Viajes, Viejas...Anécdotas
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Los viajes son apasionantes, no hay nadie en el mundo a quien no le guste vacacionar y conocer lugares nuevos.
Te invito a que con tu imaginacin viajes a los ms variados pases y te prometo que no slo te vas a divertir sino tambin a ilustrar.
Praga, Checoslovaquia 1983. ... Una bellsima mujer iba de aqu para all en ropa interior. Su sensualidad era apabullante. Muchas fantasas erticas se colaron en mi mente... la estruj y la deposit en su propia cama.
Cuzco, Per 1987. Mi amigo yaca en el suelo desmayado en un mercado. Junto a l un curandero inca le pasaba un manojo de hierbas, tal vez hojas de coca fresca...
Bangkok, Tailandia 1988. Una chica con su vagina destapaba un refresco y tambin lanzaba un pltano como si saliera de un can...
Berln, Alemania 1990. El Muro de Berln apenas haba sido derrumbado. Rentamos herramientas para obtener un pedazo de Muro. Un alemn oriental martillaba con tal furia...
Tallin, Estonia 1999. Trinno, la estonia de preciosos ojos azul bltico, inici el ritual del bao. El vapor del agua dejaba admirar su preciosa figura.
Luis Garca - Teruel
Luis García - Teruel
Luis García-Teruel nació en Puebla de los Ángeles. Cursó sus estudios de administración de empresas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en el campus Monterrey. Asimismo, obtuvo la maestría en política y gestión pública por la Escuela Libre de Derecho de Puebla. Realizó una práctica internacional con la organización estudiantil AIESEC (Asociación Internacional de Estudiantes en Ciencias Económicas y Comerciales, por sus siglas en francés). También tomó el programa de alta dirección impartido por el Instituto de Estudios Superiores en Dirección de Empresas (IESDE). Su experiencia laboral ha sido múltiple y extensa. En Múnich, Alemania, trabajó un año como práctica profesional, en la empresa Handels und Industrieberatung GmbH (“practiquero”). En Puebla, primero trabajó en Casa de Bolsa Banamex y en Operadora de Bolsa (“casabolsero”); posteriormente, en la empresa familiar Textiles Neptuno S.A. de C.V. (“textilero”); socio fundador del periódico A.L. de Puebla y también fue socio fundador de la tienda Práctico True-Value (“ferretero”). Participó en la creación y operación de la Discotheque University Star (“antrero”). Financieramente fue socio de Puerto Aventuras en Cancún (“aventurero”); socio de la filial del Banco Español Banesto en la empresa Liquidez Empresarial Factorizada (financiero) y actualmente es socio del Viñedo Paralelo 32, productor del vino Ensamble (“vinero”). Trabajó en el Honorable Ayuntamiento de Puebla como director de fomento económico y turismo (“politiquero”). Tuvo un programa radiofónico “Las Och8 Columnas” en la empresa radiodifusora Radyoro (“locutorero”). Fue socio fundador de la empresa Invermobiliaria (“bien raicero”) y actualmente es dueño de su propia empresa: Intégrate Inversiones Inmobiliarias, en la cual pretende “concluir” finalmente su experiencia laboral. Sus pasiones son los viajes, la fotografía y el arte. Actualmente “pretende” retirarse —según él— escribiendo (“novelero”).
