Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Romeo y Julieta
Romeo y Julieta
Romeo y Julieta
Libro electrónico135 páginas2 horas

Romeo y Julieta

Calificación: 4 de 5 estrellas

4/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Romeo y Julieta, el drama amoroso más famoso en la historia literaria. La tragedia más famosa de William Shakespeare, reúne todos los elementos de un drama amoroso tan actual como desde el momento en que fue escrita. Romeo, idealista y audaz, queda enamorado al instante de la bella e inteligente Julieta. Ella no resiste sus avances y al abrigo de l
IdiomaEspañol
EditorialEditorial Ink
Fecha de lanzamiento14 feb 2019
Autor

William Shakespeare

William Shakespeare (1564–1616) is arguably the most famous playwright to ever live. Born in England, he attended grammar school but did not study at a university. In the 1590s, Shakespeare worked as partner and performer at the London-based acting company, the King’s Men. His earliest plays were Henry VI and Richard III, both based on the historical figures. During his career, Shakespeare produced nearly 40 plays that reached multiple countries and cultures. Some of his most notable titles include Hamlet, Romeo and Juliet and Julius Caesar. His acclaimed catalog earned him the title of the world’s greatest dramatist.

Relacionado con Romeo y Julieta

Libros electrónicos relacionados

Romance para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Romeo y Julieta

Calificación: 4 de 5 estrellas
4/5

4 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Romeo y Julieta - William Shakespeare

    Personajes

    CAPULETO, jefe de las dos casas rivales.

    PARIS, joven hidalgo deudo del príncipe.

    MONTESCO, jefe de las dos casas rivales.

    UN ANCIANO, tío de Capuleto.

    ROMEO, hijo de Montesco.

    LADY MONTESCO, esposa de Montesco.

    LADY CAPULETO, esposa de Capuleto.

    JULIETA, hija de Capuleto.

    NODRIZA de Julieta.

    MERCUCIO, pariente del príncipe y amigo de Romeo.

    BENVOLIO, sobrino de Montesco y amigo de Romeo.

    TEOBALDO, sobrino de Lady Capuleto.

    FRAY LORENZO, de la orden de San Francisco.

    FRAY JUAN, perteneciente a la misma.

    BALTASAR, criado de Romeo.

    PEDRO, criado de la nodriza de Julieta.

    SANSÓN, criado de Capuleto.

    GREGORIO, criado de Capuleto.

    ABRAHAM, criado de Montesco.

    UN BOTICARIO.

    TRES MÚSICOS.

    EL CORO.

    PAJE DE PARIS.

    UN MUCHACHO.

    UN OFICIAL.

    CIUDADANOS DE VERONA.

    VARIOS PARIENTES DE LAS DOS CASAS.

    ENMASCARADOS.

    GUARDIAS.

    ALGUACILES.

    SIRVIENTES.

    Acto I

    Prólogo

    Entra EL CORO.

    CORO: En la hermosa Verona, donde ocurre nuestra escena, dos familias, la una tan noble como la otra, arrastradas por antiguos rencores, desencadenan nuevas turbulencias, en que la sangre patricia tiñe patricias manos.

    Del fatal seno de estos enemigos vieron la luz, bajo estrellas fatales, dos amantes, cuya infeliz, lastimosa ruina conduce a la tumba la rivalidad de sus parientes. El terrible fin de su fatídico amor, firmado por la muerte, y la persistente saña de sus padres, que solo vio su término con la muerte de sus hijos, será durante las siguientes dos horas el asunto de nuestra representación. Si la atendéis con oído benévolo, lo que falte aquí se suplirá con nuestro esfuerzo.

    Escena I

    Una plaza pública en Verona. Entran SANSÓN y GREGORIO, de la casa de Capuleto, armados con espadas y broqueles.

    SANSÓN: Juro, Gregorio, que no toleraremos más la carga.

    GREGORIO: No, porque entonces pensarían que somos burros.

    SANSÓN: Quiero decir que si nos apresa la furia, desenvainaremos la espada.

    GREGORIO: Sí, pero procura, mientras viváis, no sacar más que el pescuezo de la collera.

    SANSÓN: Yo soy ligero de manos cuando me provocan.

    GREGORIO: Pero no se te provoca fácil a soltar las manos.

    SANSÓN: La vista de uno de esos perros de la casa de Montesco me provoca.

    GREGORIO: Ser provocado es no tener pie firme, mientras que ser valiente es esperar en un mismo sitio. De forma que si te provocan, en realidad huyes.

    SANSÓN: Un perro de esa casa me provocará a mantenerme bien plantado. ¡Le tomaré la acera a cualquier criado de los Montesco, incluso a sus doncellas!

    GREGORIO: Eso prueba que eres un criado débil, pues a la acera se arriman los débiles.

    SANSÓN: Dices verdad, y por eso, siendo las mujeres endebles vasijas, se las pega siempre a la acera. Así, pues, echaré a los criados de los Montesco de la pared, y pegaré a ella a sus doncellas.

    GREGORIO: La contienda es entre nuestros amos y entre nosotros, sus criados.

    SANSÓN: Lo mismo me da, quiero mostrarme tirano. Cuando me haya batido con los criados, seré cruel con las doncellas. Les arrebataré la vida.

    GREGORIO: ¿A las doncellas?

    SANSÓN: Sí, les arrebataré la vida, o su doncellez. Tómalo en el sentido que quieras.

    GREGORIO: Le darán algún sentido las que sientan el daño.

    SANSÓN: Se los haré sentir mientras tenga aliento y es sabido que soy un buen pedazo de carne.

    GREGORIO: Por suerte no eres un pez; si lo fueras, serías un pobre arenque. Desenfunda que allí vienen dos de los Montesco.

