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Tinta de poetas: Una encuesta a la literatura de este río
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Libro electrónico360 páginas4 horas

Tinta de poetas: Una encuesta a la literatura de este río

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Este libro nos presenta una detallada cartografía de la literatura de Villa María. En un trabajo exhaustivo, el autor compila entrevistas a treinta y siete autores locales que nos muestran de qué modo escriben, qué lecturas realizan, y cuáles son sus influencias estéticas, etc. A su vez, cada entrevista es acompañada de una selección de la obra del autor entrevistado.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jun 2016
ISBN9789876990332
Tinta de poetas: Una encuesta a la literatura de este río

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    Tinta de poetas - Dario Falconi

    Agradecimientos

    A la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) en general y a la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim) en particular, por facilitarme todos los recursos posibles para que este trabajo esté hoy en sus manos. Eternamente agradecido.

    A mi familia, por tolerar mis ausencias mientras componía este volumen.

    A mis padres, por estar siempre.

    A Fernando de Zárate por ayudarme a colocar los primeros puntos de esta cartografía literaria; pero por sobre todo, por su amistad.

    A Alejandro Schmidt por el impulso, su militancia literaria y los consejos.

    A Carlos Gazzera por su infatigable manía de generar proyectos culturales y por contagiarme el gusto por lo local.

    A Carlos Máximo Ferreyra por su confianza, aliento y aguante.

    A Robinson Rios, por su entera disposición para colaborar en mis emprendimientos y distracciones.

    A Iván Wielikosielek, por su interés, el andamiaje y su fecunda intromisión.

    A Laura Zulatto por brindarme información de escritores que asisten Peuam.

    A Fabián Mossello por aportar más datos para el rastreo de escritores.

    A Mónica Gramaglia de la Casa de la Cultura de Villa Nueva, por facilitarme una nutrida base de datos de los escritores de ambas ciudades.

    A los escritores que quedaron en los borradores y que con tanta emoción participaron en este proyecto. Mis disculpas y mi más sincero agradecimiento.

    El libro de los espejos

    "¿Qué sentido tiene la literatura en un mundo sin sentido? No hay más que dos respuestas. La primera: ningún sentido. La segunda es precisamente la que hoy no parece estar de moda:

    el sentido de la literatura es imaginarle un sentido al mundo y, por lo tanto, al escritor que lo escribe."

    Abelardo Castillo – Ser escritor

    1. Los Primeros Cosquilleos

    Hacía varios años que quería iniciar una empresa así.

    Siempre me gustaron los backstages, los detrás de escena de películas, el cómo se hizo algún artefacto o qué mecanismos se utilizaron para la creación de cualquier producto hecho por el hombre, incluida, por supuesto, la literatura. Sobre todo eso que Daniel Cassany denominó, la cocina de la escritura.

    A este libro me lo propuse desde que tuve una aproximación más intensa a las letras locales. En Oliva, lugar donde residí hasta hace unos años, no hay una fluida actividad literaria como en las grandes ciudades.

    Conocí Villa María cuando inicié mis estudios en el Profesorado en Lengua Castellana que se dicta en la UNVM. El cursado de esta carrera (que congelé hace unos años –espero que no definitivamente) me permitió ir empapándome de ciertos autores, desde los escritores mundialmente conocidos hasta los que sé cruzar en las calles de la ciudad. En ese momento, el contacto con uno de los profesores que venía desde Córdoba, fue fundamental para mí. Carlos Gazzera, villamariense viviendo en la Capital, viajaba para dictarnos clases en las cátedras de Literatura argentina I y II. Aunque nunca se lo dije, fue él quien potenció mis deseos de conocer lo que se escribía en Córdoba, pero más aún en Villa María y Villa Nueva.

    Siempre valoré lo de afuera en detrimento de lo local. Por una cuestión que no sé explicar, solemos darle más crédito a lo foráneo que a lo producido por personas que toman café en el centro, que compran el pan todas las mañanas en la misma panadería que nosotros o que llevan sus hijos al colegio en bicicleta.

