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Estudio e índices de Poesía y Poética (1988-1999)
Estudio e índices de Poesía y Poética (1988-1999)
Estudio e índices de Poesía y Poética (1988-1999)
Libro electrónico600 páginas7 horas

Estudio e índices de Poesía y Poética (1988-1999)

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Estudio e índices… se adentra en los itinerarios de la revista Poesía y Poética (1988-1999) con el fin de mostrar los cursos y derivaciones de uno de los proyectos editoriales de mayor coherencia y unidad en la historia de la l
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 nov 2021
ISBN9786074177930
Estudio e índices de Poesía y Poética (1988-1999)
Autor

Isaac Canton

Isaac Canton es candidato a doctor en Lenguas y Literaturas Romances por la Universidad de Harvard, donde es actualmente becario de la Mellon Urban Initiative. Su trabajo ha recibido el apoyo del David Rocke-feller Center for Latin American Studies y de la GSAS Graduate Society. Es especialista en literatura y cultura hispánicas de la temprana modernidad y de las literaturas hispanoamericanas del siglo XX. Actualmente, prepara una tesis sobre la experiencia acústica en el México colonial.

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    Estudio e índices de Poesía y Poética (1988-1999) - Isaac Canton

    Imagen de portada

    Estudio e índices de Poesía y Poética

    (1988 – 1999)

    ENSAYO

    Estudio e índices

    de Poesía y Poética

    (1988 – 1999)

    Isaac Canton

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    Magaña G. Canton, Isaac Gustavo

    Estudio e índices de Poesía y Poética (1988-1999) / Isaac Canton; diálogos, Tania Favela … [et al.]. – México: Universidad Iberoamericana Ciudad de México, 2021. – Publicación electrónica.

    ISBN: 978-607-417-793-0

    1. Poesía – Crítica e interpretación. 2. Poesía – Historia y crítica. 3. Poesía – Publicaciones periódicas. 4. Poética – Publicaciones periódicas. I. Favela Bustillo, Tania, 1970- II. Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Departamento de Letras.

    D.R. © Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Versión electrónica: mayo 2021

    ISBN: 978-607-417-793-0

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Índice

    Portada

    Portadilla

    Legales

    Pensamos en la conversación y siempre en el diálogo con los amigos

    Intenciones (sobre la escritura)

    Sobre el Estudio

    Para leer los Índices

    Acerca del Diálogo

    Estudio

    Cartografía general: Hugo Gola, poeta y editor

    Hugo Gola en su obra

    Trabajo editorial

    La trama anterior: Poesía y Poética en su contexto político y cultural

    Influencias

    Poesía y Poética en México

    1990: Panorama cultural en México

    Revistas de poesía en México

    Arquitectura interna: los contenidos de Poesía y Poética

    Poemas

    Traducciones

    Artes plásticas

    Prosas

    La narrativa y el teatro

    Coda

    Desenlaces temporales: de Poesía y Poética a el poeta y su trabajo

    El final de una época

    El poeta y su trabajo: una publicación independiente

    Continuidad y ruptura

    Índices

    Índices comentados

    Poesía y Poética 1, 1988.

    Poesía y Poética 1, Primavera de 1990.

    Poesía y Poética 2, Verano de 1990.

    Poesía y Poética 3, Otoño de 1990.

    Poesía y Poética 4, Invierno de 1990.

    Poesía y Poética 5, Primavera de 1991.

    Poesía y Poética 6, Verano de 1991.

    Poesía y Poética 7, Otoño de 1991.

    Poesía y Poética 8, Invierno de 1991.

    Poesía y Poética 9, Primavera de 1992.

    Poesía y Poética 10, Verano de 1992.

    Poesía y Poética 11, Otoño de 1992.

    Poesía y Poética 12, Primavera de 1993.

    Poesía y Poética 13, Verano de 1993.

    Poesía y Poética 14, Otoño de 1993.

    Poesía y Poética 15, Primavera de 1994.

    Poesía y Poética 16, Verano de 1994.

    Poesía y Poética 17, Otoño de 1994.

    Poesía y Poética 18, Primavera de 1995.

    Poesía y Poética 19, Verano de 1995.

    Poesía y Poética 20, Invierno de 1995.

    Poesía y Poética 21, Primavera de 1996.

    Poesía y Poética 22, Verano de 1996.

    Poesía y Poética 23, Otoño de 1996.

    Poesía y Poética 24, Invierno de 1996.

    Poesía y Poética 25, Primavera de 1997.

    Poesía y Poética 26, Verano de 1997.

    Poesía y Poética 27, Otoño de 1997.

    Poesía y Poética 28, Invierno de 1997.

    Poesía y Poética 29, Primavera de 1998.

    Poesía y Poética 30, Verano de 1998

    Poesía y Poética 31, Otoño de 1998.

    Poesía y Poética 32, Invierno de 1998.

    Poesía y Poética 33, Primavera de 1999.

    Poesía y Poética 34, Verano de 1999.

    Poesía y Poética 35, Otoño de 1999.

