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Economía para todos: El capital justo
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Libro electrónico328 páginas5 horas

Economía para todos: El capital justo

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Información de este libro electrónico

La economía actual se basa principalmente en el análisis de un único flujo económico: el producto interno bruto que, como indicador, durante mucho tiempo ha sido el paradigma hegemónico. Como alternativa, este libro presenta una economía dinámica y más democrática que involucra un complejo de circulaciones. En un diagrama fundamental, se articulan dos grandes circuitos de la producción, con sus cruces e intercambios, a través de un centro decisivo de redistribución. Su autor, el irlandés Philip McShane, desde hace varios años ha estudiado e implementado las ideas que originalmente Bernard Lonergan propuso y ha hecho la invitación a un cambio integral de mentalidad de los agentes económicos, locales y globales, de manera que tomen decisiones más sensatas para todos, que redunden en el nivel de vida de los individuos y las comunidades humanas. Economía para todos. El capital justo, que es de carácter introductorio, está escrito en un lenguaje sencillo, para que legos y especialistas lo puedan consultar.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 abr 2018
ISBN9789587813210
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    Economía para todos - Philip McShane

    ECONOMÍA PARA TODOS

    PHILIP MCSHANE

    ECONOMÍA PARA TODOS

    EL CAPITAL JUSTO

    Reservados todos los derechos

    © Pontificia Universidad Javeriana

    © Philip McShane

    © De la traducción, presentación y notas,

    Francisco Sierra Gutiérrez y

    Jaime Barrera Parra

    Título original: Economics for Everyone:

    Das jus Kapital. Axial Publishing, 2017.

    Primera edición en español: abril de 2018

    Bogotá, D. C.

    ISBN: 978-958-781-226-8

    Hecho en Colombia

    Made in Colombia

    Editorial Pontificia Universidad Javeriana

    Carrera 7.a, n.º 37-25, oficina 1301

    Edificio Lutaima

    Teléfono: 320 8320 ext. 4752

    www.javeriana.edu.co/editorial

    Bogotá, D. C.

    Corrección de estilo

    Bibiana Castro

    Diagramación

    Marcela Godoy

    Diseño de cubierta

    Marcela Godoy

    Desarrollo ePub

    Lápiz Blanco S.A.S.

    Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

    McShane, Philip, 1932-, autor

    Economía para todos: el capital justo / Philip McShane; De la traducción, presentación y notas, Francisco Sierra Gutiérrez y Jaime Barrera Parra. -- Primera edición. -- Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018. 

    208 páginas : ilustraciones; 14 x 24.5 cm

    Incluye referencias bibliográficas.

    Título original: Economics for everyone. Das jus Kapital

    ISBN: 978-958-781-226-8

    1. Economía. 2. Capitalismo. 3. Democratización de la economía. 4. Calidad de vida. 5. Justicia distributiva. 6. Lonergan, Bernard Joseph Francis, S. J., 1904-1984 – Pensamiento económico. 7. Marx, Karl, 1818-1883 - Pensamiento económico I. Sierra Gutiérrez, Francisco, traductor. II. Barrera Parra, Jaime, traductor. III. Pontificia Universidad Javeriana.

    CDD 330 edición 21

    Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.

    inp. 23/03/2018

    Economía para todos: el capital justo / Philip McShane; De la traducción, presentación y notas,

    A mi esposa, Sally

    Un solo ejemplar de un libro que, trasplantado por casualidad, cae en el suelo fértil de una mente receptiva de esa forma particular de sentir basta para albergar allí una planta inexistente que quizá crezca y llegue a ser muy frondosa.

    ANDRÉ MAUROIS,

    From Proust to Camus

    PRESENTACIÓN

    Cuando el sistema necesario para nuestra subsistencia colectiva no existe, entonces es inútil excoriar la situación dada y, al mismo tiempo, ignorar alegremente la tarea de construir un sistema económico técnicamente viable que pueda ser puesto en su lugar.

