Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Las 6 necesidades de cada niño: Empoderar a padres e hijos a través de la ciencia de la conexión
Las 6 necesidades de cada niño: Empoderar a padres e hijos a través de la ciencia de la conexión
Las 6 necesidades de cada niño: Empoderar a padres e hijos a través de la ciencia de la conexión
Libro electrónico285 páginas5 horas

Las 6 necesidades de cada niño: Empoderar a padres e hijos a través de la ciencia de la conexión

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Como la mayoría de los padres, Amy y Jeffrey Olrick salieron del hospital con su primer hijo desesperados por saber: «¿Qué hacemos?». Pero años de crianza de tres hijos y el trabajo de Jeffrey como psicólogo infantil los convenció de hacer una pregunta mejor: «¿Cómo debo estar con esta nueva persona?». En una cultura obsesionada con las fórmulas parentales, es fácil pasar por alto el hecho de que la ciencia y la experiencia vivida han demostrado que el desarrollo humano y la prosperidad son una cuestión de relación. Basándose en décadas de investigación psicológica, neurociencia y su propia experiencia como padres y personas de fe, los Olrick presentan seis necesidades relacionales para el crecimiento humano que transformarán la forma en que piensa sobre su hijo y sobre sí mismo. Juntas, las necesidades forman una brújula confiable para guiarlo a usted y a su hijo hacia un camino de propósito y plenitud relacional.

Para los padres que se sienten atraídos en cientos de direcciones, mareados por el volumen de estrategias contradictorias y cansados por los programas para padres que complicaron su propia infancia, Las 6 necesidades de cada niño es un mapa de ruta innovadora que integra la ciencia de la conexión con herramientas prácticas. Estará equipado con:

• Una mirada profunda a los seis elementos esenciales que su hijo necesita para prosperar

• Herramientas para usar cuando se sienta atrapado

• El secreto para asegurar la conexión con su hijo

• Herramientas de autoevaluación para discernir su estilo de crianza único

Más que una guía para padres, este libro es su invitación a liberarse del mito de la paternidad perfecta y abrazar el largo viaje de crecimiento de su hijo. Con perspicacia, humor y compasión, llama a los padres a descubrir el poder de estar imperfectamente presentes con sus hijos, desarrollando una capacidad de recuperación mental, emocional y espiritual que los sostendrá durante toda la vida.

The 6 Needs of Every Child

Like most parents, Amy and Jeffrey Olrick left the hospital with their first child desperate to know, "What do we do?" But years of parenting three kids and Jeffrey's work as a child psychologist convinced them to ask a better question: "How shall I be with this new person?"

In a culture obsessed with parenting formulas, it's easy to miss the fact that science and lived experience have proven that human development and thriving are a matter of relationship. Drawing on decades of psychological research, neuroscience, and their own experience as parents and people of faith, the Olricks present six relational needs for human growth that will transform the way you think about your child--and yourself. Together, the needs form a trustworthy compass to guide you and your child to a path of purpose and relational wholeness.

For parents who feel pulled in a hundred directions, dizzied by the volume of clashing strategies, and jaded by the parenting programs that complicated their own childhoods, The 6 Needs of Every Child is a groundbreaking roadmap integrating the science of connection with practical tools.

IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento6 abr 2021
ISBN9780829777130
Autor

Amy Elizabeth Olrick

La autora Amy Olrick es una experta en tecnología que ha pasado su vida profesional trabajando con organizaciones para construir movimientos sociales basados en la ética del amor. Su trabajo y escritos han aparecido en The Guardian y USA Today. Ella vive en Nueva Zelanda con su esposo y sus tres hijos.

Relacionado con Las 6 necesidades de cada niño

Libros electrónicos relacionados

Cristianismo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Las 6 necesidades de cada niño

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

1 clasificación0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Las 6 necesidades de cada niño - Amy Elizabeth Olrick

    INTRODUCCIÓN

    Es difícil. Esto ayuda. Fue uno de los títulos provisionales que teníamos para este libro. Información sorprendentemente útil de personas imperfectas que crían a personas imperfectas también podría haber funcionado, aunque este parecía tener demasiadas palabras. Y, de todos modos, el título en sí mismo no puede comunicar todo lo que queremos que sientas al adentrarte en estas páginas. Por lo tanto, antes de comenzar, ¿querrías por favor pausar, cerrar tus ojos, y susurrarte dos cosas?

