Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Desarrollo económico y social en Cuba: Reformas emprendidas y retos en el siglo XXI
Desarrollo económico y social en Cuba: Reformas emprendidas y retos en el siglo XXI
Desarrollo económico y social en Cuba: Reformas emprendidas y retos en el siglo XXI
Libro electrónico528 páginas6 horas

Desarrollo económico y social en Cuba: Reformas emprendidas y retos en el siglo XXI

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Algunos de los aspectos clave de los problemas sociales en la Cuba contemporánea se examinan mediante el análisis de los procesos de movilidad social recientes. El análisis de la movilidad también revela la influencia de las restricciones macro y de la política social sobre el destino de los individuos y las familias y, al mismo tiempo, el efecto transformador de las prácticas micro cotidianas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 jul 2014
ISBN9786071621467
Desarrollo económico y social en Cuba: Reformas emprendidas y retos en el siglo XXI

Relacionado con Desarrollo económico y social en Cuba

Libros electrónicos relacionados

Desarrollo de negocios para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Desarrollo económico y social en Cuba

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Desarrollo económico y social en Cuba - Jorge I. Domínguez

    Mexico

    INTRODUCCIÓN

    A punto de cambios: la economía y la sociedad cubanas al inicio del decenio de 2010*

    Jorge I. Domínguez

    CUBA puede hallarse a punto de emprender cambios económicos de importancia y estar lista para hacer un uso más amplio de los mecanismos de mercado, pero también puede estar al borde de considerables dificultades económicas. El resumen que aparece a continuación pone en relieve la inquietante historia económica de Cuba en los primeros años de la década de 2010. La inestabilidad general, el estancamiento y la quiebra aquejan a sectores clave de la economía. Está en marcha una transformación estructural que se encamina hacia una economía basada en la exportación de servicios. ¿Cuál será la política económica y social de Cuba en el futuro? En esta obra, los autores determinan cuáles son las dificultades económicas del país, sugieren valiosos puntos de vista encaminados a obtener mejores resultados y analizan los desafíos sociales que forman parte de la realidad cubana.

    Los dirigentes del Partido Comunista prevén cambios en medio de i) crecientes desigualdades entre las provincias y entre zonas urbanas y rurales; ii) experiencias generalizadas de movilidad social descendente; iii) inestabilidad en índices de crecimiento económico; iv) economía impulsada por la exportación de servicios; v) estancamiento de la agricultura y dependencia de la importación de alimentos, y vi) industria obsoleta desde el punto de vista tecnológico.

    El Partido Comunista de Cuba celebró su VI Congreso en abril de 2011 y limitó el temario al debate de temas económicos y a la elección de nuevos dirigentes. Si bien había otras cuestiones de la vida pública cubana a las que debía prestarse atención, el presidente Raúl Castro y sus colaboradores más cercanos determinaron que los graves desafíos económicos requerían todo el interés y la atención del Congreso. La aprobación del nuevo programa económico del Partido Comunista también revistió importancia política. Permitió a los dirigentes que fundaron el Partido (Fidel nació en 1926 y Raúl Castro en 1931) dar su anuencia pública al nuevo camino por seguir por la economía cubana en el futuro —tal vez su última decisión estratégica luego de más de medio siglo en el gobierno de Cuba—. El Congreso seleccionó a los nuevos integrantes del Comité Central del Partido Comunista y al Buró Político, y convocó la conferencia del partido a celebrarse en enero de 2012 para abordar otras cuestiones, en particular la vida interna del partido.

    Este libro da continuidad a otro publicado en 2004 por el Centro David Rockefeller para los Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard y por Harvard University Press. La introducción de aquel libro se iniciaba en tono optimista, porque había sido escrito luego de un periodo de importantes cambios económicos efectuados en Cuba que habían auxiliado a una economía al borde del desplome durante los primeros años del decenio de 1990, y la habían enrumbado hacia nuevos cambios. Los contextos mencionados en los incisos de la página anterior son de tono adusto. ¿A qué se debe esta diferencia? Es de lamentar que cuando el libro acababa de publicarse en 2004, los dirigentes cambiaron las políticas en respuesta a un sobresalto externo.

