Hume y la causalidad: Problemas y soluciones
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En toda la obra de Hume se encuentra, por un lado, explicaciones causales y, por otro, formas y métodos para aceptar tales explicaciones y reconocer cuál de ellas es verdadera y cuál falsa. Todos estos elementos sugieren de manera elocuente un tipo de lectura ante el problema de la causalidad más compleja e interesante que la mera lectura escéptica que niega la posibilidad de justificar cualquier juicio de la forma X causa Y.
En este contexto, este texto tiene el propósito de mostrar que la posición de Hume frente a la causalidad no se reduce al escepticismo o el naturalismo. Hume propone un conjunto de soluciones que permiten explicar y entender cómo aceptamos y rechazamos explicaciones causales, pero estas soluciones son distintas: una para la filosofía natural, otra para la historia y otra para el sentido común.
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Comentarios para Hume y la causalidad
1 clasificación1 comentario
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Excelente el texto de Narvaez acerca de Hume y la causalidad , habia estado leyendo directamente a HUME , pero demasiados aspectos aun me parecian oscuros e incompresibles a traves de este ensayo logre tener un mucho mejor acercamiento a las teoria de Hume , clarifinado mis ideas al respecto , su lectura es muy amena y , a traves de la reiteracion de ciertas ideas clave , nos permite mantenenermos sin perder pie , en los a veces complejos alcances de la formulacion teorica del Maestro Hume.
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Hume y la causalidad - Jerónimo Narváez Cano
Hume y la causalidad
Hume y la causalidad. Problemas y soluciones
Resumen
Cuando se piensa en la filosofía de Hume y su posición en relación con los razonamientos causales, lo primero que viene a la mente es una postura que afirma la imposibilidad de justificar cualquier juicio que tenga la forma X causa Y. Sin embargo, cuando se mira con detalle todos los elementos que componen la posición de Hume frente a la causalidad es difícil afirmar que toda su filosofía se reduce a la postura anterior. En toda la obra de Hume se encuentra, por un lado, explicaciones causales y, por otro, formas y métodos para aceptar tales explicaciones y reconocer cuál de ellas es verdadera y cuál falsa. Todos estos elementos sugieren de manera elocuente un tipo de lectura ante el problema de la causalidad más compleja e interesante que la mera lectura escéptica que niega la posibilidad de justificar cualquier juicio de la forma X causa Y. En este contexto, este libro tiene el propósito de mostrar que la posición de Hume frente a la causalidad no se reduce al escepticismo o el naturalismo. Hume propone un conjunto de soluciones que permiten explicar y entender cómo aceptamos y rechazamos explicaciones causales, pero estas soluciones son distintas: una para la filosofía natural, otra para la historia y otra para el sentido común.
Palabras clave: David Hume, causalidad, crítica e interpretación, filosofía moderna, filosofía escocesa, escepticismo, naturalismo, problemas y soluciones.
Hume and causality. Problems and solutions
Abstract
When thinking about Hume’s philosophy and his position in relation to causal reasoning, the first thing that comes to mind is a position that affirms the impossibility of justifying any judgment that has the form X causes Y
. However, when examining in detail all the elements that make up Hume’s position in relation to causality, it is difficult to affirm that his entire philosophy is reduced to the previous position. Throughout Hume’s work, there are causal explanations, on the one hand, and ways and methods, on the other, to accept such explanations and to recognize which one is true and which one is false. All these elements eloquently suggest a type of reading regarding the problem of causality that is more complex and interesting than a simple skeptical reading that denies the possibility of justifying any judgment with the form X causes Y
. In this context, this study aims to show that Hume’s position regarding causality is not reduced to skepticism or naturalism. Hume proposes a set of solutions that allow explaining and understanding how we accept and reject causal explanations, but these solutions are different: there is one for natural philosophy, other for history, and another one for common sense.
Keywords: David Hume, causality, criticism and interpretation, modern philosophy, Scottish philosophy, skepticism, naturalism, problems and solutions.