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Viajes, Viejas...Anécdotas - Luis García - Teruel
Viajes, viejas… anécdotas
Luis García - Teruel
Copyright © 2015 por Luis García - Teruel.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2015908441
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 27/05/2015
Palibrio
1663 Liberty Drive, Suite 200
Bloomington, IN 47403
Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847
Gratis desde México al 01.800.288.2243
Gratis desde España al 900.866.949
Desde otro país al +1.812.671.9757
Fax: 01.812.355.1576
714352
Contents
Múnich, Alemania 1983-1984
Suiza y Checoslovaquia 1983
Cuba 1986
Río de Janeiro y Manaos, Brasil; Iguazú y Buenos Aires, Argentina y Cuzco y Machu Picchu, Perú 1987
Singapur y Tailandia 1988
Estocolmo, Suecia; Oslo, Noruega; Copenhagen, Dinamarca y Berlín, Alemania 1990
Cuba 1992
Mario Moya Palencia
Gabriela Reséndiz, corresponsal de Televisa en la Habana
Budapest, Hungría; Viena, Austria y Praga, República Checa 1995
Chicago, Illinois y San Antonio, Texas, Estados Unidos 1996
Lodz, Varsovia y Cracovia, Polonia 1996
Moscú, Rusia; Helsinki, Finlandia y Tallin, Estonia 1999
Estambul, Turquía 2001
Jerusalén, Israel y Petra, Jordania 2005
Canadá 2006-2007
Filantropía canadiense
Galería de arte en Gastown, Vancouver
Robo de auto en Whistler, British Columbia
Lo bueno, lo malo, lo feo y lo chistoso del robo de la camioneta
Italia 2010-2011
Florencia, Italia 2010-2011
Ghiaccio
El cigarro
El mito del macho italiano
Desechos sólidos
Todo chiquito
El sistema escolar italiano
Nuestra renovación de votos en el Vaticano, 3 de noviembre de 2010
Una giornata normale
Forza messicana
Cosimo di Nocera, actual cónsul honorario de México en Florencia
Breve currículo de Cosimo di Nocera
Egipto 2010-2011
El encantador de cobras
Separación de la basura
Piratas en el río Nilo
Las mascotas del pueblo nubio
1.jpgCelia Sofía Sambrano Rojas
Editora literaria
Zayra Cristina González Rangel
Ilustrador
Armando Prida Huerta
Mariano Morales Corona
Adolfo Durán Sánchez
Apoyo editorial del Periódico Síntesis
Gabriela Avendaño Díaz
María Elena Fraga Díaz
Capu García-Teruel Rivero
Transcripción
Francisco Álvarez Bauza
Pintura de portada
Agradecimientos
Introducción
El presente libro recoge una serie de relatos, reales e imaginarios, que narran algunos de los muchos viajes realizados por el autor durante los años 1983 al 2011. Algunos nombres de los personajes descritos son absolutamente reales, pero la mayoría han sido inventados o cambiados por la misma naturaleza del libro.
Las historias de cada capítulo son independientes, es decir, comienzan y acaban. No constituyen, ni mucho menos pretenden constituir, una novela, si acaso dan cuenta de las aventuras a veces simpáticas, a veces chuscas del escribidor. Pero esto no deja fuera del tintero la seriedad con que han sido percibidas las diferentes culturas e idiosincrasias de los países visitados; al respecto, se han tocado temas sociales, políticos y culturales. Queda al lector, sin embargo, la acuciosa tarea de encuadrar estos hechos precisamente en el espacio y el tiempo en que fueron vividos (sean reales o ficticios).
Algunos de los personajes ayudaron al autor a desarrollar una trama sumamente entretenida para el lector; además, para goce de este mismo, los viajes y las situaciones fueron narrados con cierta ironía y, hasta cierto punto, sarcasmo, de tal manera que pudiera crearse un libro que se acercara —si esto fuera posible— a las aventuras vividas por el viajero por excelencia: Marco Polo.
Múnich, Alemania
1983-1984
Mi estancia como trainee del grupo mundial aiesec fue una experiencia única y uno de los tiempos más felices de mi vida.
Llegar a Europa durante el verano es una maravilla; hace un calor delicioso que hasta cambia en los alemanes ese carácter tan seco con el que viven a lo largo de su vida, a menos que emigren a México, se tropicalicen y se casen con autóctonas del país, hartos ya de las güeras, como, caso contrario, nos suele ocurrir a los mexicanos con ellas.
Este fenómeno tan peculiar suele presentarse en casi todas las razas humanas. A los orientales les gustan las occidentales; a los afroamericanos y a los del continente africano, las güeras; a los hindúes, tailandeses y polinesios, las europeas. No obstante, siempre hay ciertas excepciones: a los hawaianos, esquimales y pieles rojas ¡sabe Dios quién chingaos les guste!