    Poesía y Poética 36, Invierno de 1999.

    Índice de autores

    Índice de traductores

    Índice de ilustradores

    Índice de poemas

    Índice de ensayos y poéticas

    Índice por países

    Diálogos

    Conversación con Tania Favela

    Conversación con Juan Alcántara

    Conversación con José Luis Bobadilla

    Conversación con Ana Belén López

    Sobre Poesía y Poética

    Integrantes del consejo editorial de Poesía y Poética

    Libros publicados por Poesía y Poética

    Bibliografía citada

    a quién más, sino a Hugo Gola (†)

    y a la memoria de José Luis Bobadilla (†),

    amigo cercano y colaborador de Hugo Gola,

    amigo también de este proyecto, al que desde un principio

    abonó generosa y desinteresadamente

    Pero las buenas poesías, como los seres vivientes, entran en el círculo de nuestra vida: nos enseñan, nos llaman, nos bendicen, hay entre ellas ángeles de la guarda, sabios caudillos, demonios tentadores y buenos amigos. Bajo su influjo los seres humanos aman, se enemistan y mueren.

    NIKOLAI GUMILIÓV

    Pensamos en la conversación y siempre en el diálogo con los amigos

    Fue por Enrique Flores que conocí y leí Poesía y Poética. Él, Enrique, también fue el primero en leer y comentar cada una de las páginas de este manuscrito. Guardo todavía una carpeta con varias decenas de correos con indicaciones y propuestas para reuniones de trabajo —ya en su oficina en el Instituto de Investigaciones Filológicas, ya en algún café o restorán del área (casi siempre en el Azul y Oro del Centro Cultural de la Universidad)—. Como profesor, como lector, como amigo, nadie más cercano que él a este proyecto.

    Juan Alcántara, Tania Favela y Patricia Gola fueron también amigos que estuvieron muy cerca de esta investigación. Su compañía fue (y sigue siendo), por ponerlo de algún modo, generosa e infinita. José Luis Bobadilla (†), Iván García y Ana Belén López me apoyaron con su precisa erudición a propósito del doble nudo que forman la labor editorial y el trabajo poético de Hugo Gola. Finalmente, referencias fundamentales me fueron proporcionadas durante la que al día de hoy aún atesoro como una de las mayores tardes de mi vida, por Raúl Beceyro y Marilyn Contardi, en su casa de Colastiné Norte.

    De mis años en la Ciudad de México (entonces, Distrito Federal), este trabajo se benefició de conversaciones, no siempre sobre Hugo Gola o sus revistas, aunque sí la mayoría del tiempo sobre poesía, con Humberto Kaiser, Mariana Aguirre, José Ángel Armendáriz, Mario Carrillo, Gerardo González, Reynaldo Jiménez, Mónica Quijano, Iñigo Malvido, Constanza Martínez, Rodolfo Mata, José Manuel Mateo, Sandra Martín, José Ignacio Padilla y Luis Verdejo.

    En la etapa final de este trabajo, durante el y venir de pruebas y galeras, recibí el valiosísimo apoyo de Ana Karen Jiménez Buerón y Amanda Castañeda, además de generosos comentarios y sugerencias de Rodrigo Del Río, querídismo amigo y colega de la Universidad de Harvard. Ana Karen, Amanda y Rodrigo: muchas gracias.

    Por esta pendiente y ya entregado al sentimentalismo de las menciones y los nombres, no quiero dejar de constar en estas páginas la invaluable amistad, cuidado e inteligencia de mi gente de fuera, mi círculo cercano en Harvard: Ignacio Azcueta, Aimé Cichero, Iman Darwish, Gangsim Eom, Matylda Figlerowicz, Emile Lévesque-Jalbert, Mauro Lazarovich, Johannes Makar y Lucas Mertehikian.

    Como es natural, importantes desde la fundación de mi relación con la literatura: mi padre y mi abuelo, a quienes robé mis primeros libros, y mi madre, que me enseñó a leerlos.

    Intenciones (sobre la escritura)

    Entre la reescritura de esta introducción y el trabajo que la ampara, media una distancia de tres años. A golpe de ojo, un período no demasiado amplio. No obstante, por el contraste que existe entre el momento en el que desarrollé esta investigación y las circunstancias desde las cuales escribo hoy día, ese lapso se me presenta como especialmente dilatado y extendido. Entonces yo era estudiante de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM con algunas inquietudes, otras tantas intuiciones, pero sobre todo con mucho ímpetu por la poesía y muy particularmente por aquella veta que yo veía intensificada en las páginas de Poesía y Poética.

