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La monarquía al desnudo: Del rey que nació en un retrete al soberano playboy
La monarquía al desnudo: Del rey que nació en un retrete al soberano playboy
La monarquía al desnudo: Del rey que nació en un retrete al soberano playboy
Libro electrónico165 páginas2 horas

La monarquía al desnudo: Del rey que nació en un retrete al soberano playboy

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Información de este libro electrónico

Dejando a un lado sus privilegios, los miembros de los Trastámara, los Austrias o los Borbones, por muy divinos que se creyeran, no vivieron al margen de las pasiones mundanas. La presión por asegurar la descendencia de su linaje, las conspiraciones de los propios familiares, las guerras con el resto de potencias rivales o su legado —en algunos casos, lastrado por la consanguinidad— suscitaron traiciones, intensas campañas de desprestigio y no pocas extravagancias. Juana I, desoyendo todas las advertencias, acudió embarazadísima a una fiesta donde se puso de parto y alumbró al futuro emperador Carlos en un retrete; Felipe V se creía rana y brincaba y croaba por palacio; Luisa Isabel de Orleans protagonizaba insólitas exhibiciones de eructos y ventosidades; Fernando VI solía corretear bajo una sábana como un fantasma; Alfonso XIII se convirtió en el primer promotor del cine pornográfico en España... Por no olvidar que muchos de ellos, cuando se deprimían o se sentían sobrepasados por sus obligaciones reales, llegaban a abandonar su aseo personal, se encerraban, se olvidaban de todo entregándose a la caza o ayunaban o engullían sin medida. Algunos supieron cumplir holgadamente con sus deberes y otros se limitaron a lidiar, mejor o peor, con unas responsabilidades que hubieran preferido no tener. Este libro trata de mostrar algunas verdades, mentiras y fábulas que han perseguido a veinte reyes y reinas a lo largo de nuestra historia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 jun 2021
ISBN9788413522180
La monarquía al desnudo: Del rey que nació en un retrete al soberano playboy
Autor

Sara Navas

Es periodista y desde 2016 trabaja en El País como redactora de la revista ICON y en la sección de Cultura del mismo periódico.

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    La monarquía al desnudo - Sara Navas

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    Índice

    INTRODUCCIÓN

    CAPÍTULO 1. ISABEL I. REINA DE ESPAÑA Y DEL MARKETING

    CAPÍTULO 2. FERNANDO EL CATÓLICO. OBSESIONADO CON ENGENDRAR UN VARÓN

    CAPÍTULO 3. JUANA I LA LOCA, UN CONFINAMIENTO SIN PANDEMIA

    CAPÍTULO 4. CARLOS I, EL REY QUE NACIÓ EN UN RETRETE

    CAPÍTULO 5. FELIPE II, ¿VÍCTIMA O VILLANO?

    CAPÍTULO 6. ISABEL CLARA EUGENIA, EL MEJOR GOBERNADOR DE FLANDES

    CAPÍTULO 7. CARLOS II, VÍCTIMA DE LAS FAKES NEWS DE SU ÉPOCA

    CAPÍTULO 8. FELIPE V, EL REY QUE SE CREÍA RANA

    CAPÍTULO 9. ISABEL DE FARNESIO, LA MUJER QUE REINÓ POR FELIPE V

    CAPÍTULO 10. LUIS I, EL REY MÁS BREVE DE LA HISTORIA DE ESPAÑA

    CAPÍTULO 11. LUISA ISABEL, EXTRAVAGANTE Y EXHIBICIONISTA

    CAPÍTULO 12. FERNANDO VI, EL REY FANTASMA

    CAPÍTULO 13. CARLOS III, DISCRETO,FIEL Y AUSTERO

    CAPÍTULO 14. CARLOS IV, UN REY DESTRONADO Y TRAICIONADO

    CAPÍTULO 15. MARÍA LUISA DE PARMA, LA CONSORTE QUE ESCANDALIZÓ A LA CORTE

    CAPÍTULO 16. FERNANDO II,, UNA REINA CON AMANTES PERO NO NINFÓMANA

    CAPÍTULO 17. ISABEL II, UNA REINA CON AMANTES PERO NO NINFÓMANA

    CAPÍTULO 18. ALFONSO XII, UN LIBERTINO AL QUE SE LE PERDONÓ TODO

    CAPÍTULO 19. ALFONSO XIII, PLAYBOY Y PROMOTOR DEL CINE PORNOGRÁFICO EN ESPAÑA

    CAPÍTULO 20. VICTORIA EUGENIA, EL PRIMER ICONO DE LA REALEZA ESPAÑOLA

    AGRADECIMIENTOS

    BIBLIOGRAFÍA

    Sara Navas

    Madrid, 1990. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. Desde 2016 trabaja en El País como redactora de la revista ICON y colabora con la sección de Cultura del periódico. Tras descubrir el interés que generaban sus artículos sobre reyes españoles, decidió escribir La monarquía al desnudo: del rey que nació en un retrete al soberano playboy.