Volviendo a los alemanes, debo decir que me encontré con seres muy secos, serios e, incluso, un tanto racistas; consideraban a las personas del resto del mundo como de segunda, no importaba que fueras negro, mongol, chino, gringo, brasileño o mexicano buena onda. Pero, pese a esto, en esos años también observé inmensas cualidades en el pueblo alemán, mismas que concentro en algo que he dado en llamar El milagro alemán o Das Wirtschaftswunder, cuyos ejemplos mencionaré enseguida.
No acababa de caer la primera nevada de la temporada invernal cuando ya estaban las máquinas limpiando las calles y las banquetas, de día o de noche.
Cuando pasan las nevadas, en las banquetas se forma una capa de hielo bastante peligrosa. En nuestro país, si esto ocurriera, seguro habría cientos de accidentes. En Alemania, no. Las personas, principalmente turcos que trabajan para el ayuntamiento, irrumpen en las calles para espolvorear piedritas en las banquetas, los parques, etcétera, con el único fin de que las personas no se resbalen. Al derretirse el hielo, de inmediato llegan las barredoras para limpiar las piedritas.
Es increíble la limpieza de toda la ciudad, aun cuando se forma mucho lodo a consecuencia de la nieve. Cada día, antes de iniciar operaciones, todo el sistema de transporte está perfectamente aseado.
La puntualidad en todo y de todo es apabullante. Pareciera que todo alemán tiene un reloj suizo incrustado en la cabeza. Los autobuses y los tranvías viajan al minuto, según itinerarios en las paradas. Pero el colmo de colmos es el metro: llega y sale de las estaciones al segundo exacto. Yo no lo creía hasta que una vez me dejó el U-Bahn por tres segundos de retraso.
El sistema de transporte inter o suburbano cuyos trenes (S-Bahn) le permiten abarcar un diámetro de hasta sesenta kilómetros en todas las direcciones, es impresionante. Hablamos de perfectas radiales.
Los niveles de dos, tres y cuatro pisos en la estación central de trenes y metros (Hauptbahnhof), tal vez ideados como posibles refugios en caso de guerra, son una maravilla de ingeniería.
La red de conexiones entre los diferentes sistemas de transporte y sus horarios, son variados según determinadas horas. Por ejemplo, en horas normales, el transporte pasaba cada dos o tres horas, pero en horas pico, cada cinco minutos.
Cualquier dato sobre la ciudad es correcto y exacto donde quiera. Todas las calles tenían letreros y números seriados. Algunas cambiaban de nombre cada cierta cantidad de calles. Pero eso no era problema para sus habitantes, porque todos sabían leer y, si quisieran, podrían comprar un plano hasta en el pueblito menos visitado de Alemania. Yo pedí por correo información de varios centros turísticos de la ciudad y en uno o dos días me llegó el paquete con todos los datos relevantes.
Es increíble la eficiencia de correos (Deutsche Post). Generalmente, las cartas que se envían desde Alemania hacia un punto de este país llegan en un día. Los depósitos bancarios los mandan por correo; por eso nunca hay colas en los bancos ni robos de cheques o documentos alusivos a los estados de cuenta. Cabe aclarar que Deutsche Post es una empresa del gobierno.
La limpieza de las estaciones y de los vagones del metro es, en suma, exhaustiva; lavan hasta los techos. Dan ganas de inventar un aparato práctico que recoja las colillas de cigarro de las vías porque, luego de acostumbrarse a la ultra limpieza, ese detalle resulta por demás una molestia para los ojos.
Síndrome positivo del primer mundo: si te saltas o te metes en una cola, prácticamente es muerte súbita, debido a la cantidad de miradas fulminantes y gritos de los ahí presentes. Nunca lo haga.
El sistema de veredas y de caminos para pasear en los bosques alrededor de Múnich es de un trazo sublime. En folletos hay información precisa sobre este sistema. Incluso en el campo y en medio de la nada hay ciertas claves e indicaciones. También los mapas recogen información turística importante. No sólo hay baños en las estaciones, también en las calles.