    No soy perfecto, y no pasa nada por eso.

    Mi hijo no es perfecto, y tampoco pasa nada por eso.

    Y ahora deja espacio para la curiosidad diciéndole a la vergüenza que se haga a un lado.

    Ser padres es difícil. La mayoría de nosotros hemos sido sorprendidos tanto por la intensidad de nuestro amor como por nuestros arrebatos de enojo. Hemos sido decepcionados profundamente, y después nos hemos avergonzado de nuestra decepción. Nos hemos preocupado más de lo que pensábamos que podríamos hacerlo, y hemos hecho cosas que lamentamos. Pero aquí tenemos buenas noticias, noticias que estamos a punto de explorar juntos: los seres humanos crecemos mediante las cosas difíciles, no a pesar de ellas. Y lo que necesitan nuestros hijos imperfectos para que los amen y cuiden de ellos es exactamente nuestro yo imperfecto.

    Comenzamos a soñar con este libro hace más de catorce años, cuando nuestro hijo mayor tenía dos años y Jeffrey estaba haciendo la transición hacia la práctica privada después de trabajar como psicólogo clínico infantil en la clínica Ainsworth Attachment, en la Universidad de Virginia. En aquel entonces éramos parte de un grupo eclesial muy unido, nos reuníamos semanalmente con amigos queridos para intercambiar historias y disfrutar juntos la vida. La mayoría de nuestros amigos también estaban entrando en el mundo de la paternidad, por lo que todos deseábamos tener un mapa de ruta confiable para ese viaje gozoso pero a veces desgarrador.

    Jeffrey comenzó a compilar herramientas para dar a conocer y crear recursos que integraran conocimiento sensato del desarrollo infantil con la fe cristiana. Esto, combinado con el hecho de que nuestros dos primeros años después de ser padres de un niño habían ido bastante bien, nos hizo pensar que estábamos preparados para escribir. (Todos, y especialmente ustedes los padres mayores, adelante, pueden reírse de nosotros ahora).

    Eso fue antes de que tuviéramos otros dos niños, antes de que el dueño de la nueva consulta de Jeffrey se viera envuelto en un escándalo sexual, antes de que amigos pastores comenzaran a pedir reunirse en privado con Jeffrey para descubrir por qué se oponía a la terapia de conversión gay, antes de observar a nuestras iglesias dividirse y atrincherarse por causas políticas, y antes de que las profundas raíces de racismo y desigualdad de Estados Unidos rompieran el terreno para revelar que nuestras comunidades estaban rodeadas por fuertes y huesudas ramas de vides.

    Movimientos, pérdidas y preguntas sobre la fe y el futuro se amontonaban para demandar nuestro tiempo y atención. Nuestro hijo menor no durmió toda una noche seguida durante casi un año, y con tres varones pequeños en la casa parecía que algunos días las paredes se estremecían por la energía. Jeffrey llegó a casa del trabajo una noche cuando los niños eran pequeños para encontrar a Amy hecha un mar de lágrimas. «¿Qué sucede?», le preguntó con preocupación. «¡Nada!», respondió ella. «No pasa nada. Los niños no han hecho nada hoy excepto ser perfectamente normales y activos, pequeños niños maravillosos. Pero no estoy segura de que pueda sobrevivir».

    Al inicio de nuestras vidas como padres pensábamos que estábamos preparados para escribir. No lo estábamos. Necesitábamos tiempo para permitir que la vida y la crianza de los hijos nos perturbaran un poco. Teníamos que pasar algunos años en las trincheras, llorar en las bancas de la iglesia, y ser enérgicos con nuestros hijos en las filas de cajas de los supermercados. Tuvimos que atravesar las sombras que parecían la muerte y experimentar el cuidado de Dios por nosotros de maneras que nunca podríamos haber imaginado antes de saber a qué herramientas recurriríamos una y otra vez y qué perspectivas nos ayudarían a seguir adelante. Algunas verdades han soportado la prueba del tiempo.

