Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Separados por el destino: 'Jarrett'
Separados por el destino: 'Jarrett'
Separados por el destino: 'Jarrett'
Libro electrónico142 páginas1 hora

Separados por el destino: 'Jarrett'

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Nathan Barrett sabía perfectamente lo que estaba tratando de hacer su hermana, pero en cuanto vio a Hailey Montgomery, no pudo hacer otra cosa que transigir con los planes de su hermanita y ofrecerle a aquella preciosidad un trabajo en su empresa y un lugar donde vivir durante el verano, antes de que tuviera que marcharse a la universidad para hacer el doctorado. Y, con la ayuda de Leigh, no iban a tardar mucho en enamorarse perdidamente el uno del otro.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 nov 2019
ISBN9788413286419
Separados por el destino: 'Jarrett'

Lee más de Liz Jarrett

Autores relacionados

Relacionado con Separados por el destino

Títulos en esta serie (100)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Romance para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Separados por el destino

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Separados por el destino - Liz Jarrett

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

    Editado por Harlequin Ibérica.

    Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 2002 Mary E. Lounsbury

    © 2019 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Separados por el destino, n.º 1328- noviembre 2019

    Título original: Nabbing Nathan

    Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

    Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

    Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-1328-641-9

    Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

    Índice

    Créditos

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Si te ha gustado este libro…

    Capítulo 1

    Ciertos hombres deberían llevar siempre el torso desnudo», pensó Hailey Montgomery mientras observaba cómo Nathan Barrett encestaba la pelota una y otra vez en el campo de baloncesto situado detrás de su casa. «Ese hombre es pura poesía en movimiento, un soneto de Shakespeare, un poema de amor de Keats», reflexionó abstraída. Cuando él se giró hacia las recién llegadas, la mirada de Hailey resbaló de nuevo por aquel musculoso tórax con genuina admiración.

    —Espérame aquí —dijo Leigh sentada en el asiento del copiloto del pequeño automóvil de Hailey—. Tengo que hablar con Nathan un momento.

    —Pero no hay ningún problema, ¿no?. Me aseguraste que todo estaba hablado y decidido —protestó Hailey desviando la mirada hacia la hermana de Nathan.

    —No te preocupes, todo está en orden —prometió Leigh inclinando ligeramente la cabeza y mirando a su amiga—. No hay ningún problema.

    —Pero… ¿tu hermano sabe que llego hoy?

    —Claro —aseguró Leigh, con una sonrisa cómplice.

    —Y… ha aceptado darme el trabajo de redactora técnica, ¿no?

    —Sí, por supuesto.

    —Y… también está dispuesto a que me aloje en el apartamento del garaje, ¿verdad?

    —Sí, claro. No hay ningún problema, te preocupas demasiado. No me extraña que dependas de los antiácidos. Debes relajarte. Busca tu centro.

    —¿Qué?

    —Ya sabes, escucha a la niña que llevas dentro, desarrolla tu lado femenino, pon un poco de feng shui en tu vida —dijo, guiñándole un ojo.

    Hailey rio y sintió cómo, poco a poco, se desvanecía su tensión.

    —Prometo relajarme si me aseguras que todo va bien.

    Leigh puso los ojos en blanco.

    —Repite conmigo muy despacio: «todo va bien».

    Hailey sonrió.

    —Todo va bien.

    —Perfecto. Ahora déjame que hable con Nathan un momento porque todavía tengo que aclarar un pequeño detalle y, a continuación, llevamos tus maletas al apartamento del garaje.

    Hubo algo en la manera de decir «un pequeño detalle» que hizo que el pánico se adueñara de nuevo del estómago de Hailey. Presintió que se avecinaba un desastre en alguna parte del mundo, seguramente en el propio Paxton, Texas. Hailey sacó fuerzas de flaquezas y preguntó:

    —¿Y… cuál es el detalle que quieres aclarar con Nathan?

    —Nada importante —afirmó Leigh—. Solo mencionarle un par de cosas —salió del coche con agilidad—. Como, por ejemplo, que vas a trabajar en su empresa de informática durante todo el verano y que vas a vivir en el apartamento que hay encima de su garaje. Nada importante.

    Hailey se quedó horrorizada y boquiabierta, pero antes de que pudiera articular palabra, Leigh se alejó corriendo del coche en dirección a Nathan. «¿Nada importante?». Dios santo, era fundamental: Nathan no sabía nada en absoluto de los planes de Leigh.

    Rebuscó en su bolso, sacó la caja de antiácidos y se metió dos en la boca. El sabor familiar de las pastillas la reconfortó durante un instante. «Puedes hacerlo, Hailey, puedes salir airosa de este asunto, pase lo que pase», se dijo. Pero sus nervios no se aplacaron y aunque no estaba en absoluto segura de poder mantener la calma en semejante situación, salió del coche, preparada para encajar las malas noticias, fueran cuales fueran. Leigh ya estaba en la cancha de baloncesto hablando con su hermano.

    —Maldita sea su estampa —murmuró Hailey, cerrando el coche de un portazo.

