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El método Llave: La Llave eres tú
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Libro electrónico191 páginas3 horas

El método Llave: La Llave eres tú

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Venimos de serie y no podemos renunciar a ellas. Rechazarlas o taparlas no sirve de nada. Al revés, empeora la situación. Las emociones pueden ser las mejores aliadas para conseguir nuestros objetivos y ayudar a los demás. Con el Método Llave aprenderás lo que seguramente el entorno te pide y nadie te enseñó. Cuatro pasos claros y concisos que te van a ayudar a conocerte y comprenderte para, posteriormente, gestionarte adecuadamente. Sin demasiados tecnicismos ni complicaciones, el Método Llave es para todos. Cuando finalices su lectura y hagas algunos de sus ejercicios entenderás qué importante es la inteligencia emocional y cómo te pueden ayudar tus emociones.
IdiomaEspañol
EditorialMirahadas
Fecha de lanzamiento30 ago 2021
ISBN9788418911842
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    El método Llave - La Llave Emocional

    Una sola llave para muchas cerraduras

    ¿Cuántas llaves tienes? Probablemente muchas. Salvo que hayas integrado la tecnología en tu vida, necesitarás más de una mano e incluso más de dos para recoger manojos y manojos de llaves que abren y cierran puertas, buzones y quién sabe qué lugares. Muchas de ellas quizás ni te acuerdes de dónde son. Pero, no las tiras, por si acaso abren lugares importantes.

    Salvo excepciones, cada llave abre y cierra un solo lugar; por mucho que te empeñes y la llave se parezca a la cerradura, si no es, no es. Ya puedes volver a buscar la llave correcta porque con la que tienes en la mano, no vas a entrar.

    ¿Y si te digo que hay una llave maestra para todas las personas? Una llave con la que acceder a ti mismo y a tu entorno personal y profesional. Imagino la cara que estás poniendo; quizás lo que te estoy contando te sorprenda, te enfade porque pienses que te estoy vacilando, te genere un poquito de miedo o incluso te haga sonreír. Todas estas posibles reacciones tienen mucho que ver con la llave maestra de la que te hablo. Todas estas reacciones son emociones.

    Se llama inteligencia emocional y abre y cierra gran parte de las puertas personales. A través de ella conseguimos conocernos y gestionarnos, así como generar y mantener relaciones sanas con el entorno.

    Esta llave es la que todos necesitamos; todos, sin excepción alguna, hemos de estar preparados para abrir y cerrar las puertas que nos encontremos.

    Hay quien aún no se ha dado cuenta de que esa llave existe; aún no es consciente ni de su existencia ni de su importancia. Quizás solo sea desconocimiento, quizás sea miedo a lo que se vaya a encontrar, quizás… Puede haber muchos «quizás», pero solo una certeza; lo que no se puede evitar es sentir emociones.

    Hay quien se ha dado cuenta de que esa llave existe, pero no sabe dónde encontrarla. El Método Llave le puede echar una mano.

    Hay quien tiene la llave, pero necesita refrescar ideas.

    Hay quien tiene la llave, pero no la usa; le da miedo abrir y cerrar puertas.

    Hay quien tiene la llave, pero está oxidada de no usarla.

    La inteligencia emocional es muy importante, claro que lo es. Te lo dice alguien que, hasta hace unos años, desconocía su existencia, pero sabía de sus efectos. El Método Llave (MLL) es mi oda personal a lo que seguro te va a sonar fatal: «Mi mala hostia». Sí, la mala hostia, de la familia de la ira, prima hermana del enfado y compañera de la rabia. Una emoción poco aceptada, denostada e infravalorada, simplemente porque no se ha sabido ni entender ni regular.

    Quienes tenemos ese, comúnmente llamado «pronto», somos pura sangre de las emociones. Es broma, sin más, quienes tendemos a exteriorizar más la ira no somos diferentes a quienes exteriorizan más el miedo o la tristeza. Podríamos decir que el impacto de la ira es más inmediato y explosivo, pero, en cualquier caso, cualquier emoción o estado emocional mal gestionado o regulado puede ser igual de dañino para el ser humano. A veces, las emociones no explotan hacia fuera; implotan hacia dentro. Otras veces no se manifestan externamente y por eso se ahogan internamente.

    Pero, cuando cualquier emoción o estado emocional es bien tratado puede llevar al bienestar, el éxito y la superación.

    Concretamente, ¿qué es la Inteligencia Emocional? Goleman (1995) define la Inteligencia Emocional como: «La capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones».

    El autoconocimiento forma parte de la que se denomina Inteligencia Intrapersonal.

    Las relaciones con el entorno forman parte de lo que se denomina Inteligencia Interpersonal.

