Un verano con Baudelaire
()
Información de este libro electrónico
Con un estilo llano y elegante, Compagnon nos presenta una panorámica fascinante del hombre, del crítico, del dandy, del amante de la fotografía. Deshoja Las flores del mal con una mirada llena de respeto por las contradicciones del poeta maldito del spleen, que en una carta dirigida a su madre en julio de 1857 escribió: "Me lo niegan todo, la inventiva e incluso el conocimiento de la lengua francesa. […] Yo sé que este volumen, con sus virtudes y sus defectos, se abrirá camino en la memoria del público letrado, junto a las mejores poesías de Victor Hugo, de Théophile Gautier e incluso de Byron".
Un verano con Baudelaire, tan sensible y profundo como accesible, pone en perspectiva aquellas palabras y la confirmación de esa visión de futuro.
Relacionado con Un verano con Baudelaire
Libros electrónicos relacionados
La barbarie ordinaria: Musica en Dachau Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El amor y la peste: Una historia de pasión y deseo en tiempos de epidemia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi Dios no ve Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn amor al alba: Élisabeth Barillé Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuando Vips era la mejor librería de la ciudad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVida veneciana Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Menos que uno: Ensayos escogidos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Con Stendhal Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El soñador errante: De viaje con Pierre Loti Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDesde los bosques nevados Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBreviario provenzal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuadernos (1894-1945) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEstación de cercanías: Diario 2012-2014 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl hombre de la bata roja Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCelebración de París: Lugares y gentes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFrancisco Umbral: Memoria(s): entre mentiras y verdades Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCalle La Boétie 21 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMás intervenciones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesStrindberg: August Strindberg: Escritor, pintor y fotógrafo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUtopía y desencanto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El innombrable Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDiarios. A ratos perdidos 1 y 2: A ratos perdidos 1 y 2 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Yo nací con la infamia: La mirada vagabunda Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGeorge Steiner en The New Yorker Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Bebuquin: O los diletantes del milagro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPeregrinos de la belleza: Viajeros por Italia y Grecia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Así que pasen treinta años: Historia interna de la poesía española contemporánea (1950-2017) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMoral barroca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl tiempo reversible Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMalos pensamientos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Biografías literarias para usted
No leer Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La enfermedad de escribir Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cautivado por la Alegría Calificación: 4 de 5 estrellas4/5¿Cómo habla un líder?: Manual de oratoria para persuadir audiencias Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Gabriel García Márquez. No moriré del todo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesConfesión Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hemingway en 90 minutos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La lucha contra el demonio Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Gabriel García Márquez. Nuevas lecturas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones100 Lecciones de vida de los grandes escritores Calificación: 5 de 5 estrellas5/5William Blake Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Yo, Asimov. Memorias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlbert Camus: Del ciclo de lo absurdo a la rebeldía Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Julio Cortázar, una biografía revisada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El valor de las buenas relaciones: 18 relatos sobre liderazgo y transformación personal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¿Al diablo con el amor?: Cómo hacer para que un amor imperfecto se transforme en perfecto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La ciudad y los perros. Biografía de una novela Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Cuando el mundo gira enamorado: Semblanza de Viktor Frankl Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tu propia proyección Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEn 90 minutos - Pack Literatos 1: Borges, Nabokov, James Joyce, Hemingway, Beckett y García Márquez Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Gozo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La hermana menor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5G.K. Chesterton: Sabiduría e inocencia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La lucha contra el demonio: (Hölderlin - Kleist - Nietzsche) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Albert Camus, de la felicidad a la moral: Ensayo de elucidación ética de su obra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPablo Neruda y Matilde Urrutia. La eterna amante del capitan Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tolstói en 90 minutos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La búsqueda de un sueño (A Dream Called Home Spanish edition): Una autobiografía Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El humor de Borges Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La utilidad del deseo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Categorías relacionadas
Comentarios para Un verano con Baudelaire
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Un verano con Baudelaire - Antoine Compagnon
Antoine Compagnon
Un verano
con Baudelaire
Traducción de Pablo Krantz
Cet ouvrage, publié dans le cadre du Programme d’aide à la publication Victoria Ocampo, a bénéficié du soutien de l’Institut français d’Argentine.