    Sara Navas

    La monarquía al desnudo

    Del rey que nació en un retrete al soberano playboy

    DISEÑO DE CUBIERTA: MARTA GARCÍA, a partir de imagen

    de wikimedia commons (retrato de carlos IV,

    francisco de goya, 1789)

    © Sara Navas, 2021

    © Los libros de la Catarata, 2021

    Fuencarral, 70

    28004 Madrid

    Tel. 91 532 20 77

    www.catarata.org

    La monarquía al desnudo.

    Del rey que nació en un retrete al soberano playboy

    isbne: 978-84-1352-218-0

    ISBN: 978-84-1352-248-7

    DEPÓSITO LEGAL: M-13.425-2021

    thema: NH/1DSE

    impreso en artes gráficas coyve

    este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.

    Introducción

    En el siglo XIX, el poeta francés Charles Baudelaire legó a la humanidad una frase que define a la perfección tanto la esencia como las necesidades de todo ser humano: Habría que añadir dos derechos a la lista de derechos del hombre: el derecho al desorden y el derecho de marcharse. Concederse permiso para abrazar la imperfección —los pecados, las debilidades y los miedos— que define a las personas, ya sean reyes, santos, neurocirujanos, contables o padres de familia, y aceptar que no todos tienen por qué estar conformes con aquello que el destino tenía planeado para ellos es fundamental para comprender en qué consiste eso de vivir. Y los monarcas españoles, por más que algunos defendieran que su autoridad provenía de la voluntad de Dios, no son una excepción. Los Trastámara, linaje al que pertenecían, entre otros soberanos, Isabel I y Juana I de Castilla; los Austrias, casa de reyes como Carlos I, Felipe II o Carlos II; y los Borbones, dinastía de origen francés que reina actualmente en España, son familias formadas por seres humanos que respiran, se alimentan y se entretienen como usted y como yo. Algunos disfrutaron de la autoridad y el deber con los que nacieron y otros simplemente trataron de aprender a lidiar con unas obligaciones que hubieran preferido no tener.

    Por ejemplo, si hubiera sido por él, Felipe V —primer Borbón que reinó en España— jamás hubiera abandonado su Versalles natal para hacerse cargo de un país del que no conocía ni su lengua ni sus costumbres. Alfonso XIII, por su parte, tuvo que cargar con la responsabilidad real desde el mismo momento de su nacimiento, pues su padre, Alfonso XII, había muerto antes de su alumbramiento, aunque no ejerció como tal hasta que alcanzó la edad suficiente para gobernar. Carlos II sufrió todo tipo de descréditos y su labor fue injustamente eclipsada por sus peculiaridades físicas y su delicada salud, debido a que la imagen de un monarca frágil encajaba muy bien en la España del siglo XVII, sumida en una profunda crisis. Juana I de Castilla, mal llamada la Loca, o Isabel II, considerada por unanimidad popular —pero sin pruebas que lo confirmen— ninfómana, son otros casos donde se refleja que los soberanos y soberanas son también víctimas de la época que les tocó vivir. Además, debemos tener en cuenta que entre los siglos XVII y XIX las versiones extranjeras de la historia de España gozaban de una mayor difusión que las autóctonas, lo que ha influido en las semblanzas de sus protagonistas, muchos de ellos objetivo de grandes campañas de desprestigio que mostraban la visión subjetiva de aquellos que plasmaron los hechos a su manera. De ahí que, para entender quiénes fueron esos hombres y mujeres, haya que evitar caer en el presentismo: para juzgarles hay que tener en cuenta el contexto que les rodeó y aquello que les tocó vivir y combatir.

    Lo que este libro trata de mostrar al lector, lejos de ser una defensa o una crítica exacerbada de la monarquía y sus representantes, es que en muchas ocasiones una anécdota, a veces halagüeña y otras dañina, ha eclipsado todo un reinado relegando al olvido el buen hacer de uno o los desvaríos de otro. Pero no olvide, lector, que como se dice popularmente, ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos, aunque la historia los haya pintado así. Carlos II sufría de raquitismo y falta de concentración, tal y como ha trascendido hasta nuestros días, pero su reinado supuso el inicio del proceso reformista que dio los primeros pasos hacia el nuevo Estado en el que se basaría la reforma borbónica. Felipe V, promotor de la Ilustración en España, gozó sin embargo de muy buena prensa a pesar de que sufría un trastorno que le impedía asearse, dormir, comer o comportarse como un adulto, una enfermedad que apenas se destaca en los libros de historia. Carlos III ha pasado a la posteridad como el mejor rey de nuestro país —en esto coinciden la mayoría de los historiadores— y se ha restado importancia al hecho de que durante su reinado se expulsara a los jesuitas. De Felipe II se ha dicho que mandó encarcelar a su primogénito, el príncipe Carlos, pero, una vez más, no todo lo que ha trascendido sobre él refleja su verdadera personalidad ni tampoco lo que realmente ocurrió.