    Ahora sabemos que ser padre o madre no es fácil ni claro. De hecho, algunas veces el viaje en el que hemos estado con nuestros hijos ha parecido bastante difícil. Pero así es la vida. Eso es la humanidad. A pesar del estatus de experto de Jeffrey y nuestras mejores intenciones, les hemos fallado a nuestros hijos y nos hemos fallado el uno al otro muchas veces a lo largo de los años. Pero el fracaso también enseña. Hemos descubierto que entender cómo están formados nuestros hijos, las necesidades con las que fueron diseñados y cómo podemos responder a esas necesidades, ayuda. En realidad, ayuda. Y explorar la intersección entre la ciencia y nuestra fe ha producido vida y esperanza, no solo para nuestra familia, sino también para los muchos otros padres e hijos con los que Jeffrey ha trabajado durante las últimas dos décadas.

    Los años de trabajo e investigación de Jeffrey le han conducido a identificar seis necesidades fundamentales con las que nacen todos los padres y los hijos: deleite, apoyo, límites, protección, consuelo y equipamiento. Hemos descubierto que es útil tener direcciones a las que acudir cuando nos sentimos atascados, de modo que juntos hemos convertido estas seis necesidades en una brújula. Con la brújula como nuestra guía, utilizaremos ciencia e historias para explorar cada necesidad, y veremos cómo nos conectan al crecimiento y el uno al otro. La ciencia nos empodera para reconocer dónde están nuestros hijos en sus viajes y ponernos a su lado mientras crecen. Las historias ayudan a explicar los tipos de situaciones a las que la ciencia habla. La confusión, las lágrimas, las peleas, las risas: todo ello. Historias de cómo saber que las necesidades esenciales e innatas de nuestros hijos nos permiten entrar en sus batallas, e historias de cómo podemos entrenar nuestros ojos para buscar lo que llamamos «momentos de Dios» en medio de todo ello.

    Esperamos que este libro sea una herramienta para tu familia, y les permita tanto verse plenamente como amarse profundamente. También esperamos que puedas entrar en estas páginas sin vergüenza o autocrítica, viendo que sin duda alguna nosotros hemos estado también en medio de todo ello.

    Ahora nosotros hemos recibido el regalo de ver estrecharse las gorditas mejillas de nuestros bebés y adoptar los contornos de la adolescencia. Hemos escuchado los sueños de nuestros hijos, nos hemos deleitado en sus talentos, y nos hemos maravillado a medida que sus piernas se han ido estirando y sus voces han cambiado. Estamos más convencidos que nunca de que lo que hacemos en nuestros hogares importa, y que los niños a los que criamos importan: nos importan a nosotros, al mundo y a Dios. El tiempo nos ha dado un entendimiento muy profundo de que tenemos a estos niños para abrazarlos y edificarlos durante un poco de tiempo antes de soltarlos para que vivan sus propias vidas. No podemos ver el futuro, y tampoco podemos controlarlo a pesar de lo mucho que quisiéramos hacerlo. Por lo tanto, hacemos todo lo posible y ofrecemos nuestras esperanzas, sueños y preocupaciones por ellos al Dios que los sostiene. El Dios de lo tormentoso y del desierto, un Dios que nos llama constantemente a regresar el uno al otro y al amor, un amor que no soltará a ninguno.

    Aquí está lo que sabemos ahora: la vida puede ser difícil, estas herramientas pueden ayudar, y el amor está aquí para ayudarnos a sobrellevarlo todo.

    1

    MÁS ALLÁ DE FÓRMULAS Y TEMORES

    ¿Cómo he de estar con esta persona?

    JEFFREY

    Hace dieciséis años, en un hermoso y frío día de septiembre, unas enfermeras sonrientes —del hospital Martha Jefferson de Charlottesville— comprobaron los signos vitales de nuestro bebé, procesaron nuestros documentos y sacaron —por la puerta en silla de ruedas— a Amy con nuestro recién nacido. Yo esperaba en la entrada con el auto y, mientras ajustábamos al bebé Josh en su asiento infantil instalado profesionalmente por el departamento de bomberos, mis ojos quedaron fijos en los de Amy. Reconocimos el temor en nuestras caras cuando la magnitud de nuestra responsabilidad y una comprensión de nuestra inexperiencia nos golpearon en oleadas. ¿Era aquello todo? ¿Es que simplemente nos van a permitir irnos de aquí con este ser humano diminuto?