    Desde chico, creía que los escritores eran personas mágicas. Desconocía, además, cualquier dato personal que pudiera ayudarme a desmitificar esa fantástica figura. Pero cuando por búsqueda o por azar encontraba esos datos, una entrevista o una opinión, una ráfaga de alegría me acariciaba. Y es que comprendía desde otro ángulo sus temas, sus planteos y más aún, su proceso escriturario.

    El porqué de la publicación de Tinta de poetas quizás tenga que ver con esto último, y con tres motivos (por lo menos) que son los que reconozco a conciencia:

    En primer lugar, mi predilección por intentar conocer estos momentos íntimos, donde los escritores invierten sus horas para que nosotros, los lectores, disfrutemos de algunos minutos de buenas historias y sabrosos juegos literarios.

    Otra razón, tiene que ver con mi lectura del tomo VI de la Historia de la literatura argentina publicado por el inolvidable Centro Editor de América Latina. En ese volumen, titulado Encuesta a la literatura argentina contemporánea, se contienen entrevistas a los más grandes escritores de nuestra Argentina de aquel momento: Jorge Luis Borges, Abelardo Castillo, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Juan José Hernández, Daniel Moyano, Isidoro Blaistein; quienes dejaban sentado su testimonio entre otros autores de una larga lista.

    En cuanto al tercer y último motivo, tiene que ver con lo dicho por Gustavo Borga en un evento literario local. Gustavo manifestó que en Villa María nadie pregunta sino que todos opinan. Y fuera de la insulsa exteriorización del me gusta / no me gusta, no tenemos la capacidad de escrutar con la palabra a los creadores.

    De la conjunción de esos elementos y cierta experiencia de publicación en medios periodísticos como en algún libro, obtuve la fuerza para iniciar este proyecto que hoy está entre nosotros.

    Arduo fue el camino para llegar hasta aquí.

    Arranqué de lleno con esta idea a finales de 2007 y troqué parte de mis vacaciones para lanzar a manera de diáspora mis cuestionarios. Mañana, tarde y noche recorrí las calles en búsqueda de los entrevistados, los que aparecen en estas páginas y los que, Dios quiera, lo hagan posiblemente en una futura edición.

    Empecé a trazar el mapa de los escritores (o clavar la mirada en cada árbol, según veremos más adelante) sólo con un listado que apenas se aproximaba a la docena. De gran ayuda fueron los datos brindados por Fernando de Zárate, quien me reveló unos cuantos nombres que desconocía. Con él hurgamos algunas antologías locales para rescatar autores y tomamos la guía telefónica para ir completando la lista con la información de contacto. Alejandro Schmidt me dio algunos datos interesantes sobre cómo debía orientar el timón de mi barco y me impulsó constantemente a seguir con la tarea que ya había dado sus primeros pasos.

    Alguna información más pude recabar de las visitas que realicé a la Biblioteca Municipal Mariano Moreno. Con todo, mi lista de escritores se iba nutriendo a medida que transcurría el tiempo y mientras entregaba los cuestionarios, me anoticiaba también de algunos otros literatos que se sumaban a la cola.

    Gran reto fue el de encontrar, uno por uno, a los escritores de Villa Nueva, a pesar de estar unidos (o separados) solamente por el río. (A veces nuestras ciudades parecen muy distantes...). Mónica Gramaglia, de la Casa de Cultura de esa ciudad, me imprimió una lista con 33 escritores locales y otra con 70 autores de Villa María. Con toda esa información, me agarraba la cabeza. Hasta deseé en algún momento que los escritores se acabaran pronto. Había recorrido muchos kilómetros llegándome a los domicilios de los distintos encuestados y de pronto, cuando todo parecía llegar al final, apareció una nueva pila de nombres para seguir indagando.

    En esa tarea me ayudó la impresión de un plano con las dos ciudades, que en varias oportunidades sirvió para que mi amigo Robinson Rios me oficiara de copiloto indicando calles y próximos destinos. Muchos soles se escondieron intentando encontrar a gente que ya no vivía más en tal domicilio, que ya había fallecido o que felizmente me atendía con la mejor disposición e interés.

