El libro de los niños tristes

Por Luis Pacheco Granado

Éste es un libro descarnado. En estas historias breves, contadas mediante un lenguaje llano, aparecen infantes marcados por la injusticia, atenazados por contextos hostiles en el hogar, la escuela y la sociedad donde les tocó nacer.
En ellas se capta el flujo de pensamiento y la palabra perpìcaz, pero inocente, de esos niños y adolescentes que no les queda otra alternativa que soportar el peso del SIDA, las guerras, familias disfuncionales y una educación sexual deficiente, o que sienten sobre sus conciencias en formación el dolor de un trato discriminatorio.
Son esos pequeños los que piden que los comprendan, porque como dice una de las voces infantiles de uno de los cuentos: “Ahora mami no habla mucho, no quiere contarme. No se da cuenta de que también los niños sabemos; no como los adultos, pero sabemos”.

• Idioma: Español
• Editorial: Guantanamera
• Fecha de lanzamiento: 7 dic 2017
• ISBN: 9788417283032

Luis Pacheco Granado

Luis Pacheco Granado (Ciego de Ávila. Cuba, 1960) es licenciado en Educación Primaria. Fue maestro durante 31 años. Actualmente trabaja como asesor de Literatura en la Casa de Cultura Raúl Gómez García de la ciudad de Ciego de Ávila. Tiene publicados los siguientes libros: El libro de los niños tristes (2009, primera versión), El banco de la francesa (2013, cuentos de terror y ciencia ficción), Mundo bajo el árbol (2016, noveleta para niños y jóvenes). Todos ellos por la Editorial Ávila. Sus cuentos aparecen en diferentes antologías tanto nacionales como extranjeras, tales como: Adelante Compay Grillo, 1, 2, 3 ¡Fantasmas a correr!, Chamacos en el estadio, Habitación sin ángeles, Dieta balanceada y otras, todas en Cuba. Mundo de fantasía, Polen para fecundar manantiales y Brevísimos pasos de gigantes, en España. Ha obtenido mención de Honor en el XXXII concurso Palabras sin fronteras de 2012 celebrado en Argentina.

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vivir?".

Inocencia

El nuevo papá salió anoche y todavía no ha regresado. Mami está muy preocupada, ellos nos mandaron a dormir temprano. Yo me abracé a Lily, pero estaba despierto, Juani si estaba rendido. Dice Mami que la cama es muy chiquita para los tres, pero que hasta que no resuelva lo de los zapatos, no hay dinero; estaba muy seria cuando lo dijo.

Este papá no es como los otros, con él Mami no ha tenido que afilar el machete. Con este Papi siempre que trabaja de madrugada, al otro día comemos rico. Vi como se iba, llevaba un saco grande y un cuchillo. Seguro para picar las naranjas grandotas. Son toronjas, nos dijo Mami, y que por la televisión aprendió a hacer esos bisteses tan sabrosos. Parecen de carne, igualitos a los que hace mucho, cuando yo era más chiquito, una vez trajeron a la carnicería. Pensé que hoy por la mañana iba a comerme uno, pero todavía no ha llegado.

La última vez, vi que el saco tenía sangre. Como las naranjas chiquitas lo que tienen es jugo, se lo pregunté a Lily. Me dijo que yo era un bobo. Juani es muy chiquito, por eso le pregunté al maestro. Como le gustó eso de los bisteses vegetales como él dice. Quiso saber cómo era que el Papi nuevo hacía para conseguirlo, y se lo conté todo. Es un secreto entre los dos, ni a Lily.

Están tocando a la puerta, debe ser Papi. No, es la policía. ¿Para qué habrán venido? Ya mami no se faja con nadie y yo no he llorado más.

Mediterráneo

El mar, el mar para él es solo una mera ilusión, imágenes que llegan y se van en un viejo televisor del barrio. Nunca ha estado frente al mar y esto hace que el deseo se convierta en ansias, ansias de olerlo, -sus amiguitos dicen que huele diferente de probar lo salobre de sus aguas. Todos han estado en el mar. Al menos eso piensa él.

Le ha insistido a la madre para que vayan, pero ella le habla de que hay cosas más importantes en la vida, como comer. No podemos pagar el viaje. Escoge: tu playa o un plato de comida. Mejor habla con tu padre.

Le da miedo el padre, este aparenta ser mucho más viejo y tiene ese bamboleo al caminar. Si supiera