    (Entran ABRAHAM y BALTASAR.)

    SANSÓN: Desnuda tengo la espada. Provócales, que yo voy detrás tuyo.

    GREGORIO: ¡Cómo! ¿Irte detrás y huir?

    SANSÓN: No temas nada de mí.

    GREGORIO: ¡Temerte yo! No, por cierto.

    SANSÓN: Pongamos la razón a nuestro favor; dejémosles comenzar.

    GREGORIO: Al pasar por su lado frunciré el ceño y que lo tomen como quieran.

    SANSÓN: Di más bien como se atrevan. Me morderé el pulgar al mirarlos y que lo aguanten si pueden.

    ABRAHAM: ¡Eh! ¿Os mordéis el pulgar para afrentarnos, caballeros?

    SANSÓN: Me muerdo el pulgar, caballero.

    ABRAHAM: ¿Os mordéis el pulgar, caballero, para causarnos afrenta?

    SANSÓN (aparte, a GREGORIO): ¿Estará la justicia de nuestra parte si respondo que sí?

    GREGORIO: No.

    SANSÓN: No, caballero, no me muerdo el pulgar para afrentaros, pero me lo muerdo, sí.

    GREGORIO: ¿Buscáis querella, caballero?

    ABRAHAM: ¿Querella decís? No, caballero.

    SANSÓN: Pues si la buscáis, caballero, estoy a vuestras órdenes: sirvo a tan buen amo como vos.

    ABRAHAM: Pero no mejor, caballero.

    SANSÓN: En buena hora, caballero.

    Entra Benvolio

    GREGORIO (aparte, a SANSÓN): Di mejor. Ahí viene uno de los parientes de mi amo.

    SANSÓN: Sí, mejor, caballero.

    ABRAHAM: Mentís.

    SANSÓN: Desenvainad, si sois hombres. ¡Gregorio, no olvides tu estocada maestra! (Pelean.)

    BENVOLIO: ¡Basta, imbéciles! (Abatiendo sus espadas.) Envainad las espadas; no sabéis lo que hacéis.

    (Entra TEOBALDO.)

    TEOBALDO: ¡Cómo! ¿Espada en mano entre estos villanos? Vuélvete, Benvolio, y observa tu muerte.

    BENVOLIO: Lo que hago es apaciguarles; vuelve tu espada a la vaina, o úsala para ayudarme a separar a esta gente.

    TEOBALDO: ¡Qué! ¡Desnudo el acero y hablando de paz! Odio esa palabra como odio al infierno, a todos los Montescos y a ti. Defiéndete, cobarde. (Pelean.)

    Entran varias personas de ambos clanes, y posteriormente CIUDADANOS con garrotes y partesanas.

    CIUDADANOS: ¡Garrotes, picas, partesanas! ¡Derribadlos! ¡A tierra con los Capuletos! ¡A tierra con los Montescos!

    (Entran, CAPULETO en bata, y su esposa.)

    CAPULETO: ¡Qué ruido es éste! ¡Dadme mi espada de combate!

    LADY CAPULETO: ¡Un palo, un palo! ¿Para qué pedís una espada?

    CAPULETO: ¡Mi espada digo! Ahí llega el viejo Montesco que blande la suya desafiándome.

    (Entran MONTESCO y LADY MONTESCO.)

    MONTESCO: ¡Tú, villano Capuleto! ¡No me contengáis, dejadme!

    LADY MONTESCO: No darás otro paso para llegar a tu enemigo.

    (Entran el PRÍNCIPE y sus acompañantes.)

    PRÍNCIPE: Vasallos rebeldes, enemigos de la paz, profanadores del acero que mancháis de sangre conciudadana... ¿No me escuchan? ¡Eh, basta, bestias feroces que saciáis el fuego de vuestra insensata rabia en rojos manantiales que brotan de vuestras venas, bajo pena de tortura, soltad de las criminales manos vuestras mal templadas armas y escuchad la sentencia de vuestro irritado Príncipe! Tres discordia intestinas, nacidas de una vana palabra, han, por tu causa, viejo Capuleto, y por la tuya, Montesco, turbado por tres ocasiones la paz de la ciudad, y los ancianos de Verona se han visto despojados de sus decentes vestiduras para empuñar con sus vetustas manos las viejas partesanas enmohecidas por la paz para reprimir vuestro acerado rencor. Si volvéis a perturbar la tranquilidad de las calles, vuestras cabezas pagarán la violada paz. Por esta vez largaos todos. Vos, Capuleto, seguidme; y vos, Montesco, id esta tarde a la antigua residencia de Villafranca, habitual asiento de nuestro Tribunal, para conocer nuestra ulterior decisión sobre este asunto. ¡Lo digo de nuevo, bajo pena de muerte, todos deben retirarse!

    (Vanse todos menos MONTESCO, LADY MONTESCO y BENVOLIO)

    MONTESCO: ¿Quién ha vuelto a despertar esta antigua querella? Hablad, sobrino, ¿estabas presente cuando empezó?

    BENVOLIO: Los criados de Capuleto y los vuestros estaban batiéndose cuerpo a cuerpo antes de mi llegada. Desenvainé para apartarlos cuando apareció el violento Teobaldo, espada en mano, lanzando a mi oído provocaciones al propio tiempo que blandía sobre su cabeza la espada, hendiendo el aire, que sin recibir el menor daño, se burlaba de mí silbando. Mientras nos devolvíamos golpes y estocadas, entraban a la contienda partidarios de uno y otro bando, hasta que vino el Príncipe y los separó.

    LADY MONTESCO: ¡Oh! ¿dónde está Romeo? ¿Le habéis visto hoy? Mucho celebro que no se haya encontrado en esta refriega.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1