Hume y la causalidad
Problemas y soluciones
Jerónimo Narváez Cano
Narváez Cano, Jerónimo
Hume y la causalidad. Problemas y soluciones / Jerónimo Narváez Cano. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019
xxii, 178 páginas
Incluye referencias bibliográficas
1. Hume, David, 1711-1776 – Crítica e interpretación 2. Filosofía moderna 3. Filosofía escocesa – 4. Causalidad I. Universidad del Rosario II. Título
192 SCDD 20
Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI
SANN 20 de septiembre de 20199
Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995
Ciencias Humanas
© Editorial Universidad del Rosario
© Universidad del Rosario
© Jerónimo Narváez Cano
Editorial Universidad del Rosario
Carrera 7 No. 12B-41, of. 501 • Tel: 2970200 Ext. 3112
editorial.urosario.edu.co
Primera edición: Bogotá D. C., octubre de 2019
ISBN: 978-958-784-329-3 (impreso)
ISBN: 978-958-784-330-9 (ePub)
ISBN: 978-958-784-331-6 (pdf)
DOI: https//doi.org/10.12804/th9789587843309
Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario
Corrección de estilo y diagramación: Leonardo Holguín Rincón
Diseño de cubierta: Precolombi EU-David Reyes
Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.
Hecho en Colombia
Made in Colombia
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Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.
Autor
JERÓNIMO NARVÁEZ CANO
Profesor en el Instituto de filosofía de la Universidad de Antioquia. Graduado en filosofía de la misma universidad. Magíster en filosofía de la Universidad del Valle. Miembro del grupo de investigación Ágora
de la Universidad del Valle y miembro del grupo de investigación Conocimiento, filosofía, ciencia, historia y sociedad
de la Universidad de Antioquia. Estudiante visitante en La Universidad Nacional de la Plata, Argentina. Visiting Student en San Francisco State University, CA, Estados Unidos. Autor del texto La concepción del método experimental en la filosofía de David Hume: la investigación experimental de las percepciones de la mente y la formulación del principio de copia
. Sus áreas de investigación son la filosofía moderna, Hume y Descartes, filosofía de la ciencia, historia de la ciencia, sociología de la ciencia y escepticismo.
Contenido
Agradecimientos
Nota sobre las referencias
Introducción
1. Algunas perspectivas interpretativas sobre el problema de la causalidad en David Hume
1.1. El problema de la causalidad, una explicación preliminar
1.2. Las lecturas de Reid, Kant, Hegel, Russell y Kripke
1.3. La lectura naturalista de Norman Kemp Smith
1.4. Las lecturas realistas de Galen Strawson, David Landy y Fred Wilson
1.5. Conclusión
2. El problema de la causalidad, sus características y elementos constitutivos
2.1. El problema general de la causalidad
2.1.1. El concepto de razonamiento para Hume
2.1.2. Tipos de razonamiento y características de los razonamientos
2.1.3. Qué no es la relación causal y qué características no le corresponden
2.1.4. ¿Por qué la inferencia causal no está justificada por la razón?
2.1.5. Las matemáticas y el razonamiento causal
2.2. El problema del origen de la idea de causa y las características que le corresponden
2.3. El problema de la idea de conexión necesaria: qué no es una característica del razonamiento causal y por qué creemos que lo es
2.4. ¿Cuál es el diagnóstico final?
2.5. Qué se solucionó con el análisis del razonamiento causal y qué queda por resolver
3. Soluciones al problema de la causalidad
3.1. El primer problema epistemológico
3.2. La solución naturalista
3.2.1. La lectura naturalista de la solución naturalista
3.3. El segundo problema epistemológico
3.4. Soluciones al segundo problema epistemológico
3.4.1. La categoría epistemológica de prueba
3.4.2. El análisis de las pruebas y la formulación de las reglas para juzgar de causas y efectos
3.4.3. La aplicación de las reglas para juzgar de causas y efectos en la ciencia del hombre
3.4.4. La solución acerca de los relatos y la historia
3.5. Conclusión
Bibliografía
Agradecimientos
Este trabajo es también el producto de una constante interacción con colegas amigos, profesores, directores, familiares y amigos en general quienes con un apoyo de distinta naturaleza lo han hecho posible.
Quiero agradecer a mis padres, Amparo y Orlando, quienes han sido la piedra angular de todas mis aventuras filosóficas. Sin ellos nada de esto hubiera sido posible. Para ellos mi eterno agradecimiento y reconocimiento infinito.
Mauricio Zuluaga, mi asesor, es el responsable de mantener la motivación en el trabajo filosófico y en la eterna tarea de comprender la inabarcable filosofía de David Hume. A él un agradecimiento especial por tenderme la mano cuando la academia parecía una desilusión.
