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Amor Imperfecto: Innegable Amor
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Amor Imperfecto: Innegable Amor
Libro electrónico379 páginas3 horas

Amor Imperfecto: Innegable Amor

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Advertencia: Esta no es una historia sobre fe o destino, es una historia sobre dolor, pena y sufrimiento; es un tórrido e impulsivo romance entre dos amantes que no deben estar juntos, su mundo no está lleno de rayos de sol y rosas, en lugar de eso, su amor florece en un mundo secreto lleno de crímenes, violencia y muerte. Su historia es sobre lo que puede nacer de las pesadillas.

Danielle “Danny” West es la hija de Deuce West, el presidente del club de motociclistas “Los Jinetes del Infierno”; ella es una chica dulce y hermosa que pierde el camino y busca cosas que siempre están fuera de su alcance. Erik “Ripper” Jacobs es el Sargento de Armas de “Los Jinetes de Infierno”, alguna vez fue un hombre con una sonrisa en el rostro, su vida da un giro hacia lo peor cuando es golpeado por una tragedia, eso lo deja lleno de cicatrices y destrozado. Durante una noche de verano los caminos de Danny y Ripper se cruzan, eso cambia su vida para siempre; rápidamente tu lujuria se convierte en amor, hasta que otra tragedia los obliga a separarse. En un viaje que está manchado por el horror y el caos, Danny y Ripper deben descubrir si su conexión imprevista puede encontrar la belleza dentro de su mundo.

Esta es la historia de Danny y Ripper.

Todo tiene belleza, incluso lo feo, especialmente lo feo.
Porque sin fealdad, no habría belleza.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 nov 2018
ISBN9781547558520
Amor Imperfecto: Innegable Amor

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    Amor Imperfecto - Madeline Sheehan

    Dedicado a un Innegable Amor.

    Nota para el lector

    Amor imperfecto inicia justo al término del epilogo de Innegable amor, la historia se lleva a cabo en los años que pasaron entre el último capítulo y el epilogo de Innegable amor y continua en el presente ¡Disfrútalo!

    Prologo

    En cuanto se conocieron se vieron;

    apenas se vieron se amaron;

    bien nació este amor, se dieron a suspirar;

    al principio se preguntaron por qué

    y al instante de saberlo,

    buscaron el remedio...

    —William Shakespeare

    No creo en el destino, creo firmemente que la vida la haces tú mismo, que ella reaccionará a tus acciones por lo que cualquier cosa que pase no tiene que ver con él, sino con todas las decisiones que tomas en el camino.

    Pero hay una exceptión, el amor.

    No hay reglas cuando se habla del amor.

    El amor no es usa reacción ni una acción, tampoco es destino ni elección.

    El amor es un sentimiento, una emoción real, cruda y espontánea tan excitantemente pura que es imposible apagarla aun siendo presionado por todos aquellos que están en su contra, es tan fuerte que puede reparar incluso al corazón más roto y calentar hasta el más frio.

    Innato,

    Inevitable,

    Innegable.

    Y a veces poco convencional, rompe todas las reglas y borra todas las líneas y disfruta su gloria, es tan resplandeciente y brillante como el sol, brilla indiscutiblemente incluso, ante la mirada estricta de la sociedad, ante sus gritos y su moral santurrona que reprende y juzga lo que no entiende.

    La primera vez que me enamoré fue de unos ojo azules y de una gran sonrisa con hoyuelos.

    Me susurró ―Tu papá te ama, pequeña Danny, nunca, nunca lo olvides ¿está claro? ―

    Nunca lo hice, es más, nunca pensé que podía amar a otro hombre más de lo que amé a mi papá, pero cuando crecemos comenzamos a cambiar, tomamos nuestras propias decisiones, lo que nos convierte en seres independientes y autosuficientes, y comenzamos a alejarnos de nuestros padres para convertirnos en otra persona; comenzamos a experimentar la vida afuera de la burbuja en la que crecimos, comenzamos a hacerlo con la amistad, con fuertes vínculos y lazos inquebrantables.

    Y nos enamoramos ... una segunda vez.

