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Lo crudo, lo cocido, lo podrido
Lo crudo, lo cocido, lo podrido
Lo crudo, lo cocido, lo podrido
Libro electrónico90 páginas43 minutos

Lo crudo, lo cocido, lo podrido

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La obra nos muestra a tres viejos garzones, Efraín, Evaristo y Elías (últimos en el eslabón de la Orden de la Garzonería Secreta), y Eliana, la vieja cajera de un decadente restaurante capitalino, de nombre "Los Inmortales", que se reúnen y llevan a cabo, en medio de un ritual cruel y sadomasoquista, el ajusticiamiento a los líderes de una clase política tan decadente y mediocre como ellos. Los cadáveres yacen enterrados en los reservados del otrora lujoso y elegante local. La obra tiene una carga de violencia concentrada, encerrada como ellos, siempre a punto de estallar.
IdiomaEspañol
EditorialLOM Ediciones
Fecha de lanzamiento30 jul 2015
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    Lo crudo, lo cocido, lo podrido - Marco Antonio de la parra

    Marco Antonio de la Parra

    Lo crudo, lo cocido, lo podrido

    LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL

    © LOM Ediciones

    Primera edición, 2010

    ISBN: 978-956-00-0131-3

    Diseño, Composición y Diagramación

    LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago

    Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88

    www.lom.cl

    lom@lom.cl

    Obra en un acto de Marco Antonio de la Parra

    Santiago, febrero 1978

    Escenario

    (Un restorán de Santiago, que vivió días mejores. Época actual.)

    (Están en escena Efraín Rojas y Evaristo Romero, caracterizan caballeros bien. Están sentados en mesas diferentes. Cada uno tiene un diario y simulan leer.)

    Efraín:

    Vaya… vaya… Don Carlos Ibáñez del Campo asume el Gobierno ante la renuncia de don Emiliano Figueroa Larraín… quién lo diría… en su discurso de agradecimiento hizo notar la colaboración en su nombramiento de los garzones del país.

    Evaristo:

    Miren qué cosa… el León… Arturo Alessandri Palma cambia su línea política para llegar de nuevo al sillón de La Moneda… Parte de su decisión trascendental se debió a los sabios consejos de un grupo de garzones del restorán de los Inmortales, sobre todo un tal… como dice… E-va-ris-to Ro-me-ro.

    Efraín:

    Gardel muere en Medellín, qué pena, tan bonito que cantaba… sus últimas palabras fueron… saludos a mi amigo inolvidable… Mi inspirador… Efraín Rojas… ¡qué noble!...

    Evaristo:

    El Cardenal Caro asiste a una comida en honor del club Badminton, atendido muy bien por el gran garzón Evaristo Romero…

    Efraín:

    Solucionado el crimen de la Legación Alemana… la clave la da un garzón de mediana estatura, algo calvo, de aspecto nervioso, apellidado… a ver… Rojas, eso, Rojas.

    Evaristo:

    Encantado con Chile, y sobre todo con los garzones del país, se fue Clark Gable… citó a un tal muchacho Romero como lo mejor que había visto en el mundo.

    Efraín:

    Se crea el Premio Nobel de garzonería… a ver… Efraín Rojas, candidato seguro.

    Evaristo:

    Arturo Godoy pierde de nuevo con Joe Louis… se comenta que no siguió las indicaciones de Evaristo Romero… su garzón de la suerte… qué mala pata.

    Efraín:

    Perón se abraza con Ibáñez… Ambos coinciden en algo: opinan que Rojas es el mejor garzón del mundo.

    (De pronto se miran.)

    Evaristo:

    ¡Señor MacIntire… mi viejo perro!

    Efraín:

    Nada menos que don Eulogio Etcheverri; ciudadano, qué gusto de verlo.

    Evaristo:

    ¡Quién diría! Don Narciso MacIntire en persona… se conserva muy bien, usted, pues colega… ah, ¿y su mujer cómo está?

    Efraín:

    Nunca tan buena moza como la suya pues, don Eulogio.

    Evaristo:

    Siempre tan adulador, don Narciso; la suya es una joya.

    Efraín:

    Y usted, tan joven que se le ve, parece no sentir el paso de los años je, je, je.

    Evaristo:

    ¿Qué le parece si nos sentamos juntos a tomarnos un traguito pues, don Narciso?

    Efraín:

    Buena es la hora y bueno el apetito, don Eulogio.

    Evaristo:

    Esta mesa está bonita. (Se sientan.) Usted primero, don Narciso.

    Efraín:

    ¡Qué buena la comida de este local! ¿No es cierto, caballero?

    Evaristo:

    A ver, ¡mozo!, tráigame unas dos empanaditas de loco!

    Efraín:

    A mí un canapé de erizos.

    Evaristo:

    Sí, pues, con un blanco de la casa.

    Efraín:

    Así se empieza bien la mañana.

    Evaristo:

    Sí, ¡qué bien atienden aquí!, ¿no?

    Efraín:

    ¡Y qué facha la de estos mozos!

    Evaristo:

    Sí pues, si parecen de la guardia prusiana nada menos.

    Efraín:

    ¡Qué calidad al servir, mire cómo le sirven el vino, ni una gota en el mantel, si dan ganas de aplaudir!

    Evaristo:

    Aquí es donde me vengo a tomar con mi senador Escayola… ¡cómo nos cuidan si nos llegamos a curar…!

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