La Universidad del Valle y su Departamento de Filosofía merecen un lugar especial aquí. Espero que sigan motivando la reflexión filosófica que tanto nos hace falta.
Quiero agradecer especialmente a David Landy y a Silvia Manzo, mi codirectora, por recibirme en sus seminarios y abrirme un espacio para discutir y comprender los planteamientos de Hume. A los dos les debo la oportunidad de conocer nuevas y muy interesantes maneras de hacer filosofía, de entender el trabajo académico y de leer a Hume.
Finalmente, quiero agradecer a mi colega y amigo Sebastián Sánchez quien emprendió este viaje conmigo y ha sido testigo de todas las aventuras y tribulaciones inherentes a este trabajo. Junto a él, a mis colegas amigos Sergio Orozco y Jorge Antonio Mejía, por mantener vivo el interés en discutir la filosofía de Hume.
Nota sobre las referencias
Para citar el Treatise of Human Nature (Tratado) usaré la citación estándar que consiste en lo siguiente: T, libro, parte, sección y párrafo, correspondiente a la edición de Oxford de Norton and Norton; adicionalmente, pondré la paginación de la edición de Félix Duque separado por un punto y coma. Por ejemplo: (T 1.1.1.1; 2008: 43). En algunos casos, cuando los intérpretes usen la edición de Selby-Bigge, pondré la paginación de dicha edición seguida de la nomenclatura de la edición de Norton and Norton correspondiente. En los casos donde se citen la introducción al Tratado o el Abstract pondré las letras iniciales (I) y (A) seguidas del número de párrafo, igualmente acompañado de la paginación de la edición castellana de Duque.
En relación con el Enquiry Concerning of Human Understanding (Investigación) (traducido al castellano como Investigación sobre el entendimiento humano) seguiré la forma de citación estándar: EHU, la sección, la parte, en caso de tenerla, y el número del párrafo, correspondiente a la edición de Oxford de Beauchamp; igualmente acompañado por la paginación de la edición castellana de Jaime de Salas Ortueta. Por ejemplo: (EHU 1.1; 2005: 27). En algunos casos, cuando los intérpretes usen la edición de Selby-Bigge, pondré la paginación de dicha edición seguida de la nomenclatura de la edición de Beauchamp correspondiente.
En los casos en los que se citen los Ensayos procederé de la siguiente manera: la paginación correspondiente a la edición de Oxford: Selected Essays, acompañada de la paginación de la edición castellana de Eugene F. Miller. Por ejemplo: (SE 93; 2001: 166).
Para todos los casos de las citas de los intérpretes en lengua inglesa la traducción es propia, y ofrezco al lector en nota al pie el pasaje original correspondiente.
Introducción
Las explicaciones que ofrecemos acerca de los fenómenos que vemos tienen una estructura causal. Cuando explicamos un fenómeno, cualquiera que sea, damos una causa como explicación de su existencia. Todos los fenómenos, desde los más complejos hasta los más sencillos, son explicados en virtud de causas. Desde por qué se enciende la luz de una habitación —porque alguien oprimió el interruptor— hasta por qué el filamento de la bombilla se torna incandescente —por la resistencia que este ofrece a los electrones—. No solo los fenómenos físicos son explicados en términos causales. Nuestras explicaciones sobre los acontecimientos históricos tienen la misma estructura; decimos que Bolívar nombró a Manuelita Sáenz "libertadora del Libertador" porque lo salvó de una traición. Igualmente, explicamos la realidad política de nuestra actualidad en virtud de causas; decimos, por ejemplo, que el país está en una profunda crisis económica porque la corrupción ha causado el detrimento del patrimonio. Pero no solamente las explicaciones que parecen razonables son las únicas con estructura causal, también aquellas que parecen completamente absurdas; decimos, por ejemplo, que alguien padece una enfermedad porque fue víctima de un acto de brujería, que nuestro equipo de fútbol ganó porque usamos nuestra prenda de vestir de la suerte. En suma, todas nuestras explicaciones, sin importar el tipo de fenómeno que pretendan explicar, ni la complejidad que tengan, ni su plausibilidad, tienen una estructura causal, esto es, exponen una causa como la responsable de generar el fenómeno. En palabras de Psillos:
La conversación causal y explicativa es tan persuasiva en nuestra vida diaria, al igual que en las ciencias, que su importancia difícilmente puede ser exagerada. Indagamos por causas y buscamos explicaciones para entender cómo y por qué las cosas alrededor nuestro son de la forma en que son, se comportan y cambian de ciertas formas. Pero además indagamos por causas y buscamos explicaciones para intervenir en el curso de la naturaleza (en el curso de los eventos en general) y generar ciertos efectos o prevenir que otros ocurran. Estamos interesados en la causalidad y en la explicación porque somos pensantes y agentes, porque somos a la vez seres teóricos y prácticos. Estamos preocupados, por ejemplo, acerca del futuro debido el avance de ciertas cosas (e.g., la destrucción del medio ambiente, el resurgimiento del terrorismo y la guerra, el agotamiento de los recursos naturales o el resurgimiento del racismo y la xenofobia). Pensamos (correctamente) que hemos identificado al menos algunas causas de estas preocupaciones y queremos actuar para eliminarlas, así como sus causas. (2009: 1)¹
Todo lo anterior destaca una sola cosa: el concepto de causa es un elemento constitutivo de nuestras explicaciones. En este contexto, la filosofía de Hume y su muy conocida posición escéptica frente a la causalidad ataca el concepto central de las explicaciones. Si Hume muestra que la relación causal —el paso inferencial que damos entre lo que consideramos causa y lo que consideramos efecto— no está justificado en absoluto, entonces ninguna de nuestras explicaciones tiene fundamento.
No obstante, alguien podría objetar que la conclusión ninguna de nuestras explicaciones tiene fundamento
no es válida porque el concepto de causalidad que Hume ataca se refiere únicamente al concepto de causa eficiente, y es posible lograr explicaciones mediante, por ejemplo, otro tipo de causas como la final
, la formal
o la material
. Sin embargo, lo interesante de la posición escéptica de Hume es que su crítica se dirige a la inferencia o razonamiento causal, es decir, al paso que se da entre lo que se considera causa y lo que se considera efecto. En este sentido, no importa si lo que se considera causa es un poder
, un fin
, una forma
(esencia) o una materia
, el paso entre lo considerado causa y lo considerado efecto no está justificado. Visto así, el problema es serio porque si Hume tiene razón con esta posición, entonces todo nuestro conocimiento, representado en las explicaciones que damos sobre el mundo, no tiene fundamento. No conocemos nada porque ninguna de nuestras explicaciones tiene fundamento, y no importa el tipo de causa a que se haga referencia: formal, final o cualquier otra.
Ahora bien, por sí mismo mostrar lo anterior no supone ningún problema, es una posición escéptica legítima y atractiva. El problema es, sin embargo, que las explicaciones que el propio Hume ofrece sobre los fenómenos de la naturaleza humana tienen una estructura causal. Es más, muchos de los argumentos que soportan su posición escéptica frente a la causalidad están sustentados en explicaciones causales de los fenómenos de la naturaleza humana. Por lo tanto, la posición de Hume frente a la causalidad no puede ser leída como únicamente escéptica, debe ser interpretada desde un ángulo distinto en el que ella tan solo es una de las aristas constitutivas de todo lo que él dice acerca de la causa y su importancia dentro del concepto de explicación. En la medida en que Hume ofrece y acepta explicaciones causales, deben existir elementos dentro de su filosofía que le permiten, por un lado, ofrecer explicaciones causales y, por otro, defenderlas como explicaciones causales correctas.
Es decir, si la posición de Hume se redujera al escepticismo no tendría una posición naturalista frente a la causalidad. En específico, si la posición de Hume frente a la causalidad se redujera a la afirmación cuando la mente pasa de la idea o impresión de un objeto a la idea de otro, o creencia en él, no está determinada por la razón
(T 1.3.6.12; 2008: 155), no afirmaría la razón es, y solo debe ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas
(T 2.3.3.4; 2008: 561). Si Hume se quedara en la primera afirmación, su posición sería únicamente un conjunto de argumentos y preguntas cuyo objetivo es mostrar que, desde ningún punto de vista, el razonamiento causal está justificado. Pero está claro que al mismo tiempo que aparecen preguntas y argumentos escépticos surge un punto de vista según el cual algunas explicaciones causales son aceptadas porque nuestras pasiones nos obligan a hacerlo. Dicho de otra manera, si Hume fuera solo un escéptico no habría formulado una solución psicologista de la inferencia causal.