    La segunda vez que me enamoré fue de un rostro realmente marcado, de algo que daba pesadillas, de ese tipo de malformaciones de las que las madres alejarían a sus hijos; era feo, con cortadas irregulares en la piel desde la cabeza hasta el ojo derecho, un ojo que había sido arrancado de su cara con un cuchillo de sierra. Las cicatrices continuaban por las mejillas, sobre los labios y el cuello, llegando hasta el hombro, su pecho era cien veces peor, tenía tejido cicatrizado hasta donde se podía ver.

    ­­—Cariño —me dijo bruscamente —un hombre como yo no tiene nada que ver con una chica como tú, eres cabronamente hermosa y yo soy cabronamente feo, que además estoy a medio camino del infierno —.

    Pero, estaba equivocado.

    Todo era bello, incluso lo feo, especialmente lo feo.

    Porque sin fealdad, no habría belleza.

    Porque sin belleza no sobreviviríamos al dolor, a la pena y al sufrimiento.

    Y el mundo en el que vivo, el mundo en el que él vive es un mundo secreto en el mundo, un mundo de crimen y crueldad constante, un mundo frio, lleno de desesperación y de muerte, prácticamente no había nada, sólo sufrimiento.

    —Tal vez no seas lo guapo que fuiste antes —susurré mientras acariciaba su mejilla arruinada —pero, para mí, sigues siendo guapo —.

    Lo nuestro fue lo más alejados de un romance de fotografía, era más como un choque de autos, un metal doblado, sangre por todos lados sin un sobreviviente, sólo malos recuerdos y un dolor en el corazón.

    Pero era nuestro.

    Y como fue nuestro... no le cambiaría nada.

    Capítulo 1

    Me puse unos lentes de sol y salí del club hacia el brillante sol de mediodía de Montana y recorrí el patio en el que mi familia, tanto la sanguínea como la que no lo era, estaba disfrutando la parrillada de la tarde del sábado; si el sol brillaba y el clima era decente, era servía para que Miles City, Montana, el capítulo del club de motocicletas Los Jinetes del Infierno o CM se relajara.

    Las voces de Willie Nelson, Waylon Jennis, Johnny Cash y Kris Kristofferson coreaban las letras de «Highwayman» en las bocinas, los sofocantes aromas de la carne a la parrilla flotaban y seducían la cálida brisa, y los niños corrían por todos lados jugando en con las pelotas de playa y con las pistolas de agua.

    Mi papá, Deuce, el presidente de Los Jinetes, permanecía alejado de la fiesta bebiendo cerveza con su suegro, Damon «El predicador» Fox, presidente del importante club de motocicletas Demonios Plateados de Nueva York; al final del jardín estaba mi madrastra, Eva, sus amigas Kami y Dorothy, y algunos motociclistas con sus esposas quienes estaban enfrascados en la conversación.

    Me dirigí a mi papá.

    —Ey, cariño —me dijo pasando uno de sus gruesos y pesados brazos sobre mis hombros y jalándome a un abrazo, hizo que mi cara chocara con su chaleco de cuero, ese chaleco que lleva años de uso.

    El aroma del humo de las motos, el de la piel manchada de sudor y del humo de cigarro llenó mi nariz e inhalé profundamente; yo amaba ese aroma, era el aroma de mi niñez, de la seguridad y del hogar.

    Mi primer recuerdo era de cuando tenía tener tres años, las alas de metal de la Harley Davidson brillaban a la luz del sol, el aroma pesado y agrio del humo, de las nubes de humo de cigarro, de las manchas amarillas de sudor en las playeras blancas, el amargo escozor del alcohol llenando mi nariz, el suave cuero gastado y agrietado contra mi mejilla, las manos manchadas de grasa levantándome en el aire, todo eso acompañado de una risa ruidosa y rasposa.

    Le sonreí a mi papá. —Te quiero, papi —.

    Sonriendo, él me dio un beso grande y húmedo en la frente.