En los canales de televisión del gobierno, aparte de que la programación es muy buena, no hay anuncios publicitarios a partir de las siete de la tarde, y de las cinco a las siete de la tarde son escasos.
Los alemanes son muy nacionalistas. Se nota hasta en la proyección de alguna película extranjera. Es raro ver alguna con subtítulos, y las traducciones al alemán para hacer los doblajes son excelentes. Un día vi la película The day after: la traducción al alemán captaba con suma precisión el sentido del lenguaje estadounidense. Cuando salía a cuadro algún afroamericano, parecía uno estar escuchando hasta el acento de su voz. Eso fue el colmo de la perfección.
Allá casi no hay cobradores del transporte urbano, lo cual resulta muy efectivo porque los alemanes son tremendamente disciplinados y honrados; difícilmente se suben al vehículo sin haber comprado previamente su boleto. Algunos inspectores del transporte vestidos de civiles, muy de vez en cuando, verifican que el boleto de los pasajeros sea el correcto. A mí sólo me lo revisaron cuatro veces en un año, y eso que lo usaba muchas veces al día.
El concepto de planeación está muy arraigado en los alemanes y siempre consideran precisiones a largo plazo. Los líderes y los políticos son planeadores natos. La Villa Olímpica construida en 1970 sigue y seguirá funcionando perfectamente como edificio de departamentos.
Me fascinó vivir mi primer verano en Europa. Todo cobra una vida inusitada: los bares ponen terrazas al aire libre; los alemanes se asolean, juegan al frisbee y nadan completamente desnudos en el parque central de Múnich, el increíble Englischer Garten (Jardín Inglés). Por supuesto, todo se lleva a cabo ante la mirada libidinosa de los cientos de turcos que trabajan en Múnich y de alguno que otro mexicano que, como yo, no tiene por costumbre ver a tanto nudista en el centro de la ciudad.
Yo no perdía oportunidad de ir diario durante el break del lunch a observar a docenas de mujeres desnudas. Pero lo que más me causaba asombro era ver a familias enteras, niños, jóvenes e, incluso, abuelos, desnudos, muy quitados de la pena, tomando los rayos del sol al aire libre. No era raro, pues, encontrarse con cuerpos exuberantes, así como con aquellos ya ajados por el tiempo o con los que apenas despuntaban. En tanto yo, discretamente, aprovechaba la ocasión para sacar algunas fotografías, simulando estar maravillado por el río y la naturaleza.
Asistí a cuanto concierto veraniego de música clásica me enteré, siempre y cuando me lo permitió mi estudiantil presupuesto. Un día asistí a un concierto de rock en el que tocaron múltiples bandas. Muchas alemanas preciosas circulaban entre el público desnudas de la cintura para arriba, mostrando sus pechos magníficos. Los alemanes, empero, nunca mostraron mayor interés; ellas pasaban completamente desapercibidas, no para mí.
Yo trabajaba en una pequeña empresa cuyo dueño se llamaba Martin Buss. Era cuatísimo. Permitió que me quedara a trabajar en ella seis meses en lugar de tres. La empresa se llamaba Handels und Industrieberatung GmbH. Distribuía maquinaria de control de calidad para la industria del vidrio, enfocada principalmente a las botellas de vino que circulaban en Europa. Mi trabajo consistía en traducir todos los folletos y la publicidad de GmbH del inglés al español y contactar vía correo postal a empresas españolas para promocionar las extraordinarias máquinas alemanas.
Una de las grandes ventajas de la industria alemana es que producen, inventan y constantemente perfeccionan bienes de capital, como la maquinaria. La precisión con la que las sofisticadas máquinas alemanas trabajan las hace únicas en el mundo. Por tanto, se venden a precios muy elevados. Actualmente, muchos de estos portentos han sido copiados perfectamente por chinos e hindúes para luego venderlos a mitad de precio.
Sin embargo, hoy por hoy los precios de las máquinas en países populosos, como China e India, siguen siendo muy altos, así se paguen salarios de hambre, se esclavice a trabajadores o se explote la mano de obra de menores de edad.