No obstante, si Hume solo hubiese formulado una solución psicologista no habría formulado y defendido una ciencia del hombre que intenta comprender causalmente los fenómenos de la naturaleza humana. Es decir, si la posición frente a la causalidad se redujera a la afirmación según la cual la razón debe ser esclava de las pasiones
, entonces no habría afirmado que el Tratado es un intento por aplicar el método experimental de razonamiento a los asuntos morales
. Si la posición de Hume se redujera a la primera afirmación, entonces no consideraría que un método experimental de razonamiento es necesario para investigar la naturaleza humana y, además, defender su posición como correcta. Expresado de otra manera, no sería necesario un proceso de investigación, formulación y defensa de las explicaciones porque son nuestras pasiones las únicas encargadas de obligarnos a aceptar alguna explicación causal. Por ejemplo, no haría falta exponer un conjunto de argumentos y evidencias para mostrar que todas nuestras ideas simples, en su primera aparición, provienen de impresiones simples
, ni tampoco haría falta defender un tipo de investigación particular que logra tal principio de copia. En pocas palabras, si Hume fuera únicamente un naturalista (psicologista) no formularía y defendería explicaciones causales acerca del comportamiento y de la naturaleza humana usando métodos de investigación y razonamiento. Esto es, no habría expuesto razones y argumentos para considerar que sus explicaciones sobre la naturaleza humana son correctas.
Resumiendo lo anterior, si Hume fuera solo un escéptico que niega la posibilidad de justificar la relación causal no habría formulado explicaciones psicologistas sobre los fenómenos de la naturaleza humana; y si hubiera sido solo un psicologista no hubiera aplicado un método experimental de razonamiento a los asuntos morales para obtener explicaciones causales de los fenómenos de la naturaleza humana. Lo que quiero decir es que muchos de los elementos que integran la posición de Hume frente a la causalidad llevan a pensar que su posición escéptica solo está formulando un problema, mientras que hay un innegable conjunto de elementos que llevan a pensar que tal posición frente a la causalidad está compuesta por un método, una manera de analizar la evidencia empírica y razonar a partir de ella. En general, la posición de Hume también está compuesta por el intento de formular maneras para determinar que una explicación causal es mejor que otra. Y todo lo anterior implica una posición acerca de la causalidad mucho más compleja que la mera formulación de un problema escéptico muy complejo y determinante.
Ahora bien, afirmar que el razonamiento causal no está justificado y ofrecer explicaciones causales obtenidas mediante un método experimental de razonamiento sugiere una contradicción que debe ser salvada. La clave, en mi opinión, está en que cuando Hume afirma que "al intentar explicar los principios de la naturaleza humana proponemos, de hecho, un sistema completo de las ciencias, edificado sobre un fundamento casi enteramente nuevo, y el único sobre el que las ciencias pueden basarse con seguridad" (T I. 6; 2008: 37), está advirtiendo que sus principios van a estar en contra de muchos de los principios que tradicionalmente rigen los conceptos más básicos del conocimiento. Esto implica, por un lado, decir cuáles son los principios que rigen el conocimiento que están mal y, por otro, formular unos principios nuevos que permitan superar los problemas de los primeros.
En este sentido, la forma en la cual voy a presentar la posición de Hume frente a la causalidad consiste en entender los elementos que componen su posición teniendo en cuenta la perspectiva de problemas y soluciones. Es decir, cuando Hume formula y expone unos argumentos escépticos acerca de la imposibilidad de justificar la relación causal, está mostrando que los principios que asumió Descartes para sostener la conexión causal como el fundamento de las explicaciones sobre los fenómenos naturales están mal. Desde luego, esto no quiere decir que Hume parta de una interpretación correcta y ajustada de toda la filosofía de Descartes, sino más bien que critica una noción de causalidad que se le puede atribuir a Descartes en las Meditaciones. Lo que esto supone, específicamente, es que los argumentos escépticos muestran que los principios y exigencias que Descartes puso a todo el conocimiento y, por lo tanto, al razonamiento causal, son inaplicables e inalcanzables. El punto de los argumentos escépticos es que ninguna relación causal se rige por el principio de no contradicción y no tiene certeza; ninguna relación causal es necesaria porque no se rige por el principio de no contradicción. Esto implica, entonces, que el fundamento enteramente nuevo sobre el cual Hume edifica su propuesta supone la eliminación del principio de no contradicción y la certeza de las explicaciones causales que ofrecemos sobre los fenómenos de la naturaleza en general.