    Pero vayamos al comienzo. Poesía y Poética fue una revista esencialmente de poesía que publicó Hugo Gola entre 1988 y 1999, primero bajo el auspicio efímero de la Universidad Nacional del Litoral y, posteriormente, con el apoyo de la Universidad Iberoamericana, de manera más o menos periódica e ininterrumpida. La conocí hurgando en las estanterías de libros de la oficina de Enrique Flores, profesor y amigo mío. En aquella ocasión, recuerdo, encontré, perfectamente ordenadas, las colecciones de Poesía y Poética y el poeta y su trabajo (revista publicada también por Gola tras su destitución de la Universidad Iberoamerica, aunque a eso me referiré más tarde): setenta y dos números y veintidós libros. Como tenía el consentimiento de tomar alguna publicación —cualquier publicación del estante—, azarosamente fijé mis ojos en el número 2 de Poesía y Poética y comencé, allá mismo en la oficina, a echar ojo a las primeras páginas de aquel volumen de tapas blancas: un texto de Pierre Reverdy sobre la función poética. Quedé a tal grado fascinado que como tenía que ir a la Facultad para asistir a alguna clase, tomé el número y lo guardé en la mochila. Así puedo, pensé, continuar con él en el camino y al final de mis así entendidos deberes. Leí de principio a fin aquel número 2 pensando, ya entonces, que la revista estaba articulada como una unidad. Cada uno de los contenidos embonaba con el anterior, dialogaba; pero sin obedecer precisamente a una continuidad lógica. La concatenación estaba dada por una especie de ritmo o tono que es, también y no por coincidencia, la unidad que hace a la poesía. La revista resultó ser para mí, desde entonces, una suerte de largo poema. Convertí en asiduas mis visitas a esa estantería y día por medio cargaba mi mochila con algún o algunos números. Muy al principio, de un modo desordenado; aunque al poco tiempo y recomenzando, de una forma ya cronológica, concienzuda y organizada. Con ese mismo ímpetu fue también que un día comencé con la labor, que hasta el día de hoy considero titánica, de fichar y comentar cada una de las entradas de Poesía y Poética, escribiendo de paso los capítulos de este libro.

    Aquel trabajo fue itinerante, aunque disciplinado. Comencé, recuerdo bien, uno de los primeros días de diciembre de 2014 en la casa de mi familia en Yucatán, durante una visita que hice durante las vacaciones de invierno, justo en el intersticio entre el séptimo y el último semestre de la carrera; y continué —casi obsesivamente— con el doble trabajo de leer y escribir, durante varios meses, en la Ciudad de México, para finalmente colocar el punto final en la ciudad de Buenos Aires, que fue, en el verano del 2015, mi primer viaje con motivos académicos y, a su vez, el primero que hice después de largo tiempo al extranjero. El libro está dividido en tres partes, que he querido tengan el mismo peso: una introducción compuesta por cuatro capítulos en los que comento, entre otras cosas, la labor de Hugo Gola como editor, el lugar de Poesía y Poética en la tradición de las revistas literarias publicadas en Latinoamérica y su concepción como unidad temática y, finalmente, las posibilidades que abrió; un conjunto de siete índices, incluyendo uno en el que intento tender vínculos cruzados entre las distintas entradas de la revista; una colección de cinco conversaciones con colaboradores cercanos a la revista y a Hugo Gola.

    En la Ciudad de México escribí gran parte de los índices comentados y tres de los cuatro capítulos de este trabajo, primero en un sótano húmedo, sin ventanas y hasta el tope de cacharros que no me pertenecían; y en una segunda instancia en un departamento que de modo compensatorio no tenía rincón sin ventana y por el que cada ranura se colaba el ruido. El resto lo hice sentado en la cama de un hostal en el barrio de Palermo en Buenos Aires en el que compartía la habitación con otras cinco personas, que a cada tanto, como es natural en esos espacios, llegaban o se iban, siempre y disciplinadamente sin ningún cuidado y siempre con el mayor de los ruidos. Paradójicamente fue en Yucatán, donde las condiciones de escritura eran desde todo punto de vista ideales y en grado sumo siempre las más ideales, el lugar al que textualmente este trabajo debe menos: apenas unas cuantas páginas y, eso sí, el garabato de la estructura abigarrada de esta composición. Con esto mis intenciones no son las de subrayar las dificultades que, por supuesto, existieron en esta escritura, sino fechar —casi que exclusivamente para mí y más próximos— las ejecuciones y andanzas de este itinerario.

