En internet abundan los vídeos y podcast que, procurando proporcionar un nuevo giro de tuerca en su análisis cinematográfico, pretenden haber hallado claves inéditas para una segunda lectura de El Exorcista (1973), considerada una de las mejores películas de terror de todos los tiempos… Aunque también, si se tiene en cuenta el lenguaje explícito de sus escenas más dramáticas, puede considerarse como una de las películas más ofensivas sexualmente de todos los tiempos…
Tal vez este motivo (el del lenguaje sexual explícito) haya contribuido a inspirar una de las últimas teorías fílmicas sobre El Exorcista que más se han viralizado por internet. La que sugiere explicar la posesión diabólica que sufre Regan, la niña protagonista, desde un punto de vista mucho menos “sobrenatural”; argumentando la posibilidad de que esta, antes que estar poseída por ningún demonio, hubiera sido en realidad víctima de abusos sexuales.
¿DEMONIOS OCULTOS?
Es al británico Rob Ager (1973) –crítico de cine que se ha especializado en el análisis de películas clásicas de terror como La matanza de Texas (1974), El resplandor (1980) o La Cosa (1982)– a quien corresponde el mérito de haber introducido esta nueva lectura, que se desprende del subtexto de la película dirigida por William Friedkin (1935). Según Ager, El Exorcista es la crónica del comportamiento que manifiesta una menor que ha sufrido abuso sexual.
Probablemente la teoría de Rob Ager se antoje demasiado atrevida (“buscar las tres patas al gato”, como dirían algunos), sobre todo si se tiene en cuenta que el autor de , (1928-2017), jamás manifestó que su intención fuera otra que la de ofrecer un relato novelado de un supuesto caso de posesión diabólica, del que habría tenido conocimiento cuando estudiaba con los jesuitas. Ni tampoco ha aludido a esta cuestión siquiera para relacionarla, aunque fuera tangencialmente con el argumento