Nefelibata: a corazón abierto

Por Helena Escoriza

He inventado un nuevo significado para el título de este libro, porque yo creo y reinvento mi realidad.
No es más, ni menos, que mi mente creativa escribiendo lo que piensa, y a veces sin pensar lo que escribe. Sin tachar ni corregir, sin censura y, a veces, sin sentido, incluso para mí. Pero en cada una de mis páginas me encontrarás a mí. Y espero que, en alguna de ellas, te encuentres a ti.

• Idioma: Español
• Editorial: Universo de Letras
• Fecha de lanzamiento: 12 jul 2019
• ISBN: 9788417927165

Helena Escoriza

Madrid, cosecha de 1991. Una cabecita con alas y pies de plomo que escribe y respira con la misma facilidad. Si nos ponemos técnicos, digamos que es periodista, subida a la ola del mundo digital… Pero nunca se le dio muy bien eso de los «tecnicismos». Cogía las fotos de su madre, las pegaba en un cuaderno y se inventaba historias. Con el tiempo, los amores, sus consecuentes desamores, las metas y las caídas le inspiraron. Estudió periodismo por vocación. Se enamoró del periodismo y, poco después, se desenamoró. Nunca le gustó que le dijesen qué o cuándo tenía que escribir. Se especializó en marketing, y siguió escribiendo para ella, por el mundo que le inspira, por lo que le mueve por dentro. Este es su primer libro y, en sus propias palabras: «no importa dónde acabe, es mío, mi mundo, mi realidad a corazón abierto». @helenescoriza

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Secreto a voces

Guárdame el secreto,

Estás preciosa sin pintalabios, no hay ningún color más perfecto.

Estas perfecta con el pelo revuelto, no habrá mejor danza que la de tus mechones por las mejillas.

No te tapes la boca al reír, te hace única.

Créeme, en mi mundo este será un secreto a voces.

Y puestos a pedir…

Y puestos a pedir, tardes de no hacer nada y mañanas de quererlo todo.

Una loca multipolar, capaz de poner tu mundo patas arriba y un par de huevos para vivir boca abajo. Una bala perdida con metas pintadas en el aire.

Un corazón que no sea solo un aumentativo de la palabra «coraza».

Toda una vida de pequeños momentos. Azúcar en las heridas y sal para el tequila.

Vivir en la comisura de una sonrisa. Hipotecar las noches más largas y robar besos sin pagar intereses.

Nueva plaga: confusa

Y si nos paramos un minuto, así, en seco, y pensamos: «¿Estoy más cerca que ayer de lo que quiero?». Eso los más afortunados que saben qué, quién y cómo lo quieren.

El resto, parece ser, que nos limitamos a optar por estar en una «confusión temporal» de la que hablamos con la boca llena, porque claro, la sociedad, tu familia, la crisis o el perro del vecino del cuarto te impiden hacer o pensar con claridad (ahá).

Además, esto es genial, porque parece ser que esta nueva plaga, Confusa, se ha extendido, y cuanto más se extiende más cómodos y conformes nos sentimos.

Mal de muchos, consuelo de tontos, dicen.

Confusa se ha convertido en la excusa perfecta para sus contagiados. Se ha extendido el rumor comprobado (no existe tal cosa), de que la cura es prepararnos hasta la saciedad para conseguir lo que nos propongamos. Esto en realidad no es más que un placebo.

Claro que hay que prepararse, pero no podemos esperar empezar desde arriba. La vida pasa mientras te preparas para vivirla.

¿Y si en vez de echarle la culpa al resto del mundo empezamos a pensar que quizás, solo quizás, somos nosotros los que no han hecho o hicieron todo lo que podían? ¿Y si en vez de seguir quejándonos del resto empezamos a ver nuestros fallos?

Que sí, las circunstancias de cada uno son distintas, pero no creo que todos hayamos hecho todo lo posible. No es el fin del mundo ni mucho menos, aún estamos a tiempo. Y la cura para Confusa la tenemos todos, tú eliges si usarla o no.

Atte.

Otra contagiada

Castillos en el aire

Lo a gusto que se está en los castillos en el aire que creamos.

Lo difícil que es ver la realidad aquí dentro, mientras el mundo se desmorona fuera.

No salgamos nunca de aquí.

Que el mundo gire, nosotros formamos parte del viento.

Y así pasó,

Como las cosas que se dejan pasar por esperar a que el otro no deje que pasen.

Y así pasó, mientras se dejaban pasar.

Memoria selectiva

Qué maravilloso es el ser humano,

Que cuando todo acaba solo recuerda lo bueno, los momentos felices, las pecas y los lunares, las sonrisas y los desayunos de película.

Qué maravilla, lo que es la mente. Capaz de idealizar recuerdos que en el momento no supimos aprovechar.

Y aquí estoy intentando recordar por qué nos