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COMUNICACIÓN Y CULTURA: Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital
COMUNICACIÓN Y CULTURA: Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital
COMUNICACIÓN Y CULTURA: Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital
Libro electrónico235 páginas3 horas

COMUNICACIÓN Y CULTURA: Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital

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La presente obra reúne una serie de ensayos en torno a los debates de actualidad con el fin de plantear discusiones de vanguardia. Los ensayos que componen la obra contribuyen a reflexionar sobre la comunicación en términos de los textos que circulan, así como de sus efectos y reacciones. En este nivel, la comunicación se ubica dentro del campo de
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9786074177008
COMUNICACIÓN Y CULTURA: Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital
Autor

Maricela Portillo

Maricela Portillo es doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Autónoma de Barcelona, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y Ex-presidenta de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC). Es coordinadora del grupo de trabajo en Estudios de Juventud y Comunicación de la misma asociación. Julia Palacios es doctora en Historia por la Universidad Iberoamericana. Especialista en el tema de la música, ha sido Presidenta de la Rama Latinoamericana de la International Association for the Study of Popular Music, IASPM. Dentro de sus líneas de investigación se encuentran: Historia de los Medios; Entretenimiento, Comunicación y Sociedad; Historia del rock en México; Cultura popular del rock.

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    COMUNICACIÓN Y CULTURA - Maricela Portillo

    Imagen de Portada

    Comunicación y cultura

    Maricela Portillo

    Julia Palacios

    (coordinadoras)

    Comunicación y cultura.

    Perspectivas para la reconfiguración de identidades, nuevas disputas por el poder, consumos e industrias culturales en tiempos de convergencia digital

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    Índice de contenido

    Portadilla

    Legales

    Introducción

    Crítica de la Comunicación y de la Economía Política de Internet en tiempos de globalización neoliberal

    Las tecnologías de la comunicación y el desafío del diario vivir

    La divulgación de la ciencia en la radio universitaria: el caso de Semillas de Ciencia

    Imágenes culturales de los jóvenes en las pantallas

    Gustos, preferencias y soportes del consumo cultural de la población infanto-juvenil de la Ciudad de México

    Te pareces tanto a mí, Juan Gabriel: construcción de una identidad multicompartida

    La jaula digital: derechos humanos y libertades públicas en la era del mercado aumentado

    Fotografía documental en México en la era digital: una propuesta para trabajar con cerebro de artista y ojos de cronista

    Arte documental, narrativa transmedia e intervención social: inventario de proyectos 2010-2016

    El largometraje documental Presunto culpable (2011): de las especificidades cinematográficas y las barreras de sentido

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2020 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Primera edición: 2020

    ISBN: 978-607-417-700-8

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México

    Digitalización: Proyecto451

    INTRODUCCIÓN

    Maricela Portillo

    Julia Palacios

    Continuar la reflexión sobre la comunicación y la cultura en América Latina

    En este libro presentamos una propuesta de reflexión teórico-metodológica para pensar la identidad y el poder en el marco de la transformación que ocurre en torno a los consumos y las industrias culturales en América Latina. Esta discusión resulta del interés de la línea de investigación sobre Comunicación y Crítica de la Cultura que está inserta en el Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana. El objetivo de la línea es el estudio de la comunicación en el amplio contexto de la cultura. Nos interesa analizar la problemática de la comunicación en relación con el poder, la ideología, la imagen, las nuevas narrativas audiovisuales, el discurso, las identidades, el cuerpo, el espacio, las representaciones, los imaginarios y las prácticas sociales. Algunos de los objetivos que nos planteamos para impulsar el trabajo colectivo que presentamos en este libro tienen que ver con la reflexión sobre la reconfiguración de la producción cultural, los formatos y el reacomodo de las industrias culturales en una dinámica global-local, con el análisis de las nuevas formas de apropiación, consumo y resignificación de los artefactos y objetos culturales, y con la problematización de los nuevos modos de vida de los espacios urbanos que han generado, a su vez, otros modos de vida, prácticas simbólicas y estilos de convivencia particulares. Esta línea desarrolla un eje de reflexión que ha sido histórica dentro del Departamento de Comunicación de la Ibero, y que fue pionero de los estudios de comunicación no sólo en México sino en América Latina. Desde aquí se han impulsado los estudios sobre recepción, radio indigenista, migración, ecología mediática, jóvenes, estudios sobre género y comunicación, deporte, pobreza, desigualdad, etcétera. Es relevante su investigación desde la Ibero en estos momentos en que las temáticas antes referidas tienen una incidencia social muy clara. Apostar por esta mirada resulta fundamental. Para llevar a cabo la reflexión, invitamos a varios colegas de nuestro departamento que participan de la línea; así como a connotados investigadores de América Latina y España que trabajan alrededor de las problemáticas que atañen a la misma línea.