    Tendría que habérselo pensado detenidamente antes de encomendar sus planes para el verano a Leigh Barrett. Su amiga era encantadora y divertida, pero sin duda estaba un poco loca y era evidente que a veces no se podía confiar en ella. Hailey debería haber sopesado mejor este último rasgo de su carácter cuando Leigh le propuso la idea de llevársela a Paxton. Debería haber revisado varias veces el plan, incluso haber telefoneado a Nathan para concretar los detalles, en vez de dejarse llevar por la vitalidad de Leigh. Pero no lo había hecho.

    «Cobarde», se dijo mientras se encaminaba hacia el campo de baloncesto. «No has verificado el plan con antelación porque colmaba todas tus expectativas».

    Leigh le había asegurado que su hermano necesitaba un redactor técnico durante el verano y que el salario sería generoso. Era perfectamente posible y, en principio, no tenía por qué ponerlo en duda. Y cuando Hailey le había comentado que necesitaría un alojamiento, Leigh lo había resuelto inmediatamente: Nathan tenía un precioso apartamento sobre el garaje de su casa. Mejor imposible, podría trabajar en su tesis doctoral por las tardes, después de haber cumplido con sus obligaciones laborales por la mañana en la empresa de Nathan, Barrett Software. Y así ganaría suficiente dinero para pagar los últimos gastos de sus estudios universitarios. «Qué idiota», pensó. El hecho de que deseara ese trabajo por encima de todo no era excusa para no haber verificado todos los detalles del plan antes de salir de Austin con destino Paxton. Y, por lo visto, ahora se encontraba en una ciudad desconocida, sin trabajo y sin alojamiento, y sin ninguna otra perspectiva para el verano. Se sentía decepcionada, descorazonada y nerviosa.

    Al acercarse a Leigh y a Nathan, pudo escuchar cómo ella le explicaba precipitadamente la situación, mientras él fruncía el ceño. Nathan giró la vista hacia Hailey y, como deferencia caballerosa hacia la desconocida, se acercó al banco para recoger una camiseta y ponérsela.

    —Tampoco es para tanto —le dijo Leigh a Nathan mientras Hailey se unía a ellos.

    —Sí, sí es para tanto, Leigh —contestó Nathan—. Hola.

    Nathan era todavía más atractivo visto de cerca. Todas y cada una de las hormonas femeninas de Hailey se despertaron al unísono y prestaron la máxima atención. Por un momento, Hailey olvidó todos sus problemas y disfrutó de la masculina presencia de ese hombre.

    —Nathan, esta es mi amiga, Hailey Montgomery —dijo Leigh—. Hailey, este es mi hermano Nathan, que va a sacarme de este lío a no ser que quiera que vaya por ahí contando todos sus secretos.

    —¿Qué secretos? —preguntó Nathan mirando a su hermana—. Yo no tengo secretos.

    —Claro que tienes secretos y yo me los sé todos —resopló Leigh, traviesa—. Por ejemplo, que lloraste durante una hora la primera vez que te besó una chica.

    —Tenía seis años —dijo Nathan entornando los ojos.

    —O aquella vez que te enamoraste de Lindsey Franklin, y la llamabas por teléfono cada diez minutos, y cuando ella contestaba, tú colgabas…

    —Tenía once años.

    —¿Y qué me dices de cuando estabas en el instituto y los padres de Mary Lou Delacourte creían que ella se iba a quedar a dormir en casa de una amiga mientras vosotros…

    —Basta —Nathan ladeó ligeramente la cabeza y miró a Hailey con unos ojos increíblemente azules que destellaban jovialidad. Sorprendentemente, en vez de estar enfadado con su hermana, emanaba una saludable dosis de amor fraternal. Puede que no estuviera de acuerdo con sus planes, pero era evidente que se lo tomaba con deportividad—. ¿Tienes algo en contra de ser testigo directo de un asesinato? —bromeó, mirando a Hailey.

    —Dadas las circunstancias, lo entiendo perfectamente —rio ella, más relajada.

    —Ja, ja —ironizó Leigh—. Jamás te atreverías a ponerme un solo dedo encima —dijo mientras se aupaba para besar a su hermano en la mejilla—. Caray, estás todo lleno de sudor.

    —Estaba haciendo unas canastas y no espera recibir visita —dijo él, volviendo de nuevo el rostro hacia Hailey—. Lo siento.

    —Soy yo la que tiene que pedir disculpas. En ningún momento se me ocurrió pensar que no sabías nada del tema; evidentemente debería haber sido más precavida —dijo mirando a Leigh con el ceño fruncido—. Lo mejor será que me vuelva a Austin ahora mismo.

    —Nathan Eric Barrett, ¿cómo puedes ser tan maleducado con mi amiga? —lo riñó Leigh—. Has conseguido que se enfade.

    —Yo no he hecho nada, lo has hecho tú todo —contestó él con calma—. Entra en casa, Leigh, quiero tener unas palabras a solas con Hailey.

    —Pero…

    —Entra en casa, Leigh.

    Finalmente, y murmurando entre dientes durante todo el camino, Leigh entró en la enorme casa de ladrillo rojo.

    Una vez a solas con Nathan, Hailey intentó no separar la vista de su rostro, aunque resultaba difícil apartarla del magnífico torso que se marcaba bajo la camiseta. Pero al igual que ella odiaba que los hombres le hablaran mirándole el pecho, supuso que a Nathan tampoco le gustaría que ella conversara con su musculatura torácica.

    —O sea, que si he entendido bien, Leigh te ha

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1