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Los Últimos Sermones De Moody
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Libro electrónico133 páginas2 horas

Los Últimos Sermones De Moody

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Información de este libro electrónico

Esta fue la última vez que D. L. Moody se dirigió a  Round Top, donde su cuerpo yace, esperando la resurrección.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 nov 2018
ISBN9781547539543
Los Últimos Sermones De Moody
Autor

D. L. Moody

Dwight Lyman Moody, also known as D. L. Moody, was a well-known American evangelist who founded the Moody Church, Northfield School and Mount Hermon School in Massachusetts, Moody Bible Institute, and Moody Publishers.

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    Los Últimos Sermones De Moody - D. L. Moody

    CrossReach

    ContenIDOS

    El Salmo Noventa y Uno

    El Octavo Capítulo de Romanos

    Tentación

    Las Cuatro Preguntas de Dios

    La Transfiguración

    María y Marta

    Avivamientos

    Acerca de CrossReach Publications

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    Esta fue la última vez que D. L. Moody se dirigió a Round Top, donde su cuerpo yace, esperando la resurrección.

    El salmo Noventa y uno

    Este salmo podría haber sido escrito por Moisés después de que una terrible calamidad había venido sobre los hijos de Israel. Pudo haber sido después de aquella terrible noche de muerte en Egipto, cuando los primogénitos desde el palacio hasta la casucha fueron muertos; o después de esa terrible plaga de serpientes en el desierto, cuando la gente estaba llena de miedo y nerviosa. En los estados del oeste, donde tienen ciclones terribles, las personas, ancianas y jóvenes, se sienten muy nerviosas, y cuando ven que una nube se levanta, se alarman. Estuve en Iowa hace un tiempo atrás, después de que han tenido siete ciclones en ese estado, uno detrás de otro. Los mismos habían estado en toda la ciudad donde yo estuve, y si se acercaba una tormenta y las nubes negras se juntaban, toda la ciudad simplemente temblaba.

    Tal vez Moisés llamó a Aaron y Miriam, y Josué y Caleb, y a algunos otros a su tienda y les leyó este salmo primero a ellos. ¡Cuán dulce debió haber sonado, y cuán raro!

    Puedo imaginar a Moisés preguntando, ¿Crees que les ayudará? ¿Los calmará? y todos pensaban que sí. Y luego (podría ser), que en una de las cimas de Sinaí, al atardecer, que ese salmo fue leído. ¡Cómo debió haberlos calmado, cómo debió haberlos ayudado, cómo debió haberlos fortalecido!

    Notarán que en los dos últimos versos hay siete cosas que Dios dijo a Moisés que haría. Si pudieran impregnarse en nuestras almas, serían de gran ayuda durante toda nuestra vida. Cuando Dios dice que hará algo, no existe poder en la tierra o en el infierno que puede impedir que haga aquello que Él ha prometido hacer.

    I. TE LIBRARÉ

    Primero, Te libraré. Cuando Dios llamó a Moisés a ir a Egipto a liberar a los hijos de Israel de las manos de los egipcios, en todo el mundo no existía un hombre, quien, humanamente hablando, fuera menos calificado que Moisés. Él había intentado una vez antes liberar a los hijos de Israel, y comenzó liberando a un hombre. Eso fue un fracaso, y mató a un egipcio, por lo que tuvo que huir al desierto y permanecer ahí por cuarenta años. Él intentó liberar a los hebreos a su propia manera, estaba haciendo las cosas en sus propias fuerzas y haciéndolas con la energía de la carne. Tenía toda la sabiduría de los egipcios, pero eso no lo ayudó. Tuvo que ser llevado de vuelta a Horeb, y mantenido allí por cuarenta años en la escuela de Dios, antes de que Dios pudiera confiarle la liberación de los hijos de Israel a la manera de Dios. Luego vino Dios y le dijo, He venido para liberar, y cuando Dios obró a través de Moisés, tres millones fueron liberados tan fácilmente como puedo voltear la mano. Dios pudo hacerlo. No hubo problemas cuando Dios apareció en escena.

    Aprende la lección. Si queremos ser liberados, de cada enemigo interno o externo, debemos buscar una fuente más elevada que nosotros mismos. No podemos hacerlo en nuestras propias fuerzas.

    Todos tenemos algún punto débil en nuestro carácter. Cuando queremos ir adelante, nos estira hacia atrás, y cuando queremos elevarnos a esferas más altas de utilidad y la atmósfera celestial, a veces nos estira para abajo. Yo no creo en esa idea de que Dios nos pone bajo la sangre y nos salva, y luego nos deja en Egipto bajo el mando del viejo amo. Creo que Dios nos saca de Egipto a la tierra prometida, y que es el privilegio de cada hijo de Dios ser liberado de cada enemigo, de cada pecado acuciante.