Los trainees o practicantes aiesecos nos reuníamos con regularidad para irnos de fiesta juntos. Era una delicia compartir momentos de esparcimiento con alemanas, suecas, finlandesas, holandesas, checoslovacas, inglesas… Los encuentros sentimentales se volvían inevitables. Aun así, sólo tuve cuatro romances: uno, con la alemana que me recibió, que me encontró departamento donde vivir y que, en fin, me acogió. Era un poco regordeta; su nombre ya lo he olvidado. Luego conocí a una finlandesa, chaparrita cuerpo de uva, Sanna Erliken. Yo tenía veintitrés años, ¡benditos tiempos!
Semanas después, mi buen amigo gringo, chileno y argentino, Claudio Vera, me presentó a una güerita pecosita de Nueva York, Anne Smith. Era muy sonriente, lo cual me fascinaba. Gozaba de una dentadura perfecta, tan blanca que parecían salir estrellitas de su boca. Un día de febrero de 1984, a mi regreso a América, intenté encontrarla en The Big Apple, Nueva York, pero no tuve suerte.
Ella se encontraba vacacionando en Rhode Island con su familia.
El cuarto romance y, sin lugar a dudas, el más entrañable de aquellos tiempos, fue con una checa, Hanna Erlebochova. A ella, al principio, la quería como a una hermana, luego comencé a amarla platónicamente. Una vez tuve la oportunidad de viajar con ella a Berlín, pero lamentablemente también con las moscas de los aiesecos. Hanna, por razones ajenas a ella relacionadas con el comunismo, si quería viajar a Berlín o a alguna otra ciudad de Alemania que implicara atravesar la frontera de cualquier país del bloque soviético, tenía que hacerlo vía aérea, no por tierra. En cualquier punto de paso corría el riesgo de ser deportada a su país de origen, Checoslovaquia, pues su visa sólo le permitía una estancia en Alemania. Así las cosas, aquella vez pude compartir con Hanna el mismo vuelo, pero nada más.
En Berlín de plano se me quitaron las ganas de seguir con aquel amor platónico y volví a lo carnal. Así que decidí por fin conquistar a Hanna, con la alta probabilidad de ser rebotado. A todos los aiesecos nos parecía un ángel inalcanzable. Dicen que lana mata carita, pero yo estaba convencido de que rollo mata todo, de manera que con todo el charming latino y being so cute, logré que de una vez por todas Hanna se fijara en mí. Según yo, éramos novios aunque sin derecho a nada. La moralina del comunismo intervenía en nuestra relación. Tuve que aguantarme de estrujarla entre mis brazos, hasta que en un invierno gélido de 1984, apenas iniciado el año, eso cambió, pero tuve que seguirla hasta Praga, donde ella estudiaba su maestría.
El quinto potencial romance se dio en el convivio semanal de aiesecos, después de que ya vivía solo en la Villa Olímpica, frente al edificio corporativo de la bmw, el cual semejaba un gigantesco motor de coche. Ahí conocí a un simpatiquísimo alemán que hablaba muy bien el español de España. Se llamaba Andreas y era bastante judío, es decir, bueno para las cobranzas, como el señor Barriga del Chavo del Ocho. Pronto me enganchó para que dejara mi pequeño departamento de la Villa Olímpica y compartiera el suyo con él y dos lindas alemanas. Esto último acabó por convencerme. Así que muy emocionado accedí al sacrificio de compartir departamento.
Después de dos semanas de superar la pena de no saber cómo comportarme ante la nueva y enredada convivencia, decidí preguntarle a Andreas si él estaba dispuesto a pretender a alguna de las dos bellas inquilinas. En forma seria y tajante, el señor Barriga me dijo que no, pues él ni de chiste mezclaría una relación amorosa con cualquiera de las dos alemanas, ya que corría el riesgo de que, tarde o temprano, dejaran de pagarle la renta. Por tanto, el camino hacia las dos alemanas estaba despejado para mí. En forma civilizada y siguiendo el impecable orden alemán, nos distribuíamos equitativamente los quehaceres del departamento. En el refri cada quien tenía identificada su propia comida; todos respetábamos los alimentos de los demás, en forma