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La segunda alternancia: Diferencias estratégicas de la campaña presidencial del 2012
La segunda alternancia: Diferencias estratégicas de la campaña presidencial del 2012
La segunda alternancia: Diferencias estratégicas de la campaña presidencial del 2012
Libro electrónico228 páginas2 horas

La segunda alternancia: Diferencias estratégicas de la campaña presidencial del 2012

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Parece que Marcos Bucio está empeñado en ser un cronista de las elecciones presidenciales; este libro es el tercero de la serie que inicia con Dos visiones para el triunfo, continúa con Suma de restas, y ahora, con La segunda alternancia, finaliza una trilogía de textos sobre las campañas presidenciales. En esta obra, analiza detalladamente no dos sino tres estrategias: la del ganador, Enrique Peña Nieto; la de López Obrador, que por segunda vez es estudiado contrastando los cambios que muestra en seis años; y la de Josefina Vázquez Mota, que siendo la primera mujer candidata de un partido competitivo y representar el partido en el poder, no supo consolidar una estrategia ganadora.
La lectura de este material es la forma en que un buen investigador se acercará a lo que realmente ocurrió en 2012 y que dio lugar en México a La segunda alternancia.
IdiomaEspañol
EditorialMAPorrúa
Fecha de lanzamiento13 jun 2019
ISBN9786074018097
La segunda alternancia: Diferencias estratégicas de la campaña presidencial del 2012

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    La segunda alternancia - Marcos Bucio

    Sobre el autor

    Marcos Bucio

    es consultor político y presidente de la Fundación Primero México, A.C. Administrador público con especialidad en ciencia política y catedrático en el área de sociología y ciencia política en la

    unam

    .

    Ha cursado seminarios sobre administración pública en Boston, Massachusetts, y en el Instituto Nacional de Administración Pública. Ha asistido a numerosos seminarios en Estados Unidos y América Latina sobre campañas electorales.

    Columnista, articulista político y conferencista invitado por reconocidas instituciones de educación superior sobre Reforma del Estado y el Poder Legislativo en transición de la democracia. Tiene más de 20 años de experiencia en la administración pública. Ha sido director general de los Talleres Gráficos de la Nación, coordinador general de delegaciones de la Sagar, coordinador nacional de Participación Social de la

    sep

    , coordinador de Relaciones Institucionales de la

    cfe

    , oficial mayor de la Sagarpa y diputado federal por la LVII Legislatura. Ha participado desde 1986 en campañas electorales locales, estatales y presidenciales. En el año 2000 fue secretario particular y vocero del candidato del

    pri

    a la Presidencia de la República.

    Es autor de los libros Suma de restas. Diferencias estratégicas en las campañas presidenciales de Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador (2007). Dos visiones para el triunfo. Análisis de estrategias en las campañas de Vicente Fox Quesada y Francisco Labastida Ochoa (2005). Régimen actual y la responsabilidad patrimonial del Estado, publicado por el Instituto Nacional de Administración Pública (1999).

    @marcosbucio

    buciois@yahoo.com.mx

    Introducción

    La política es la persecución del poder

    La historia es el relato de esa persecución.

    Dick Morris

    Una

    campaña electoral es como ir a una guerra en donde se van a presentar todo tipo de circunstancias y los equipos deben estar preparados para enfrentarlas. Esta afirmación implica que la condición humana va íntimamente ligada a la definición de la estrategia.

    Si admitimos que la parte más importante de una campaña política es la estrategia, es válido recordar lo que decía Sun Tzu: […] hay que preparar al ejército con sus oficiales y soldados para llevar a cabo una estrategia de guerra exitosa.¹

    Así, una campaña política implica considerar una serie de aciertos y errores, con base en una definición de acciones estratégicas, en donde la disciplina del candidato y de su equipo es fundamental para ganar. Al final gana aquel candidato que logre convencer a la ciudadanía de que sus propuestas y su persona son mejores que las de sus contrincantes, aquel que sume más aciertos y virtudes que sus errores y defectos.