    Proseguí con mi cometido. Pero cuando se me complicó la tarea de entregar mi solicitud de manera personal (sobre todo por cuestiones laborales) apelé al correo postal para intentar el contacto con las personas que me quedaban en mis listados.

    Después llegó el momento de recibir las respuestas que arribaron por distintas vías a mi hogar: personales, por correo electrónico, o las que iba a buscar a los domicilios de cada poeta/narrador. Manuscritas, a máquina, grabadas en cassette y en formato digital, recogí las encuestas que fui leyendo y archivando. Así fue hasta encontrar el intersticio justo donde pudiera dedicarle el tiempo necesario para intentar el armado de este rompecabezas literario.

    2. Trazos de Este Mapa Literario

    Debo reconocer que cuando invité a la gente para que participase, había varias nubes en el firmamento que cubrían el sol. No tenía la certeza de qué forma adoptaría finalmente este texto. Convoqué a cuanto nombre pudiese esconder a un escritor, desde aquellos que forjan la palabra desde hace treinta años hasta los jóvenes que recién se inician en este camino.

    Por varias razones digo que este es un libro injusto. Me refiero a que no están aquí todas las personas que quisiese.

    Mi idea primigenia era compilar a todos los autores que se tomaran un tiempo para contestar a conciencia estos interrogantes, conocer un poco más de sus vidas y poder opinar sobre lo que cada uno hace, también sobre el quehacer de sus colegas y sobre la literatura como arte mayor.

    Debo decir que, de las más de 150 invitaciones que cursé por las distintas vías posibles, conseguí que 72 personas me contestaran. De ese número, tomé 37 para este libro mientras que 35 quedaron en el tintero.

    Las mujeres sumaron 42, de las cuales 19 aparecen editadas en este volumen. Por su parte, sobre los 30 hombres entrevistados, fueron tomadas 18 encuestas.

    En cuanto a la procedencia, el número se empareja hacia ambas márgenes del Ctalamochita.

    Soy consciente de que este trabajo sólo muestra algunos puntos de la cartografía literaria de las Villas. Aunque hice todo lo que estuvo a mi alcance para que muchos testimonios estén reunidos aquí, hubo gente que no está presente. Ya sea porque se mudaron, porque se encontraban en algún otro proyecto y no disponían del tiempo para contestar, ya sea porque no confiaron en que este libro realmente se transformase en eso, en libro, ya sea porque algunos no se consideraban escritores o ya no estaban produciendo; o por razones de diversa índole. También hubo un par de personas que colaboraron entregando su escrito pero que de ninguna manera quisieron figurar en estas páginas, pedido que respeté.

    Debido a cuestiones editoriales y de presupuesto, no puedo publicar en esta oportunidad a todos aquellos que colaboraron con esta cartografía. Debí recortar el universo, que ya de entrada es un universo parcial, porque se hace imposible que todos los escritores de las ciudades estén presentes, por los motivos arriba mencionados, por simple desconocimiento del antologador o porque siempre surge algún nuevo valor que demora en salir a la superficie.

    Luego de meditarlo muchos meses, tomé la determinación de hacer la odiosa incisión lo menos dolorosa posible. De esta manera, el recorte abarca a todos aquellos escritores villanovenses y villamarienses, que hayan publicado al menos un libro propio (de autor o mediante editorial con tema netamente literarios). Es decir, tomar a la literatura viva, contemporánea, de aquellas personas que hoy producen sus textos en cualquiera de las dos ciudades, hayan nacido o no en alguna Villa. Si bien la publicación de un primer libro (de la manera que fuese) no es garantía de nada, quiero creer que ese hecho, marca en el autor el compromiso de tomar con cierta seriedad y responsabilidad a la literatura. Como siempre, habrá excepciones a la regla, pero apuesto a que esta elección es la más conveniente.