En este contexto, la distinción entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho es crucial porque de ella depende el alcance y los límites de aplicación del principio de no contradicción y la certeza. Las primeras son aquellas relaciones entre ideas que se rigen por el principio de no contradicción y, por lo tanto, no pueden ser pensadas de un modo distinto al que se piensan. Las segundas, en cambio, son aquellas relaciones entre ideas que pueden pensarse de tantos modos como la imaginación lo permita. La posición escéptica está mostrando que las explicaciones que damos sobre los fenómenos de la naturaleza, la historia, la vida diaria, el sentido común, etc., no pueden ser relaciones de ideas y, por lo tanto, no se rigen por el principio de no contradicción ni pueden tener certeza. De manera que las formas por las cuales aceptamos explicaciones causales relativas a las cuestiones de hecho deben regirse por principios alternativos que permitan decir por qué una explicación particular es correcta o mejor que las otras que la imaginación puede formular.
Sin embargo, todo lo anterior no muestra que la relación causal no sea fundamental para explicar los fenómenos relativos a las cuestiones de hecho. Al contrario, supone que la relación causal debe pensarse correctamente si se trata de comprender cómo logramos explicar esta clase de fenómenos. En este sentido, las soluciones de Hume dependen de comprender que la imaginación es capaz de formular cualquier tipo de relación causal y proponerla como explicación. Sin las precauciones, los criterios y el conocimiento de la realidad suficientes no podremos determinar cuál de todas esas relaciones causales es una buena explicación de un fenómeno relativo a las cuestiones de hecho. Dicho de otra manera, somos capaces de formular explicaciones causales de todos los tipos: buenas, malas, absurdas, supersticiosas, científicas, etc., y la tarea es saber cómo podemos distinguir la mejor y más plausible de todas esas explicaciones, y sobre todo a partir de qué criterios y razones logramos tal cosa sin apelar a la necesidad, la certeza y el principio de no contradicción.
En este sentido, una vez ha dicho qué no rigen los razonamientos causales, Hume procederá a comprender qué es lo que realmente los rige para después ofrecer mecanismos que permiten saber qué explicación es correcta o incorrecta. La propuesta de Hume parte por explicar el origen de la idea de causa y mostrar cómo una impresión compleja genera la idea de causa y cómo esa misma impresión es un argumento adicional para eliminar la certeza (necesidad) de la relación causal. Sin embargo, mostrar cuál es el origen no implica darle fundamento al razonamiento causal, y en este sentido Hume argumenta qué clase de fundamento tiene este tipo de razonamiento si no es necesario ni metafísico como pensaba Descartes. En este sentido, la propuesta de Hume parte por mostrar que debemos (ought) hacer razonamientos porque nuestra naturaleza nos obliga (must) a hacerlos y, además, nos ha garantizado nuestra supervivencia mediante ellos. De nuestra naturaleza aprendemos a hacer razonamientos causales, pero ella no nos enseña a saber cuáles son correctos o incorrectos. El hecho de que nuestra naturaleza nos obligue a hacer razonamientos causales constituye una buena razón para considerarlos estructurales de nuestras explicaciones, pero esto no es una razón para saber cuáles son correctos o incorrectos.
En este punto la relación causal queda validada como el fundamento de nuestras explicaciones sobre las cuestiones de hecho, pero es necesario formular mecanismos que nos permitan distinguir entre explicaciones correctas y explicaciones incorrectas. Como se dijo anteriormente, todas nuestras explicaciones tienen una estructura causal, y esto implica que las explicaciones de la religión, la superstición, el sentido común, la ciencia (filosofía natural), la historia, los relatos, etc., tienen la misma estructura. Hume advierte, en este sentido, que no es posible aplicar un solo principio para saber cuándo una explicación es correcta o incorrecta en todos los campos en los que el razonamiento causal es aplicable. Es necesario saber que cada campo de investigación tiene sus dificultades y ellas determinan también los principios por los cuales sabemos distinguir entre explicaciones correctas y explicaciones incorrectas. Así, no habrá una única solución para todos los razonamientos sobre las cuestiones de hecho, habrá múltiples soluciones dependiendo de las características del objeto de investigación sobre el cual