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Poesía en mi interior
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Libro electrónico82 páginas20 minutos

Poesía en mi interior

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Apasionada y amante de la poesía, fue el ilustre Federico García Lorca quien despertó su interés por la lírica.
Presenta una antología de poemas humanos y coloristas. Algunos de estos son: «El Violinista», «Quien fuiste y eres, hoy en el olvido», «Infierno de rostro oculto», «A mi madre», «Haikus», «A Federico García Lorca», «Estadio San Mamés», «Terrorismo».
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 nov 2017
ISBN9788417275167
Poesía en mi interior
Autor

Yolanda Fernández Fernández

En Cangas de Onís nacida y de Berango, Vizcaya, toda la vida. Apenas sin entender por su lozanía lo que los libros exponían, estos caían en sus manos para de alguna manera interpretarlos y dirigir con afán su lápiz al folio cuadriculado. Dicha vocación fue creciendo en el tiempo: los grabados en el cuaderno ya no eran frases equivocadas, tenían consistencia, afloraban. Parecía entonces haberlo sabido todo, pero algo sobre la mesa del conservador de la biblioteca municipal le llamo la atención: allí se hallaba un libro fino con la imagen de rostro antiguo. Fue este del ilustre poeta, Federico García Lorca, quien con sus versos y sus poemas descubrió que lo escrito tenía sentido.

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    Poesía en mi interior - Yolanda Fernández Fernández

    9788417275167

    El violinista

    En la calle, en el metro,

    en el parque, en la iglesia,

    en cualquier esquina,

    aparecía y desaparecía

    el querido violinista.

    En la acera que el habitó

    por primera vez,

    hoy es pródiga de diferentes

    artistas que con su talento,

    armonía dan al caminar del habitante.

    En el metro decía tenerlos

    a montones espectadores,

    de vagón a vagón deleitaba

    con su música en violín

    hasta el cesar de los vagones

    en el túnel lóbrego.

    En los parques, niños y padres

    los más agradecidos al escucharlo,

    donde al son de cuatro cuerdas

    movidas por arco en mano

    y partitura en cabeza,

    a estos entonaba y danzaba.

    A las iglesias que acudía

    pocos le distinguían,

    pues dentro órgano y coro

    era la música escogida,

    algunos pocos a su salida,

    en su gorro arrojaban calderillas.

    En cualquier esquina,

    desde balcones y ventanas

    al violinista se le veía y sentía,

    hoy, en las calles, en las paredes,

    en el metro, en los vagones,

    en los parques, en los árboles

    y en las iglesias, su esquela dormita.

    Insomnio

    Llega la oscuridad, el ocaso,

    vueltas y más vueltas,

    sábanas desencajadas,

    la almohada se desespera

    y la cama a patadas me hecha.

    Retumban voces en mi cabeza,

    ni tan siquiera soy capaz

    de calmar estas con receta.

    En el cristal de mi espejo

    diría que otro parezco,

    ojos como platos

    incapaces de ser cerrados.

    Asomado miro por la ventana

    a ver si mi vista se cansa,

    camino hasta agotarme,

    hasta casi derrumbarme.

    Aferrado a mí un desnudo silencio,

    en vano en la cama espero,

    despiadado monstruo devorador

    que por ti al alba seguro llegaré

    sin poder saber lo que es el sueño.

    Necesito

    Déjame abrir la puerta,

    esa que tantas veces

    juntos abrimos

    y cerramos.

    Déjame asomarte a la ventana,

    esa en la que juntos respiramos

    y en la que el aire del aura

    nuestro pelo despeinaba.

    Necesito seguir a tu lado,

    escalar a ti siempre atado,

    ver como juntos, ambos

    a la cumbre llegamos.

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