    BERNARD LONERGAN, A Third Collection

    Amable lector:

    En este libro usted encontrará una pedagógica pero exigente invitación a poner sus manos en una obra inicialmente pensada y emprendida para contrarrestar la llamada crisis del 29 del siglo pasado, retomada por su autor hacia los años setenta, inacabada a su muerte y, aún hoy, sin duda iluminadora para buscar salidas a la turbulenta situación económica local, regional y global de nuestro tiempo. Con todo, paradójicamente, es una empresa que sigue siendo pasada por alto tanto por expertos como por la ciudadanía en general.

    Por más de cinco décadas el autor del este texto, el irlandés Philip McShane (1932), como pocos, ha afrontado con valentía el enorme desafío que supone no solo apropiarse de la génesis, sino del perfeccionamiento de esta idea creativa que hace falta: la ha sometido a la crítica, ha efectuado las transformaciones y adaptaciones a la situación actual, ha liderado su afianzamiento ante diversos auditorios en México, Colombia, Estados Unidos, Canadá, Irlanda, India, Korea, Australia, Reino Unido y ha reclamado sin sosiego, en este y otros textos suyos, el cambio integral de mentalidad que esta nueva idea económica demanda a todos los ciudadanos.

    ¿De qué idea se trata?, se preguntará usted de inmediato; sin embargo, conviene mantener alerta su curiosidad hasta que descubra por sí mismo, mediante pequeños ejercicios, los indicios de una respuesta que aparece hacia el final del recorrido de este texto introductorio y de la mano de su autor. Por lo pronto, la invitación es concreta y directa: que los ciudadanos comprendamos nuestros quehaceres económicos y, al mismo tiempo, nos familiaricemos con la gran obra de su mentor, Bernard J. F. Lonergan (1904-1984), un canadiense jesuita, filósofo, teólogo y educador que, como los más grandes economistas de la historia, supo afrontar la crisis de su época con un ensayo científico, riguroso y exigente en el que definió los términos y las relaciones básicas de una nueva teoría económico-política dinámica, una teoría de seres humanos libres y con iniciativa que es y será una herramienta indispensable para las democracias y las culturas de hoy y por venir.

    En una primera consideración, McShane lo invitará a usted, el lector, a cambiar su actitud hacia la economía: que pase de ser tan solo un cuenco de la mano para recoger frutos a, poco a poco y con esfuerzo, una cesta que recibe toda una nueva mentalidad explicativa, innovadora y autocomprensiva de su funcionamiento en las nuevas circunstancias y con los lenguajes del mundo global actual. En concreto, el autor lo ayudará a captar la diferencia entre comprar un azadón para el trabajo en el campo y adquirir papas en el supermercado. Luego vendrán otros ejercicios específicos que lo prepararán para emplear expresiones técnicas y formulaciones matemáticas no muy comunes entre los economistas. Este curioso inicio del libro resultará ventajoso porque no seguirá la pendiente establecida por los voluminosos textos introductorios a la economía que, desde un comienzo, se ocupan de todas las complejas variables del proceso productivo y confunden o atemorizan a los principiantes o a los que desean captar lo esencial de este.

    Con una segunda vuelta de tuerca, el autor lo conducirá a realizar una especie de revolución teórica fundamental que brota desde las ideas centrales de este mismo sistema económico que hace falta. Esta crucial experiencia le demandará comprender a profundidad los dos circuitos más significativos del proceso productivo a partir de instancias locales concretas y, en pasos sucesivos, hasta una dimensión global. Usted deberá agudizar su atención para lograr una comprensión adecuada de la distinción explicativa y funcional entre el flujo básico (destinado a la producción de bienes y servicios que elevan el estándar de vida) y el flujo agregado (surplus circuit; dirigido a producción indispensable de bienes de capital para acelerar el flujo básico). A la par del análisis de estos dinamismos, el lector irá percatándose de la normatividad intrínseca del ciclo puro de la producción, de sus correspondencias, transacciones, contraflujos e indeterminaciones. En retribución a sus esfuerzos, se espera que conciba ahora la economía como la transformación de las diversas potencialidades concretas de la naturaleza —incluida la nuestra— en la elevación del estándar de vida actual de individuos y comunidades humanas; no como una sucesión naturalizada e ininteligible de auges, caídas y crisis causada por la codicia. Atender al ciclo puro de la producción le resultará muy benéfico; comprenderá por qué el autor le aconsejaba no discutir desde el principio los problemas de la medición, la propiedad, la posesión, los conflictos entre trabajadores y obreros, los precios, los salarios, las tasas de interés, la medición del capital y, menos, la tarea de hacer predicciones sobre las situaciones concretas de la economía actual.