    El sobresalto consistió en el ofrecimiento del presidente venezolano Hugo Chávez de suministrar petróleo a Cuba a partir de un acuerdo de trueque mediante el cual este país recibiría productos petrolíferos a precios muy inferiores a los del mercado mundial a cambio de atención médica y otros servicios. Puesto que, desde el punto de vista oficial, Cuba brindaba esos servicios como muestras de solidaridad, no se encuentran bien reflejados en las informaciones de las exportaciones, si bien es posible medir el sobresalto mencionado a partir de los informes de las importaciones hechas por Cuba desde Venezuela (véase cuadro 1). Esas importaciones, fundamentalmente productos petrolíferos, se duplicaron entre 2004 y 2006 y volvieron a duplicarse entre 2006 y 2008.

    Las presiones que gravitaron sobre el gobierno cubano para establecer y poner en práctica cambios significativos en su política económica, que se hicieran muy presentes en la década de 1990 y a principios de 2000, fueron mermando. Aparentemente el gobierno estaba en condiciones de asignar recursos de manera desacertada, subvencionar empresas en quiebra y volver la espalda a la productividad y los mercados. Incluso problemas harto conocidos, y ajenos a la elección de un modelo económico, no se abordaron; por ejemplo, el rápido envejecimiento de la población cubana. La ley de jubilación en Cuba establecía que las mujeres podían retirarse a los 55 años de edad y los hombres a los 60, lo que trajo como resultado que la carga fiscal del Estado destinada a pagar las jubilaciones se había vuelto insostenible; sin embargo, la ley de jubilaciones no se enmendó durante los años de bonanza venezolana. El dinero procedente de Venezuela eximió a los dirigentes de la obligación de meditar en cambios que debieron haberse hecho desde mucho tiempo atrás. El festín terminó cuando la crisis financiera mundial redujo de manera abrupta los recursos venezolanos. En 2009, Cuba recibió un segundo sobresalto externo, pero en esta ocasión fue desfavorable: los recursos externos parecían haber desaparecido.

    CUADRO 1. Importaciones cubanas desde Venezuela

    El sobresalto externo de 2009 hizo que los dirigentes cubanos se concentraran en la necesidad de efectuar cambios. La crisis ocurrida en 2009 y 2010 combinaba dos aspectos precisos, a saber, el gigantesco legado de una economía anómala aquejada de problemas estructurales que no se habían encarado en casi un decenio unido a una prolongada y dolorosa fase descendente —la gran recesión de la economía mundial—. Una de las respuestas fue la decisión del presidente Raúl Castro de convocar el Congreso del Partido, el primero a celebrarse desde 1997.

    I. DIAGNÓSTICO DE LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA CUBANA

    En este libro se analizan los graves desafíos que encara la economía cubana. Durante el primer decenio del siglo XXI se produjo una gran inestabilidad en los índices de crecimiento económico del país, y durante la segunda mitad de ese decenio hubo un notorio enlentecimiento en esos índices. De hecho, el crecimiento fue lento durante gran parte de ese lapso, con excepción del apogeo alcanzado a mediados del decenio, fenómeno al que contribuyó el auge en la exportación de servicios a Venezuela en un trueque por petróleo venezolano a precios inferiores a los del mercado mundial. A fines del decenio, la producción de servicios representaba las tres cuartas partes del producto interno bruto.

    En términos más generales, durante la década de 1990 los cambios ocurridos en la política económica del país, discretos pero importantes, habían despertado el interés de inversionistas de Canadá, España y otros países. Sin embargo, en el decenio de 2000, Cuba no se comprometió todo lo que debía con diferentes socios internacionales para ayudar a impulsar la economía; por consiguiente, la cantidad de empresas mixtas disminuyó de manera constante y espectacular a partir de 2002 y durante el resto de esa década.

