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Hacia una hermenéutica de nuestra conciencia histórica
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Hacia una hermenéutica de nuestra conciencia histórica
Libro electrónico211 páginas3 horas

Hacia una hermenéutica de nuestra conciencia histórica

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En Hacia una hermenéutica de nuestra conciencia histórica, obra póstuma, el autor señala y abre, a partir de un análisis hermenéutico de la narración, caminos y destinos de reflexión filosófica sobre la experiencia histórica de nuestros pueblos. Al mismo tiempo, invita a la autocomprensión y a la apropiación de nuestra tradición narrativa, pues explora, en la emblemática novela Cien años de soledad, las relaciones entre la configuración narrativa y la refiguración del tiempo humano. Este libro aporta a la configuración del pensamiento latinoamericano a través de herramientas proporcionadas por la fenomenología y la hermenéutica. De ahí que dialogue con importantes autores como Gadamer, Lacan, de Certeau, Genette, Kermode, Iser y Paul Ricoeur acerca de problemas como el tiempo, la poética del relato, del texto y de la lectura.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 ene 2015
ISBN9789587168730
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    Hacia una hermenéutica de nuestra conciencia histórica - Jaime Rubio Angulo

    HACIA UNA HERMENÉUTICA

    DE NUESTRA CONCIENCIA HISTÓRICA

    JAIME RUBIO ANGULO

    HACIA UNA HERMENÉUTICA

    DE NUESTRA CONCIENCIA HISTÓRICA

    Reservados todos los derechos

    © Pontificia Universidad Javeriana

    © Jaime Rubio Angulo

    Primera edición: octubre de 2015

    Bogotá, D. C.

    ISBN: 978-958-716-874-7

    Número de ejemplares: 300

    Impreso y hecho en Colombia

    Printed and made in Colombia

    Editorial Pontificia Universidad Javeriana

    Carrera 7, n.° 37-25, oficina 1301

    Edificio Lutaima

    Teléfono: 320 8320 ext. 4752

    www.javeriana.edu.co/editorial

    Bogotá, D. C.

    Corrección de estilo

    Laura Giraldo Martínez

    Montaje de cubierta

    Claudia Patricia Rodríguez Ávila

    Diagramación

    Claudia Patricia Rodríguez Ávila

    Desarrollo ePub

    Lápiz Blanco S.A.S.

    Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

    To see a World in a Grain of Sand And a Heaven in a Wild Flower Hold Infinity in the palm of your hand And Eternity in an hour

    William Blake Auguries of Innocence

    NOTA EDITORIAL

    Honrar la vida y la obra de Jaime E. Rubio Angulo (1949-2005) con la edición de este ejercicio investigativo realizado por él bajo los auspicios de la Beca ‘Francisco de Paula Santander’, otorgada por Icetex-Colcultura en 1989 constituye, al unísono, una muestra de gratitud profunda para con su valiosa contribución a la filosofía en sus años de docencia e investigación en la Pontificia Universidad Javeriana, en Colombia y América Latina; una invitación a recorrer, ampliar y robustecer los senderos por él emprendidos (infortunadamente, en breves pero muy promisorios tramos); y una huella simbólica material del deber ético-político de construir memoria y conciencia históricas de nuestra región.

    La experiencia filosófica, crucial por casi todo el laberinto de la tradición occidental, embona el deseo de ser y el esfuerzo por existir en la autocomprensión históricamente situada de los seres humanos. Jaime Rubio jamás pasó por alto esta exigencia y supo asumirla de manera preferencial apoyado, entre otras, en las tradiciones fenomenológica y hermenéutica; en especial, para esta obra, a partir de la línea argumental de la Triple Mínesis de Paul Ricreur. Pero, sabiduría indispensable que Rubio también ostenta en este texto: la exploración filosófica imbricada en nuestra identidad narrativa, con la cual es posible hacer justicia a las posibilidades que luchan todavía por ser, y a las oportunidades de un futuro fértil para la identidad de nuestros pueblos.

    En efecto, la reflexión filosófica presente desde estas latitudes, nos demanda prestar un triple cuidado: (i) al universo densamente complejo de nuestras experiencias en y del tiempo, (ii) a la imaginación creativa y crítica que teje nuestra identidad en distintos relatos y, (iii) a la catarsis que la autoapropiación de su lectura crítica nos reclama, invitándonos a reorientar los rumbos históricos de nuestras vidas.

    De la mano de Rubio, con versatilidad unida al lazo del tiempo, los lectores podrán comprender las operaciones propias del trabajo simbólico y hermenéutico que implica pasar de la temporalidad en cuanto vivida al tiempo narrado (Capítulo I); sumergirse en las, ora difíciles, ora tersas, aguas de la temporalidad e intratemporalidad del discurso, el relato y la poética de los personajes (Capítulos II y III); enriquecer estos trayectos atestiguándolos ahora en el relato de ‘todo un siglo en un instante’ que es la emblemática novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez (Capítulos IV y V); para encaminarse al culminante cruce entre los mundos de la obra y el lector, y al decisivo compromiso de hallar pistas para descifrar nuestra enigmática condición histórica colombiana hoy (Capítulos VI y VII).