    Ahora, conviene tener presente que toda nuestra actividad comprensora involucra la mediación de la creatividad imaginativa. El entendimiento comprende a través de las imágenes, decía Aristóteles en su libro Acerca del alma. Así que un nuevo entendimiento de la economía le pedirá sustituir la imagen de los casinos (reales y virtuales) en que se juegan hoy los grandes capitales alrededor del planeta, así como la imagen lineal circular del proceso productivo que vincula a los hogares, el capital y las empresas de suministro de bienes, por la de un diagrama multidimensional que se parece mucho a un campo de béisbol y al juego que allí se realiza. En el tercer capítulo, el lector identificará y comprenderá la compleja dinámica del proceso productivo mediante esta nueva imagen simbólica y heurística de la circulación de los flujos y contraflujos (básico y agregado), con sus interrelaciones y transacciones, así como de las distintas fases de la economía que allí se ilustran. Adicionalmente, deberá concentrar su atención en el ejercicio concreto de identificar con precisión las distintas clases de pagos, en descubrir el significado del flujo del dinero y en captar el énfasis general que aquí se pone en los ritmos del ingreso puro agregado que determinan, con sus innovaciones creativas, la expansión final del ciclo básico consistente en una mejora significativa del nivel de vida de los ciudadanos, del bien común. No olvide en ese momento que usted está explorando los pilares de una nueva teoría en construcción que tiene su propia lógica; no solo está tratando de aplicar modelos ya establecidos.

    El paso siguiente al que lo invitará McShane es a rastrear, de manera general, los efectos del comercio y el gobierno en los ritmos de los dos circuitos del proceso productivo y a captar con detenimiento y agudeza el papel decisivo que juega desde el centro del campo de béisbol la función redistributiva del capital, cuyos movimientos deben ser comprendidos ahora mediante nuevas ecuaciones fundamentales. Igualmente, es de suma importancia que el lector comprenda la normatividad económica y ético-política intrínsecas al ciclo puro de la producción, que exige que ninguno de los circuitos (el básico o el agregado) drene al otro; ello precipitaría al proceso en un desequilibrio dinámico casi imposible de revertir.

    Si el lector tiene aún en sus manos este libro, ya habrá podido calibrar lo indispensable que resulta para emprender o continuar la tarea de construir un sistema económico que remplace al que, a todas luces, viene haciendo aguas. El quinto capítulo trae consejos estratégicos del autor sobre el comportamiento económico actual de los ciudadanos y las comunidades sobre y la necesidad de una educación seria en la economía moderna que nos permita vislumbrar creativamente la necesidad de un cambio hacia un nuevo orden económico realmente democrático.

    Pero el autor, de su propia cosecha, le ha reservado para este momento un desafío ulterior. Vinculará ideas posteriores de su mentor (pensadas originalmente para la teología y las ciencias humanas) con la necesidad de implementar un método de colaboración profesional transdisciplinario para este nuevo paradigma económico. Ese método articula de manera interdependiente ocho tareas diferentes y especializadas en un proceso que va desde los datos hasta los resultados. Cuatro de ellas abordan nuestra relación con el pasado que nos ha traído hasta hoy, mientras las restantes se hallan comprometidas en implementar nuestras opciones actuales, desde ahora y en el inmediato futuro. En breve, usted se pondrá a pensar cómo el nuevo paradigma del proceso productivo no solo transforma las potencialidades de la naturaleza y las de nuestras propias matrices culturales concretas a las que se debe, sino que se constituye en una pieza indispensable de mediación teórica actualizada y metódica entre esas mismas matrices y sus legítimos anhelos de una mejora histórica y valiosa de la calidad de vida de todos los seres humanos que vivimos en ellas.