    Antes de que Raúl Castro asumiera la presidencia, la economía cubana ya adolecía de graves deficiencias estructurales. A no dudar, entre 2008 y 2010 el efecto negativo de la gran recesión que afectaba al mundo también tuvo consecuencias adversas en Cuba, lo que añadió un nuevo sobresalto destructivo a los problemas estructurales ya existentes (véanse capítulos 1 y 7, de Omar Everleny Pérez Villanueva). De ese modo Raúl Castro heredó una economía deficiente en momentos desfavorables.

    La estructura interna y el comportamiento de la economía cubana también estaban muy distorsionados, debido en gran medida a la política de dualidad monetaria establecida por el gobierno. Hay dos monedas en circulación, el peso y el peso convertible, más conocida esta última por la sigla CUC. Algunos pagos se realizan en pesos y otros en CUC. El CUC se basa con mayor o menor flexibilidad en el dólar, y en los últimos años el tipo de cambio entre ambas monedas cubanas ha sido de aproximadamente 24 pesos por cada CUC. El compromiso contraído por el Banco Central de Cuba de mantener tipos de cambio fijos para ambas monedas contribuyó a la crisis bancaria ocurrida en el país en 2009, cuando los bancos cubanos congelaron las cuentas y dejaron de efectuar pagos durante muchos meses.

    De manera más general, la dualidad monetaria distorsiona todas las mediciones económicas y hace sumamente difícil calcular los resultados económicos o las ganancias de las empresas así como el producto interno bruto del país. Algunas empresas parecen ser más rentables de lo que son, mientras otras parecen obtener muchas menos ganancias de lo que indicarían mediciones precisas. Los exportadores se perjudican con este sistema, mientras que las importaciones se viabilizan contribuyendo así al déficit del comercio internacional. El Estado subvenciona empresas que no necesitarían esa ayuda de haber mediciones precisas. La frontera económica que divide a los sectores de la economía que utilizan estas dos monedas también divide las relaciones entre empresas cubanas —las empresas que operan en pesos están separadas de aquellas que operan en CUC, como si existieran en distintos planetas—. Y como algunas actividades han seguido operando en pesos, padecen un déficit de inversiones (véanse capítulos 2 y 6, de Pavel Vidal Alejandro).

    Ningún sector de la economía cubana se ha visto tan afectado como la agricultura. La producción agropecuaria y las exportaciones agrícolas experimentaron una fuerte caída durante el decenio de 1990. Si bien casi todos los sectores de la agricultura tuvieron resultados muy deficientes en esos años, ninguno se desplomó de manera tan espectacular como el sector azucarero, que de hecho fue a la quiebra al comienzo del siglo XXI. A fines de la década de 1980, Cuba había molido más de ocho millones de toneladas métricas de azúcar, pero a comienzos del decenio de 2010 la producción anual apenas sobrepasaba el millón de toneladas métricas. Casi tres cuartas partes de los ingenios azucareros habían sido cerrados. El derrumbe del sector azucarero fue resultado de las insensatas políticas del gobierno, en particular la asignación desacertada de recursos en el contexto de la dualidad monetaria.

    En lugar de destinar a nuevos fines las viejas tierras azucareras, la cantidad de hectáreas de tierras ociosas se triplicó desde comienzos de la década de 1990 hasta el inicio de las nuevas políticas en 2007, con la presidencia de Raúl Castro. La productividad agrícola se mantuvo deficiente en todo momento. Durante el primer decenio del siglo XXI sólo se recuperó la producción agrícola de aquellos renglones por los que se pagaban precios altos en los mercados libres agropecuarios. Por esa razón, Cuba empezó a tener una gran dependencia de la importación de alimentos para satisfacer las necesidades nutricionales de la población.

