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Sobre el estilo. Sobre lo sublime
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Sobre el estilo. Sobre lo sublime

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Dos breves tratados de crítica literaria de la tradición helenística postaristotélica, ambos de hacia el siglo I d.C.: el interesante estudio de Demetrio sobre los estilos y el muy influyente (sobre todo entre los románticos) tratado de Longino acerca de lo sublime.

En este volumen se presentan dos breves tratados de crítica literaria de la tradición helenística postaristotélica, ambos de hacia el siglo I d.C.
De Demetrio (autor del que sólo conocemos el nombre) nos llega Sobre el estilo, el único ejemplo conservado con detalle sobre la teoría de los estilos, que divide en cuatro apartados: llano, grandioso, elegante y enérgico (esto último es la novedad que aporta a los estudios de crítica). Cada estilo es explicado en cuanto a estilo, dicción y disposición de palabras, como lo son los correspondientes estilos defectuosos (el frío, el árido, el afectado y el repulsivo). Forma y contenido concuerdan según las normas del decoro: el estilo grandioso, con su dicción rica y frases elaboradas, es adecuado para la narración de las batallas y los mitos cósmicos, el estilo llano para las escenas de la vida cotidiana, el fuerte para la cólera y la invectiva literaria, el elegante (con su gracia e ingenio) para el amor, los epitalamios y los jardines. Se refiere además al estilo epistolar: la carta refleja el carácter del escritor y no debe ser un opúsculo pomposo ni excesivamente coloquial. También resultan interesantes los estudios de la metáfora y la oración. Para ilustrar sus ideas, Demetrio recurre a ejemplos de numerosos autores y géneros.
El famoso tratado de Longino, o de un Pseudo Longino, es el mejor de su tiempo en crítica literaria y tiene como cualidad principal el entusiasmo y el fervor en la exposición de su tema. Junto al afán de precisión en la búsqueda de unos fundamentos objetivos para el análisis literario, está animado por un espíritu vivo y cálido. Longino percibe la grandeza sublime en Homero, Platón, Demóstenes, un poema de amor de Safo, el latín de Cicerón y (único en la crítica pagana) la creación del Génesis. Todos estos ejemplos comparten su capacidad de afectar emocionalmente: lo sublime no encanta o convence, sino que asombra, nos lleva con una fuerza irresistible a participar de la inspiración del autor. Este efecto emotivo se combina con un planteamiento global, pues lo sublime se alcanza mediante la nobleza de la mente. En una gran digresión sobre el genio, se afirma que la sublimidad de la mente es lo que más nos acerca a la mente divina. La grandeza implica el riesgo al fracaso, pero el genio defectuoso es superior a la mediocridad pulida. Se trata, en suma, de un alegato en favor de la audacia y la amplitud de miras y contra la cómoda seguridad. Longino ha tenido una influencia enorme, sobre todo entre los críticos románticos.
IdiomaEspañol
EditorialGredos
Fecha de lanzamiento5 ago 2016
ISBN9788424930486
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    Sobre el estilo. Sobre lo sublime - Demetrio

    CAPÍTULO I

    1.  Así como la poesía está dividida en versos, como, por ejemplo, los versos cortos¹, los hexámetros y los otros, así también la prosa está dividida y diferenciada en los llamados «miembros» (kṓla)², que, por así decirlo, conceden reposo al que habla y al tema mismo; ponen límites en muchos lugares a lo que se dice, pues de otra manera el discurso sería largo e ilimitado y dejaría simplemente sin respiración al orador.

    2.  Estos miembros quieren señalar el final de un pensamiento, unas veces un pensamiento completo, como hace Hecateo³ al principio de su historia: «Hecateo de Mileto narra de la siguiente forma». Aquí un pensamiento completo es abarcado por un miembro completo y ambos terminan a la vez. Sin embargo, a veces, el miembro no concluye un pensamiento completo, sino una parte completa del total. Porque, así como el brazo, que es un todo en cierto modo, tiene partes, como los dedos y el antebrazo, que son a su vez ellos mismos un todo, desde el momento que cada una de estas partes tiene sus propios límites y sus partes propias, así también un pensamiento completo, cuando es grande, puede comprender en sí un número de partes que son en sí mismas también completas.