    El autor clausura su pequeño texto introductorio con la confesión de la poca acogida que estas ideas han tenido, como si se hubiese entregado un pez muerto (un pescado) al pensamiento económico, sensación que experimentó temprano el canadiense creador de estas. Pero McShane no se amilana y lo motivará una vez más a usted como lector, como también a los principiantes, a los economistas y a los estudiosos de la obra completa de Lonergan, a acometer esta labor con diligencia atenta, inteligente, crítica y responsable, capturando así el alcance del desafío global que supone su pensamiento integral.

    Sobre esta traducción: la equivalencia que hacemos aquí del texto de McShane al castellano ha sido realizada con base en la primera edición de esta obra en inglés (1996), por la editorial Commonwealth Publications, Edmonton, AB, Canadá, a la que le hemos agregado al final un amplio suplemento bibliográfico que recomendamos a los lectores que se sientan motivados a investigar más en torno a este cambio de paradigma macroeconómico y cultural aquí planteado. Este suplemento también incluye referencias a acciones emprendidas con base en estas nuevas ideas en comunidades rurales de Australia, en la región del Magdalena Medio en Colombia, en comunidades populares en Manila en Filipinas, entre otras. Muy a nuestro pesar, mientras esta traducción se hallaba en prensa en el 2017, McShane publicó este mismo año una nueva edición en inglés con dos nuevas secciones: un prefacio y un apéndice titulado El volumen de los negocios y la teoría cuantitativa del dinero, novedades que no alcanzaron a ser incluidas aquí.

    Sobre el autor: El Dr. Philip McShane (1932), irlandés residenciado en Vancouver (Canadá) es M. Sc., Lic. Phil, S. T. L. Obtuvo su pregrado en Teoría de la Relatividad y Mecánica Cuántica en University College de Dublín, y un Ph. D. en Filosofía en la Universidad de Oxford. Es profesor emérito de la Universidad Mount St. Vincent, de Halifax, Canadá. Filósofo, matemático, teólogo, con estudios de física, biología, economía; músico y pedagogo. Sus libros más recientes sobre este nuevo paradigma macroeconómico: Sane Economics and Fusionism (2010), Piketty’s Plight and the Global Future (2014) (hay traducción castellana de Pedro Ponce Miranda, El predicamento de Piketty y el futuro global, Amazon, versión Kindle) y Profit: The Stupid View of President Donald Trump (2016). Ver más referencias en el suplemento bibliográfico al final del texto.

    JAIME BARRERA PARRA

    FRANCISCO SIERRA GUTIÉRREZ

    PRÓLOGO

    El título de este pequeño libro contiene varios significados. El más evidente es poner la economía a disposición del lector común y corriente, y ese es mi significado primordial. En efecto, por razones que irán apareciendo, espero que este tipo de lector saque mucho más provecho del libro que el economista sofisticado. En este libro expongo una teoría, una concepción del funcionamiento adecuado de las economías nacional y global que, podría afirmar, es escandalosamente obvia aunque, también, de manera escandalosa, está ausente de la mente de los economistas.

    El segundo significado del título es que la economía es democrática: es para todos. Esto aparenta ser parcialmente obvio, y quizá muchos economistas y políticos podrían sostener que esta es, precisamente, la forma como ellos conciben la actividad económica. Sin embargo, hay un sentido en el que el funcionamiento evidente de las economías actuales, aun en el así llamado mundo democrático, solo beneficia a los que controlan el dinero y la administración, con cierto colapso que beneficia a la clase media y a los humildes.

    También en mi título viene agazapado un tercer significado, y es que el control de la economía debe estar al servicio de la mayoría y que, además, no es esencialmente un asunto político. Conviene establecer aquí una analogía que iré explotando a lo largo de todo el libro. El control de la conducción de un automóvil estándar ciertamente está en manos de muchos, pero de ninguna manera es objeto del debate político. Hay una forma correcta de encender y acelerar este tipo de vehículo que no es sometida al Parlamento. Lo que podría ser tema de debate público, entre otros temas, es el uso y el abuso del potencial de transporte que el automóvil representa, la manera como este estructura el interior de las ciudades y sus conexiones externas.