    Pero decía que las circunstancias en estos tres años han cambiado casi que radicalmente. Nuevas lecturas y nuevas perspectivas se han añadido a mi modo de entender la poesía y el mundo —que desde cierto punto de vista son una y la misma cosa—, así como también la severidad y radicalidad de algunos juicios.  Cosas que entonces afirmaba con timidez ahora las confieso con certeza; entretanto, arrojos que anteriormente me atrevía hoy en día los considero impensables. Y es a todo esto y aquello que por impertinencia no nombro que las siguientes páginas sobreviven: no sin críticas y juicios —muchas y, naturalmente, de las más severas—, y es que de todos modos, de una forma acaso obsesiva, resisten y se renuevan siempre antes de cualquier punto final (gesto completamente provisional e ilusorio). Sobre la permanencia de mis opiniones tengo para decir que la presencia de Hugo Gola, tanto como promotor de revistas y espacios para la reflexión poética como desde su poesía misma, aún al día de hoy que muchos de mis pensamientos han cambiado, me resulta de una importancia tal que cualquier cosa que se escriba me parece todavía injusta e insuficiente. Aquí también algunas de mis radicalizaciones: en 2015, que es cuando desarrollé la mayor parte de este trabajo, intuía la relevancia de la revista —hasta ahora más o menos ignorada—; no obstante, es al día de hoy, tres años después de arrojarme a este proyecto, teniendo, sí, más lecturas, pero también el acaso de la dislocación geográfica, que puedo afirmar sin temor a equivocarme que la renovación de la poesía en México debe mucho más a Gola que a cualquier poeta mexicano que haya escrito o animado publicaciones de literatura en el país. La evidencia es que los poemarios y las traducciones de poesía más relevantes de la última década, incluso las editoriales de poesía más interesantes que han surgido en los últimos años, tienen fundamento o escuela en la labor editorial de Gola. Por este camino quizá valga subrayar que lo mexicano no es sólo lo producido por autores nacidos en el territorio, sino que hay muchas maneras de lo mexicano y que hay expresiones, como las de Poesía y Poética y el poeta y su trabajo, que desbordan el concepto de geografía y las intenciones de la marca de origen. Gola no tuvo nunca pasaporte mexicano y de hecho llegó a México a sus casi cincuenta años, cuando ya era de algún modo un lector y un escritor formado. Es decir que la de la revista no es una mexicanidad impresa por el camino de la naturalización o de una experiencia primordial del territorio, aunque quizás. Poesía y Poética no es mexicana en ninguno de los sentidos que enraízan las particularidades de lo nacional. En todo caso, lo más próximo a lo preciso, por el accidentado camino de las denominaciones, sería decir que fue una revista latinoamericana; ya que de ningún modo se trata de una publicación argentina que se imprimió en México. Nada de eso. En cambio, se ajusta decir que lo mexicano a la revista le viene en el ejercicio de la retrospectiva, por aquello que funda, por el modo que ha producido herencia. Y es que, a mi modo de ver, sin Hugo Gola y Eduardo Milán —que son las dos piezas fundamentales de la ecuación que hace posible la llegada del trabajo de experimentación a México— no existirían en el mapa del campo escrituras elementales como las de Tania Favela, Hugo García Manríquez, Inti García Santamaría y Luis Felipe Fabre, por mencionar sólo algunos nombres conocidos de esta escuela. Poesía y Poética y el poeta y su trabajo horadaron mi mundo. Fueron para mí ventanas que me permitieron proyectar más allá de las quince o veinte cuadras de literatura que entonces frecuentaba y conocía. Puesto de otro modo, las de Gola fueron —y aún son— publicaciones que, en tanto herramientas de la reflexión crítica en torno al ejercicio de escritura, resultan atractivas y en extremo estimulantes para seguir pensando la pregunta sobre el sentido de la innovación y los riesgos a los que se somete la literatura. Más allá de los intereses particulares que pudieran suscitar como revistas de literatura o como publicaciones de un poeta argentino exiliado en México, lo que sobrevive ante todo es la interrogante sobre la relación del individuo con el lenguaje, sobre el cómo las palabras se entraman, cobran fuerza y renuevan el idioma, en esa forma particular del pensamiento que aún hoy llamamos poesía.

    Sobre la decisión de hacer los índices únicamente sobre Poesía y Poética —excluyendo el poeta y su trabajo, la siguiente revista hecha por Gola en México—, he de confesar que la intención original fue hacer el arco largo que va desde la publicación de las misceláneas tituladas también el poeta y su trabajo en 1983, en Puebla, hasta el último número de la publicación homónima publicada de manera independiente hasta 2010, pasando por supuesto por Poesía y Poética, desde su inicio en la Universidad Nacional del Litoral hasta su lamentable final en la Universidad Iberoamericana. Dos fueron las razones principales que me disuadieron de esa ambiciosa empresa. La primera fue que al leer los materiales descubrí que a pesar de que existe una evidente continuidad en ese arco, hay también una escisión entre Poesía y Poética y la segunda etapa de el poeta y su trabajo. Sobre dicho corte ahondaré en el último capítulo de esta introducción. La segunda razón obedece a motivaciones prácticas. Es decir, si este trabajo ha reclamado poco más de cuatrocientas páginas, pretender tramar el arco largo hubiese resultado en un trabajo aún más áspero e ilegible de quizá setecientas u ochocientas páginas por lo menos.

