LA MUJER QUE ROMPIÓ LOS CÓDIGOS
Este libro rinde homenaje a esta heroína anónima, la primera mujer criptoanalista de Estados Unidos, pues su silenciada vida es comparable a la de otras grandes tecnólogas, como Ada Lovelace y Grace Hopper, cuyas contribuciones, a menudo ocultas, alteraron el curso de la historia. En 1916, cuando tenía 24 años —recién graduada en la universidad con una especialización en Literatura Inglesa y Griega y tras ejercer brevemente de maestra— Elizebeth Smith Friedman fue requerida por un excéntrico magnate textil, el coronel George Fabyan, para encontrar los mensajes secretos que creía contenían las obras de Shakespeare (pretendía demostrar que estas habían sido escritas por Francis Bacon).
Elizebeth empezó a trabajar en Riverbank Laboratories, en Geneva (Illinois), una de las primeras instalaciones de los Estados Unidos dedicada a estudiar criptografía. Allí empezaría a utilizar la técnica del descifrado de códigos secretos. Los estrechos lazos de Fabyan con el Gobierno y las urgencias de la Segunda Guerra Mundial llevarían a Elizebeth a ir mucho