Esta obra, publicada en el marco del Programa de ayuda a la publicación Victoria Ocampo, cuenta con el apoyo del Institut français d’ Argentine.
Diseño de tapa: Stéphane Rozencwajg.
Foto de solapa: Derechos Reservados
Traducción: Pablo Krantz
Título original: Un été avec Baudelaire
© Éditions des Équateurs/France lnter, 2015
© Libros del Zorzal, 2020
Buenos Aires, Argentina
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11723
Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra, escríbanos a:
Asimismo, puede consultar nuestra página web:
Índice
Ayer era verano
| 5
1 Madame Aupick | 9
2 El realista | 12
3 El clásico | 15
4 El mar | 18
5 Un farol oscuro | 21
6 La procrastinación | 25
7 Spleen | 29
8 Acerca del vituperio | 32
9 El espejo | 35
10 París | 38
11 Genio y tontería | 41
12 Pérdida de aureola | 44
13 La transeúnte | 47
14 Delacroix | 50
15 El arte y la guerra | 53
16 Manet | 56
17 Acerca de la risa | 59
18 Modernidad | 62
19 Bello, extraño, triste | 65
20 1848 | 68
21 Socialista | 72
22 Dandy | 75
23 Las mujeres | 79
24 El católico | 83
25 Los diarios | 86
26 Bella conspiración por organizar
| 89
27 La fotografía | 92
28 El barro y el oro | 95
29 Extravagante esgrima | 99
30 Acertijos entre los desechos | 102
31 Moraleja desagradable | 105
32 Banalidades | 109
33 Mariette | 113
Ayer era verano
¿Qué podría resultar más descabellado que un verano con Baudelaire? Eso debe haber pensado sin duda más de un conocedor de Las flores del mal. En efecto, el verano no fue precisamente la estación preferida de nuestro poeta.
¿Quién le cantó al verano, entonces?
El mediodía, rey del verano, desparramado sobre la
/ llanura,
cae como manto de plata desde las cimas del cielo azul.
Esos versos son de Leconte de Lisle, nacido en la isla Borbón en medio del océano Índico, y no de Baudelaire, nacido en París en la estrecha rue Hautefeuille.
Baudelaire fue el poeta del crepúsculo, de la sombra, la añoranza y el otoño. Canto de otoño
, musicalizado por Gabriel Fauré y citado en varias ocasiones por Proust, sigue siendo uno de los poemas más memorables de Las flores del mal:
Pronto nos sumergiremos en las frías tinieblas;
¡adiós, intensa claridad de nuestros veranos tan breves!
Ya oigo caer al son de fúnebres golpes
la leña estrepitosa sobre el empedrado de los patios.
Con el final del otoño, regresa el tiempo de la memoria y la imaginación, del spleen y la melancolía, capacidades y sentimientos inseparables de nuestra percepción de Baudelaire:
Acunado por esos golpes monótonos, me parece
que clavan a toda prisa un ataúd en alguna parte.
¿Para quién? Ayer era verano; ¡ha llegado el otoño!
Y ese ruido misterioso suena como una partida.
Amo de tus vastos ojos la luz verdosa,
mi dulce belleza, pero hoy todo me resulta amargo,
y nada, ni tu amor, ni la alcoba, ni la chimenea,
me hace olvidar el sol resplandeciente sobre el mar.
Encontramos aquí una suerte de nostalgia eterna del sol sobre el mar, del sol del mediodía en verano. ¿Existe acaso algo más huidizo que el estío? Cuando se va, ya solo queda por doquier el sol poniente, ese símbolo de la decadencia tan celebrado por Baudelaire, el momento del claroscuro o la semioscuridad, el crepúsculo del anochecer mucho más que el del alba:
Amante o hermana, sé como la dulzura efímera
de un glorioso otoño o de un sol poniente.