    El capítulo con el que abre este libro, escrito por César Bolaño, lleva por título Crítica de la comunicación y de la economía política de Internet en tiempos de globalización neoliberal, actualiza la discusión en torno al control y la reproducción de las relaciones sociales de dominación desde la perspectiva de la economía política crítica, y asume que en el nuevo entorno digital se profundiza el control y la dominación, más que la democratización de la comunicación y la cultura. El segundo capítulo, Las tecnologías de la comunicación y el desafío del diario vivir, de Rosario Sánchez Vilela, analiza la apropiación de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana. De manera puntual, evalúa la implementación de las políticas públicas uruguayas. El tercer capítulo, La divulgación de la ciencia en la radio universitaria: el caso de Semillas de Ciencia, se aboca a la reconstrucción de la historia y el papel de las radios universitarias en España y América Latina. El caso de estudio se enfoca en uno de los mayores desafíos de la universidad: la divulgación científica como espacio estratégico para construir una ciudadanía crítica y participativa.

    Los siguientes dos capítulos analizan las relaciones jóvenes-medios de comunicación y jóvenes-consumos culturales. El primero, titulado Imágenes culturales de los jóvenes en las pantallas, de Maricela Portillo, se ocupa en analizar la imagen que de los jóvenes construye la televisión mexicana y, cómo a partir de ahí, negocian sus identidades. El segundo, Gustos, preferencias y soportes del consumo cultural de la población infanto-juvenil de la Ciudad de México, artículo escrito por Vivian Romeu y Maylen Alvarez, explora los gustos y consumos culturales de los niños y jóvenes de la Ciudad de México.

    Por otra parte, en el capítulo siete, Julia Palacios discute la identidad del mexicano a partir del análisis del cantante Juan Gabriel. Ubicada en los estudios de la cultura popular, la autora reflexiona acerca de la conexión entre la personalidad de este personaje y su música con las generaciones de mexicanos que se identificaron con sus letras, lo que nos habla de ciertas matrices culturales que interpelan desde un determinado lugar a una colectividad.

    En el octavo capítulo, a partir de una perspectiva crítica, Bernardo Díaz Nosty cuestiona los efectos de la aceleración tecnológica sobre las relaciones de poder, la organización social y la soberanía. Puntualmente, explora la articulación entre memoria, identidad y tecnología.

    Los últimos tres capítulos constituyen un grupo de trabajos donde se interpela la relación entre arte y tecnología. El capítulo ocho, titulado Fotografía documental en México: entre el periodismo y el arte, de Sergio Rodríguez Blanco, problematiza los pliegues entre fotografía y violencia, y reflexiona sobre sus múltiples implicaciones en la era digital. Allí se vislumbra el poder de la fotografía articulada con la viralización propia de las redes sociales. A su vez, en el capítulo nueve, Intervención urbana a través del documental, de Pablo Martínez-Zárate, se presenta un inventario de proyectos de arte visual y narrativas transmedia que tienen la intención de intervenir socialmente. Finalmente, en el último capítulo, "Del largometraje al documental Presunto Culpable y las barreras de sentido", de Alberto Cabañas, se explora el reflejo cinematográfico de la descomposición social, a partir del caso expuesto en la película en cuestión.

    Esperamos que esta obra abone a la discusión sobre la comunicación y la cultura, línea de investigación sobre la cual hemos trabajado en el Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana, y desde donde pretendemos seguir dialogando con nuestros colegas en la región.

    Ciudad de México, febrero de 2019.

