LA REVOLUCIÓN DE 1868 ADIÓS A ISABEL II

INICIALMENTE, EL DESTINO NO HABÍA RESERVADO EL PAPEL DE REINA DE ESPAÑA A ISABEL II (1830-1904). Pero la oportuna abolición de la Ley Sálica –que primaba la corona al varón– por parte de su padre Fernando VII (1784-1833) pocos meses antes del nacimiento de la infanta, cambiaría completamente su futuro. Este repentino e improvisado viraje en la política monárquica, que se remontaba al primero de los Borbones Felipe V (1683-1746), perjudicaba al que debía ser el verdadero sucesor al trono: el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro (1788-1855).

De esta manera, el nuevo reinado de Isabel II comenzaba sentándola en el trono cuando apenas era una niña de tres años, bajo regencia de su madre María Cristina de Borbón (1806-1878), y con la oposición del sector más reaccionario que reivindicaba como rey a “Carlos V”. Esta situación detonaría un conflicto de guerra civil que enfrentará a “dos Españas” (liberal y ultraconservadora) y que se extendió hasta el último cuarto del siglo XIX: las gue rras carlistas.

Enfrentado a su tío, la pequeña Isabel II, que entonces contaba diez años, no contaba ni siquiera con el respaldo de su madre, que abandonó la regencia antes de tiempo para irse en barco rumbo a París… Esta circunstancia obligó a dejar el gobierno en manos del general (1793-1879), héroe de la primera guerra carlista. Así pues, la inestabilidad política fue una constante en el reinado de Isabel II, quien, coronada con apenas (1843-1920) en su última entrevista: “¿Qué debía hacer yo, tan jovencilla, reina a los catorce años, sin ningún freno en mi voluntad, con todo el dinero a manos para mis antojos y para darnos al gusto de favorecer a los necesitados, no viendo a mi lado más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más que voces de adulación que me aturdían? ¿Qué había de hacer yo…? Póngase en mi caso”.