    Ambas inteligencias forman parte de la Inteligencia Emocional.

    Puedes encontrar muchas definiciones de inteligencia emocional. En todas ellas se hace alusión al reconocimiento y manejo adecuado de las emociones propias y ajenas. Cuando hablamos del manejo de las emociones ajenas no estamos hablando de manipular, sino de saber gestionar las relaciones con los demás y contagiar emociones que ayuden a ello.

    Te cansarás de leer una y otra vez que no hay emoción ni buena ni mala; todas son necesarias porque gracias a ellas sobrevivimos y nos adaptamos al entorno. Quizás es más justo decir que unas son más agradables de sentir que otras.

    Tu vida y la mía son un compendio de emociones. Todas y cada una de ellas nos han traído hasta aquí. Unas veces nos han acompañado de la mano, otras veces como si fuésemos niños en plena pataleta hemos ido detrás de ellas con más enfado que ganas, otras nos han hecho avanzar dándonos una patada en todo el culo y otras tantas hemos retrocedido porque nos han cogido de las orejas por hacer las cosas mal. Y por eso podemos decir que «todo tiene un peso emocional». La vida se mide en ratos emocionales y se valora desde la emoción.

    La ciencia ha ido demostrando la estrecha vinculación entre emoción y enfermedad. Por ejemplo, algunas enfermedades cutáneas están vinculadas con la ansiedad o la culpa. Por otro lado, los ataques cardiacos son más comunes en personas con mayor tendencia agresiva.

    Tener inteligencia emocional no significa estar siempre muy feliz, no tener conflictos o saber siempre lo que decir. Ni mucho menos. La inteligencia emocional no trabaja en términos de excelencia; no busca la perfección, sino el desarrollo, el éxito y la mejora de la persona en todos los contextos en los que se mueve.

    No existe la inteligencia emocional absoluta; existen personas, cada una con su propia «mochilita» emocional que buscan ser y estar más felices. ¿Cómo? Conociendo y hablando el lenguaje de las emociones propias y ajenas. Cogiendo el control de sus propias reacciones, actuando en consecuencia y asumiendo la responsabilidad de estas.

    En este sentido podemos hablar del llamado Coeficiente Emocional. Hasta hace no muchos años todos hablábamos del denominado Coeficiente Intelectual (CI) como indicador del potencial y previsible éxito de las personas. ¿Quién no ha tenido cerca a un compañero de clase, conocido o amigo que parecía que iba a «comerse el mundo»? Por lo menos eso parecía cuando «todos» lo etiquetaban como muy inteligente. Un test de muchas preguntas lo corroboraba. Pero, algo no cuadraba. ¿Cómo era posible que si el CI era el indicador de éxito por excelencia en la realidad había personas con un CI medio que superaban en sus resultados y éxitos a quienes tenían un CI elevado? (Inteligencia Emocional 2.0).

    Y es ahí donde la ciencia reaparece y los científicos abrieron las puertas a la existencia de un eslabón perdido entre el CI y el éxito. Y lo encontraron. El Coeficiente Emocional apareció para medir el grado de inteligencia emocional que tenía una persona. Determina cuánto nos conocemos emocionalmente hablando, nuestro lenguaje emocional y nuestras relaciones con el entorno personal y profesional.

    Tras muchos estudios e investigaciones, se llegó a la conclusión de que el Coeficiente Emocional supone un factor relevante e impactante en la vida de cualquier persona. Con los años se pudo comprobar que, lo que se pensaba que era privilegio de unos pocos, tenía posibilidad de desarrollo individual. Es decir, que todos y cada uno de nosotros podemos desarrollar nuestra competencia emocional. De la misma manera que vamos al gimnasio para mejorar nuestro estado físico, también podemos entrenar a nuestro cerebro para mejorar nuestro estado mental y emocional.

    Eso sí, siendo muy conscientes de que el esfuerzo y la constancia van a ser ingredientes básicos para la fórmula del éxito porque, como ya sabrás, el cerebro no es partidario de salir de la zona de confort y superarse; es más bien tacaño y se siente muy a gusto con la expresión de «Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer».

    Y así, la inteligencia emocional se ha extendido a numerosas áreas de investigación para obtener beneficios positivos e impactantes en la vida de cualquier persona.

    Desconozco la autoría de esta cita: «Las emociones nos pueden hacer mucho bien y mucho mal. Para lo primero hay que conocerlas, para lo segundo no hace falta hacer nada» pero me parece muy muy ilustrativa. El punto de partida de la inteligencia emocional es la elección sobre qué queremos hacer con nuestras emociones: ¿Conocerlas o hacer como si no existiesen?

