Fronteras de la Ciencia

UN MANUSCRITO CENTENARIO QUE NADIE PUEDE LEER EL CODEX DE ROHONC

CASI NINGUNA INVESTIGACIÓN SERIA SE HA PUBLICADO SOBRE EL MANUSCRITO DESDE QUE APARECIÓ EN 1838

El Codex de Rohonc se encuentra en una situación paradójica: tiene el privilegio de estar en la elegante Sociedad de los más famosos sistemas de escritura hasta ahora no resueltos, junto con el disco de Phaistos o el Lineal A, mientras que contrasta con todos los demás en que casi ninguna investigación seria se ha publicado sobre él desde que apareció en 1838.

El conde húngaro Gusztáv Batthyány (1803-1883), único propietario conocido del códice de Rohonc.

Esta situación resulta particularmente sorprendente si la comparamos con la del famoso manuscrito Voynich. Hay varias similitudes entre las dos obras: ambas han sido redactadas con una escritura misteriosa y sin resolver; ambos textos son bastante extensos (y por lo tanto requieren de descifradores de códigos profesionales); ambos pueden estar cifrados, o bien ser un lenguaje artificial (o perfecto), o bien un engaño; los dos contienen ilustraciones que podrían ayudar al proceso de descifrado o pretenderían equivocarnos; y ambos podrían haber sido escritos -o falsificados-en algún momento entre los siglos XV y XIX.

El manuscrito Voynich disfrutó de la atención de los mejores descifradores de código de la Segunda Guerra Mundial. Muchos filólogos del siglo XX lo investigaron y se le han dedicado varias monografías, artículos, páginas web y listas de correo electrónico. El Codex de Rohonc, sin embargo, sólo ha recibido algunos intentos fallidos de descifrarlo y una escueta lista de correo electrónico. Ni siquiera hay un artículo fiable de bibliografía secundaria que discuta lo que se sabe realmente acerca de él.

LO QUE SABEMOS DEL CÓDICE

El Codex de Rohonc es un libro manuscrito de casi 450 páginas cumplimentado en cada una de ellas por 9 a 14 líneas de signos desconocidos y más de 80 ilustraciones (Figura 1, por ejemplo). No se sabe nada sobre la procedencia del manuscrito. Aunque hoy en día está en Budapest, su origen húngaro o incluso de Europa central u oriental es incierto. Fue donado a la Biblioteca de la Academia Húngara de Ciencias junto con la biblioteca de 30.000 volúmenes del difunto conde húngaro Gusztáv Batthyány, en 1838. Dicha biblioteca estaba en la residencia familiar situada en la ciudad de Rohonc (hoy Rechnitz, Austria): de ahí el nombre del códice. Al entusiasmo inicial de los estudiosos húngaros del siglo XIX por creer encontrarse ante una escritura supuestamente húngara temprana enseguida sobrevino la decepción, el escepticismo y la sospecha. Así, la erudición de finales del siglo XIX llegó a la conclusión de que el códice definitivamente no era un monumento lingüístico húngaro, sino una falsificación [1]. Desde entonces, los historiadores y los filólogos serios han evitado tratar con él o, más exactamente, no escriben nada sobre él.

Las investigaciones iniciales del códice fueron llevadas a cabo principalmente por historiadores autodidactas y descifradores . Esto no sería necesariamente un problema, ya que algunos neófitos han resuelto varias escrituras cifradas y códigos misteriosos. Sin embargo, en

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