    Crítica de la Comunicación y de la Economía Política de Internet en tiempos de globalización neoliberal

    César Bolaño

    Universidad Federal de Sergipe (UFS), Brasil

    Mi reflexión se sitúa en el marco de una economía política de la comunicación y de la cultura, entendida como paradigma alternativo general, cuya tarea es realizar, en el campo de la comunicación, la crítica inmanente que Karl Marx llevó a cabo originalmente en el campo de la economía política, lo que significa: crítica de la realidad y del pensamiento sobre la realidad, o sea, en nuestro caso, crítica de la comunicación y del pensamiento comunicacional, aunque no insistiré en esta segunda por ahora.

    Sabemos que el campo académico de la comunicación se ha constituido sobre la misma base y que sirve a los mismos propósitos que los estudios del desarrollo, en un momento fundamental de constitución de una cultura global que es parte de la consolidación de la hegemonía de Estados Unidos, a partir de la Segunda Guerra Mundial. El cambio pasa, como lo explicita David Harvey, por la superación de la forma de integración social típica de los imperialismos nacionales europeos, en que un racismo, científicamente fundamentado, promueve la identificación de las clases obreras del centro con una especie de destino civilizador que la ideología decimonónica de progreso sedimenta.

    La superación de los imperialismos nacionales europeos y del sistema colonial es una necesidad de vida o muerte para la nueva división del poder global bajo el comando de la potencia norteamericana. Así, la nueva forma de integración social en el centro se dará ahora por el consumo, sobre la base de una cultura material unificada, siguiendo las tendencias abiertas en la transición del siglo XX hacia un sistema que Antonio Gramsci, en su época, denominó justamente americanismo y fordismo. Celso Furtado, además de entender claramente el cambio representado por la referida unificación cultural en el centro y las consecuencias de su difusión a nivel global, no dejará de explicitar el papel ideológico del concepto de desarrollo, sucedáneo en el siglo XX, de la ideología del progreso del siglo XIX.

    La escuela francesa de la regulación, por su parte, se apropió del concepto gramsciano de fordismo y lo desarrolló en paralelo al de modo de vida, de André Granou, con lo que avanzó la idea de modo de regulación, que se configura por la articulación, en síntesis, entre modo de producción y modo de consumo. La solución sólo tiene sentido metodológicamente, a mi juicio, como concepto operativo, en el capitalismo monopolista y, más específicamente, en ese periodo de refundación del sistema o, mejor dicho, de consolidación de los importantes cambios estructurales, iniciados ya en la transición del siglo XX, y de construcción de los instrumentos de regulación global posterior a la catástrofe de la primera mitad de la década de 1940.

    Personalmente, he preferido utilizar, en mi trabajo más conocido, el concepto de padrón de desarrollo del estructuralismo histórico latinoamericano; señalo, no obstante, la semejanza con la idea de modo de regulación, y agrego el tema de la comunicación. Así, para ir directo al punto, en la posguerra se constituye un sistema global en que se reconoce la autonomía de cada Estado en las telecomunicaciones, consideradas materia de soberanía nacional, en una situación además en la que, a nivel práctico, no había muchas dudas respecto al carácter de monopolio natural del sistema.

    Excepto Estados Unidos, que adoptó el monopolio privado reglamentado, todos los demás países optaron por el monopolio estatal. En la radiodifusión, el modelo era parecido en lo que concierne al reconocimiento de la soberanía nacional y prevalecían dos tipos de organización: el monopolio público, que se dio principalmente en Europa, y el modelo de concesiones públicas al capital privado, que se desarrolló en la mayor parte de los países americanos. En todos los casos, el resultado son monopolios u oligopolios concentrados.

    En lo referente a la cultura, la producción de ficción estuvo crecientemente bajo hegemonía norteamericana, ya fuera a través de Hollywood o de la gran industria fonográfica, de la que participaron también importantes capitales europeos; con ello se formó un oligopolio internacional de la producción y distribución de mercancía cultural altamente concentrado y con gran penetración y capilaridad, muy efectivo en términos de la mundialización de la cultura pop norteamericana, que además daba margen para el desarrollo de la mercantilización de las culturas locales.

    A este sistema global de cultura, marca de la hegemonía norteamericana, se sumaba la vieja prensa —nacional o local, por supuesto, pero pautada siempre por las grandes agencias de noticias, herederas del sistema comunicacional sobre el cual se organizaba el debate público en la esfera pública burguesa clásica, de la época anterior, de los imperialismos nacionales y de la hegemonía inglesa—, ahora masificada y esterilizada, como nos recuerda Jürgen Habermas, y subordinada a los imperativos mayores del capital monopolista. En este caso ya se notaba una posición de superioridad de los intereses mercantiles en relación con los del Estado, de la publicidad sobre la propaganda, pero, en el conjunto del modo de regulación sectorial, la tensión entre capital y Estado se resolvió en un acuerdo a nivel mundial, en el que la soberanía de este último quedó preservada.