    Me senté en el asiento del conductor y agarré con fuerza el volante. Mientras conducía, me preguntaba por qué alguna vez pensé que podría recorrer nuestras calles familiares pero repentinamente traicioneras. Cada auto que se incorporaba parecía una amenaza, cada decisión que yo tomaba tenía la capacidad de decidir la vida o la muerte de nuestro hijo. Amy iba sentada al lado de Josh en la parte trasera del auto, y su mente también daba vueltas. Esto es solamente el inicio. ¿Qué sucede a continuación? ¿Qué se supone que hemos de hacer con este bebé?

    Sin importar cómo nos son entregados nuestros hijos, los sentimientos que experimentamos al llevar a casa a nuestro primer recién nacido son a la vez únicamente personales y plenamente universales. Tener hijos activa algunas de nuestras emociones más vulnerables, temerosas y maravillosas, algunas veces todas al mismo tiempo. Ser humano es buscar entender y dominar cosas; sin embargo no muchas las sentimos más importantes que cuidar bien a nuestros hijos y entender «correctamente» su crianza. Queremos saber qué hacer y cómo hacerlo.

    Y por lo tanto, incluso antes de que nazcan, la mayoría de nosotros nos lanzamos al acto de lo que hemos llegado a denominar crianza de los hijos. Leemos libros, acudimos a seminarios, y pasamos noches sin dormir preocupados porque podamos estar entendiéndolo todo erróneamente.

    Pero ¿y si te dijera que la idea moderna de crianza es una invención bastante reciente? El concepto de crianza se extendió y cobró prominencia en las décadas de 1970 y 1980, a medida que las personas buscaban fórmulas, no solo para ocuparse de sus hijos, sino también para ayudarlos a crecer y tener éxito.¹ La importancia de la frase crianza de los hijos se ha extendido desde entonces como respuesta a nuestro tiempo y cultura particulares, una época en la que es extraño que las personas vivan en comunidades cerradas y multigeneracionales ofreciéndose ayuda y experiencia. Los padres y las madres se preocupan cada vez más por los futuros financieros de sus hijos en una cultura que da un elevado valor al individualismo, el éxito y el logro.² En otras palabras, se nos dice que hay mucho en juego, que debemos entender «bien» la crianza, y que tenemos que descubrir cómo hacerlo por nosotros mismos.

    En generaciones pasadas los hijos eran educados, no criados. Educar a los hijos se limitaba principalmente a mantenerlos sanos, vestidos y alimentados lo mejor posible a la vez que se les integraba gradualmente a la vida económica de la familia. Esta sigue siendo la manera en que son educados los niños en millones de familias en todo el mundo que viven en los límites de la supervivencia. A medida que las familias occidentales salieron del límite de la supervivencia económica y pasaron a la seguridad de la clase media posterior a la Segunda Guerra Mundial, la educación de los niños adoptó una inclinación más estudiada. El doctor Benjamin Spock instruyó a millones de personas sobre los detalles de los hitos del desarrollo y las estrategias para calmar a los bebés en periodos de dentición y erupciones abrasadoras. Y en los últimos cincuenta años se ha desarrollado una industria inmensa como respuesta a las ansiedades parentales en cuanto a la autoestima, la conducta, el logro, la formación moral, y muchas otras cosas. Ahora tenemos padres adjuntos, padres helicóptero, padres ecológicos, y padres que impulsan el logro.

    Grupos dentro del cristianismo evangélico se posicionaron como los que sostenían el estándar y como guardianes de lo que ellos denominaban un modelo de «crianza bíblica» para cristianos, y enmarcaron la crianza de los hijos como un llamado espiritual a las armas delante de un mundo caído. Se desarrollaron programas de estudio completos para asegurar que los niños fueran salvados de la corrupción moral mediante la sumisión a la autoridad parental y particularmente a la autoridad masculina, lealtad a los roles de género tradicionales, y confianza en la Escritura y la oración para vencer pensamientos y sentimientos «impuros» que sugerían una falta de fe y gozo.