    Por otro lado, mi decisión de abordar la publicación de Gola y no otra revista obedece, además de las pulsiones personales que he mencionado —y que no carecen de importancia, sino que por el contrario son el motor principal—, también influyó la relevancia que le concedo al riesgo, a la experimentación y, especialmente al amor a la poesía, que de un modo ejemplar y único se refleja en las páginas de la revista. Poesía y Poética es una publicación completamente anómala en la historia de la literatura mexicana, comenzando porque los autores mexicanos, en el sentido de autores nacidos en territorio mexicano, son muy escasos a lo largo de las páginas de la revista, pero continuando —y ése es quizá su sello principal— por su interés por las vanguardias latinoamericanas, más o menos ignoradas en nuestro país, salvo por unos cuantos especialistas y poetas, y por las poéticas norteamericanas y experiencias afines que alentaron la búsqueda y no el conservadurismo. De algún modo, este trabajo quiere ser también un llamado de atención hacia ciertas experiencias poéticas que han sido poco exploradas en México. En este sentido filológico, este trabajo funciona como un semillero de autores y materiales que podrá ser visitado por estudiosos y curiosos por igual para ensanchar su horizonte crítico.

    De vuelta al tema de la estructura, quiero aclarar que la idea de esta investigación como un montaje me pertenece en su totalidad, por lo que toda posible confusión nacida de ella es culpa mía. Y aunque dicho collage o cajón de sastre nace finalmente de un capricho mío, trataré de justificarlo a continuación. Como ya he dicho, este trabajo tiene tres partes con el mismo peso a lo largo de todo el documento. En la primera he tratado de dar cuenta de mi mirada sobre la revista. El Estudio es el modo en que yo entiendo la revista, de la cual nunca estuve cerca en tiempo presente. No obstante, no se trata de una mirada objetiva —pues, finalmente, como escribe Charles Baudelaire, para que sea justa, es decir, para que tenga una razón de ser, la crítica debe ser parcial, apasionada y política; es decir, estar hecha desde un punto de vista exclusivo, pero un punto de vista que abra el máximo de horizontes (Baudelaire 36)—, pero sí de una que guarda obligadamente cierta distancia en el tiempo y en el espacio. La segunda parte está hecha a partir de varios índices, pero sobre todo de lo que yo llamo Índices comentados. En ellos he pretendido evidenciar aquella unidad que encuentro en cada número, y en la revista de manera total. He comentado en dicho índice cada una de las entradas de la revista —poemas, diálogos, entrevistas, ensayos, poéticas, aforismos, imágenes— con mayor o menor fortuna. Esto con el fin de darle, dentro de este trabajo, una voz a la revista. He allí la metodología de dicha inclusión: glosas, citas y algunos comentarios al margen. Todo esto puesto en una relación que remite a materiales publicados, anterior o posteriormente, en las páginas de Poesía y Poética. Cada uno de los textos va precedido por una muy sintética información del autor, ya que consideré necesario presentar a los protagonistas de este diálogo infinito tramado por Gola. Por último, la tercera parte está conformada por cuatro diálogos, con cuatro personas que participaron activa e intensamente en la revista. Con ello he tratado de dar la visión de los otros, es decir, la manera en que los colaboradores cercanos entendieron la revista. En este diálogo excluí intencionalmente la voz de Gola, pues él ya se ha referido con anterioridad a su proyecto editorial en entrevistas y no me interesaba para estos fines la manera en que él concibió su propio proyecto, sino el modo en que lo hicieron esos otros, quienes se formaron con sus páginas y actualmente animan o animaron empresas tan distintas como interesantes. Es, pues, finalmente, por esta vía, que he intentado dar cuenta de Poesía y Poética, contar su historia.

    Sobre el Estudio

    Esta sección, Estudio, es quizá lo más parecido a la forma convencional con la que se trama un ensayo. Una investigación dividida en cuatro capítulos que intenta, a su manera, probar la hipótesis sobre la singularidad y unicidad de Poesía y Poética en la historia de las revistas mexicanas y el lugar que ocupa, sin que la mayoría de los intelectuales y académicos de este país esté enterado, en el desarrollo más o menos saludable que ha tenido la poesía en México después de que en sus páginas se publicaran textos determinantes para la construcción de un panorama veraz sobre la poesía.

    La división del trabajo se explica de la siguiente manera. El primer capítulo lleva por título Cartografía general: Hugo Gola, poeta y editor. Aquí he tratado de tramar un recorrido detallado por la labor editorial llevada por Gola antes de la publicación de la revista. He apuntalado unos cuantos aspectos de su poética que se relacionan de manera directa con su manera de concebir una revista. El segundo capítulo, "La trama anterior: Poesía y Poética en su entorno político y cultural", es una enumeración de los acontecimientos históricos, políticos y culturales que se estaban dando en Argentina y México en aquellos años y que echan no poca luz sobre el clima bajo el cual nace Poesía y Poética. El tercer capítulo, "Arquitectura interna: los contenidos de Poesía y Poética", es un intento por dar cuenta de manera detallada sobre la coherencia de los materiales publicados en los 37 números de la revista. Finalmente, en el último capítulo,

    "Desenlaces temporales: de Poesía y Poética a el poeta y su trabajo", me refiero a la transición entre la publicación patrocinada por la Universidad Iberoamericana —Poesía y Poética— y la publicación, ya independiente, de el poeta y su trabajo. Analizando su continuidad, pero también su rompimiento. O mejor dicho, la continuidad que establece sus fronteras.