    La estrategia electoral es tan importante que si es correcta y acertada, y cumple con disciplina, logra que hasta un candidato aburrido pueda ganar. Es el caso del candidato argentino Fernando de la Rúa que contendió contra Carlos Saúl Menem en el año 1999 y a quien se le criticaba por ser aburrido y nada emotivo, pero después de una investigación del entorno político y económico de Argentina, los estrategas diseñaron un spot donde De la Rúa expresaba: Dicen que soy un candidato aburrido y sin emociones, probablemente lo sea, pero no robo como Menem, y ganó.

    Por ello, para el diseño de la estrategia electoral, es importante investigar el entorno político y económico de las campañas, lo que nos revela el humor político del electorado.

    Para la elección de 2012, el electorado mexicano se encontraba insatisfecho por la evidente falta de resultados de las dos administraciones panistas de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa. Vicente Fox concluyó su gestión con el agravamiento de la inseguridad pública y el incremento del narcotráfico en el país a niveles nunca vistos en la historia de México. En materia de inseguridad pública, los secuestros y los asaltos a las familias mexicanas aumentaron de tal manera que fue evidente la impotencia de las policías estatal y federal.

    Felipe Calderón, como candidato a la presidencia durante la campaña del año 2006, señaló: Combatiré con mano firme la inseguridad y devolveré el Estado de Derecho a los ciudadanos, con lo que ganó gran simpatía electoral. Al no lograr lo prometido, sumó a la insatisfacción del sexenio de Fox los resultados de su administración.

    La investigación de cada campaña siempre arrojará resultados sorprendentes porque ofrece a la estrategia de campaña la temperatura económica, política y social del ciudadano en su percepción de lo que el candidato debe priorizar como candidato y gobernante. Esta investigación permite perfeccionar el diseño de la estrategia electoral de cada candidato porque analiza el entorno económico y político de la elección, lo que se puede designar como el humor político del electorado, es decir, qué humor tiene el electorado meses antes de una elección. Esto permitirá conocer lo que le duele al electorado, cuáles son sus aspiraciones, así como diseñar la estrategia para dar respuesta a esas inquietudes.

    El entorno económico

    El entorno económico es fundamental para definir la actitud de la ciudadanía ante las propuestas de continuidad o cambio. Tomemos como referencia sobre este punto la administración de Felipe Calderón, en la que la economía creció 1.9 por ciento anual en promedio y los indicadores macroeconómicos se mantuvieron estables. El peso se mantuvo fuerte. Las remesas enviadas por los trabajadores inmigrantes mexicanos en Estados Unidos, durante el periodo comprendido de diciembre de 2006 a junio de 2012, ascendió a la cantidad 130 mil millones de dólares (mdd), 32 mil mdd más que en la administración de Vicente Fox.

    A diferencia de economías desarrolladas que hoy enfrentan problemas fiscales y de deuda, en los últimos cinco años México mantuvo sus finanzas públicas en orden. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda, la deuda externa pasó de representar 45 por ciento de la deuda total a una proporción de 19 por ciento. Aun cuando la economía mexicana enfrentó en la segunda mitad de 2008 la peor crisis económica mundial desde la depresión de 1929, con un desplome de 6.1 por ciento del Producto Interno Bruto (

    pib)

    al cierre de 2009, se logró crecer 5.5 por ciento en 2010, aunque con un costo social muy elevado.

    Estos niveles de crecimiento económico son comparables a los de la década de 1980: 1.9 por ciento del

    pib

    en promedio anual, similar a la tasa de crecimiento en el sexenio de Miguel de la Madrid.

    El entorno político social

    En el entorno político y social antes de las elecciones de 2012 destaca el agravamiento de la inseguridad pública y la guerra contra el narcotráfico que desató el presidente Felipe Calderón. El promedio de muertos por año generado por la lucha contra los cárteles alcanzó la cantidad de 21,666; y se multiplicó por dos el número de cárteles. El Estado mexicano se volvió policiaco, el gasto de la Secretaría de Seguridad Pública se triplicó y el de las Fuerzas Armadas se duplicó.

    La agenda con Estados Unidos giró en torno a la guerra contra el narcotráfico y el acuerdo migratorio nunca estuvo en las prioridades de la política exterior de Calderón. Los pobres aumentaron de 48.8 a 52 millones y la pobreza extrema se incrementó a 12 millones de mexicanos.