    Estas últimas frases podrían ser una fuente de confusión para usted, lo cual sería con toda seguridad una lástima en una etapa tan temprana de un libro que pretende ser iluminador a nivel popular. De ahí que tengamos que detenernos un poco en la analogía planteada entre la conducción de un automóvil y la conducción de la economía. La semejanza precisa proviene del hecho de que un automóvil tiene normas propias para su conducción: hay ritmos en los que se acelera, se usa el embrague, se hace el cambio, se frena. Si alguien va en contra de estas normas, fracasará rotundamente en la conducción apropiada del vehículo y, con toda seguridad, dañará el motor. La analogía aparece cuando se afirma que la economía tiene normas propias para su conducción. Ayudarle a descubrir de manera elemental cuáles son esas normas nos ocupará la mayor parte de este libro. Por ahora, solo voy a mencionar dos cosas sobre estas normas antes de seguir con mi descripción de esta analogía.

    En primera instancia, estas normas no hacen parte del material de los textos tradicionales de economía, por lo que sospecho que mi libro podrá ser menos comprensible para los versados en esa tradición, sean estudiantes o profesores, que aquellos que no saben nada de la economía actual. En segundo lugar, echarles un rápido vistazo a las normas inherentes a los ritmos de producción e innovación de los procesos económicos nos va a demandar bastante imaginación concreta. Las normas sobre las que escribo, entonces, no son familiares para ninguno de los dos tipos de lector. De allí que debo pedirle que tenga paciencia conmigo en esta etapa mientras desgloso mi analogía.

    Le pido, entonces, que acepte provisionalmente mi hipótesis de que existen ritmos inherentes al funcionamiento adecuado de la economía, nacional o global. Lo que entiendo por un funcionamiento adecuado está, desde luego, íntimamente ligado con la normatividad que aún no se ha especificado y que se parece en algo al no apriete el freno y el acelerador a la vez. Si el lector acepta este tipo de símil entre un automóvil y la economía, entonces podrá aceptar que es posible afirmar que la economía está siendo muy mal conducida. No es preciso decir que este tipo de denuncia se ha vuelto ya muy común: tanto las personas comunes y corrientes como los economistas critican las políticas del gobierno. Pero mi anhelo es conducirlo hacia lo que en este libro constituye una noción y una competencia, no para criticar al gobierno, sino para la autocrítica de los ciudadanos.

    Para esto necesitamos darle un giro a nuestro símil. Por lo general, solo existe un ciudadano conductor por automóvil. Si la conducción es deficiente o espantosa, será explícito para los ciudadanos vecinos, especialmente si van en el asiento de atrás o se hallan a una distancia en que puedan ser atropellados. Incluso, así sea para que no se los trate de incompetentes o se los pueda llegar a arrestar, los ciudadanos pueden llegar a conducir muy bien sus vehículos. Sin duda, mi lector podrá reírse de lo que pueda significar conducir muy bien en ciudades como Montreal, Roma o Bombay. Con todo, dentro de cualquier comunidad particular existe una presión de sentido común aceptado que invita, convence con marrullerías o fuerza para que se conduzca con un cierto grado de competencia.

    Mi símil apunta a la urgencia de desarrollar un sentido común parecido en los ciudadanos del mundo con respecto al manejo de la economía, y mi libro pretende que ello sea plausible. El lector informado y astuto bien puede hacer un alto ahora para poner bajo sospecha si eso de lo que le estoy hablando no tiene que ver más bien con una decisión centralizada impuesta: la política monetaria, el sistema tributario, la tasa de interés.¹ Qué pasa con todo esto en el análisis que estamos emprendiendo es un tema que abordaremos más adelante. Pero no, no estoy hablando de aceptar ciegamente una tasa bancaria: hablo de la prioridad que debe tener el modo común de conducir adecuadamente la economía sobre las tasas bancarias o las medidas tributarias. Hablo de una democracia genuina que se interesa seriamente por la economía. Obviamente, escribo sobre algo remoto, y me arriesgo a volver a mencionar aquí el título de un artículo que escribí sobre el tema hace ya veinte años: Una concepción cristiana improbable y los ritmos económicos del segundo millón de años.² No escribo aquí sobre una concepción cristiana de la economía como tampoco sobre una concepción cristiana del automóvil. Escribo sobre una actitud inteligente hacia los ritmos naturales, sobre un tipo de actitud que penetre gradualmente las mentes y los huesos de los ciudadanos. ¿Gradualmente? Sí, pues escribo con un optimismo de muy largo alcance. Avizoro un futuro distante cuando el ethos de conducir adecuadamente la economía haya alcanzado el mismo carácter del ethos actual de conducir automóviles. Hoy día, cualquier ciudadano de una de las naciones avanzadas puede aprender a conducir un automóvil dentro de una compleja cultura del desplazamiento vehicular. Para ese futuro, todos los ciudadanos podrían aprender a conducir una economía particular en una cultura que fomente de manera concreta los ritmos del progreso económico.