    Por último, sólo quiero aclarar que para este trabajo he acudido insistentemente a la obra personal de Gola. Y cuando he citado poemas lo he hecho de manera extensa, salvo en contadas ocasiones, pues considero deshonesto utilizar un verso como un elemento burocrático, como mera referencia. De este modo, he preferido que el poema se revele en todo su esplendor, que tenga un espacio propio en el que se pueda leer con y en contra de mi propia investigación. Aquí, el poema es un respiro frente a la aspereza de mi prosa.

    Para leer los Índices

    Desde mi punto de vista, podemos hablar, en esencia, de dos clases de índices: los técnicos, que buscan agilizar la búsqueda de algún contenido, y los comentados, en los que he volcado todas mis energías para tratar de dar cuenta del engranaje sutil que se articula al visitar los 37 números de Poesía y Poética. En la medida de lo posible, los objetivos se han cumplido de manera satisfactoria.

    Para la elaboración de los índices técnicos alimenté tres bases de datos con toda la información que me fue posible extraer de cada publicación, y a pesar de no haber echado mano de todo, la labor de captura ha sido realizada, por lo que a la escritura de este libro le sobrevive un archivo Excel con la voluntad de ser circulado. Confieso que al principio me dediqué únicamente a capturar los datos sin miras muy claras, pues aún no decidía cómo los organizaría. Al final determiné que estos índices, llamados por mí técnicos, se referirían a autores, traductores, ilustradores, poemas, ensayos, poéticas y países. Seis índices en total, más los índices comentados, que detallaré en el siguiente párrafo. Por último, para determinar los datos más relevantes —o más útiles para realizar búsquedas— que incluiría en cada índice, me fue útil el excelente cuadernillo elaborado por Germán Martínez, que contiene las coordenadas generales para localizar cada entrada del número 1 al 22, y que lamentablemente conocí de manera tardía.

    No obstante, el índice que considero medular, y alrededor del cual giran todos los anteriores, es el que incluye comentarios. A través de él he procurado ofrecer un acercamiento más sensible a los contenidos. Si bien se trata de glosas y citas al margen de cada una de las entradas —poemas, ensayos, notas, entrevistas, poéticas, aforismos, etcétera—, he tratado de evidenciar la relación entre las entradas y el volumen al que corresponden; además he procurado aprehender ciertas ideas y emociones que palpitan a lo largo de las páginas. Mi intención ha sido que los índices sean amenos y puedan leerse como un textil en que se dan cita más de un centenar de voces. Puesto de otro modo, en este entramado que son los índices comentados he querido tomar la función del tejedor, urdiendo los patrones y trenzando los cortes, aunque con la percepción siempre presente de que la unidad de la revista estaba puesta de antemano por Gola. Como ya he dicho también más arriba, el aspecto filológico queda más que saldado, pues al leer cualquier entrada el lector se puede hacer una clara idea del contenido y así decidir visitar (o no) el texto completo. También insisto en que, como mínima contextualización, cada entrada contiene información del autor, pues considero que en muchos casos es necesario conocer su entorno para entender lo que está sucediendo al interior del texto. En mayor o menor medida he acertado y fracasado. Sin embargo, estos índices, como el atisbo que son, buscan tentar al lector para que se arroje sobre la revista misma, que al día de hoy es posible consultar en su totalidad en las bibliotecas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, la Universidad Iberoamericana y la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, Argentina.

    Acerca del Diálogo

    En la tercera parte de este trabajo he reunido las conversaciones sostenidas con cuatro personas cercanas a la revista. Por un lado están dos de los miembros fundadores: Juan Alcántara y Ana Belén López, quienes, además de infinitas anécdotas, me proporcionaron información sumamente relevante para la escritura del Estudio. Otras dos conversaciones las sostuve con alumnos de Gola que, aunque cercanos al proyecto de Poesía y Poética desde prácticamente sus inicios, su participación más activa la tuvieron al momento de la transición a el poeta y su trabajo. Ellos, José Luis Bobadilla y Tania Favela, me entregaron información definitiva que en algunos casos modificó el rumbo de mi Estudio. Sus juicios y opiniones me ayudaron a materializar la idea que me daba vueltas en la cabeza sobre el vínculo entre el trabajo personal y editorial de Gola.

    Debo aclarar que no se trata de entrevistas. Nunca acudí a ninguna de las reuniones con algún guion o alguna pregunta en mente. Mi intención era, sí, registrar las conversaciones y por eso nunca faltó una grabadora, pero siempre pretendiendo que el diálogo fluyera por el camino de la digresión y la duda, dejando al mismo tiempo las imborrables marcas del lenguaje que hacen de esta tercera parte no sólo un archivo filológico, sino una deliciosa exhibición de palabras.