    El gobierno del presidente Raúl Castro admitió la presencia de varias de esas tendencias negativas y, a partir de 2007, comenzó a poner en práctica una serie de cambios discretos en la organización y las políticas de la economía. Los precios pagados a los productores agropecuarios aumentaron, y éstos han comenzado a responder de manera positiva. Otro resultado clave que se puede observar en investigaciones de muchos años ha sido que las granjas no estatales probablemente hagan un uso mucho más eficiente de la tierra puesta a su disposición que las granjas estatales. Con miras a detener y revertir la disminución de la producción agropecuaria, el gobierno de Raúl Castro ha empezado a distribuir las tierras de las granjas estatales entre productores agrícolas que pueden trabajar esas tierras pero no poseerlas —sólo tenían derecho a su usufructo—; muchas de esas tierras habían estado ociosas, y los nuevos cultivadores del suelo han realizado algunas mejoras. No obstante, las nuevas políticas y la reorganización de la burocracia a partir de 2007 no dieron resultado (véanse capítulos 3 y 4, de Armando Nova González, y el capítulo 6, de Anicia García). Es posible aprender varias lecciones de este diagnóstico:

    i) Las buenas relaciones económicas con Venezuela pueden ser beneficiosas, pero también provocaron mucha inestabilidad y crearon la ilusión de que los cambios por realizar en las políticas económicas podían aplazarse por tiempo indefinido. El Estado venezolano carece de competencias; su política social más eficaz ha consistido en importar de Cuba trabajadores de la salud y de otros sectores de los servicios. Las relaciones económicas con un Estado menos competente y propenso a la inestabilidad espectacular no son bases firmes sobre las cuales organizar la economía cubana o establecer la estrategia económica oficial a más largo plazo.

    ii) Las políticas de dualidad monetaria establecidas por el gobierno cubano lastran gravemente su capacidad para adoptar decisiones económicas eficaces o asignar recursos económicos.

    iii) Es muy posible que la productividad y la producción agropecuaria cubanas aumenten si el gobierno libera a las cooperativas y a los productores individuales, con el fin de que puedan tener acceso, sin restricciones, a los mercados agropecuarios, fijar precios y beneficiarse del derecho a adoptar decisiones inherentes a la propiedad y no sólo al usufructo de la tierra.

    II. UN CAMINO DIFERENTE PARA LA ECONOMÍA CUBANA: ALGUNAS REFLEXIONES

    Es probable que la futura estrategia económica de Cuba descanse en una premisa clave: el saber aprovechar las pericias y capacidades de los cubanos a fin de impulsar el bienestar de todos. Durante mucho tiempo la economía abierta cubana ha dependido de la exportación de productos básicos, sobre todo del azúcar. Durante el decenio de 1990, Cuba volvió a abrir las fronteras para recibir a turistas extranjeros, pero el principal producto de ese sector también es un producto primario—el turismo de playa—, al que se puede tener acceso mediante económicos viajes a sitios turísticos. Al mismo tiempo, ha hecho gigantescas y exitosas inversiones en la educación, pero los resultados económicos de 50 años de inversiones en ese capital humano han resultado desalentadores.

    Ahora Cuba debe hacer frente al importante desafío de dirigir una economía abierta, teniendo presente en todo momento su principal ventaja comparativa, es decir, la calificación de los cubanos. ¿Podrá el gobierno cubano permitir y fomentar una conducta económica capaz de producir servicios y bienes de un mayor valor agregado para finalmente llegar a convertirse en el Taiwán del Caribe, que fue una islita tropical de economía azucarera, cerca de un vecino hostil, gobernada por un partido único, con grandes dependencias militares, que brinda servicios de salud a todos y moviliza la educación en el país y a la diáspora radicada en el extranjero, transformada para llegar a ser una de las economías de más rápido crecimiento?

    La sustitución de exportaciones —según la acertada formulación de Pedro Monreal González en el capítulo 5— concede un papel preponderante al Estado en la elaboración de una estrategia para el desarrollo económico que impulse la cadena productiva así como en la búsqueda de oportunidades para una exitosa especialización en el mercado internacional que no sólo se base en cambiar de un producto básico barato a otro. La clave para la sustitución de las exportaciones no radica en diversificar exportaciones con las mismas inadecuadas posibilidades de desarrollo, sino más bien en alcanzar un valor agregado por medio de conocimientos, capacidades y tecnologías para al fin obtener el usufructo de las inversiones hechas durante 50 años en la enseñanza secundaria y superior.

