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Profesión: Sicario
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Libro electrónico92 páginas55 minutos

Profesión: Sicario

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Desde sus orígenes míticos en el Antiguo Testamento, pasando por el Japón feudal y la Sicilia mafiosa para llegar en fin a los días de hoy: un fascinante viaje en el mundo secreto de los Sicarios Profesionales, recorrido en sus momentos claves, que acompañan al lector hasta el contradictorio presente. 

Pese a que estéis intrigados con esta perspectiva o aterrados solo en pensarlo, sepáis que el sicario profesional anda entre nosotros, en todas sus formas, algunas manifiestas, otras veladas. Y es en esta opacidad inquietante pero sugestiva que Forbus centra el foco del análisis. – David Inglis, Rector del Departamento de Sociología en la Universidad de Aberdeen, Reino Unido.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 abr 2021
ISBN9788833468174
Profesión: Sicario
Autor

Jason R. Forbus

Jason Ray Forbus was born in Rome on December 17, 1984. A US-Italian dual citizen, Jason's complex and varied background developed, since his early childhood, into a love for traveling and a strong interest for other cultures, which led him to live, work and study in Italy, Spain, Sweden, the United Kingdom and the United States. He holds a diploma in Arts and Communication (Arts High School "A. G. Bragaglia" in Cassino, Italy), a bachelor of arts in Languages and Literatures for Multimedia Communication (University of Cassino, Italy) and a master of science in Globalization (University of Aberdeen, United Kingdom). His professional experiences range from translator to media specialist. Literature and writing have both played an important role in Jason's life since his early youth. Already in 2002, at the age of 16, the author successfully debuted in the national youth literary contest "Campiello", in which his short story "Trovare il Cercare" (Finding the Search) classified amongst the first 25 in Italy and first in the Lazio Region. Since then, Jason has authored several publications in Italian, English, and translated into several other languages. His books in English include: The Revolt of the Skeletons in the Closet (youth novel), The Memory of Odin (novel) and Contract Killing in the Information Age (Criminology Essay) available wherever books are sold.

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    Profesión - Jason R. Forbus

    Prólogo

    Un matón de calle y un asesino a sueldo son profesionales – una especie de depredadores, individuos que se han disociado del resto de la humanidad tanto como para ver a los seres humanos con los mismos ojos de un pescador que observa la forma en que unas truchas chapotean en un estanco.

    Lo escribe el siquiatra estadounidense Willard Gaylin. Su visión parece confirmar uno entre los muchos mitos y leyendas que rodean la misteriosa figura que, según los casos, se hace llamar asesino a sueldo, matón o sicario. Normalmente, a este individuo se le considera como alguien que se sitúa por encima de la sociedad contemporánea y del flujo corriente de la humanidad, un observador frío y calculador que mira a sus semejantes como fueran animales para cazar o simples objetos para manipular a su antojo.

    Esta es una idea constante en un sinfín de obras literarias y cinematográficas. Al día de hoy, la enorme base de datos de películas IMDB cuenta 1.729 películas con las que está asociada la palabra clave sicario (hit man).

    Aún más, el término relacionado asesino (assassin) produce incluso 1.768 resultados. La mayoría de estas películas se remontan a los últimos veinte años: un dato que indica como el asesino a sueldo se ha convertido en uno de los personajes centrales de la cultura popular contemporánea, juntos a otros personajes siniestros pero intrigantes como los zombis o el vampiro.

    En la cultura popular moderna, se encuentra algo en el sicario que lo convierte en una figura extremamente atractiva, en un personaje que se le hace revivir y que se le reinterpreta una y otra vez, empezando por aquellos solitarios y existencialistas de las películas El silencio de un hombre (Le Samourai) y Ghost Dog: el camino de un samurái (Ghost Dog), hasta llegar a los tipos ordinarios como en Un asesino algo especial (Grosse Pointe Blanck). Por no hablar de la versión femenina del sicario, representada en la película de culto Nikita (La femme Nikita).

    La característica que acomuna a estos asesinos hollywoodianos es la fría determinación con la que logran cumplir con su contrato, eludir a la captura y cobrar la recompensa, sin hablar de la habilidad en manejar armas y dispositivos altamente tecnológico, con el mínimo esfuerzo y la máxima competencia y precisión.

    Siempre según la cultura popular, también un loco cualquiera podría (mal) usar una pistola, sin embargo, solo un sicario profesional conoce y comprende la estética del cañón del fusil y del silenciador, la discreción en matar y la limpieza de un trabajo bien hecho. Si tuviésemos que creer a lo que vemos en las películas y a lo que leemos en las revistas, el asesino a sueldo es la frialdad hecha persona: su forma de andar y la forma en que dispara no dejan filtrar el más mínimo titubeo.

    Este mito, en particular, se ha propuesto, reiterado y reelaborado desde los años 60, empezando por las dos principales obras de referencia.

    En primer lugar, las películas de Jean-Pierre Melville (como el ya citado El silencio de un hombre), en que los asesinos con sombrero trilby y trench coat recorren, sigilosos, las calles de Paris, y son presentados como el emblema de las dificultades existenciales – la criatura humana completamente sola en un mundo que ella no ha creado, emarginada y en contraste con todos los demás seres humanos.

    A Melville se le puede atribuir el mérito de haber transformado el individuo existencialista sartriano de los años ’50 en un asesino a sueldo, una persona cuya única conexión significativa con sus similares se produce a través del ejercicio de su profesión. Para el autor, a quien se le debe la moderna fetichización del sicario profesional como modelo de individuo frío y calculador, es Frederick Foryth, con su Chacal (The Day of the Jackal), traspuesto en una película muy influyente en los primeros años 70. Mientras el Chacal viaja a velocidad de locos en su descapotable blanco por las carreteras de una Italia atrapada por el calor estival, preparando los medios para un trabajo imposible – el asesinato de De Gaulle – anima al espectador a preguntarse: ¿Yo también podría hacerlo? ¿Podría yo matar a personas – personas ricas y poderosas, quizás también malvadas y depravadas – para vivir? También el hombre más manso podría ser tentado en entretenerse en semejantes pensamientos, aunque solo por un momento.

    La cultura popular nos ha dado una figura del asesino rica de atractivo: el de un individuo – por lo menos en los casos mejores – realmente nietzscheano, porque proyectado más allá del bien y del mal. El asesino, como Dios, juzga las vidas de aquellos que están por debajo de él; mientras Dios ve todo desde el cielo o desde un punto de vista trascendental, el sicario profesional observa a través del objetivo de su rifle, quedándose encaramado sobre un techo. La mirada del sicario, como la de Dios, es panóptica y dirigida hacia abajo, además de ser capaz de entrar en los detalles más diminuto de su objetivo. Entonces hay resonancias teológicas en el modo en que representamos a quien mata por dinero.

    Es digno de mención que al asesino se le otorgue una imagen tan positiva, aunque no es necesario ser un lacaniano convencido para darse cuenta que la cultura popular abunda de las perversidades más peculiares. Es suficiente pensar en aquellos sicarios que se nos presentan como si fueran individuos dotados de

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