    Como parte última de esta introducción quisiera hacer una rápida aproximación a la vida y a la obra de Gola, pues me he de referir a varios episodios de ella de manera a veces desordenada a lo largo del Estudio. Hugo Gola fue un poeta argentino, nacido en Pilar, un pueblo de la provincia de Santa Fe, en 1927. Fue hijo de inmigrantes piamonteses, por lo que sus primeras palabras las aprendió en dialecto, lo que nos permite rastrear su particular relación con el lenguaje. Vivió ahí hasta los doce o trece años, por lo que su educación fue esencialmente campesina. Ésta transcurrió entre paseos a caballo y una profunda relación con el campo. No había, como lo refiere él en su libro Resonancias renuentes, una biblioteca pública o privada a la que pudiese acudir para leer, por lo que su relación definitiva con las palabras se dio en el trato con la oralidad y no por un precoz contacto con los libros. Ya en la adolescencia, se asienta con su familia en Santa Fe, donde realiza los estudios elementales y preparatorios para, finalmente, graduarse como abogado por parte de la Universidad Nacional del Litoral.

    Ejerció desde muy joven como profesor de literatura en el Instituto del Profesorado de la Universidad Nacional del Litoral, incorporándose en l962 al Instituto de Cinematografía. Ahí compartió planta con Juan José Saer, y como estudiantes pasaron por ahí, Marilyn Contardi y Raúl Beceyro, grandes amigos e interlocutores importantes de Gola. Fundamental fue su amistad con Juan L. Ortiz, Juanele —gran poeta ignorado en su país durante mucho tiempo y más aún en México—. Gola, en su libro Las vueltas del río, da cuenta con profunda minucia de los detalles de esa amistad. Aunado a su trabajo como profesor, se desempeñó como jefe del Departamento de Publicaciones de la Universidad y se encargó de la publicación de varios títulos que aún hoy resultan importantes para tener un horizonte más amplio sobre la literatura.

    En 1975, tras varias acciones de intimidación y violencia contra Gola y su familia, tuvo que abandonar el país para radicarse temporalmente en Londres, y establecerse finalmente, en 1976, en México. Lugar que se convertirá en su residencia permanente, salvo un breve período, entre 1986 y 1989, en que regresa a Argentina. Tras el fracaso de esa tentativa, vuelve a México y publica Poesía y Poética en la Universidad Iberoamericana (1990-1999), y comienza a publicar, tras su injusta destitución, el poeta y su trabajo (2000-2010), de manera independiente. Durante su estancia en México fue profesor y bibliotecario. A su llegada impartió algunos cursos en la Universidad Autónoma de Puebla, donde publicó tres cuadernos de el poeta y su trabajo, para finalmente tomar un puesto como profesor y bibliotecario en la Universidad Iberoamericana.

    La obra poética de Gola es relativamente breve y abarca apenas una decena de títulos. Casi toda su obra poética está reunida en un volumen de poco más de trescientas páginas publicado por el Fondo de Cultura Económica en su colección Tierra Firme: Filtraciones. Poemas reunidos, que conjunta sus primeros poemarios —Veinticinco poemas (1964), El círculo del fuego (1968), Siete poemas (1984)—, y agrega Filtraciones (1996), Vacilación (2002) y Ramas sueltas (inédito hasta ese momento). A esta producción hay que agregar dos poemarios más, un libro de prosas y un ensayo en memoria. Estos libros son Prosas (2007), Retomas (2010), Resonancias renuentes (2011) y Las vueltas del río: Juan L. Ortiz y Juan José Saer (2010).

    Como su mismo título lo sugiere, Poesía y Poética fue una revista que además de publicar poesía se ocupó, en la misma medida y con el mismo rigor y cuidado, de las reflexiones de los escritores en torno a su propia obra, de los trenes de pensamiento que anteceden y preceden a la escritura del poema. Pocas revistas a lo largo de la historia pueden presumir parangón con esto. Y es eso lo que he tratado de mostrar en este prólogo y lo que con insistencia martillo a lo largo de todo el libro. Son éstas, finalmente, mis intenciones y búsquedas. Deseo que este trabajo sea ante todo una invitación a la lectura de la revista y no la de truncar los propósitos de aproximarse a ella.

    Cambridge, Massachusetts, agosto de 2018.

    Estudio

    Cartografía general: Hugo Gola, poeta y editor

    Entre la primavera de 1990 y el invierno de 1999, Hugo Gola publicó, de manera ininterrumpida, bajo el sello de la Universidad Iberoamericana, la revista Poesía y Poética. Pocos años antes, en 1988, la Universidad Nacional del Litoral había visto el nacimiento de un proyecto similar, aparentemente trunco, también animado por Gola, cuyo título era exactamente el mismo: Poesía y Poética. Al mirar las presentaciones y los contenidos de ambas revistas no queda ninguna duda de que se trata del mismo proyecto. Un proyecto que inicia a finales de los años ochenta y termina los últimos meses de los noventa. Un continuum que va desde Santa Fe, Argentina, hasta la otra Santa Fe, de la ciudad de México. Un arco que recorre once años y todo un continente.