Baudelaire asocia a la mujer amada con la caída de la noche o el amanecer y en sus poemas privilegia siempre las demás estaciones:
¡Oh, finales de otoño, inviernos, primaveras empapadas
/ de barro,
adormecedoras estaciones! Yo os amo y os alabo.¹
Hablar de Baudelaire en verano resultaría, entonces, un reto más desmesurado y un proyecto aún más absurdo que evocar a Montaigne o a Proust. Baudelaire, que conoció el sol cuando su padrastro, para encarrilarlo, lo envió a los mares del sur a los 20 años, pegó media vuelta al llegar a la isla Borbón y regresó velozmente a la orilla norte de la isla Saint-Louis para ya nunca más abandonar París, excepto durante algunas escasas estadías en casa de su madre, retirada en Honfleur, y durante su último y desastroso exilio en Bruselas.
Un otoño con Baudelaire hubiera sido quizá más apropiado: una temporada muerta en la que los días se acortan y los gatos se acurrucan junto al fuego. Para peor, dos o tres factores agravaban el desafío.
En primer lugar, mi libro Un verano con Montaigne alcanzó un éxito inesperado, en la radio y luego en las librerías, pues los oyentes de France Inter, y después los lectores del libro que compiló aquellos programas del verano de 2012, decidieron respaldar al autor de los Ensayos. La vara estaba muy alta y provocaba aprensión. Dos años más tarde, al retomar el micrófono a pedido de Philippe Val y Laurence Bloch, no se trataba de hacerlo mejor, sino al menos de no decaer demasiado, no decepcionar tanto.
Por otra parte, Baudelaire resulta un tema mucho más riesgoso que Montaigne. Este último nos gusta por su franqueza, su moderación y su modestia, su benevolencia y su generosidad. Es un amigo, un hermano, porque era él, porque era yo
,² y es autor de un solo e inmenso libro que conservamos gustosos en nuestra mesa de luz, del que cada noche releemos algunas páginas para vivir mejor, más sabia y humanamente. Mientras que el poeta de Las flores del mal, y más aún el de El spleen de París, es un hombre herido y amargo, un cruel polemista, un loco genial, un agitador de insomnios.
Su obra es múltiple y dispersa: poemas en verso y en prosa, crítica de arte y crítica literaria, fragmentos íntimos, sátiras y panfletos. La justicia del Segundo Imperio lo condenó. Sus contemporáneos nos transmitieron numerosas anécdotas sobre sus excentricidades. Si bien al final de su vida existió una escuela Baudelaire
—lo que lo irritaba bastante—, hubo que esperar mucho hasta que su obra fuera enseñada en las escuelas e incluso hoy, cuando los estudiantes secundarios descubren algunos de sus poemas en verso o en prosa, quedan perturbados por un buen tiempo. En muchos sentidos, Baudelaire es nuestro contemporáneo, pero algunas de sus opiniones —sobre la democracia, las mujeres o la pena de muerte, por ejemplo— nos parecen chocantes, incluso escandalosas.
Y, por último, un tono de gran familiaridad convenía perfectamente a la hora de hablar de Montaigne. Decidí abordar a Baudelaire con el mismo espíritu, a saltos y brincos
,³ sin intentar decirlo todo, buscando no necesariamente hacer amar a un hombre que no pedía ser amado, sino al menos impulsar a cuantos sea posible hacia las librerías para que vuelvan a encontrar el camino de Las flores del mal y El spleen de París.⁴
1
Madame Aupick
No he olvidado, en las inmediaciones de la ciudad,
nuestra blanca casa, pequeña pero tranquila;
su Pomona de yeso y su vieja Venus
en una arboleda enclenque ocultaban su desnudez,
y el sol, al atardecer, desbordante y soberbio,
detrás del cristal en que su haz se quebraba,
parecía, como un gran ojo abierto en el cielo curioso,
contemplar nuestras cenas largas y silenciosas,
derramando generosamente sus bellos reflejos de cirio
sobre el frugal mantel y las cortinas de sarga.⁵
¿Por qué comenzar de buenas a primeras con este pequeño poema sin título de Las flores del mal, casi siempre olvidado? Porque el mismo Baudelaire le tenía un cariño especial, y porque es uno de los más personales, los