    Todos los monarcas han protagonizado fallos y aciertos, pero algunos han gozado de la fortuna de que, por unas razones o por otras, se destaque su buen hacer y otros han padecido la mala suerte de que pesen más sus desatinos. En los próximos capítulos hablaremos de las verdades, las mentiras y las fábulas que han perseguido a veinte reyes y reinas españoles a lo largo de la historia.

    Capítulo 1

    Isabel I, reina de España y del marketing

    Hábil política, abnegada, comprometida, justa, ambiciosa y, por encima de todo, devota cristiana, son algunos de los adjetivos que más se han empleado para definir a la que probablemente sea la reina más famosa de la historia de España.

    Isabel I de Castilla (1451-1504), también conocida como Isabel la Católica, tuvo tras de sí un séquito de cronistas —castellanos en su mayoría, aunque también hubo italianos— que se emplearon a fondo para que sus virtudes como monarca no cayeran en saco roto. Un caso excepcional, ya que pocos reyes contaron con tantos escritos sobre su persona y gobierno a lo largo de los años, pero la Católica entendió pronto que la propaganda bien dirigida le ayudaría a paliar los puntos débiles de su reinado.

    Isabel necesitaba desesperadamente ser aceptada como reina de Castilla, difícil tarea ya que en su destino no estaba escrito acabar rigiendo aquellas tierras. Su padre, Juan II, murió cuando ella apenas tenía tres años, y fue su hermano mayor, Enrique IV, fruto del primer matrimonio de su padre con María de Aragón, quien heredó el trono entonces. Sin embargo, el azar quiso que Enrique muriera con una única hija, Juana, a la que los partidarios de Isabel en la guerra de secesión castellana llamaron despectivamente la Beltraneja y se negaron a aceptar como heredera. Especulaban que esta no era hija del rey —que tardó veinte años en lograr tener descendencia—, sino fruto de la relación adúltera de su esposa con el valido Beltrán de la Cueva.

    El propio Enrique IV desheredó a su hija en el Tratado de los Toros de Guisando, en 1468, al reconocer como princesa de Asturias a su hermana Isabel. La única condición que puso es que esta se casara con el príncipe que él eligiera, un acuerdo que Isabel rompió al contraer matrimonio en secreto con Fernando de Aragón. Hoy se entiende que lo hizo porque sospechaba que su hermano quería casarla con algún príncipe extranjero y enviarla lo más lejos posible de Castilla. Enrique se tomó el matrimonio entre su hermana y Fernando como una deslealtad y quiso revocar el tratado jurando que Juana era su hija legítima y única heredera, pero la mala fortuna quiso que este falleciera cinco años después. Como no pudo hallarse testamento, Isabel, que tenía entonces 23 años, se proclamó reina amparando su legitimidad en el tratado firmado con su hermano. Comenzó entonces una guerra civil que duró cinco años, así como una campaña de marketing en favor de la reina Isabel que deja a la altura del betún a los anuncios de la lotería de Navidad.

    El humanista e historiador Hernando del Pulgar —cronista oficial de los esposos y autor de obras como la Crónica de los muy altos y esclarecidos Reyes Católicos (1481-1490)— fue el principal responsable de perfilar la imagen de Isabel que ha llegado a nuestros días a través de unos textos en los que destacaba la calidad moral, las dotes intelectuales, la capacidad para el gobierno y el honor de la reina de Castilla. Pero no fue el único. Diego Enríquez del Castillo, Alonso Flores, Alfonso de Palencia y Diego de Valera, cuyas obras concluyen hacia 1490 o antes, además de la obra laudatoria de varios poetas y literatos, también se esforzaron en enaltecer a la monarca. Hace más de quinientos años, antes de la Coca-Cola, El Corte Inglés y las campañas de Donald Trump, ya había en la corte de los Reyes Católicos —denominación que les concedió a Isabel y Fernando el papa Alejandro VI en la bula Si convenit en 1496— pautas de propaganda que exponían los éxitos y los resultados de su acción política. Pero este ensalzamiento no se limitó a su reinado. Cronistas de generaciones posteriores, como Diego de Padilla o Alonso

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