Tabaré
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Tabaré, el personaje principal del poema que lleva su nombre, es el hijo de Caracé. Un indio de la selva «uruguay». Su madre es una española que, tras llegar con los primeros conquistadores, es hecha cautiva por los indios.
El poema relata el idilio del indio Tabaré y la española Blanca. Cabe añadir que es hermana de un capitán español, don Gonzalo de Orgaz, quien mata injustamente al desdichado indio, en plena selva.
En este poema el poeta canta al honor y al orgullo de los indios charrúas y su resistencia heroica ante el avance del conquistador español. Por ello su protagonista es una simbiosis de formas de vida.
Tabaré también evoca
- el mestizaje racial y cultural,
- la flora,
- la fauna,
- la vida y costumbres de los indígenas.La trágica historia, en los versos magníficos de Zorrilla, se eleva a epopeya de América. Constituye el impulso primigenio que determinó el surgimiento de la literatura notivista.
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Tabaré - Juan Zorrilla de San Martín
Juan Zorrilla de San Martín
Tabaré
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Tabaré.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@linkgua.com
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica ilustrada: 978-84-9007-704-7.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-463-1.
ISBN ebook: 978-84-9007-567-8.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 11
La vida 11
La obra 12
Dedicatoria 15
Introducción 19
I 19
II 20
III 21
Libro primero
Canto primero 27
I 27
II 28
III 29
IV 31
V 32
VI 34
VII 35
VIII 36
IX 36
Canto segundo 39
I 39
II 39
III 40
IV 41
V 43
VI 44
VII 45
VIII 46
IX 46
X 48
XI 49
Libro segundo
Canto primero 51
I 51
II 53
III 57
IV 58
V 61
VI 62
VII 65
Canto segundo 67
I 67
II 68
III 68
IV 71
V 74
VI 76
VII 77
VIII 77
IX 78
X 78
XI 80
Canto tercero 81
I 81
II 83
III 84
IV 85
V 91
VI 91
Canto cuarto 93
I 93
II 93
III 94
IV 95
V 96
VI 98
VII 101
VIII 103
Canto quinto 105
I 105
II 108
III 108
IV 110
V 112
Canto sexto 115
I 115
II 116
III 117
IV 120
V 124
VI 125
Libro tercero
Canto primero 127
I 127
II 128
III 131
IV 134
V 136
VI 137
VII 138
Canto segundo 141
I 141
II 142
III 144
IV 145
V 146
VI 146
VII 147
VIII 149
IX 150
X 150
XI 151
XII 152
XIII 154
XIV 155
XV 155
XVI 156
XVII 159
XVIII 163
XIX 163
XX 164
XXI 165
Canto tercero 167
I 167
II 168
III 170
IV 171
V 173
VI 174
VII 175
VIII 177
IX 178
X 179
Canto cuarto 181
I 181
II 182
III 184
IV 185
V 186
VI 187
VII 189
VIII 189
IX 190
X 190
XI 192
XII 194
XIII 196
XIV 196
Canto quinto 203
I 203
II 203
III 205
IV 207
V 208
VI 209
VII 210
VIII 212
Canto sexto 215
I 215
II 216
III 217
IV 218
V 221
VI 221
VII 222
VIII 222
IX 224
X 225
XI 225
XII 227
Índice alfabético de algunas voces indígenas
empleadas en el texto 229
Libros a la carta 247
Brevísima presentación
La vida
Juan Zorrilla de San Martín (Montevideo, 28 de diciembre de 1855-3 de noviembre de 1931). Uruguay.
Nació en Montevideo el 28 de diciembre de 1855. Era hijo del español Juan Manuel Zorrilla de San Martín y de la uruguaya Alejandrina del Pozo y Aragón. Su madre murió cuando el poeta tenía apenas un año y medio de vida.
En 1865 matriculó en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, Argentina. Entre 1867 y 1872 estudió en el Colegio de los Padres Bayoneses, en Montevideo. Entre 1874 y 1877 terminó su licenciatura en Letras y Ciencias Políticas en el Colegio de los Padres Jesuitas de Santiago de Chile. Por entonces colaboró en la La estrella de Chile y publicó Notas de un himno. En Chile fue influido por José Zorrilla, José de Espronceda y sobre todo, Gustavo Adolfo Bécquer.
En 1907 el gobierno uruguayo le encargó la escritura de un ensayo histórico sobre José Gervasio Artigas, para aportar datos a los artistas que se presentasen en un concurso de creación de una escultura de Artigas. Dicho ensayo fue editado en 1910 y se tituló La epopeya de Artigas.
Zorrilla de San Martín se casó con Elvira Blanco Sienra. Tras la muerte de ésta, se casó con su cuñada, Concepción Blanco Sienra.
La obra
Tabaré es un poema épico de Juan Zorrilla de San Martín, publicado en 1888. Es considerado la epopeya nacional del Uruguay, y tiene 4.736 versos divididos en seis cantos. El poema relata el idilio del indio Tabaré y la española Blanca y tiene como fondo la guerra entre castellanos y charrúas en Uruguay a finales del siglo XVI.
Dedicatoria
A mi esposa Elvira Blanco de Zorrilla.
Te dedico TABARÉ... ¿Y qué he de hacer?
Si fuera a esperar la época en que podré o no producir algo digno de ti, tendría que renunciar a la satisfacción de escribir tu nombre, que me es tan querido, al frente de una de mis obras.