    Incluso a los cincuenta y tres, mi papá era un tipo muy bien parecido, era alto, ancho y musculoso y tenía un par de ojos azules como el invierno, eran idénticos a los míos; su cabello canoso era rubio y largo, normalmente se lo echaba para atrás, además, tenía una barba corta enmarcando su rostro; pero era su sonrisa la que lo metía en problemas, cuando mi papá sonreía, las mujeres se desmayaban.

    Honestamente, No tenía idea de cómo es que Eva lidiaba con toda la atención femenina que él tenía al rededor del club, cada vez que le preguntaba, ella sólo se encogía de hombros y decía —Es típico —.

    Eva y yo éramos las consentidas de las motos, pero mientras «El predicador» la crio en su club junto a sus hijos, yo fui criada en casa, yo iba al club en algunas ocasiones, pero nunca fui parte integral de su «vida» hasta que mi papá trajo a Eva a casa, estaba embarazada de mi hermanita Ivy, eso fue hace como cinco años, y todo cambió.

    Gracias a Eva, comencé a pasar más tiempo en el club y finalmente tuve la oportunidad de conocer realmente los hombres a los que creía conocer porque nunca tuve la oportunidad de hacerlo hasta ese momento, hice relaciones con todos ellos, Tap, Bucket, ZZ, Marsh, Hawk, Mick, Freebird, Cox, Blue, Chip, Worm, Dimebag, Dirty y Jase, además de Danny D y de Danny L que como tenían el mismo nombre, terminé llamándolos Doble D y DL, y a ellos les encantaba, incluso, con el tiempo, los nombres se quedaron.

    Todos eran tan diferentes, jóvenes y viejos, su apariencia variaba mucho con la edad, pero tenían una cosa en común.

    Hermandad.

    Eso era todo para ellos, recibirían una bala por el otro como si estuviesen respirando y mi padre, su presidente, como pago por su lealtad, cuidara de ellos y de sus familias, era un ciclo son fin de lealtad y de respeto y de... de amor.

    A pesar de que yo sabía que la vida no era sólo un sol radiante y rosas, al ser la hija de un endurecido criminal, yo sabía lo que realmente era ese sol radiante y esas rosas, eran pocas y poco frecuentes, especialmente en mi familia.

    Cuando tenía siete años mi papá fue a una junta padres-maestros con mi madre, esa fue la primera y la última vez, mi maestro de segundo grado cometió el error de informarle a mis padres que era la más baja de la clase y que probablemente debería repetir el segundo grado, no tengo que decirlo, mi papá tomó esta acción en contra mía como un insulto personal a su forma de educar; el Sr. Steinberg, después de recuperarse de las heridas, nunca volvió a enseñar.

    Cuando tenía doce años, mi hermano se encargó de cuatro chicos que me molestaban y le patearon el trasero, mientras se alejaba cojeando, escupió un diente y me sonrió. —Lo pensarán dos veces la próxima vez, hermana —me dijo eso mientras ponía el brazo alrededor de mis hombros. —Nadie se iba a meter con una chica que tuviera un hermano tan loco como para encargarse de cuatro chicos al mismo tiempo —.

    Y si lo pienso... eso es el amor.

    Para algunos, la idea de la violencia interpretada como amor es absurda, pero no lo es para mí, esa era mi realidad. Es mi realidad.

    —Hija, pequeña Danny —dijo El predicador tendiendo sus brazos.

    Mi papá me soltó para poner mis manos alrededor de la cintura de El predicador y le di un apretón.

    —Te ves hermosa como siempre, corazón —dijo con su desagradable y rasposa voz, me dio un beso rápido en la mejilla y me soltó.

    Agarré una cerveza de la hielera y crucé el jardín dirigiéndome a Eva quien pausó su conversación con Kami para dirigirme una sonrisa rápida, Eva y Kami eran polos opuestos de todas las formas posibles; Kami tenía dos hijos y estaba casada con Cox, el jefe de área de mi papá, era súper sexy y tatuado, ella era una mujer rubia de ojos azules, alta y delgada como modelo de pasarela, mientras que Eva tenía los ojos grises, el cabello largo y oscuro, y era curvilínea, sin embargo, tenían espíritus similares, habían sido amigas por treinta años y yo normalmente tenía celos de lo que compartían, de su habilidad para decirse todo y cualquier cosa, de estar ahí la una para la otra sin importar lo que pasara.