    Aparte de las expresiones religiosas de la crianza de los hijos, hemos visto desarrollarse una cultura de la crianza que con frecuencia sitúa la autoestima y el logro individual de los hijos por encima de todas las otras consideraciones. Se vende la educación como una habilidad para dominar y, si se hace exitosamente, se promete la recompensa de un bebé que sepa leer, un niño que no tenga rabietas o un escolar que consiga entrar a la universidad de tus sueños. Se nos ha enseñado a creer que las herramientas correctas, aplicadas de la manera adecuada y en los momentos correctos, pueden conseguirnos el resultado que queremos lograr: niños obedientes, felices, «salvados», exitosos, emocionalmente inteligentes, bien portados, que duermen a sus horas, a salvo del peligro, que alcanzan todo su potencial y que van de camino a Harvard. Cualquiera que sea nuestra métrica, hay un programa educativo para llevarnos hasta allí. Con la fórmula correcta en su lugar, se supone que podemos instruir a nuestros hijos exactamente en el camino que creemos que deberían seguir.

    Pero, ¿cuál es la fórmula correcta? ¿La manera correcta de educar a los hijos? Hace treinta años, los expertos nos decían que utilizáramos gráficas con estrellas como premios y tiempos de aislamiento. Entonces descubrimos que las gráficas con estrellas habían producido una generación de niños sin motivación interior porque se criaron siendo recompensados por todo lo que hacían.³ Ahora se nos advierte que los tiempos de aislamiento pueden ser psicológicamente dañinos.⁴ Mantenernos al tanto de todo es agotador. Uno nunca sabe hacia qué dirección oscilará el péndulo a continuación.

    ¿Podría ser que todo este asunto de la educación se trate más sobre nuestras propias ansiedades y deseos que de las necesidades intrínsecas de nuestros hijos? ¿Y que un resultado en particular que pensemos para nuestros hijos pueda tener poco que ver con lo que son ellos realmente y la intención con que fueron creados?

    Estamos convencidos de que es el momento de movernos en otra dirección. Para participar a plenitud en el diseño y el amor que Dios tiene por nosotros y por nuestros hijos, debemos entender y creer algo importante: el desarrollo humano es primordialmente un proceso relacional que se desarrolla de manera constante. Las cosas cambian y siempre cambiarán, por lo que nuestros hijos llegan a ser lo que son principalmente en medio de las interacciones diarias, triviales e imperfectas que tienen con nosotros a lo largo de los años. Tu relación con tu hijo es un viaje, y lo que importa es cómo viajen juntos, no los logros singulares o los fracasos que destacan tan fácilmente en nuestras mentes para elogiarnos o condenarnos. El camino en el que estás con tu hijo se extenderá más allá de cambiar pañales, tiempos de aislamiento, horas límite para llegar a casa y graduaciones, y llegará más allá de lo que puedes ver hoy.

    Como la mayoría de los padres modernos, Amy y yo nos fuimos del hospital con nuestro hijo queriendo saber: «¿Qué hacemos?». Pero nuestros años de crianza de los hijos y mi trabajo como psicólogo infantil me han convencido de que hay una mejor pregunta que plantear. Esta pregunta mucho mejor es la siguiente: «¿Cómo seré yo con esta persona?». Porque «¿Qué hacemos?» es una pregunta de una sola dirección y no toma en cuenta las cualidades individuales, la personalidad ni las necesidades de la persona con la que tenemos una relación. Si la respuesta a nuestra pregunta «¿Qué hacemos?» es «usa tiempos de aislamiento», entonces eso es lo que haremos. Y parecerá funcionar, o no lo hará. Si no lo hace, pasaremos a «¿Qué hago yo ahora?» hasta que el problema se resuelva o abandonaremos. Es de esperar que el problema se resuelva, pero ¿qué sucede cuando no se resuelve? Lo más probable es que nos sintamos unos fracasados, lo que también sentirá nuestro hijo.