Te lo dedico, pues; a ti, la inspiradora de aquellos mis primeros cantos de amor que aun me parece escuchar a la distancia, como una serenata que acaba de pasar por mi lado, y cuyos acordes lejanos se desvanecen en una queja llena de melancolía.
Viejo ya, aunque sin canas, quizá sin muchos años, siento llegar hasta mí, fundidas en un solo acorde, las últimas notas de aquellos cantos de adolescente y las primeras risas de nuestros hijos. Hay algo de todo eso en la inspiración, que ha dado vida, mas o menos efímera, a este poema: hay, por consiguiente mucho que es tuyo; tu espíritu y el mío palpitan identificados en él.
Sin duda por eso he mirado a Tabaré con predilección; tú lo sabes pues ha sido tu rival durante muchas de esas pocas horas que el trabajo incesante o las preocupaciones de mi agitada vida me han dejado libre, y que hubieran sido tuyas y de nuestros hijos si no me las hubiera reclamado con derecho el pobre indio, soñada personificación de una estirpe muerta que, cuando menos, tiene derecho a nuestra compasión.
¡Cuántas veces, aunque no muy de grado, ahuyentaste de mi mesa de labor, a nuestra querida y bulliciosa caterva para hacer silencio en torno de la cura de mi charrúa!
Quiero devolverte esas horas dedicándote la obra a que ellas fueron consagradas. Lee una que otra vez a nuestros hijos algunas de las estrofas de este pedazo de historia de nuestra patria, de esta su hermosa patria uruguaya, que con tanto tesón les enseñamos a amar después de Dios.
Si ellos llegaron a advertir que esta página íntima está echada en el destierro, recuérdales, pues tú lo sabes, que no debe culparse de ello a la patria, y enseñarles a preferir siempre el sufrimiento, que tú has sobrellevado conmigo, al abandono de su misión moral en la tierra.
No sin algún pesar me separo de Tabaré para darlo al público. Él ha sido mi compañero inseparable y bueno durante estos últimos años de tantas amarguras para mi espíritu y, lo que es peor, de tantas desgracias para nuestro país. Pero va a tus manos, y esto hace menos sensible la despedida.
Que tú quieres también un poco a mi indio, que tú lo mirarás con menos indiferencia de lo que él acaso merece, me lo demuestra el hecho de haber tú sentido una antipatía y una repulsión invencibles, hacia don Gonzalo de Orgaz porque lo hirió de muerte en el bosque. Si a ti se te hubiera dado a elegir el desenlace de mi poema, yo bien sé cuál hubieras elegido.
¡No podía ser!
No: tu idea era imposible. Blanca (tu raza, nuestra raza) ha quedado viva sobre el cadáver del charrúa.
Pero, en cambio, las últimas notas que escucharás en mi poema son los lamentos de la española y la oración del monje; la voz de nuestra raza y el acento de nuestra fe: la caridad cristiana y la misericordia eterna.
El poeta no puede decir mentiras por más dulces que ellas sean.
¿Te ríes?
Pues no te lo digo en broma. El arte es la verdad, la alta verdad inoculada en la ficción como un soplo vivificante y eterno: de ahí que la verdad, lo real en el arte, no esté en la forma, como lo eterno en el hombre no está en el cuerpo.
Y la prueba de ello la tienes en que la alta verdad, la excelsa realidad del pensamiento alma de la creación artística, ha inmortalizado y conducido triunfantes a través de los siglos, obras de formas diversas y hasta radicalmente opuestas, formas que recorren un diapasón tan extenso como el que media (te citaré dos obras que tú conoces) entre La Tempestad, de Shakespeare y el Quijote de Cervantes.
¿El arte contribuye poderosamente a la felicidad y al mejoramiento sociales; sabes por qué?
¿Será porque copia o reproduce lo que existe materialmente, lo que todo el mundo ve y toca, y porque consigue despertar en el hombre las mismas impresiones que las escenas reales despiertan en él?
Todo lo contrario.
El arte contribuye al mejoramiento social, porque por medio de el, el común de las gentes participa de la visión de los hombres excepcionales, y se eleva y ennoblece en la contemplación de aquello cuya existencia no conocería si el poeta no lo dijera: levanta la frente: sube conmigo a las regiones de la belleza: la atmósfera es pura porque acaba de atravesar la tempestad del genio que como las tempestades de la tierra purifica el ambiente.
En una palabra: el arte no es otra cosa que la reproducción sensible de la vida, ideal.
Y la vida única de la inteligencia es la verdad, como la única vida de la voluntad es el bien.
De ahí que la única fuente de belleza artística, sea el pensamiento en que el bien se difunde y la verdad esplende: de ahí que, como antes te decía, el poeta no pudo decir mentiras.
Yo debía, pues, decir la verdad en Tabaré: inocularla en el organismo literario que amasaba con el limo de nuestra tierra virgen y hermosa.
No extrañes que haya elegido una verdad llena de inmensa tristeza: las que más aprietan el corazón son las que más eficazmente lo exprimen, las que lo hacen verter su jugó más íntimo.
El de mi alma va en Tabaré: Por eso te lo ofrezco en una fecha que nos es querida.¹
Buenos Aires, 19 de agosto de 1886
1 Después de escrita esta página que respeto hasta en sus incorrecciones, y antes de darla a