no pudieron reaccionar a los cientos de miles de visitantes que estaban por todo el planeta. Para la historia humana fue un suceso muy difícil de entender. ¿Pueden imaginarlo? Solos durante millones de años en su pequeño planeta y de pronto, lo que solo se leía en novelas de ciencia ficción, se convirtió en realidad. De golpe supieron que no solo había vida en su planeta sino en miles de planetas, de estrellas cercanas y también en otras galaxias; se dieron cuenta que había otras formas de vida con un grado de entendimiento muy avanzado en tecnología.

    A los seres humanos que les tocó vivir ese momento no daban crédito a lo que veían, su cabeza se estremecía al contemplar formas nunca antes vistas. Con todo tipo de expresiones observaban cómo los visitantes permanecían amistosos y en gran calma.

    Eran tantas las presencias que aunque varios gobiernos consideraron atacarlos, se detuvieron al observar su gran tecnología.

    Algunos solo parecían energía, otros eran similares a formas eléctricas transparentes, otros tenían apariencias más físicas, pero todos irradiaban un sentimiento de cariño, amistad y compasión. Estas emociones se percibían a pesar de que muchos no tenían ojos donde mirarlos.

    Los humanos tenían tantos sentimientos encontrados: miedo, confusión, esperanza. Los visitantes solo estaban ahí, no pretendían interferir en sus vidas, querían presentarse y que los seres humanos se dieran cuenta de todo ese caudal de vida magnificente que estaba en los universos conocidos y en los ignotos. A esos universos los visitantes les llamaban la totalidad.

    El encuentro con estas formas inteligentes provocó un fenómeno muy interesante pues los humanos y estas formas de vida tenían en común el uso de la energía mental y una de las características de la mente es el pensar. Al entrar en contacto las partículas mentales de los recién llegados con las mentes y cerebros de los humanos, provocó que los humanos captaran de manera natural los pensamientos de los visitantes.

    Esto generó algo nunca antes experimentado: no necesitaban hablar, todo lo percibían a través de sus mentes. Como resultado de ese fenómeno todo estaba expuesto, fue algo extraordinario, pero esta nueva capacidad trajo como resultado que los seres humanos ya no pudieran ocultar nada mentalmente.

    Ese contacto con los recién llegados ocasionó que se teletransportaran; sus pensamientos no solo captaban las proyecciones de los visitantes sino que el mismo fenómeno les empezó a pasar a los seres humanos: ellos proyectaban sus creaciones mentales llamadas ideas a otras personas sin utilizar el lenguaje, no había símbolos, eran proyecciones directas de uno a otros, tú estabas en ellos y ellos estaban en ti.

    Los seres humanos ya no podían esconder nada a nadie, fue una experiencia devastadora para ellos que habían vivido durante cientos de miles de años ocultándose información unos a otros, solo compartían aquello que les convenía. ¿Se imaginan el choque que vivieron?, ya no podían ocultar nada; lo que cada uno era, pensaba o había hecho, estaba al alcance del otro.

    —Con frecuencia se escuchaba entre unos y otros la frase: nunca pensé que tú… muchos no querían salir a las calles, incluso en sus mismas casas no salían de sus habitaciones; tenían vergüenza de que todos se enteraran de lo que pensaban y habían hecho, ya nada se podía ocultar. Algunos pensaron en quitarse la vida, nunca más podrían tener dobles intenciones ni disfrazar sus propósitos.

    Fue una gran sacudida, tenían que cambiar de golpe lo que no habían hecho por generaciones completas: ser transparentes y auténticos, con un total respeto a los otros.

    Ahora ya no podrían pensar; ya observé cuáles son los puntos débiles, los tomaré como herramienta para convencerlo y que me compre la casa, que fea o que ignorante es esta persona, mi padre es un bobo, ni siquiera sabe cómo programar este sencillo aparato, y podríamos pasarnos mucho tiempo describiendo todo lo que se fabricaba en la mente de los seres humanos.

    El cambio fue brusco, el agua

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