    Si optamos por conocerlas estamos dando un paso de gigante en nuestra vida personal y profesional. Conocer a las emociones posibilita tener mayor capacidad de gestionarlas. Porque, como hemos dicho pocas líneas atrás, las emociones no son buenas ni malas. Lo relevante es lo que hacemos con ellas; cómo reaccionamos ante su presencia.

    Observando y estudiando a personas a las que se les atribuye la condición de «excelentes» podemos identificar esencialmente un aspecto común; estas personas han tenido que aprender a manejar sus emociones para conseguir todo lo que han conseguido. Probablemente, ese haya sido un reto aún mayor que el propio objetivo en sí.

    Veamos algunos casos:

    NADAL Videollamada realizada por el tenista el 16/04/2020 a un enfermo de Covid19. «Y esta es la clave. Creo que lo importante en los momentos críticos es mantener la ilusión, mantener la motivación y mantener objetivos». Esta es una de las muchas reflexiones que podemos escuchar a un referente de excelencia en el deporte. En sus comentarios siempre hay un espacio relevante para el autoconocimiento, la gestión emocional y los objetivos.

    BARACK OBAMA Entrevista realizada a Barack Obama. El País. 2012.

    «El error de mi primer mandato, de el primer par de años, fue el de pensar que este trabajo consistía solo en hacer la política correcta. Y eso es importante, pero la naturaleza de este puesto es también la de saber contarle al pueblo norteamericano una historia que les dé un propósito, un sentido de unidad y de optimismo, especialmente en tiempos duros».

    Con esta reflexión, Obama pone de relevancia la importancia de las emociones y de la conexión emocional entre personas; si no hay conexión no hay éxito, se produce la distancia y se genera el fracaso.

    En sus numerosas intervenciones públicas, el que fue presidente de los Estados Unidos entre los años 2009 y 2017 siempre deja un espacio para la reflexión emocional. En cada uno de sus mensajes integra «lenguaje emocional».

    Cada vez que se le hace una entrevista a una persona con repercusión e impacto social positivo y se le pregunta por cómo ha llegado hasta allí es común que haga alusión a la gestión emocional.

    Es más, en muchos casos afirman que es este factor, el factor emocional, es el que más influye en su rendimiento y productividad.

    Y, si nos vamos al ámbito más cercano y preguntamos por las personas que nos «gustan» y por las que no nos gustan, podemos observar como en ambos casos, los argumentos que damos para «etiquetarlas» de tal forma se basan en lo que nos hacen sentir o en lo que sentimos a su lado (más o menos agradable). El hecho de generar unas u otras emociones implica también recibir más o menos confianza del otro.

    Una persona emocionalmente inteligente sabe identificar sus emociones para luego regularlas y controlarlas.

    ¿Por qué para cualquier persona es tan importante el autocontrol de las emociones?

    Illustration Porque el autocontrol puede generar un ambiente de confianza apropiado para las relaciones positivas y la generación de aprendizaje.

    Illustration Por razones de competencia o eficacia. Quienes dominan sus emociones pueden adaptarse mucho mejor a las situaciones de cambio y actúan de forma eficaz en las situaciones de conflicto.

    No conocer nuestras emociones o no aceptarlas supone una pérdida de autocontrol importante. En este sentido, es importante reforzar la tendencia a pararnos, identificar emociones, reflexionar sobre ellas, aplicar el Método Llave y actuar.

    Leslie Greenberg (psicólogo y terapeuta especializado en el proceso emocional) expone que una persona emocionalmente inteligente es capaz de expresar sus necesidades y emociones (para ello previamente ha de saber identificarlas), crea sus propias posibilidades porque se siente activa y capaz y se moviliza hacia la consecución de sus metas.

    La inteligencia emocional marca la diferencia en el desarrollo de nuestra vida y en las relaciones que tenemos con los demás.

    En el ámbito laboral la inteligencia emocional también juega un papel muy importante, tanto, que se calcula que el 65 % del éxito laboral se debe a ser competente emocional, es decir, hacer un buen uso de la inteligencia emocional.

    A nivel personal y profesional la inteligencia emocional:

    —Otorga capacidad de influencia y liderazgo.

    —Posibilita el bienestar psicológico del profesional incrementando el grado de satisfacción tanto con la organización como con su propio desempeño.

    —Incrementa la productividad.

    —Potencia la motivación y ayuda a alcanzar las metas.

    —Ayuda a descansar mejor.

    —Previene estados anímicos y físicos desfavorables (estrés, apatía, depresión, etc.).

    —Desarrolla destrezas en el manejo de las situaciones difíciles.

    Método Llave

    El Método Llave nace de dos premisas y convicciones clave.

    La primera de ellas está

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