    Si quisiéramos redefinir, a partir de estas consideraciones, el modo de regulación que los franceses llaman taylorista-fordista, habría que agregar a la forma de los procesos de trabajo (montaje en línea), de consumo (de masas) y de las invariantes estructurales en general (relación capital-trabajo, forma del Estado, moneda, competencia), la estructura de la esfera pública y los mecanismos particulares que la sostienen.

    Como ya Habermas dejó claro en su trabajo clásico sobre la esfera pública, ésta, una creación de la burguesía que se estructuraba a partir del periodismo político en el capitalismo liberal del siglo XIX, será sustituida, a partir de la democratización del Estado en el XX, por la industria cultural, institución que facilitaría la manipulación de las audiencias, esterilizando el potencial revolucionario que una esfera pública masiva y crítica podría tener. La industria cultural servirá, así, desde el inicio, a propósitos de propaganda y de publicidad, de la parte del Estado y del capital monopolista, para lo cual desarrolló técnicas y conocimiento sofisticados y evidentemente efectivos, aunque, por supuesto, sujetos a la resistencia y a diferentes formas de apropiación social.

    Más que de modo de regulación, en trabajos más recientes he tratado de replantear la cuestión utilizando la idea, de Furtado, de ruptura en el plano de la racionalidad. Si volvemos al tema señalado antes, de las especificidades de la hegemonía norteamericana consolidada en la segunda posguerra, veremos que el cambio —en términos de construcción de la hegemonía, de la esfera pública centrada en la prensa y las agencias de noticias para formar un consenso con base en procesos dialógicos limitados a un grupo restringido de la población, culto y propietario, al enfoque culturalista masivo norteamericano— corresponde a la constitución de un sistema monopolista que reproduce lo que ocurre en otros ámbitos.

    Ya Marx había indicado la superioridad del capitalismo norteamericano de gran empresa, de las sociedades anónimas potenciadoras de la acumulación, en relación con el inglés. Este sistema de big business encuentra su complemento necesario en la big science, determinante del profundo cambio tecnológico que representa la Segunda Revolución Industrial, raíz del desarrollo capitalista que se dio a lo largo del siglo XX. Esto implica, por lo tanto, no sólo un salto cualitativo, como es la transición del capitalismo competitivo al monopolista y del Estado liberal al estado intervencionista keynesiano, sino también una reestructuración profunda de todo el campo científico, cuyos resultados más espectaculares —más todavía que los sistemas de ferrocarriles de la época de Marx— serían el desarrollo de la bomba atómica, la revolución verde, las telecomunicaciones, los satélites, la carrera aeroespacial, etcétera.

    En otros términos, la nueva hegemonía industrial de Estados Unidos —ya constituida mucho antes de que el país asumiera, tras la segunda posguerra, la hegemonía política en el mundo capitalista— se articulaba con la reestructuración de las ciencias a nivel internacional según el modelo norteamericano; con lo que se estrechaba todavía más la relación, fundadora del modo de producción capitalista, entre ciencia e industria.

    También las ciencias sociales se reestructuran en este sentido y asumen una función esencial en la gestión de los procesos productivos y en la regulación social en su conjunto. Entre ellas se encuentran creaciones nuevas, como las teorías del desarrollo, que se presentan, en calidad de sucedáneo de la ideología del progreso, como elemento clave de integración de la periferia, y la comunicación, en su carácter pragmático, como operador fundamental de las políticas de desarrollo. En América Latina, tanto los estudios del desarrollo como la comunicación encontraron una contraparte crítica de gran proyección internacional; primero con el estructuralismo histórico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y después con sus derivaciones, por ejemplo, las teorías de la dependencia cultural, entre otros.

    Sea como sea, la mundialización, en esas condiciones, del sistema monopolista, industrial y científico, representa una ruptura en el plano de la racionalidad, que transforma profundamente el modo de producción capitalista. Un elemento clave en todo esto

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