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Veinte años del TLC: Su dimensión política y estratégica
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Veinte años del TLC: Su dimensión política y estratégica
Libro electrónico106 páginas1 hora

Veinte años del TLC: Su dimensión política y estratégica

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Para Luis Rubio, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (comúnmente referido como TLC) ha permitido que en las últimas dos décadas la economía mexicana encuentre vías de desarrollo que antes eran o parecían imposibles de recorrer, si bien este instrumento está lejos de ser una panacea para lograr el desarrollo integral del país. A partir de la entrada en vigor del tratado, se han publicado decenas de libros que analizan sus efectos en las economías de cada uno de los firmantes; en este ensayo, en cambio, Rubio estudia su dimensión política, para lo cual ofrece una visión completa de la naturaleza y el alcance que ha tenido para México. Se abordan aquí los objetivos políticos de afianzar la transformación interna con un punto de apoyo externo, se revisa el origen de la negociación y se pondera la trascendencia que ha tenido en diversos planos; además se ofrece un panorama de la situación económica y política actual para especular cuáles podrían ser las implicaciones, los beneficios y los retos que los países firmantes del TLC habrán de enfrentar en el futuro.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 abr 2014
ISBN9786071619433
Veinte años del TLC: Su dimensión política y estratégica

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    Veinte años del TLC - Luis Rubio

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    VEINTE AÑOS DEL TLC:

    SU DIMENSIÓN POLÍTICA Y ESTRATÉGICA

    LUIS RUBIO

    VEINTE AÑOS DEL TLC:

    SU DIMENSIÓN POLÍTICA Y ESTRATÉGICA

    Primera edición, 2014

    Primera edición electrónica, 2014

    Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero

    D. R. © 2014, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    Empresa certificada ISO 9001:2008

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-1943-3 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    ÍNDICE

    Prólogo

    I. México, Estados Unidos y el TLC

    II. El TLC en el desarrollo de México

    1. La razón política fundamental del TLC para México

    2. Los primeros años del TLC

    3. Impactos del TLC

    4. La realidad del TLC

    5. La oportunidad del TLC

    6. El dilema del desarrollo mexicano y el TLC

    III. El TLC en el mundo actual

    1. Los cambios en la política exterior estadunidense

    2. Seguridad, comercio y energía

    3. Qué política exterior

    IV. ¿Qué sigue?

    Conclusión. El mundo como es

    Bibliografía

    PRÓLOGO

    Hace veinte años tuve la oportunidad de escribir un libro sobre el proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (mejor conocido como TLC) que el Fondo de Cultura Económica amablemente me publicó. Se trató de una ocasión excepcional para observar no sólo los cambios que experimentaba el país en aquel momento, sino también el proceso mismo de negociación. Aquella publicación —¿Cómo va a afectar a México el Tratado de Libre Comercio?— fue resultado tanto del análisis del proceso de negociación como de la observación de la misma en tiempo real, es decir, literalmente en comunicación con los negociadores. Eso me permitió entender los dilemas, los criterios que animaban a cada una de las partes en la negociación y los riesgos inherentes a procesos políticos que sólo concluyen cuando concluyen: hasta ese momento, todo es posibilidad y nada es certero. La pregunta ahora, dos décadas después, es en qué medida se han logrado los objetivos y propósitos de aquella negociación.

    En estos años se ha publicado un sinnúmero de libros sobre el TLC, algunos muy serios, profundos y relevantes. Como se explica en la bibliografía, es particularmente notable el análisis publicado por el Banco Mundial, entidad que realizó una evaluación desapasionada y objetiva de los resultados y efectos del TLC al final de su primera década. Las conclusiones de ese estudio siguen siendo esencialmente válidas, razón por la cual me aboqué en este ensayo a analizar una dimensión fundamentalmente desdeñada del TLC: su dimensión política.