    Esta publicación ve la luz por generosa autorización de los hijos de Jaime: Diego Rubio Fernández y Juana María Rubio Fernández, recompensada hoy con inmensa gratitud. El trabajo de edición académica —levantamiento del texto en formato digital a partir de fotocopias tomadas del original, la revisión y normalización de citas bibliográficas, la corrección de estilo y, de manera más puntual, el cambio justificado introducido en el título, a partir del empleado por el autor mismo en el VII capítulo (alterando un mínimo el del informe original que reza solamente como: Hermenéutica de nuestra conciencia histórica)-, es producto del esfuerzo conjunto entre discípulos, admiradores y amigos suyos: Carlos Arturo Arias Sanabria, Anna Valentina Beltrán Sánchez, Airlen María Durán Acosta y Francisco Sierra Gutiérrez. En no menor medida, esta obra aparece por el muy diligente y cualificado respaldo de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana en las personas de su director, Nicolás Morales Thomas, y de sus asistentes editoriales: Jhon Jairo Mesa y Rafael Rubio, así como por el decidido apoyo de Diego A. Pineda R., Decano de la Facultad de Filosofía y Justiniano Perdomo Porras, Secretario.

    La Colección Anábasis, destinada a las investigaciones de los profesores de la Facultad de Filosofía de la Pontifica Universidad Javeriana, se honra y resplandece con la incorporación del pensamiento de Jaime E. Rubio Angulo a ella.

    Carlos Arturo Arias Sanabria

    Anna Valentina Beltrán Sánchez

    Airlen María Durán Acosta

    Francisco Sierra Gutiérrez

    Editores académicos

    PRESENTACIÓN

    Que la filosofía sea reflexión es algo sabido desde siempre. Pero, ¿cuál es el modelo que asume esta reflexión? ¿Cuál es su ‘estilo’? Quisiera intentar responder estas preguntas.

    Dentro del estilo hermenéutico que esta investigación preconiza, entendemos la reflexión como el acto de reapropiación de sí que el sujeto realiza, mediante la interpretación de las obras en las cuales expresa su deseo de ser y su esfuerzo por existir. ¿Por qué llamar a este proceso una reapropiación? Porque el ‘yo’ del ‘yo pienso’ no se comprende a sí mismo como sujeto de las operaciones de conocimiento, volición, estimación, entre otros; o, para decirlo más radicalmente, no hay coincidencia entre ser y conocer. El sujeto primero se produce y luego se conoce; en consecuencia, no hay comprensión de sí que no esté mediatizada por los signos, los símbolos y los textos. La comprensión de sí coincide con la interpretación de los términos mediadores.

    En esta investigación hemos privilegiado la mediación por los textos y, en concreto, por los textos narrativos. No significa esto un desprecio por la tradición oral; antes bien, el texto fijado por la escritura permite hacer justicia al discurso y a sus fuentes originales. Es la escritura la que permite al discurso ‘llegar a ser texto’. Desde este vértice, comprender un texto es comprenderse delante del texto y recibir de él un horizonte de sentido que me arranca de mi narcisismo inmediatista.

    No podemos considerar al texto como algo inerte. Al contrario, existe un ‘trabajo del texto’ que se manifiesta tanto en la dinámica interna, que preside la estructuración de la obra, como en la capacidad que esta tiene de proyectar fuera de sí, de engendrar un conjunto de posibilidades: un mundo. Es esta ‘vehemencia ontológica’ de la obra la que se patentiza en los tres niveles de la mínesis de la obra narrativa —prefiguración, configuración, refiguración— del mundo por obra del poema.

    Este libro indaga por las relaciones entre ‘tiempo’ y ‘relato’, en Cien años de soledad. Será una indagación por las relaciones entre la configuración narrativa y la refiguración del tiempo humano.

    Necesitamos del soporte del texto para lograr esta refiguración. Aquí la metáfora del soporte es muy importante: significa por igual, apoyo e impulso. Hay tiempo percibido, como nos lo enseñan los fenomenólogos, pero lo hay también dinámico, ‘impulsor’; más allá del apoyo encontramos el tiempo de la danza o del acto más alto y más tenso, cuando el sujeto viviente se realiza y transfigura su existencia en la libertad.

    Para comunicar a los hombres esta temporalidad viva, es necesario narrar, es necesaria la mínesis del relato. Podemos figurar o reproducir el tiempo gracias a los relatos, pero estos son solo decisivos cuando tratamos de asumir nuestra propia existencia temporal: todo acto debe tomar forma.

    Nuestra investigación nos pondrá en presencia de un ‘momento’, del ‘instante’ de la lectura. El momento de la lectura del texto es un momento paradójico: decisivo e indeciso. Es como el umbral donde se superponen lo que nos es dado conocer y lo desconocido de las decisiones por tomar, es decir, las opciones de la libertad.

