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Huellas De Gigantes
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Libro electrónico119 páginas1 hora

Huellas De Gigantes

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La mayora de las historias tratan de las personas que vivan en el pueblo donde nac y me cri, Carolina. Los incidentes que recuerdo de estos personajes les ha aadido un toque de lo sobrenatural. Me entusiasma sacar a mis queridos personajes de donde los dej y a donde quisiera que estn hoy.
Mi pueblo es llamado Tierra de Gigantes porque de ste han salido hombres y mujeres de gran estatura intelectual, cultural y moral.
Estos personajes que presento en mis cuentos los considero Gigantes.
Deseo disfruten estos pasajes de mi juventud que comparto con ustedes.
IdiomaEspañol
EditorialXlibris US
Fecha de lanzamiento29 nov 2010
ISBN9781456817664
Huellas De Gigantes
Autor

José M. Rodríguez Matos

Nace el 6 de abril del 1948 en la ciudad de Carolina, Puerto Rico. Termina Bachillerato en la Universidad Interamericana (Suma Cum Laude) en San Juan. Su Maestría la termina en Boston University. Cursa otros estudios graduados en las universidades de Bridgewater College y la Universidad de Massachusetts. Fue maestro de escuela elemental en el Colegio Bautista de Carolina, Puerto Rico por 3 años. Dio clases en las escuelas elementales e intermedias públicas de Boston por 31 años. Actualmente esta retirado y se dedica a viajar, leer y escribir.

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    Huellas De Gigantes - José M. Rodríguez Matos

    Un Pincel Encendido

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    ¿Alguna vez has pasado por un lugar que no logras quitártelo de encima ni de tu mente por más que quieras? Tratas de sofocarlo con tus pensamientos, con otras ideas y aún con imágenes. Cambias de conversación, respiras hondo, te das contra la pared, te confiesas o . . . Empleas todas las técnicas habidas y por haber y ninguna te ha dado resultado.

    ¡Qué frustración la mía !

    Algunas de esas cosas podemos enumerarlas y la lista puede ser inmensa: el primer amor, la pérdida de un ser querido, una costosa separación, el nacimiento de un bebé, una acalorada discusión . . .

    La adreladina sube y el mundo, que en una ocasión era una luna de miel, un bayú, un mamey, un mangó bajito, un jolgorio, una bella poesía o una hermosa melodía, de pronto colapsa. Ahora decimos: un sal pa’ fuera, una chavienda, está del cará, un titingó, anda pal’ candao, válgame la cruz, diantre, diache, le cayó una centella.

    Como venida del cielo o intencionalmente construída en nuestro paso, creía esta atractiva y magnética residencia fue depositada en esta estratégica localización. Estaba rodeada de residencias communes y humildes a dos cuadras de la plaza del pueblo.¡Qué bochorno sentirían aquellas construciones que se vieron obligadas a convivir al lado de ésta atractiva y llamativa vivienda!

    Me gustaba hecharle el ojo porque siempre iba a encontrar algo distinto de admirar en este santuario. Estaba rodeado por toda clase de distintas y peculiares pinturas. Alguien había hecho magia con su pincel. Las figuras y paisajes que brotaban de las paredes a las cuales fueron sentenciadas se iluminaban al leve roce o ritmo de alguien. Este tenía que poseer la sensibilidad espiritual o creer para poder contemplar la extraordinaria belleza que de éstas emanaban. No podías siquiera pasar por el encantador lugar e ignorar la belleza que brotaba como lo hacen las aguas de un riachuelo . Ignorar es sinónimo de oscurantismo".

    Me dí a la tarea de cada día que pasara por el tan deseado lugar, fijarme en una pintura o escena diferente. Esa fue mí determinación y los resultados fueron inimaginables. Solamente el secreto escondido en estas majestuosas pinturas podían disfrutarse o admirar con la siguiente condición:

    • Se activaban tan pronto la persona impactada optaba por olvidarse de cualquier condición que estuviese experimentando .

    • Se acogían a los encantos, influencia, o magia que éstas iban a arrojar sobre todos aquellos que eran obedientes y sumisos.

    Las pinturas eran únicas y especiales. Una vez la persona estaba perfectamente ubicada en los alrededores de la casa, las imágenes de estas pinturas comenzaban a emanar brillo e iban desprendiéndose de las paredes formando una serie de nubes de colores. Se iban acercando y rodeaban a la persona poco a poco.

    Si detectaban el más leve síntoma de rechazo, duda, desasosiego o desaprobación, perdían su brillo y súbitamente se esfumaban volviendo a ser parte de la escena original. Como consecuencia de este rechazo las experiencias y beneficios que las pinturas deseaban que la persona disfrutara no se hacían realidad.

    Ellas seguían su camino olvidando por completo la experiencia tan fuera de lo común que acababa de acontecer.

    - ¡Cada vez que paso por esa casa los pelos se me ponen de punta!