    No es de esperar que este cambio de perspectiva ocurra por estos días. Bernard Lonergan, el pensador que dio origen a la teoría que trato de popularizar, me dijo una vez que esto iba a tomar unos 150 años.³ Solo puedo hacer conjeturas de por qué eligió esa cifra. En realidad, se trata de un pesimismo que supera al de Max Planck, que creía que sus teorías físicas solo llegarían a ser aceptadas cuando fallecieran los profesores más antiguos de su universidad. Pero hay mucho más en juego en el actual estado de desorganización de la economía, y tenemos que vérnoslas con una arrogante solidaridad en la teoría económica de fines de este siglo XX que a la comunidad de los físicos no le tocó afrontar en sus comienzos. Una voz económica que disiente de estas décadas pasadas es la de Alfred Eichner, quien a menudo expresa su convicción sobre la camarilla fuertemente estructurada que tiene agarrada por el cuello a la educación económica presente y futura, si bien le pone una pizca de humor esperanzador cuando anota que

    por las tardes, luego de dos o tres tragos, muchos profesores de economía comienzan a reconocer con sus propias reservas la teoría que constituye el núcleo del currículo de la carrera de economía. La teoría, llegan a admitirlo, contradice el sabido comportamiento de las instituciones económicas. Pero, ¿qué otra cosa les vamos a enseñar a nuestros estudiantes?, se preguntan.

    ¡Quizás haya que enseñarles introducción a la economía a esa misma hora de la tarde!

    En la triste situación actual de la ciencia económica, queda ciertamente lugar para la sátira y el humor. Una de mis indirectas favoritas en estas décadas pasadas, en las que he hecho varias presentaciones para hacer popular esta perspectiva, ha sido la de comparar al economista con un conductor que, en forma estúpida y sin saber conducir adecuadamente, echa a andar el vehículo hacia adelante en un solo cambio y, tan pronto como se le recalienta el motor, decide mandar a pintar el auto. Quizá una imagen que el lector puede encontrar más diciente es la de los economistas que se parecen a la gente que con sus pies en la playa pretenden que las olas se aplanen o lleguen de forma completamente horizontal. La última imagen se aviene maravillosamente con la actitud estúpida de ir contra la naturaleza que, yo sostendría, es parte y parcela de la teoría tradicional del equilibrio, o de su prima hermana, la teoría del crecimiento estable. Pero aquí estoy tocando tópicos mucho más amplios que solo podrían distraer a mi interesado principiante. Entonces, suspendo de inmediato mi divagación sobre la economía actual con una cita de un respetado economista que señala con mucha precisión dónde se iniciaron nuestros problemas:

    [L]a dificultad de un nuevo comienzo radica en señalar con precisión el área crítica donde la economía perdió su rumbo […]. Yo la ubicaría hacia la mitad del capítulo IV del vol. I de La riqueza de las naciones […]. En [ese] capítulo Smith, después de haber explicado que en una economía social se necesita dinero, repentinamente queda fascinado con la distinción entre el precio del dinero, el dinero real y el valor de cambio y, a partir de ahí, digo casi de inmediato, su preocupación se empantana en el problema de cómo determinar los valores, los factores y los precios de los productos. En los capítulos siguientes de Smith, es posible trazar el desarrollo más o menos continuo de la teoría de los precios, pasando por Ricardo, Walras, Marshall, hasta Debreu y los más sofisticados economistas americanos actuales.

    ¿Qué estamos buscando? Nuestros esfuerzos se encaminan a descubrir una perspectiva realista dinámica que se atenga a los hechos y a las posibilidades concretas del progreso y el propósito económicos, que no se vaya por el callejón sin salida del análisis general de

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