    El expresidente Felipe Calderón perdió la brújula al desatender las principales exigencias de la sociedad mexicana, asunto que había sido su promesa principal durante la campaña electoral de 2006, en la que se autodenominó el candidato del empleo. Olvidó desarrollar una política industrial que permitiera incrementar el empleo y fortalecer la educación para formar nuevas generaciones preparadas para el futuro. Muy tarde, en su último año de gobierno, presentó en Ciudad Juárez, Chihuahua, una propuesta integral para combatir la inseguridad pública y el narcotráfico, que incluía el desarrollo social y educativo de las comunidades.

    A diferencia del humor político del año 2006, en el que los candidatos Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón Hinojosa generaron una polarización ideológica entre izquierda y derecha, los candidatos punteros, López Obrador y Enrique Peña Nieto, no polarizaron al electorado en 2012. Esta confrontación de ideologías no tuvo mayor relevancia en el diseño de las campañas de 2012, ya que uno de los hallazgos duros que arrojaron las encuestas es que los mexicanos no votan por ideologías, votan por propuestas al bolsillo, por oferta económica o mejoría de bienestar para las familias. Así lo expresó en su momento el analista político Raymundo Riva Palacio:

    En una cultura política inacabada como la mexicana, hablar de derecha e izquierda se ha convertido en un lugar común. Es una discusión vaciada de ideología y muchas veces iniciada por personas que o son ignorantes del tema o han ido moviéndose en la geometría política mexicana para justificar sus acciones con palabras. Esto ha llevado al reduccionismo de considerar que todos los conservadores se alojan en la extrema derecha y los progresistas en la izquierda. El simplismo de la retórica impide ver que esa diada está relacionada con diferencias no sólo ideológicas, sino con valores, intereses y, sobre todo, pragmáticas que se traducen en acciones políticas. Por eso no es fortuito que, en el primitivismo mexicano, se identifique a Felipe Calderón como el representante de los intereses de la mismísima extrema derecha. Caracterización fácil, conclusión equivocada.²

    En la elección presidencial de 2006 se presentarían resultados de una encuesta de salida realizada por la investigadora Ana Cristina Covarrubias, en donde explica cómo el mexicano vota por imagen, atributos, religión o propuesta principal.

    De acuerdo con la encuesta Covarrubias y Asociados (encuestadora contratada por López Obrador), las razones más importantes del voto a favor de Felipe Calderón fueron la continuidad de los programas económicos y la atención a la demanda de empleo (31 por ciento), la identificación con el propio candidato (18 por ciento) y estabilidad económica (9 por ciento). Estos datos permiten concluir que los sufragios a favor del candidato presidencial Felipe Calderón, se generaron por las diferentes campañas de medios: una, la de los logros económicos del gobierno del presidente Fox, que motivó a votar por la continuidad de sus programas; otra, la de su oferta de empleo, necesidad muy sentida de los mexicanos que le propició una rápida identificación entre segmentos de población que no sabían nada de él; y por último, la campaña del miedo que hizo que muchos ciudadanos votaran para evitar la crisis, mantener la estabilidad económica del país y sobre todo la casa y el empleo que tanto ha costado conseguir.³

    Conocer el entorno económico, político y social define la importancia de la investigación; cómo, con los datos que proporciona, se seleccionan los temas que el candidato debe tratar y cómo debe presentarlos durante la campaña para orientar, reafirmar y neutralizar los elementos que determinan las decisiones frente a la urna.

    En el tema de la estrategia que se sustenta en la investigación es necesario explicar cómo cada equipo elabora sus tácticas de campaña, cómo identifican cuál es la parte más importante de la campaña y cómo se definen las acciones y tareas específicas para ganar la elección. La estrategia determina los mensajes clave de la campaña: la imagen que se debe presentar del candidato; las acciones de comunicación política en los medios; los viajes de recorrido territorial; las alianzas que se deben establecer con otros partidos políticos, organizaciones sociales, empresariales, sindicales o no gubernamentales; estructura electoral; así como los trabajos de promoción del voto. Está demostrado que las elecciones las gana quien tenga la mejor estrategia y el mejor mensaje para el electorado; el que tenga mayor disciplina para cumplir la estrategia; el que manifieste menos incongruencia entre

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