    Soy consciente de que (como dijo un escritor alguna vez) al podar esta antología se corre el riesgo de cortar algún gajo florido, pero necesariamente se hacía obligatorio. Quedan en el tintero algunas opiniones de gente que se está iniciando o no ha publicado nunca y que tiene mucho para decir; sin embargo y pese a todo esto, tengo la certeza también de que en este libro están reunidos casi todos los escritores más importantes y de mayor valía de nuestras dos ciudades. Dentro de los que no entraron, hay un puñado de escritores noveles que en los próximos años darán mucho que hablar en nuestras letras, varios de ellos egresados de la UNVM.

    Con respecto al ordenamiento de los capítulos, recurro al criterio alfabético para evitar contribuir a infértiles rivalidades entre los congéneres.

    Debo decir además que, las respuestas se fueron recopilando prácticamente durante todo el 2008, ya que congelé el proyecto unos cuantos meses debido a ciertos retrasos de entrega de algunos escritores, sumado a alguna limitación particular del autor. Ahora, con el agobiante sol de verano, el libro toma la temperatura justa, comienza su deshielo y es el momento de darle un cierre, aunque no definitivo.

    El texto está armado en 37 capítulos que se corresponden con cada uno de los escritores. Se presenta una escueta biografía (algunas veces redactada por el autor de este libro, otras por el escritor en sí y a veces mixturando, pero tratando de respetarle el ritmo narrativo con el que fueron presentadas). Continúan las respuestas y una pequeña muestra de lo que escriben, ya sea en formato cuento, poemas, pensamientos, fragmentos de novelas y toda aquella manifestación en que podemos reconocer rasgos de embellecimiento literario.

    Estimado lector, usted podrá leer el capítulo que le interese (y de hecho es lo que le recomiendo), y también podrá saltear estas palabras preliminares (aunque creo que ya es tarde para advertirle).

    3. Entre Dioses, Críticos y Escritores

    Alguna experiencia como editor de un suplemento cultural de un diario local, me ha sido útil para mirar a nuestra literatura con una óptica diferente a la que podría usar si sólo me vistiese con el atuendo de lector. Podría decir que esta actividad me ha ayudado a ir armando una imagen más entera de los escritores y del entorno en que se mueven.

    Lamentablemente debo dejar plasmada cierta visión que no es la más favorable, pero que considero una realidad. En cuanto a las personas que escriben y que publican, puedo decir que algunos se cargan de un ego que genera repelencia entre compañeros. De lo contrario no puedo entender que, a la hora de organizar un ciclo de lectura, los poetas pregunten con quién les toca leer para saber si aceptan la invitación. O que en su defecto, sólo asistan acompañados por los autores con quienes ellos se sienten cómodos y afines.

    No está mal alimentar el ego. Hasta incluso es necesario para darse fuerzas en la travesía de la literatura y no naufragar. A veces, como dice Abelardo Castillo, en los comienzos se necesitan cómplices que ayuden al escritor a tomar cierto impulso para partir. Pero hay que ser lo suficientemente fuertes para no hincharse más de lo debido. ¡Va a flotar! gritó alguien// pero no/ explotó/ y nos salpicó a todos/ de mierda, reza uno de los poemas de esta antología.

    En otras oportunidades, a la hora de presentar algún libro, el escritor quiere (necesita) que sus pares asistan a tal acontecimiento. Pero sucede muchas veces que, cuando se invierten los roles, no se obtiene la misma respuesta.