    Sin embargo, los 37 números en total de Poesía y Poética —treinta y seis publicados aquí, en México, y uno más, el primero, publicado en Argentina— resultan incomprensibles si no nos asomamos antes al pasado y a la obra personal de Gola. Pues, como dice Brice Marden al referirse a Jackson Pollock: lo que tú haces forma parte de tus vivencias (Marden 4). Por lo demás, Gola ha sido quizá, un poeta demasiado, aunque no sorprendentemente, desconocido. Tanto su obra personal como los proyectos editoriales que emprendió están marcados por una política de apartamiento, una discreción siempre alejada de todo aquello que se encontraba en boga. Lo que no es poca cosa, pues, como señala Eduardo Milán en el prólogo que escribe a Filtraciones, el primer libro publicado por Gola en México, el oficio de la resistencia poética es especialmente duro en un tiempo conocido por sus variadas incertidumbres (Milán 10). Es por este motivo que durante casi toda su vida su trabajo fue prácticamente secreto, gozado apenas por unos cuantos amigos y conocidos. Amistades, unas, que habían nacido en Argentina, aunque, a causa de la violenta separación provocada por la dictadura militar, habían tenido que sostenerse a pesar de la distancia, y otras que se fueron consolidando poco a poco a lo largo de los años y que provenían de los sitios que frecuentó Gola tras el exilio. A propósito de los primeros, en el prólogo a los poemas reunidos de Gola, Juan José Saer escribe:

    Nos habíamos preparado para vivir siempre en esa ciudad [Santa Fe]; nos bastaba con sus noches calientes, sus librerías, su vino amistoso, su río inmenso. Pero las vicisitudes de la Argentina, por no decir sus tormentos, terribles, nos dispersaron. En los más inesperados lugares del mundo cayeron los fragmentos de nuestro pasado, como los restos de una explosión. Caracas, Bogotá, México, París, Amsterdam, Barcelona, Londres, de buena o mala gana, nos acogieron.

    (8)

    Ese territorio, al que Saer llamó la zona, fue más un territorio emocional que un espacio físico (el cual, no obstante, podríamos ubicar geográficamente en la provincia de Santa Fe), como, de hecho, el mismo Gola señala, al referirse, en un ensayo incluido en Las vueltas del río, a la diáspora que todos, pero en ese caso particular Saer, experimentaron en los años sesenta y setenta: "Con el tiempo, seguramente Saer pudo comprobar que, aunque ya no tuviera un país, como igualmente sucedió con algunos de nosotros, nadie podía despojarlo de un lugar propio" (38).(1),(2) Es ese lugar propio el punto de encuentro de ese grupo de amigos. Un lugar que nunca dejó de existir para ellos y que, de algún modo, podríamos reubicar en las páginas de Poesía y Poética.

    Las páginas de la revista funcionan como un punto de encuentro entre muchos de esos autores que, a causa de las condiciones políticas en Argentina, tuvieron que salir de país, pero que no dejaron por eso de ser próximos. Proximidad que a pesar de ser afectiva, tiene que ver con las afinidades y las búsquedas personales. En el mismo texto en el que Gola se refiere al lugar propio, más adelante, cuando se dedica a contar un reencuentro que tuvo con Saer en 1979, deja muy clara esta idea:

    Yo viajé a París y pasé allí sólo el día siguiente al de mi llegada. Seguí luego el viaje, en tren, hasta Madrid. Saer, a quien no veía desde hacía por lo menos siete u ocho años, me esperó en su casa del Boulevard Voltaire, con una muy buena carne al horno y con un vino excelente. Hablamos toda la noche. Fue una especie de repaso general sobre esos años pasados [los primeros del exilio]. Los dos queríamos saber de la vida del otro. Verificar nuestras lecturas actuales, nuestros gustos, nuestras preferencias, nuestros entusiasmos. No era cuestión, simplemente, de dejar atrás lo que había pasado sin hacer un balance. Los dos queríamos comprobar si aquello que nos había aproximado en otro tiempo seguía vivo. Si todavía queríamos a los mismos escritores y cuáles eran los nuevos que preferíamos. Si teníamos semejantes ideas políticas, algo no secundario entre nosotros, y también lo que cada uno pensaba de los horrorosos sucesos de la Argentina de entonces. La amistad para Saer no era sólo el vínculo creado por una corriente afectiva. Siempre fue también un conjunto de afinidades vinculadas a los gustos, a las ideas, a las convicciones.

    (38-39)

    Aquí se presenta una doble relación con el lugar propio. Por un lado están los gustos, las ideas, las convicciones, que si bien Gola señala como enclaves de la amistad, para Saer son también extensibles a su propia persona y, en general, al núcleo de amigos que se reunió, durante varios años, en los patios y casas de Santa Fe para poner a prueba los intereses personales. Pero por otro lado está el anclaje con el exterior, el escenario donde se entabla el diálogo. Y ése es el sentido de lugar propio que tuvo Poesía y Poética. Es por eso que, de hecho, se puede hablar de dicha publicación como una revista animada por algunas líneas y posturas representadas por autores muy variados: líneas que en muchos casos resultaban opuestas o se apartaban de las líneas literarias dominantes;

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