    Momento de lectura en que somos alterados, de verdad, con todo lo que esta palabra significa. Instante que nos envía a nosotros mismos; instante que está como suspendido, ‘instante que dura cien años’ hasta que nosotros comprometamos nuestra propia temporalidad en una verdadera existencia concreta.

    En esta reflexión el tiempo es cualificado de otra manera. No es solamente el tiempo del ‘ver’; es también el tiempo de la posibilidad libre, el momento de justicia. Mínesis de un relato es mínesis del tiempo ‘vivo’. En definitiva, si la lectura está apoyada sobre la mimesis del texto, esta solo se realiza plenamente cuando toma cuerpo en una existencia y en una libertad concreta.

    * * *

    Ahora quisiera decir algo sobre las ‘maneras de hacer’ de esta investigación, vale decir, sobre su ‘estilo’.

    El estilo, las ‘maneras de hacer’, constituyen un repertorio colectivo que podemos localizar en las formas de ‘utilizar’ el lenguaje, ‘escribir’ textos, ‘demarcar’ y ‘administrar’ los espacios, entre otros. Estos procedimientos, de muy diverso origen, pueden cruzarse en campos de actividades individuales como los actores anónimos que cruzan la escena que lleva el nombre de un supuesto autor¹.

    Estas prácticas especificadas por los estilos son más estables que sus campos de aplicación; no se pueden identificar con el lugar donde se ejercen, las prácticas no son totalizantes y no hacen parte de sistemas coherentes. Es posible identificar los estilos de las operaciones intelectuales unidas a las formas de ejercicio del poder.

    Podemos identificar el estilo táctico del procedimiento jurídico que transforma lo episódico en escena de la ley; el estilo estratégico de la enunciación profesoral o clerical que transforma lo particular en caso de una ideología general; el estilo escrito de la manipulación textual que hace de la distancia un principio de autoridad². Nosotros mismos constituimos un campo de experimentación y elucidación de las prácticas de poder que funcionan como prácticas de intelectuales, pensamos que al denunciarlas podemos inventar formas de pensar diferentes.

    Creo que los filósofos en nuestro medio debemos reconocer la legitimidad teórica del relato. No podemos seguir considerándolo como un ‘residuo’ que no podemos evacuar, sino como una forma necesaria de la teoría de las prácticas. Una teoría del relato es indisociable de cualquier teoría de las prácticas. Es lo que ha sido Don Quijote a comienzos del XVII para la hidalguía española: la figura que organiza las prácticas de una sociedad se convierte en la escena donde se produce su inversión crítica. No es más que el lugar de su otro, una máscara³; la literatura como ejercicio del deseo conforme la tradición de la lectio.

    Cien años de Soledad como el escenario de la subversión, como realización del deseo, como lectio. Aureliano, el ‘lector’, última de las transformaciones simbólicas, es una figura ética. La ética, en sentido muy cercano a Jacques Lacan⁴, es la forma de una creencia separada del imaginario alienante, y convertida en palabra que dice el deseo instituido por esta falta. Ética del deseo, regreso al ‘mundo de la vida’, retorno a lo sensible que no ha dejado de alimentar nuestra reflexión. Naturaleza de la cual sacamos a la vez fuerza y lucidez para las empresas humanas.

    Deseo de ética; deseo de que se haga justicia. Este deseo de justicia hace contraste con lo que, en lo real cotidiano, se experimenta como injusticia. No se trata tan solo de recuperar las ideas de justicia moral, jurídica o política. Lo que está en juego es un nuevo imaginario social. El deseo de justicia se despierta por la injusticia sufrida en carne propia. Esta injusticia no está conceptualizada: es la manera inmediata de lo intolerable.

    Lo injusto es lo inhumano y esto es intolerable; esto subleva y es allí, en el corazón de este sentimiento, donde comienzan a esbozarse los rasgos de la justicia deseable. Lo posible está inscrito en lo real y el poder ser es un poder del ser.

    Nunca me cansaré de repetir que lo que legitima nuestra demanda de justicia —dice Ángel Rama— lo que respalda nuestra terca codicia de utopía es nuestra capacidad para inventar y producir, es nuestra energía y nuestro coraje que no es exclusiva propiedad de los que hoy vivimos, sino una continuidad histórica que asegura el radiante valor de América Latina.

    Nos sentimos cercanos a la intuición de García Márquez, para quien el buen castellano es el que está dispuesto a ‘romper todas las leyes por conseguir una expresión’. No es el buen castellano un asunto gramatical, o sí lo es, pero en cuanto actitud inteligente y vital que inspira todas las formas de ruptura con las formas imaginarias alienantes.

    Cien años de soledad, literatura; discurso teórico de nuestros procesos históricos subversivos. ‘Teatro de la memoria’ en donde los papeles se invierten. "Imágenes que integran todas las posibilidades del pasado, pero también representan todas las

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