    Asimismo, puede haber oportunidades de cambio capaces de reanimar la agricultura cubana. La quiebra de la industria azucarera podría revertirse haciendo hincapié en que el principal producto es la caña, y no sólo el azúcar, tratando así de producir otras fuentes de energía (de mayores rendimientos que, digamos, el maíz); bebidas que incluirían, pero no se circunscribirían, al ron; cartón, papel y otros productos que Cuba ha elaborado en otros tiempos, incluso desde antes de 1959. Más importante aún resulta observar en el capítulo 6 la manera en que Anicia García demuestra cómo la producción agropecuaria y las exportaciones aumentarían muchísimo si se pasara a una combinación de productos diferente a la que hasta ahora ha caracterizado a la agricultura cubana, prestando mayor atención a cosechar los avances tecnológicos y los beneficios alcanzados en materia de capital humano. Un viraje de esa índole resultaría muy sensato independientemente de cualquier cambio en las futuras relaciones de los Estados Unidos y Cuba.

    Ese futuro halagüeño no se hará realidad a menos que Cuba restablezca el equilibrio macroeconómico. El alejamiento de la dualidad monetaria es uno de los componentes de este objetivo más abarcador de la política macroeconómica, pero en el corto a mediano plazos se hace sumamente difícil de alcanzar en un entorno económico de lento crecimiento y en medio de crecientes presiones inflacionarias de las importaciones y de cambios en la economía interna a los que durante mucho tiempo el gobierno cubano ha dado la seductora denominación de liberación de precios. A su vez, los nuevos precios estimulan a los productores a mejorar el rendimiento agrícola, la calidad y productividad de la agricultura y fomentan un trabajo de alta calidad en el seno de la fuerza laboral. El gobierno cubano también está interesado en restablecer el prestigio del sistema bancario del país, víctima de la decisión adoptada en 2009 de interrumpir los pagos a acreedores internacionales y socios comerciales. Ese prestigio sería mayor si el Banco Central de Cuba permitiera que el valor del CUC oscilara o flotara (dentro de límites establecidos por el Banco), en respuesta a las condiciones del mercado, y siguiera sosteniendo el valor del peso a fin de proteger a los numerosos cubanos cuyos ingresos son fundamentalmente en esa moneda (véase capítulo 5, de Pavel Vidal Alejandro). Desde un inicio el CUC se concibió como la respuesta monetaria y cambiaria de Cuba a la participación en los mercados internacionales, por lo que el gobierno y el Banco Central podrían regresar a esas prácticas.

    Las posibilidades de que Cuba logre un avance económico importante bajo el actual régimen político mejorarían sobremanera si el país aprendiera de sus iguales en el Asia oriental—China y, sobre todo, Vietnam—. Vietnam luchó una larga y enconada guerra contra los Estados Unidos y estuvo sujeta a numerosas sanciones estadunidenses, en una experiencia muchísimo más desafortunada que la sufrida por Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos. Vietnam cuenta con una amplísima diáspora que durante mucho tiempo guardó inmenso rencor al Partido Comunista y al régimen político, pero que con el tiempo llegó a ser uno de los motores destinados a financiar el crecimiento económico del país. Tanto China como Vietnam transformaron sus economías. Ambos países preservaron la función esencial del Estado en la planeación indicativa estratégica proporcionando y dirigiendo incentivos y estableciendo prioridades, aunque los precios del mercado llegaron a regir las relaciones entre las empresas y con las personas físicas (véase capítulo 7, de Omar Everleny Pérez Villanueva).

    Sea como fuere, tanto en China como en Vietnam la reactivación agropecuaria desempeñó un papel fundamental en la generación del crecimiento económico. Se desmantelaron empresas estatales subvencionadas —proceso que duró unos cuantos años— mediante cierres, transformación de cooperativas en empresas mixtas o por medio de la privatización. La legislación permitía varios tipos de propiedad, incluida la propiedad privada individual, como instrumentos adecuados para la producción y organización de la economía. Las inversiones internacionales en gran escala fueron acogidas con beneplácito. Se reorganizaron las instituciones del gobierno y se cambiaron los fundamentos del sistema financiero. La financiación de empresas por parte del Banco Mundial revistió una importancia especial. Estas recetas nos permiten llegar a varias conclusiones, a saber, que Cuba:

    i) debe remplazar las exportaciones de playa y puro músculo por las exportaciones de cerebros, pues debe cosechar 50 años de inversiones en materia de capital humano con miras a poner en relieve actividades económicas de alto valor agregado en una economía abierta, y por consiguiente, las políticas de incentivos también deberán cambiar;

    ii) mantiene una ventaja comparativa en algunos aspectos de la producción agropecuaria, y debe utilizar la calificación de los cubanos en nuevas formas de gestión y tecnologías aplicadas en la agricultura;

    iii) debe recuperar el equilibrio macroeconómico, restablecer el prestigio del sistema bancario y autorizar la flotación controlada del peso convertible, y

    iv) debe aprender de sus iguales, como Vietnam y China, quienes han obtenido resultados positivos; con ello podría crear un nuevo modelo económico, lleno de confianza y osadía.

    III. DESAFÍOS SOCIALES

    Por difíciles que se hayan vuelto los desafíos económicos de Cuba, los sociales son igualmente motivo de preocupación. El derrumbe económico ocurrido en el decenio de 1990, la restringida apertura del mercado cubano durante los 20 años posteriores al fin de las relaciones con la Unión Soviética así como el predecible aunque inesperado efecto de las políticas oficiales propiciaron una importante movilidad social en Cuba. La movilidad social entraña que algunas personas han podido mejorar sus condiciones económicas de manera notoria, mientras que las de otros se han deteriorado de igual modo a partir de sus vivencias durante la década de 1980. Hubo una disminución general en los empleos estatales, en la industria, la agricultura y en el trabajo manual. Se produjo un aumento en el trabajo no estatal, en los empleos de oficina y en el sector servicios. Se amplió la disparidad en materia de género, raza e ingresos, y les fue mejor a los hombres, a los blancos y a quienes tenían acceso al CUC por trabajar en el sector turístico, las empresas mixtas o por tener familiares que envían remesas. Habida cuenta de que la movilidad ascendente fue más notoria en el sector privado y éste siguió siendo muy reducido durante el primer decenio del siglo, los resultados obtenidos a partir de los noventa entrañan que la movilidad social descendente fue la que prevaleció. A medida que se ampliaba la desigualdad, la idea misma de disparidad se hizo problemática y omnipresente en la sociedad porque la mayoría de los cubanos siguieron valorando la igualdad como un objetivo valedero para toda la sociedad. Asimismo apreciaban mucho la educación, y en ocasiones daban por sentado que la posición de una persona culta en la sociedad era superior, a pesar de tener menos ingresos en CUC (véase capítulo 8, de Mayra Espina Prieto y Viviana Togores González).

    En esta nueva Cuba la estructura social se ha transformado. El Estado se ha vuelto menos confiable a la hora de abordar la situación microeconómica de las personas. La familia ahora conforma las vías de movilidad social y cobra nueva importancia económica. La política social de Cuba no está bien preparada para abordar esos cambios. Ha seguido brindando iguales subvenciones a personas cultas y a las de escasa escolaridad, la misma libreta para abastecerse de alimentos y artículos de primera necesidad a quienes tienen altos o bajos ingresos, y no se ha concentrado en las necesidades de los más pobres como beneficiarios particulares de las políticas sociales y nacionales, porque ha seguido funcionando a partir de la hipótesis de que todos los cubanos están en la misma situación. Sin embargo, las condiciones económicas de los cubanos comunes y corrientes los hace mucho más desiguales que durante los decenios de los sesenta a los ochenta, cuando la Unión Soviética sufragaba muchas políticas sociales del país. En la Cuba de hoy una política social eficiente ha de centrarse en aquellos que necesitan apoyo. Una política de ese tipo resultaría muy eficaz si estuviera al servicio de los más pobres; ahora Cuba no puede permitirse el lujo de subvencionar a quienes tienen una posición acomodada.