    Los escritores suelen ser muy sensibles a los comentarios de las demás personas y de los medios. Cuando alguien dice su parecer más sincero, no logran separar el pensamiento de la persona que lo emitió y se disgustan. Otros malgastan su tiempo en ver cuánto espacio le dedican a sus colegas en los diarios y revistas y cuánto a uno. Hay un libro de Abelardo Castillo que adquirí el año anterior y que se llama Ser escritor. De allí rescaté muchas cosas que me son útiles para esta publicación, ya que pude adaptar esos sentimientos y sensaciones a nuestro mundillo literario local. Como si el escritor de Cuentos crueles y de El espejo que tiembla quisiera tenderme una mano para decir lo que debo decir hoy aquí. En uno de los artículos de ese libro, Castillo recuerda algunas palabras que le dijo Nicolás Guillén en alguna oportunidad y que considera una de las reglas de oro de la literatura: los escritores somos peores que las putas (...) andamos fijándonos si han escrito dos renglones más sobre un colega que sobre nosotros, estamos al acecho del elogio.¹ Y más adelante sentencia "Lo que quería decir (Guillén) era que tuviera cuidado con el puterío literario y, sobre todo, con la soberbia que tenemos los escritores, esa ridiculez de creer que somos únicos en el mundo."² Otro viejo escritor dijo: Aquí la obra literaria no tiene carácter colectivo. En Francia, cada escritor deriva de otro o está vinculado a otro, literariamente hablando. Aquí, como en España, cada escritor es un Adán. Con él empieza una raza. Pero, también, con él termina.³

    No es preciso aclarar, que hay mucha gente que se encuentra ajena a estas prácticas, personas que no les interesa ese ambiente y que continúan con su producción en privado y sin hacer mucho ruido.

    Hay un texto de Alejandro Schmidt que recomiendo que lean, se titula Lo de entonces, lo de siempre. El desierto. Literatura villamariense 1985-2002, y se puede conseguir en uno de sus blogs. En ese escrito, el poeta aborda el tema de la literatura de Villa María desde múltiples aristas (gobierno, escritores, bibliotecas, publicaciones, medios, libreros, lectores, etcétera) y que ahonda con sintética profundidad en estos detalles que apenas esbozo en la presente nota. Luego de la enunciación de ciertas falencias en los distintos aspectos que hacen a la construcción de la literatura local; el editor de Radamanto concluye: "está vacío el cielo, es poco y poquísimo para Villa María y cubre la ciudad.⁴"

    Sin embargo y a pesar de todo, hay escritos producidos en las dos ciudades y que son de muy buena calidad. Hay algunos textos que tranquilamente pueden ponerse a la par de otros publicados a nivel nacional. Y eso es muy positivo para las ciudades. Como siempre, y como dice Castillo hay muchas maneras de probar la excelencia en una obra; la más educada y sencilla es buscar sus ecos en los que vinieron después. ⁵ Creo férreamente en eso, aunque quizás no estaremos vivos para cuando el eco de las obras de nuestros escritores se haga oír.

    Entonces ¿qué sentido tiene la literatura? Justamente el que puede leerse en el epígrafe. Este libro es un impulso a la imaginación para que sigamos apostando a una literatura que nos haga seguir creyendo que este mundo tiene sentido.

    Es oportuno destacar también que en nuestras ciudades y desde el año 2000 en adelante, la producción de libros se ha multiplicado considerablemente. Son varias las imprentas locales que tienen entre sus pendientes libros de gente de la ciudad y la región. Recuerdo que en diciembre de 2007, realicé un relevo de los libros de autores locales que habían aparecido hasta entonces. La suma superaba los treinta títulos, de los cuales más de veinte eran obras literarias. En 2008, la cantidad de libros publicados, era alrededor de 30 también. Es decir que en dos años y medio aparecio una cantidad cercana a la mitad de las obras publicadas desde los inicios de la literatura local. En este cálculo fue indspensable un listado obsequiado por Eduardo Belloccio, que contiene es registro de libros locales en las bibliotecas privadas del mismo Belloccio, Dolly Pagani, Olga Fenández Nuñez, Laura Borga y del Ateneo La Posta en Villa Nueva.

    Quiero rescatar también (a contramano de lo que algunos autores expresan en estas páginas) que los medios locales dan el espacio para que los poetas y narradores muestren lo que están haciendo. Actitud que se potencia con la llegada a los lectores de todo el mundo mediante sus páginas webs, que tanto leen los villamarienses radicados en los cinco continentes. ¿Cuántas veces he tenido que rogar a los escritores para que enviasen sus textos para publicar en el espacio cultural que coordino los domingos? Mejor no recordarlo.

