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Diario de viaje a París
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Libro electrónico95 páginas1 hora

Diario de viaje a París

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Durante cincuenta años, el Diario de viaje a París, de Horacio Quiroga (1878-1937), fue un texto desconocido incluso para los amigos y biógrafos del autor. A finales de la década de los cuarenta, tras descubrirse su existencia, se publicó una versión anotada por Emir Rodríguez Monegal, de gran valor para los investigadores pero poco atr

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 nov 2023
ISBN9781648000225
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    Diario de viaje a París - Esmeralda Publishing

    DIARIO DE VIAJE A PARÍS. EDICIÓN REVISADA. HORACIO QUIROGA.

    Esmeralda Publishing LLC.

    Antecedentes:

    Manuscrito de viaje (año 1900).

    ©2020, Esmeralda Publishing LLC.

    Este libro no podrá reproducirse, transmitirse en forma alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico o mecánico, incluso fotocopia, grabación o cualquier otro sistema de almacenamiento o recuperación, sin el consentimiento escrito del editor, salvo en los casos previstos por la legislación pertinente.

    Para más información, visite nuestro sitio web: www.esmeraldapublishing.com

    Esmeralda Publishing y su logo son marcas registradas de Esmeralda Publishing LLC.

    ISBN: 978-1-64800-022-5

    Información de portada:

    Telemaquia 1900 (2020) – Ariel Wajnerman

    Diseño: Ariel Wajnerman

    Índice

    PRÓLOGO

    MONTEVIDEO

    LA TRAVESÍA

    PARÍS

    LA DEBACLE

    PRÓLOGO

    El 30 de julio de 1888, en Valparaíso ―Chile―, Rubén Darío publica su poemario Azul, considerado una de las obras más relevantes dentro del Modernismo latinoamericano. Cuando el joven Horacio Quiroga se inicia en la literatura, confluyen en él este movimiento y el Naturalismo de Émile Zola: la sensualidad y la musicalidad de los modernistas se unen al realismo extremo y al determinismo naturalista.

    Horacio Quiroga (1878-1937) es uno de los creadores del cuento moderno y autor de una poética imprescindible, publicada en diferentes diarios y revistas. Nació en Salto ―Uruguay―, pero murió en Buenos Aires. Cerca de San Ignacio, en Misiones, levantó con sus manos una casa en medio de la selva, donde volvía siempre, y donde empezaron a nacer sus personajes y a nutrirse sus inolvidables relatos. Su vida estuvo recorrida por numerosas tragedias que culminaron en un casi predecible suicidio; no casualmente, en toda su obra la muerte es una constante.

    Algunos de sus libros más recordados son Cuentos de amor de locura y de muerte (1917); Cuentos de la selva (1918); El salvaje y la obra teatral Las sacrificadas (ambos de 1920); Anaconda (1921); El desierto (1924); La gallina degollada y otros cuentos (1925); y quizá su mejor libro de relatos, Los desterrados (1926), entre otros.

    En cuanto al Diario de viaje a París, el libro que nos ocupa, fue un texto desconocido, aun para los amigos y biógrafos de Quiroga. El escritor entregó dos libretas ―junto con otros documentos― a Ezequiel Martínez Estrada, quien posteriormente las donó al Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios (Montevideo, Uruguay), y se hicieron públicas por primera vez en la revista de ese instituto (Año I, N.° 1, diciembre, 1949). En 1950 se reedita el diario completo con la misma introducción y las mismas notas que había preparado Emir Rodríguez Monegal ―docente, crítico literario y ensayista uruguayo―. Esta edición de 1950 también incluye un Apéndice documental con las primeras composiciones inéditas del escritor, y ensayos, poemas y cuentos, con los cuales Quiroga comenzó en la literatura. El trabajo que hace Monegal es el de un estudioso apasionado y el de alguien que ofrece el libro para futuros investigadores.

    Nuestra edición toma como punto de partida la de 1950, pero pone énfasis en lo que el diario tiene de valor literario, y tratándose del de un escritor que está en los inicios de su vocación, es doblemente valioso. Asimismo, no incluimos las notas que en la primera edición tienen un gran valor documental, pero que impiden disfrutar de una lectura fluida. Es el propio Monegal quien enumera tres valores de este texto: un aporte para conocer los años de juventud de Quiroga, una puerta de acceso a su intimidad y una pieza indispensable para estudiar su iniciación literaria.

    Las anotaciones se inician en la primera libreta, a las 7 a. m. del 21 de marzo de 1900 ―fecha de la partida del Salto, a bordo del Montevideo―, y concluyen en la segunda libreta, en París, el 10 de junio del mismo año, a las 11 horas y 18 minutos. Es decir que el diario se interrumpe antes de la salida de Quiroga de esa ciudad. En una de las últimas páginas anuncia que continuará sus anotaciones en un cuaderno de 10 cts., pero ese cuaderno nunca se encontró. Quedan en blanco los treinta y dos días que transcurren entre el 10 de junio hasta el 12 de julio de 1900, cuando llega a Montevideo en el Duca de Galiera.

    Una de las preguntas que cualquiera de nosotros puede hacerse cuando comienza a transitar las páginas del diario es acerca del objetivo del viaje. La primera respuesta casi obvia tiene que ver con el ambiente cultural de la capital de Francia, del que seguramente todos los artistas querían formar parte. Sin embargo, Quiroga no habla demasiado de la vida cultural de París, y hasta parece que participar de las tertulias literarias o visitar museos terminó siendo algo decepcionante. Es curioso que sí nos hable de la cuarta Exposición Universal en dicha ciudad y de las competencias ciclistas. No olvidemos que él era un apasionado de este deporte y que incluso funda el Club Ciclista Salteño, en Salto.

    Como lectores, el título del libro nos hace imaginar el relato de un viaje especial, casi con tintes románticos, más para un joven de 22 años con todo por aprender y con un campo intelectual tan importante por explorar, como era el de París. Sin embargo, abundan las quejas, el malestar físico y emocional, a los que, hacia el final, se suma el estar varado en la capital francesa, incomunicado y sin plata: Hoy hace una semana que salimos de Montevideo... ¡Una semana! No me da la sensación de ese tiempo, sino de dos o tres días, como mucho, pero interminables, que no pasaron por mi vida, sino se deslizaron, treparon fuertemente adheridos a mi cuerpo. Hasta la escritura le cuesta por momentos, pero no la abandona jamás, como tampoco la lectura. El extraño, de Carlos Reyles; Fecundidad, de Émile Zola; las obras de Safo; Manón Lescaut, del Abate Prévost son algunos de los libros que lo acompañan y de los que hace interesantes comentarios; incluso nos enteramos al pasar que él mismo está planeando escribir una novela.

    Algo que seguramente también sorprenderá a los lectores son las descripciones que hace de sus compañeros de viaje, bastante crueles por momentos, y hasta con algo de desprecio hacia ellos, lo que contrasta con algunas que hace de las mujeres con las que entabla alguna relación un poco más personal. Ya sea en estos fragmentos o en otros en los que describe el vapor donde viaja, el mar o los puertos donde se detiene, sin duda, se nos revela el escritor que está naciendo. Dice al llegar a La Palma: Domina el puerto un picacho de acaso 200 metros de altura, a pico casi, negruzco; desde aquí se distingue como una fina culebra anémica el trayecto de una senda zigzagueando el dorso hinchado de la montaña.

    No dudo de que la lectura del Diario de

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