    Los desafíos sociales de Cuba también se muestran a todo lo largo y ancho del territorio nacional. En la actualidad, al igual que durante casi toda la historia, las provincias orientales del país muestran resultados muy inferiores de acuerdo con el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas y otros indicadores afines. Las diferencias en las condiciones sociales entre los distintos territorios cubanos se habían reducido de manera notoria a partir del decenio de los sesenta, pero volvieron a ampliarse a raíz de la crisis y otros cambios iniciados en el decenio de los noventa. Estas grandes desigualdades se hacen evidentes entre provincias, y a veces entre municipios de una misma provincia. Entretanto, Cuba se ha convertido en un país abrumadoramente urbano en todo el territorio nacional, pero la Cuba rural aún está en una situación de desventaja social en cuestiones de importancia.

    La dimensión espacial de las discrepancias referidas a la movilidad social de hoy se nota en los graves problemas de la vivienda. Durante los últimos decenios del siglo XX, Cuba logró impresionantes resultados al garantizar el acceso al agua potable y la electricidad en la mayoría de las viviendas. Sin embargo, a partir de 1990, la certeza de contar con energía eléctrica en todo el país se tornó en incertidumbre. No obstante, el problema más imperecedero y difícil de resolver ha sido la deficiente calidad de las viviendas y su deterioro debido a la falta de mantenimiento. El antiguo déficit de viviendas empeoró durante las décadas de 1990 y 2000 debido a la disminución de las reparaciones y de nuevos proyectos de construcción. De igual modo, la calidad de las viviendas pasó a ser un nuevo indicador de diferencias sociales y propició la segmentación del espacio en clases sociales (véase capítulo 9, de Lucy Martín y Lilia Núñez).

    Los resultados clave obtenidos son los siguientes: i) la movilidad social ascendente y sobre todo la descendente caracterizaron la experiencia cubana a partir de 1990 y dieron nueva forma a la estratificación social del país; ii) las mujeres, los cubanos de piel más oscura y los viejos que siguen viviendo en zonas rurales y en las provincias orientales han tenido los peores resultados; iii) la situación de la vivienda ha sido, y aún es, deplorable para el cubano medio; por ende, iv) las desigualdades entre las personas han aumentado y las desigualdades entre territorios también se han agudizado; sin embargo, v) los cubanos siguen valorando la igualdad, y exaltan y creen en la validez de la educación.

    IV. ACTUALIZACIÓN DE LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS DEL GOBIERNO CUBANO

    En septiembre de 2010 el Partido Comunista de Cuba dio a conocer las nuevas propuestas económicas que se debatirían en abril de 2011 durante el VI Congreso.¹ Este nuevo marco de la política económica se denomina oficialmente actualización del modelo existente, y no reforma o transición. Pide una amplia apertura a las actividades económicas no estatales y confianza en ellas, pero rehúye hablar de empresas privadas. Alaba la posibilidad de que las cooperativas tomen la iniciativa en la reactivación de la economía y que la descentralización de las operaciones y demás actividades realizadas en el nivel local mejoren la situación. No obstante, las cooperativas siguen funcionando con onerosos trámites reglamentarios, y los mecanismos de descentralización aún son imprecisos. El nuevo programa económico propone cerrar las empresas que requieran subvenciones del gobierno para sobrevivir. Amplía las opciones de trabajo por cuenta propia, incluida la contratación de personal sin vínculos familiares, pero se abstiene de abrazar el modelo de pequeñas y medianas empresas privadas. Compromete al Estado en la sustentación y defensa de los derechos de propiedad intelectual en el ámbito económico. A veces es tan minucioso como para recomendar el aumento de las exportaciones de langosta y camarón, pero guarda un inquietante silencio acerca del papel del gobierno de los Estados Unidos respecto del pasado y el futuro de la economía cubana.

    El nuevo programa económico recoge muchos principios del mercado, pero también afirma el principio de la fijación centralizada de los precios de muchos productos y servicios. No ondea la bandera de la igualdad, aunque exige a los ciudadanos reconocer que el igualitarismo no es socialista y constituye un obstáculo para obtener mejores resultados económicos. Se compromete a eliminar la libreta de abastecimiento, a despedir a los empleados del gobierno que formen parte de plantillas infladas e incluso a suspender la subvención de los comedores obreros. Debe recompensarse a las personas de acuerdo con la calidad y cantidad de esfuerzo puesto en el trabajo individual.