    Nunca tuve eso con nadie.

    Y lo quería desesperadamente.

    Pero he esperado tantas cosas a lo largo de los años y no se han cumplido, así que, eventualmente, aprendí a aceptar el hecho de que algunas cosas estarían siempre fuera de mi alcance.

    Yo me paré junto a Dorothy, puse mi palma en su abultada barriga y la sobé, quedándose sin aliento se quitó el cabello rojo de los ojos y cubrió mi mano con la suya.

    —Sólo unas semanas más, Danny —susurró, —No puedo esperar a que este bebé nazca, estoy muy vieja para estar embarazada —.

    Le dirigí una sonrisa comprensiva.

    A los treinta y seis Dorothy no estaba vieja, pero tenía alma vieja, ella se había embarazado a los quince y casado a los dieciocho, por mucho tiempo vivió un mal matrimonio, con un hombre que no quería nada con ella; a los veinte años conoció a Jase, uno de los amigos de mi papá, y comenzó a ir al club para estar con él mientras estaba lejos de su casa y de su esposa Chrissy y de sus tres hijos.

    Dorothy Kelly no era como el resto de las mujerzuelas del club que iban en manada al CM, ella realmente amaba a Jase y Jase la adoraba, sólo que no lo suficiente para dejar a su esposa, ahora, ella era una pieza más del club, se le pagaba para cocinar, limpiar, lavar ropa, y, desde entonces, dejó a su esposo para vivir en un departamento en el pueblo que Jase paga; su hija, Tegen, dos años más joven que yo, estaba fuera de la ciudad, en la universidad en San Francisco, ahora, Dorothy pasaba prácticamente todo su tiempo en el club, ella y yo nos hicimos cercanas en los últimos cuatro años e incluso a pesar de no estar de acuerdo con el triángulo amoroso en el que estaba envuelta, la quería con todo el corazón.

    Un brazo familiar me rodeo la cintura y me jaló.

    —Hola, nena —susurró ZZ, metiendo la punta de los dedos a la pretina de mis Jeans mientras con su otra mano agarraba mi cerveza y le daba un gran trago.

    Yo me volteé hacia su grande y duro cuerpo deslizando mis brazos alrededor de su cintura —Hola, tú —le dije, dándole un beso en el esternón.

    ZZ era otro amigo, tenía treinta años, era grande y fuerte, tenía el pelo largo y castaño que combinaba con sus ojos café, con sus rasgos cuadrados y atractivos, y con una sombra permanente como de las cinco de la tarde; y era un sol, en lo que respecta a los novios, me había sacado la lotería, era lindo y atento, educado y leído, era fiel en un club normalmente lleno de mujerzuelas, ZZ era todo lo que una mujer podía querer de un hombre.

    —Evie —rio Kami, —Algo grande, sexy y aterrador te está viendo —.

    Todos volteamos y vimos a mi papá observar a Eva de la misma forma en la que siempre lo ha hecho, intensamente, completamente posesivo y con alto grado sexual.

    Me volteé asqueada.

    —Mira esto —susurró Eva y se inclinó para levantar al hijo de un año de Kami, Diesel, sus Jeans se bajaron, su blusa se subió y el juego de cartas tatuado arriba de su trasero se deslizaba hacia arriba, era el frente y el centro de la línea visual de mi papá.

    No tuve que mirar para saber que mi él estaba a diez segundos de cruzar el jardín y jalarla del hombro, era un cavernícola tratándose de Eva, se convertía en eso lentamente, por mucho que yo estuviera feliz de verlos felices, el asco que me daba el ver a mi papá tocando a mi madrastra era demasiado.