    En contraste, «¿Cómo seré yo con esta persona?» es una pregunta de dos direcciones. Nos fuerza a mirar, no solo a nuestro hijo, sino también a nosotros mismos, y esto abre todo un mundo nuevo de posibilidades. Cuando exploramos esta pregunta, aprendemos que cualquier problema que estemos intentando abordar con nuestro hijo es probable que tenga tanto que ver con nosotros como con él. Y las ideas y respuestas que surgen al considerar con seriedad esta pregunta probablemente conducirán a un proceso continuado de aprendizaje y descubrimiento de nuestro hijo, de nosotros mismos y de Dios. En lugar de ver fracaso cuando las cosas no cambian, esta pregunta nos invita a una mayor exploración.

    Este libro explora la idea de estar con nuestros hijos en lugar de educarlos a ellos. Las seis necesidades de las que hablaremos provienen de una perspectiva de la educación enfocada en la relación, y se han descrito e investigado a lo largo de los últimos sesenta años mediante la ciencia del apego, el desarrollo infantil y la neurociencia. Desarrollaremos cada una de estas necesidades desde una perspectiva científica y también desde una de fe, exploraremos cómo es satisfacer esas necesidades, y hablaremos de lo que puede interponerse en el camino.

    Si la fe no es algo que tú aceptas, por favor no pienses que estás excluido de lo que estamos a punto de explicar. La ciencia que se presenta en este libro se aplica a ti y a tu hijo cualesquiera que sean tus creencias espirituales. Desear entender y satisfacer las necesidades genuinas de nuestros hijos es una experiencia humana universal; podemos reconocer en el otro los anhelos, las angustias y el amor que todos tenemos por nuestros hijos. Por lo tanto, esperamos que te sientas cómodo al acompañarnos a medida que examinamos la relación de amor existente entre los hijos y sus padres en el contexto de nuestra conexión humana. Si provienes de un trasfondo de una fe diferente, te aliento a explorar dentro de tus propias tradiciones sagradas el modo en que la fe afirma lo que nos dice la ciencia. Y si la espiritualidad no es tu tema, te instamos a ser curioso o, sencillamente, a evadir esas secciones.

    Todos necesitamos herramientas prácticas que nos ayuden a guiar y equipar a nuestros hijos a medida que crecen, y espero que descubras que este libro proporciona muchas indicaciones sobre qué hacer con ellos. Pero la meta primordial es invitarte a reconsiderar cómo enfocas la idea de la educación de los hijos. Exploraremos lo que significa sostener una relación con tu hijo a la vez que navegamos por un conjunto de necesidades humanas fundamentales: las necesidades de deleite, apoyo, límites, protección, consuelo y equipamiento.

    Hemos descubierto que las seis necesidades del desarrollo humano se reúnen para formar una brújula. Queremos mostrarte esta brújula y explicarte cómo utilizarla, con la convicción de que puede guiarlos a ti y a tu hijo hacia un camino de propósito y de integridad relacional apoyado científicamente y afirmado por la fe. A medida que viajamos juntos, descubrirás que tu camino se ve diferente al nuestro o al de otra persona. Eso es bueno. Tu vida y la relación que tienes con tu hijo son singularmente tuyas. No podemos conocer tu camino particular de propósito y conexión; tan solo queremos darte herramientas para tu viaje.

    Entender esta brújula puede guiarnos en nuestras relaciones y equiparnos como padres de maneras que dan vida y transforman, pero una brújula no es un conjunto de direcciones. Tener una brújula para orientarnos no es lo mismo que teclear una dirección en el GPS y elegir una ruta concreta para llegar a una ubicación predeterminada. Así como creo que no hay una manera prescrita y correcta de ser padre o madre, creo que tú y tu familia están diseñados para encontrar juntos su propio camino; es de esperar que sea en comunidad y en relación con otras personas que los conocen, los quieren, y desean verlos tanto desarrollarse como florecer.

    Una vista amplia del viaje

    Aprender sobre las seis necesidades te dará mucho que pensar. De modo natural te encontrarás preguntándote no solo cómo responder a estas necesidades de tu hijo, sino también considerando cómo fueron satisfechas o no en tu propia vida cuando eras pequeño. Te darás cuenta de que aún tienes esas necesidades, y de qué cambios tienen que producirse para satisfacerlas. Te alentamos a que seas curioso. Y paciente. El cambio sucede gradualmente.

    La buena noticia es

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1