    En algunos sentidos, durante el VI Congreso del Partido la atmósfera de Cuba auguraba perspectivas de cambio. A principios del decenio de los noventa se autorizó la apertura de mercados, pero en aquella ocasión el presidente Fidel Castro aclaró que detestaba autorizar los cambios que se veía obligado a hacer. Con anterioridad se había destituido a funcionarios acusados de ineptitud o corrupción, tal como ocurrió durante la Rectificación de Errores ocurrida a mediados del decenio de los ochenta, pero esos despidos formaban parte del proceso de recentralización política y ojeriza al mercado. Antes de la celebración del congreso, el presidente Raúl Castro y sus colaboradores dejaron bien claro que destituirían a los corruptos e ineptos y también a quienes obstaculizaran la apertura al mercado. Por vez primera en 50 años la alta dirigencia del país parecía estar lista para optar por una actualización del modelo económico relacionado con el mercado.

    En 2011 hubo otras razones para creer que los dirigentes cubanos tenían intenciones de seguir ese rumbo. El gobierno de Raúl Castro había sido un factor decisivo en varias esferas de la política económica y social. Consideremos algunos ejemplos:

    i) Desde que asumió la presidencia, Raúl Castro ha ido sustituyendo de manera paulatina y sistemática a casi todos los miembros del Consejo de Ministros heredados de su hermano así como a muchos otros funcionarios que ocupaban puestos clave a todo lo largo y ancho del país.

    ii) A fines de 2006 puso fin a las movilizaciones conocidas como Batallas de Ideas, que desde 1999 habían respondido de manera improvisada e irreflexiva a problemas concretos, y en 2008 desmontó la organización ministerial responsable de tales campañas de despilfarro e incompetencia.

    iii) En diciembre de 2008 la Asamblea Nacional enmendó la ley de jubilación y aumentó cinco años a la edad de retiro de hombres y mujeres —decisión tan difícil de promulgar en Cuba como en cualquier otra parte del mundo—.

    iv) El gobierno de Raúl Castro dio marcha atrás a una política de larga data que obligaba a los estudiantes de secundaria a estudiar en escuelas fuera de su ciudad, aduciendo que eso ahorraría recursos. Los jóvenes cubanos pueden ahora permanecer en casa mientras asisten a la escuela secundaria.

    v) Si los resultados no son aceptables, no hay protección para las vacas sagradas. Con justeza Cuba se enorgullece del sistema de salud, pero no todo funciona a pedir de boca. En 2011 los tribunales impusieron fuertes condenas a los altos directivos del hospital psiquiátrico nacional por flagrante mala administración y conducta criminal.²

    Sin embargo, no todos los indicios apuntaban a cambios provechosos. Consideremos dos ejemplos de graves limitaciones en el proceso de actualización económica. En primer lugar, las posibilidades de empleo por cuenta propia como una vía para realizar actividades no estatales son muy limitadas. El gobierno cubano podía haber liberado la reglamentación de una amplia gama de actividades económicas, con excepción de algunas esferas restringidas, pero decidió hacer las cosas de otro modo. En lugar de ello, sólo autorizó 178 actividades por cuenta propia, designadas de manera explícita. Por ejemplo, autorizó el trabajo por cuenta propia de una pareja de baile estilo Benny Moré y de la agrupación musical Los Mambises. De ese modo dejó bien claro que cualquier otra agrupación musical debía solicitar una dispensa precisa. Asimismo, el gobierno autorizó el trabajo por cuenta propia de profesores de arte y música así como de profesores de mecanografía, taquigrafía e idiomas. Con ello, hizo patente que otro tipo de enseñanza no estatal continuaba prohibida. De igual modo autorizó el trabajo por cuenta propia de repasadores que revisaran los deberes escolares, pero no lo autorizó en

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1