    - ¿Por qué crees que camino por el lado opuesto de esa casa encantada?

    - Sin embargo, no siento miedo al acercarme a esta.

    - Pues tengo cierto repelillo hacia ella.

    - Lo único es que no me acuerdo de nada una vez que paso por ahí.

    - ¿Qué dices de la pintora que vive en esa casa?

    - Es muy difícil verla por los alrededores. Tal parece que la casa está vacía.

    - La he visto moviéndose y trabajando en sus llamativas pinturas.

    Eran muchos los compueblanos que habían experimentado algo especial al pasar por los alrededores de la casa de las paredes encendidas. El problema era que no había manera de probarlo a menos que alguien se acordara de lo acontecido. Eran rumores, simplemente rumores decían muchos . . .

    Las pinturas reflejaban una amalgama de diferentes temas. Apelaban a la idiosincrasia de su gente y su país. La pintora era muy conocedora de todo aquello que le rodeaba y lo trataba de hacer realidad con su pincel. Jamás le ví pintar las paredes que tanta atracción lograban. Esas pinturas estaban allí y eso era suficiente evidencia de su trabajo. Las huellas o marcas de estas magníficas pinturas eran muy obvias en la ropa y el semblante de la artista. Creo que cada mínimo espacio de aquella majestuosa residencia estaba salpicada de pincelazos magistrales que la hacían vibrar y respirar.

    La ví sentada en un sillón mirando al infinito, haciendo gestos y ademanes mientras contemplaba sus admirables y adorables creaciones. Solía hacer contacto con aquellos que pasábamos por su propiedad para extendernos tanto una amorosa sonrisa como una mirada fría y calculadora.

    La pintora era una mujer enigmática y muy elegante. Siempre iba envuelta en unas vestimentas de exquísito gusto. Envolvía su cuello y su cabeza en una serie de pañuelos de colores llamativos que le daban la apariencia de una dama de alta alcurnia. Muy determinada a defender aquello en lo que creía sin dar un pie atrás. Siempre estaba dispuesta a compartir sus conocimientos y talento, especialmente con aquellos que no tenían acceso al mismo, como los niños pobres y sin recursos.

    Algunos la tildaban de loca, desquiciada y neurótica. Nada de esto le importaba un bledo o le quitaba el sueño. Sabía a conciencia donde estaba parada, lo cual proyectaba en sus constantes campañas de avanzada.

    A mí me parecía que estaba por encima de la época y que muy pocos podían entender su mensaje.

    ¿Acaso no conocimos muchos que fueron linchados, apedreados y humillados porque simplemente no se dieron a entender? ¡Qué ironía el ser juzgado y enjuiciado por mentes que están en un nivel balbuceante!

    Como dice el refrán: No la salva ni el guaco.

    Hoy día sigo preguntándome cómo es que recuerdo ese día en particular en que las pinturas se hicieron realidad en mi vida. Había una pintura en particular, muy preciada, que apelaba a cada fibra de mi espíritu.

    Todavía hoy día, no puedo recordar los detalles de la misma. Sí sé que todo mi cuerpo se paralizó y no podía mover ninguna de mis extremidades. Lo único que no estaban obstruídos eran los pensamientos y otros sentidos. Mi cuerpo lo sentí flotando dirigiéndose, sin ningun control, por diferentes salas que se abrían al leve toque del mismo. Cada sala, estaba repleta de colecciones y colecciones de pinturas. Cada objeto que identificaba a la pintura comenzaba a salirse de su escena para dejarse admirar en toda su expresión. Podías tocarlos y determinar si querías que fueran mejorados o quitados de la escena. Después de mi efímera parada ante los elementos expuestos, estos inmediatamente se unían a su ambiente original o desaparecían.

    En otras ocasiones mi cuerpo ha sido paralizado y una figura diabólica, aterradora e intimidadora ha querido dominarme. Su vestidura negra hecha de harapos también ha querido sofocarme. En este caso la experiencia parecía celestial y sentía como me encontraba en una bóveda transparente e iluminante. Esta estaba saturada de gases que formaban toda clase de figuras y escenas que se esfumaban inmediatamente como si me mandaran un mensaje y lo depositaran en mis manos. Cuando estaba por recibir dichos mensajes estos retrocedían induciéndome a que los siguiera. Finalmente, extenuado y sin fuerzas, mi cuerpo que no podía avanzar más, caía al piso como fulminado.

    Desplomado y con la boca hacia arriba oía una serie de sonidos y voces que comenzaban a cantar y todo aquello que se veía feo y deforme a mi alrededor ahora volvía a su estado perfecto y a su forma original.

    Como en un Santiamén me veía caminando en dirección contraria a la casa de la pintora del pincel encendido. Una paz y tranquilidad dificil de entender y de explicar arropaba todo mi ser.

    El que me veía pasar creía que estaba regresando de un jolgorio o de un bayú.

    Me sentía poseído

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