    Habiendo dicho todo eso, mi papá y Eva habían recorrido un largo camino, hace algunos años, antes de mi dieciochoavo cumpleaños, el ahora finado esposo de Eva, Frankie «El loco» Deluva, la había golpeado brutalmente frente a mi papá; Todo el sufrimiento terminó forzando a Eva a matar a su esposo, lo que dejó su relación con mi papá completamente dañada. Ha sido un camino muy empedrado y verlos así, felices y completamente enamorados es realmente una bendición.

    —Eres terrible —le dijo Adriana a Eva mientras reía.

    El esposo de Adriana, Mick, el VP y mejor amigo de mi papá, se le acercó y la besó en la mejilla.

    Le dijo —Amor, estoy pensando en que necesitas empezar a ser más terrible —.

    Adriana rio tontamente.

    —Regreso en un momento, cariño —susurró ZZ dándome un beso en los labios mientras apretaba mi trasero, tomó a Mick, me dirigió una sonrisa mierdera y cruzó el jardín mientras una llamarada color rosa y con coletas venía hacia acá.

    —¡Ven aquí, tú, cabroncita! —rugió Cage mientras corría atrás de Ivy —¡Y dame mis llaves! —

    Ivy siguió corriendo y riendo como loca, Cage corrió más rápido gritando cuando se cruzaba con ella y cuando eso pasaba, Ivy trataba de correr a la izquierda, pero Cage fue más rápido y la atrapó.

    —¡Te atrapé! —dijo mientas chillaba y reía para calmarla.

    —¡Ivy Olivia West! Dale las llaves a tu hermano —gritó Eva.

    —Aquí están —dijo Ivy, dándole las llaves de mala gana en la mano estirada.

    La mano de Cage se cerró alrededor de las llaves y la jaló tomándola en un abrazo de oso. —Te quiero, cabroncita loca —le dijo, —No pude haber pedido una mejor hermana porque, ya sabes, Danny es medio perra —.

    Volteé los ojos y les enseñé el dedo como pago por las sonrisas idénticas a las mías que recibí.

    Moví la cabeza, Ivy estaba aprendiendo todas las lecciones de vida de nuestro arrogante, mujeriego y burlón hermano; no podía culparlo por la arrogancia, siempre fue guapo, joven, una versión menos ruda de mi padre. Él era musculoso, tenía el cabello rubio y largo, ojos color chocolate, y las chicas lo adoraban y el las adoraba a ellas, sin embargo, eran las constantes bromas y las mujeres de las que yo lo culpaba, las que Ivy tenía como ejemplo; ella sabía exactamente lo que tenía que decir para obtener lo que quería, poner la cara de inocente y abanicar sus grandes ojos azules... ¡ugh! Eva siempre mantenía las coletas y las pinzas arregladas, y hacía que tanto el corazón de mi papá como el de mi hermano se derritieran cada vez que la veía. Blech. Blargh. Blah. No me quedaba duda de que cuando fuese más grande le provocaría una docena de infartos a su viejo padre. 

    —Es un pequeño monstruo —dijo Eva sonriéndole a Ivy.

    —Un monstruo adorable —agregó Kami.

    —Ja —se burló Eva, —Sólo crees que es adorable porque no la ... —

    Al terminar la conversación, metí las manos en los bolsillos y me alejé serpenteando entre los motociclistas, las mujeres y los niños que hablaban, reían y bailaban. Era sereno, el retrato perfecto.

    Bueno, casi perfecto.

    —¡Danny! —

    Servicialmente me volteé, lista para moverme rápidamente en dirección opuesta, pero no fui lo suficientemente rápida, mi amiga de muchos años, Anabeth, me tomó el bíceps y me jaló hacia a un lado, yo me tambaleé y quedé de frente a ella; como yo, Anabeth era rubia, bonita y de ojos azules, ambas estábamos en forma, pero Anabeth era más delgada y yo más musculosa, diez años de gimnasia y cuatro de porras harán eso por ti, yo tengo el cabello largo, con luces y estilizado, mientras que Anabeth lo tiene corto, liso y con flequillo. En ese momento estaba usando un minivestido azul fuerte y alpargatas gruesas color azul, en las orejas usaba grandes arracadas azules muy similares a los brazaletes que usaba en cada abrazo. Hace algunos años hubiera alabado su atuendo e incluso usado algo similar, seguramente en rosa, pero este no era el caso, Anabeth y yo éramos de dos mundos diferentes, de hecho, todos veían de mundos diferentes al mío...

