Grandes PENSADORES
El largo proceso de conquista y asentamiento romano de la península ibérica discurrió en paralelo a la implantación de un nuevo sistema jurídico y administrativo cuyo instrumento fundamental fue la lengua latina. Esta lengua fue asimismo el vehículo de transmisión de los conceptos del Derecho, la gran aportación de Roma al mundo occidental. En latín se desarrollaron, además, la educación y la cultura escrita de las élites, encargadas de garantizar el buen funcionamiento de las nuevas instituciones.
La difusión del latín como lengua de cultura y la enseñanza de disciplinas puramente romanas–como la retórica o la gramática–tuvo pronto sus frutos, especialmente en las zonas de Hispania que entraron en un contacto más profundo con el mundo romano, como la provincia Bética.
A partir del siglo I a.C., ciertas ciudades romanas de la península ibérica vieron nacer a personajes que, de un modo u otro, estaban destinados a desempeñar un papel fundamental en la cultura y la vida latinas. Como muestra, aunque alejado de otros autores más conocidos, valga de ejemplo el liberto de origen hispano Iulio Higinio, que llegó a ser bibliotecario del Palatino, la residencia imperial de Augusto. Algunos de estos personajes se formaron en escuelas locales, pero los más brillantes o los que tuvieron más posibilidades, por provenir de familias nobles o adineradas, viajaron a Roma, el gran centro neurálgico de la vida del Imperio. Allí, en la gran ciudad, completaron su
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