    3.  Un ejemplo lo tenemos en el principio de la Anábasis de Jenofonte⁴ desde «De Darío y Parisátide» hasta «el más joven Ciro». Todo forma un pensamiento completo. Cada uno de sus dos miembros son partes del mismo, pero dentro de sus límites cada uno comprende una idea completa. Así: «De Darío y Parisátide nacieron dos hijos». Este pensamiento está completo en sí mismo, es decir, que Darío y Parisátide tuvieron dos hijos. Lo mismo ocurre con el segundo miembro: «El mayor era Artajerjes, el más joven Ciro». De modo que, como yo sostengo, el miembro comprende totalmente un pensamiento, que es un pensamiento completo o una parte del mismo que forma un todo.

    4.  No hay que hacer los miembros muy largos, pues, en ese caso, la composición resulta pesada y difícil de seguir. Incluso la poesía, a no ser en raras ocasiones, no usa versos más largos que el hexámetro, pues sería absurdo que un verso no tuviera un final y que al terminar el verso nos hubiéramos olvidado de cuándo empezó. Pero, si los miembros largos no convienen a la prosa debido a su carácter pesado; tampoco convienen los miembros breves, ya que el resultado sería la llamada composición «árida», como por ejemplo: «la vida es breve, el arte largo, la oportunidad pasajera»⁵. La composición aparece desmenuzada y cortada, y no impresiona por ser todo tan menudo.

    5.  Algunas veces es apropiado el uso de un miembro largo, por ejemplo en los pasajes elevados, como cuando Platón⁶ dice: «A veces la divinidad misma guía la marcha de todo el universo y le ayuda a dar vueltas». Aquí la longitud del miembro se puede decir que contribuye a la elevación del pasaje. Es por esto por lo que el hexámetro es llamado heroico por su longitud y es apropiado a los temas heroicos. La Ilíada de Homero no estaría escrita de forma apropiada en los versos cortos de Arquíloco⁷, como por ejemplo:

    Báculo triste

    y

    ¿Quién trastornó tu mente?,

    ni en los versos de Anacreonte⁸, como:

    Trae agua, trae vino, muchacho.

    Pues es el ritmo propio de un anciano ebrio, pero no de un héroe luchador.

    6.  A veces, por los motivos aludidos, un miembro largo puede ser apropiado; otras veces lo será un miembro breve, como cuando hablamos de algo pequeño. Jenofonte⁹, por ejemplo, dice del río Teleboas, cuando los griegos llegaron a sus orillas: «Éste no era grande, pero sí hermoso». Con la pequeñez y la ruptura del ritmo se pone de manifiesto al mismo tiempo la pequeñez del río y su belleza. Si, extendiendo la frase, hubiera dicho: «Éste por su tamaño era menor que la mayoría de los ríos, pero por su belleza los superaba a todos», hubiera perdido en naturalidad y tendríamos lo que llamamos un estilo «frío»¹⁰. De la frialdad, sin embargo, se ha de tratar más adelante.

    7.  En los pasajes enérgicos se pueden emplear también los miembros cortos. Pues es más vigoroso y más intenso lo que se dice en pocas palabras. Por eso los lacedemonios son concisos al hablar a causa de su vehemencia. Las órdenes se dan en un lenguaje conciso y breve, y todos los señores se expresan con monosílabos al dirigirse a su esclavo. La súplica, por el contrario, y la lamentación son prolijas. En Homero¹¹, las súplicas son cojas y rugosas debido a su lentitud, que es tanto como decir a su prolijidad, y los ancianos son prolijos debido a su

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