    He perdido algo de mí, algo importante, algo especial, lo que me ha convertido en lo que soy, y el color ha desaparecido lentamente de mi mundo.

    En una ocasión, Anabeth me dio unos Jeans oscuros deslavados y una blusa negra de cuello V, su mirada se movió a mis pies y entrecerró los ojos. —¿Estás usando verde... tenis Converse? —

    Miré mis pies suspirando, en efecto estaba usándolos, Eva sólo usaba tenis Chuck o sandalias, así que volteé, Ivy y yo sólo recibíamos tenis Chuck cuando Eva iba de compras, yo diría que las 3 juntas teníamos como cien pares de diferentes colores. 

    —Me gustan — dije y me encorvé.

    —A mí también —dijo Freebird, él era un viejo motociclista que se quedó en 1965; su esposa, Apple Dumplin, también estaba ahí, igual que él, ella tenía el cabello largo y canoso, y la cara tan arrugada como una hoja de papel hecha bolita.

    —¿Qué onda, mi Danny? —dijo Tap con el puño listo para el saludo, así que, la chocamos y sonreí.

    Tap era un cuarentón, no era muy alto, pero compensaba la estatura con músculo; entrenaba como boxeador, sus músculos, su pelo largo y negro, y su barba de chivo lo hacían intimidante hasta que lo conocías, él era uno de los jinetes más pacíficos.

    —Hannah manda saludos, espera que vayas a visitarla otra vez a Atlanta pronto —. Hannah era la hija de Tap, cuando su esposa, Tara, lo dejó se llevó a Hanna a Atlanta. Hanna era más grande que yo, pero ambas éramos hijas de los jinetes y nos conocíamos desde siempre.

    —La llamé la semana pasada —dije sonriendo, —y ella me dijo que tenía buenas noticias —.

    Él sonrió diciendo —No puedo creer que mi bebé vaya a tener un bebé —.

    —Aquí está, cielo —dijo Ripper metiéndose entre Tap y Apple para darle una bebida a Anabeth.

    —Gracias —dijo sonriéndole.

    Ripper miró a Anabeth y sus labios se encorvaron dibujando una sonrisa, tenía una expresión petulante y de sabiondo.

    Se me retorció el estómago, así que rápidamente me di la vuelta queriendo salir antes que él notara que estaba ahí, Ripper y yo fuimos... no sólo eran palabras para nosotros.

    Yo tenía tres años cuando mi papá conoció a Erik «Ripper» Jacobs en una competencia de motos, era una carrera en San Antonio, Ripper tenía diecisiete en aquel entonces, acababa de perder a sus padres en un accidente por conducir ebrios al regresar a su casa en Los Ángeles; él se escapó del pueblo dos días después del funeral en una motocicleta robada, sólo tres semanas antes de su graduación de preparatoria.

    Los chicos lo aceptaron de inmediato y cuando Los Jinetes del Infierno regresaron a Montana, él estaba con ellos.

    Después de hacer trabajos básicos por tres meses en el club, fue elegido por unanimidad y nombrado hermano; un año después mi papá lo promovió a sargento de armas y lo nombró Ripper como Jack The Ripper por ser tan talentoso con el cuchillo como el Famoso destripador.

    Al ser tan joven y nuevo en el club y en la vida misma, el que avanzara en rango tan rápido era sin precedentes, pero Ripper era especial y todos lo sabían, siempre tenía una sonrisa en la cara y una broma en la punta de la lengua, era bueno con las personas, podía hablar prácticamente con cualquiera de cualquier cosa simplemente con una sonrisa.

    —Hola, Ripper —dijo Apple amablemente, —Danny nos estaba diciendo que habló con Hanna la semana pasada, —dinos qué más te dijo, Danny —.

    Me paré de golpe y regresé lentamente, la profunda y triste mirada de Ripper me encontró.

