EL VERANO ES EL MOMENTO PARA DESCONECTAR del trabajo, el correo electrónico, las rutinas domésticas y demás obligaciones cotidianas y reconectar con nosotros mismos, nuestros placeres personales y todo lo que alimente nuestro espíritu. Ya sea caminar por un bosque umbrío, disfrutar de un día de playa o visitar ese museo que llevamos años deseando conocer. También, por supuesto, para, aprovechando su belleza –y la calma–, sacar todo el jugo de nuestro destino vacacional con un libro en las manos. Y de hecho, los españoles leemos durante los meses estivales la mitad de la letra impresa que consumimos al año.
La costumbre de lectura veraniega, tal como la conocemos ahora, surgió en los Estados Unidos a mediados del siglo XIX, impulsada por una