    Aunque el contenido del tratado es técnico (no hay una página en las dos mil que lo integran que no establezca reglas, procedimientos, normas y criterios específicos), su lógica fue siempre política. El TLC fue concebido como un instrumento para consolidar y hacer permanente una visión del mundo, y esa lógica fue la que convenció al gobierno estadunidense del momento de iniciar la negociación y a su sucesor, de otro partido, de concluirla exitosamente. Esa lógica política ha tenido inmensas consecuencias para México, la primera y más importante de las cuales ha sido la de conferirle certidumbre a los inversionistas respecto a la permanencia de las reglas del juego y, en esa dimensión, explica el crecimiento de la economía mexicana a lo largo de estos años. En una palabra, todo lo asociado con el TLC ha crecido en tanto que lo que se ha rezagado ha seguido una lógica distinta. La importancia política del TLC es innegable.

    En el libro publicado en 1994 iniciaba yo con las siguientes palabras: Las dificultades para consolidar los beneficios inherentes a una reforma económica exitosa se hicieron notar muy poco después de que ésta se había iniciado. En esos momentos, Canadá finalizaba su negociación para crear una zona de libre comercio con Estados Unidos, lo que nos colocaba en la peor de todas las situaciones: mucho de nuestro comercio con Estados Unidos podría haberse desplazado a Canadá y, más importante, la reforma económica perdía con ello una ancla potencial porque en la fusión económica entre Estados Unidos y Canadá podrían haberse hecho irrelevantes muchos de los factores en que México era potencialmente competitivo. En otras palabras, ese tratado nos dejaba sin mercado seguro y sin nada a lo cual retornar. México requería no sólo un esquema económico alternativo que permitiera la reactivación del crecimiento económico y que, a través de la reforma económica, empezaba a adquirir visos de posibilidad, sino también una nueva relación de comercio con su principal socio comercial. La negociación de un tratado de libre comercio semejante al de Canadá se había tornado, desde mi punto de vista, en algo inevitable e indispensable. De esta manera, y a contracorriente, tras varios años de debatir por la apertura y la desregulación, al materializarse el acuerdo entre Canadá y Estados Unidos empecé a argumentar por la suscripción de un acuerdo de libre comercio porque desde ese entonces he estado convencido de que México no tenía (ni tiene) otra alternativa.

    En ese entonces, México había comenzado un proceso de profundas reformas que, sin embargo, no lograban aterrizar en resultados positivos en buena medida porque nadie, en México o el resto del mundo, creía que esas reformas serían sostenibles en el largo plazo en ausencia de garantías efectivas. El problema residía en esas garantías: ¿quién o qué podía conferir garantías que fuesen creíbles? Décadas de experiencia en que el país se inventa y reinventa cada seis años impedían conferir ese sentido de permanencia que los inversionistas y ahorradores demandaban para participar en el proceso. El entonces presidente Salinas reconoció el fenómeno y acabó optando por una garantía externa: el gobierno estadunidense. El TLC se negoció con Estados Unidos no tanto por una devoción o convicción ideológica, sino por una consideración práctica: se trataba de una respuesta viable que permitía otorgarle un sentido de certeza a los potenciales actores clave a quienes se intentaba atraer: tanto inversionistas del exterior como mexicanos preocupados por el futuro del país.

    El TLC acabó siendo un tratado mucho más complejo e integral de lo originalmente concebido pero resultó ser el instrumento preciso para el objetivo buscado. Desde que se iniciaron las negociaciones, todo el enfoque del país se orientó hacia el futuro y hacia afuera, rompiendo con la maldición histórica de concentrarnos en el pasado y en el interior del país. El problema del tratado acabó siendo de otra naturaleza: en lugar de ser concebido como el principio de una gran era de reformas y transformaciones, el TLC terminó siendo el final de un proceso de reformas que quedaron (implícitamente) consagradas en el tratado pero que no avanzaron. La crisis de fines de 1994 constituyó el tiro de gracia a la era de reformas, limitando su impacto a lo que ya había sido alcanzado en ese momento.

    Veinte años después el país es otro. Vivimos en el contexto de una segunda alternancia política, ahora con un gobierno encabezado nuevamente por el PRI, un partido que

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