    Traía puesto su ojo de vidrio, una copia muy real del ojo que dolorosamente le habían sacado junto con su adorable y divertida personalidad, fue el mismo tipo que casi arruina la relación de mi papá con Eva, Frankie.

    Pero a Ripper no le importaba como se veía a menos que...

    Miré a Anabeth.

    A menos que tratara de impresionar a alguien; yo me puse los lentes de sol en la cabeza y saludé a Ripper gentilmente.

    Nos vimos por un momento y por un momento pensé con amargura: Perra

    Su expresión era fría y su cara decía: No empieces, Danny.

    Apreté los puños, odiaba nuestras conversaciones en silencio, pero ya que ninguno de los dos podía ser civilizado con el otro, el silencio era la única forma de comunicación que teníamos, pero ni en silencio podíamos dejar de mostrar nuestras emociones.

    —Ripper me va a llevar a dar una vuelta en la noche —dijo emocionada Anabeth.

    Lancé una mirada diciendo: Apuesto que lo harás.

    Él me regresó la mirada: ¿Qué pasa, nena? ¿será que ZZ no te da el tipo de vuelta que necesitas?

    Cállate.

    Él levantó una ceja: ¿Golpeé un nervio?

    Con Anabeth no, le rogaba con los ojos, por favor, no con mis amigas.

    La boca cicatrizada de Ripper se retorció en forma de sonrisa burlona, ¿Así que ahora hay reglas? ¿tú puedes cogerte a mis amigos, pero yo no puedo cogerme a las tuyas? No se me hace justo, nena.

    Ripper mantenía la mirada en mi mientras pasaba el brazo alrededor de los hombros de Anabeth y comenzó a acariciarla con la punta del dedo.

    —Sobre esa vuelta, preciosa, ¿a dónde quieres ir? —

    Al escuchar la palabra «preciosa» refiriéndose a ella, Anabeth le lanzó una mirada amorosa. 

    Yo, al oír la palabra «preciosa» saliendo de la boca de Ripper y sabiendo que se la dirigía a otra que no era yo, sentí como se me revolvía el estómago.

    Al ver esto, Ripper parecía haber triunfado. ¿Qué pasa, Danny? Te ves molesta, ¿fue algo que dije?

    Me cubrí la boca con la mano e intenté estar calmada viendo a todos lados menos a Ripper, encontré la mirada de Kajika, una joven nativa americana de una reserva india cercana a la que Cox y Kami habían contratado como nana.

    Ella era Hermosa, tenía un inolvidable cabello largo y negro, y rasgos exagerados, sus ojos eran casi negros, estaban enmarcados por unas pestañas largas y tupidas, eran demasiado para mí.

    Al sonreírme tan amablemente, sólo hacía que las emociones con las que luchaba en ese momento fueran mucho peores, ella podía ver a través de mí, todo lo que trataba de esconder; odiaba estar cerca de ella, me hacía dudar de cada decisión tomada en los últimos tres años, todo con sólo una puta mirada.

    —Disculpa —dijo ZZ colocándose junto a mí y tomando mi mano, —Necesito a mi chica —. A Ripper se le endureció el brazo y dejó de abrazar a Anabeth, mientras yo le eché un vistazo al dolor que escondía detrás del enojo.

    Con un nudo en la garganta dejé al grupo y dejé que ZZ me guiara al centro del jardín donde me jaló para darme un abrazo de oso.

    —No me odies —susurró.

    Volteé a verlo confundida —¿Qué? ¿Por qué te odiaría? —

    Él sonrió y se puso de rodillas...

    Corrijo, lo hizo con una rodilla, mi corazón latía muy fuerte, no podía respirar y me quedé viendo a ZZ mientras él sacaba una pequeña caja negra de su chamarra; volteó a verme.

    —Eres la mujer más Hermosa que haya visto —dijo suavemente. —También eres la más dulce y buena, tú me haces sentir muy feliz, nena, puta madre, haces mi vida muy chingona, entonces, te pregunto sí te casarías conmigo y me dejarías pasar el resto de mi

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