    La Biblioteca Municipal Mariano Moreno (la Medioteca como todo el mundo le dice) se ha convertido en el espacio ideal donde se muestra a la comunidad el nacimiento de algún hijo en tapas duras. Ha generado múltiples actividades que tienen que ver con lo literario: talleres, charlas, presentaciones, representaciones, lecturas, etcétera. Es importantísimo el lugar que pasó a ocupar esta institución cuando se trasladó al predio del ferrocarril local, convirtiéndose en el núcleo de la actividad cultural del momento. Hay además algunos intentos aislados de generar actividades por parte de los escritores (casi siempre los mismos emprendedores), pero se realizan de manera esporádica.

    Quiero advertirle al lector que este libro no es de crítica literaria local y mientras lo escribo me pregunto, ¿es necesaria una crítica literaria local? Estoy convencido de que antes de criticar (del griego juzgar), primero hay que conocer qué es lo que hay. Y en Villa Nueva y Villa María hay muchos escritores que aún están ocultos. Entonces, este es un libro en donde se intenta mostrar, de una manera integral, a los escritores y sus escritos, a sus pensamientos y maneras de trabajar, a sus vivencias particulares y a sus ideas para forestar ese desierto del que hablaba Schmidt.

    Para mí (y respondiendo a una de las preguntas del cuestionario), no hay crítica literaria en los medios locales.

    Dice Brioschi y Di Girolamo que el crítico es sobre todo un mediador que tiene la tarea de orientar al público tanto por su juicio, como también con sus interpretaciones.⁶ En Villa María y Villa Nueva no hay crítica por una amalgama de razones: primero porque es difícil para el periodista hacer crítica sin que la sensibilidad del escritor sea golpeada. Si uno realiza una crítica de valor sobre algún libro y debe decir que es malo, puede llegar a sepultar a ese escritor novel. Otra razón suele ser que el periodista no esté capacitado y emule calidad por gusto personal, algo muy común en la actualidad. Es complicado además, hablar de textos cuyas personas que lo parieron las vemos a diario en las calles. También es cierto que los comentarios que se publican en su amplia mayoría son positivos pero, más allá de la voluntad de difusión, ¿qué sentido tiene mostrar algo que no vale la pena difundir? Sería robarle espacio a otras producciones interesantes para dar a conocer. Es complejo el tema. El periodista debe hacer su trabajo en medio de todas esas líneas de fuerza que lo están tensionando. Y esto sin tener en cuenta la línea editorial y las prohibiciones (sí, hay prohibiciones) del medio en que éste ejerza.

    Lo que no puedo dejar de señalar es que, si alguien produjo algo y ese hecho no fue reflejado en los medios de las ciudades, es porque realmente su autor no quiso que apareciera. Los diarios y las revistas de la ciudad están ávidos de recibir material para sus páginas. Es cierto que el espacio es minúsculo, que está supeditado a los intereses comerciales de cada publicación; pero el lugarcito siempre está.

    Otra cosa más. Brioschi y Di Girolamo aseveran también que la crítica no sólo le corresponde al crítico sino al lector. De análogo modo, Castillo manifiesta, "un crítico es un lector que ha leído un libro y opina sobre él.⁷" A todos nos corresponde la tarea de criticar, pero mucho antes, la tarea de leer a conciencia.

    La lectura es una práctica fantástica, que nos posibilita escuchar con los ojos a cada autor. Cuando releo cada testimonio de este volumen, esa voz me susurra al oído; me hace seguir el arroyo de sus palabras con sus pausas, con su entonación, con su timbre. Al leer cada capítulo de este libro, tengo a mi lado al poeta que lo escribió.

    4. Frotando Estas Páginas

    Cuando alguien trabaja en algún proyecto, siempre pretende lograr algún resultado en el otro, por más humilde o privada que sea su propuesta. Aunque exprese a viva voz que no busca nada, siempre alguna intencionalidad posee. Y Tinta de poetas, tiene varias pretensiones y deseos:

    Quiere ser un espacio que congregue a las plumas de los escritores de las ciudades para que ellos nos cuenten sobre el momento mismo de la

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