    Si existe algún pecado que está dominándote, ciertamente no puedes ser útil. Ciertamente, no puedes llevar frutos para honra y gloria de Dios hasta que tengas dominio propio. El que controla su espíritu es mejor que el que domina una ciudad. Si no tenemos victoria sobre el celo, sobre la envidia, sobre el egoísmo y la codicia y sobre los placeres mundanos, si no somos librados de todas estas cosas, no tendremos poder con Dios ni con los hombres, y no seremos tan útiles como podríamos ser si fuéramos liberados de cada maldad. Si se lo permitimos, Él nos va a librar de cualquier enemigo, ya sea interno o externo. Eso es lo que Él quiere hacer. Como Dios le dijo a Moisés, He venido para libertar. Si Él pudo liberar a tres millones de esclavos de las manos del más poderoso monarca de la tierra, ¿no crees que Él puede liberarnos de cada pecado acuciante, y darnos la completa victoria sobre nosotros mismos, nuestro temperamento, nuestra disposición, nuestra irritabilidad y nuestro malhumor y reacciones bruscas? Si lo queremos y lo deseamos por encima de cualquier cosa, podemos obtener la victoria.

    La gente tiende a pensar que estas pequeñas cosas (como las llamamos nosotros) son debilidades de las cuales no somos responsables; que son desgracias que heredamos. He escuchado a las personas hablar de su temperamento. Ellos dicen,

    Bueno, yo lo heredé de mi padre y madre; ellos tenían un temperamento fuerte, y yo salí a ellos.

    Bueno, mi amigo, creo que ese es un lugar mediocre en el cual ocultarse. La gracia debería liberarnos de todas esas cosas.

    Una dama se me acercó hace un tiempo atrás y me dijo que ella tenía grandes problemas con su temperamento ahora, y que ella era más irritable de lo que era hace cinco años atrás, y quería saber si yo pensaba que eso estaba mal.

    Yo dije, Creo que usted está recayendo. Si no tiene más dominio propio de lo que tenía hace cinco años atrás, hay algo que está radicalmente mal.

    Bueno, dijo ella, me gustaría saber cómo voy a arreglar eso. ¿Podría decírmelo?.

    Si

    ¿Cómo?

    Yo dije, Cuando se enoja con la gente y las regaña, apenas se dé cuenta de que obró mal, vaya a decirles que ha pecado y pídales que la perdonen.

    Ella dijo que no le gustaría hacer eso.

    Claro que no le gustaría; pero nunca tendrá victoria hasta que lo trate como pecado. No lo mire como debilidad o desgracia, sino como PECADO. Ningún hijo de Dios debe perder el control de su temperamento sin confesarlo.

    Una dama vino junto a mí hace un tiempo atrás y me dijo que ella tiene el hábito de exagerar y la gente la acusaba de tergiversar cosas. Ella quería saber si había algo que pudiera hacer para superar eso.

    Ciertamente, le dije.

    ¿Cómo?

    La próxima vez que se encuentre en esa situación, vaya y dígale a las personas que usted ha mentido.

    Por supuesto que no, pero una mentira es una mentira, y usted nunca superará esos pecados hasta que usted los trate como pecado y los saque de su vida. Si usted quiere brillar a la luz de Dios y ser útil, usted debe superar y ser liberado, y Dios dice que eso es lo que Él hará; Él liberará.

    II. ÉL RESPONDERÁ

    Ahora, el siguiente hare: – Me invocará, y yo le responderé.

    Todos tenemos la oportunidad de invocar. El gran Dios que ha hecho los cielos y la tierra ha prometido, Responderé a su llamada. Si invocas a Dios para que te libere y te dé victoria sobre el pecado y el mal, Dios no va a hacer oído sordo a tu llamada. No importa cuán negra tu vida ha sido, no importa cuál ha sido tu pasado, no importa cuán desobediente hayas sido, no importa cuánto has caído y has vagado; si realmente quieres volver, Dios acepta la mente dispuesta, Dios escuchará tu oración y responderá.

    Escucha al hijo pródigo: Padre, ¡he pecado! Eso fue suficiente; el padre lo tomó en su seno. El pasado fue borrado inmediatamente. Mira a los hombres en Pentecostés. Sus manos aun chorreaban la sangre del Hijo de Dios; ellos habían asesinado a Jesucristo. ¿Qué les dijo Pedro? Cualquiera que invocare el nombre del Señor será salvo. Mira al ladrón penitente. Podría ser que cuando era un niño pequeño, su madre le enseñaba ese mismo pasaje en Joel. Cualquiera que invocare el nombre del Señor será salvo. Al estar colgado ahí en la cruz, volvió a su mente que este era el Señor de la gloria, y a pesar de que estaba al borde del infierno, él clamó, Señor, recuérdame, y la respuesta llegó en ese mismo instante, Hoy estarás conmigo en el paraíso. En la mañana estaba asociado a ladrones; en la noche, asociado con lo más puro del cielo. En la mañana, maldiciendo – Mateo y Marcos nos dicen que aquellos dos ladrones estuvieron maldiciendo; en la noche, levantados, como ciudadanos del cielo. En la mañana, negro como el infierno; en la noche, sin manchas ni arrugas. ¿Por qué? Porque le tomó la palabra a Dios.

    Mi querido amigo, si no eres salvo, sólo clama a Dios ahora, y aquí está la promesa, Yo le responderé.

    Hace unos años atrás un misionero que había vuelto a casa fue a uno de los principales hospitales para tener una intervención quirúrgica. Tenían que aplicarle anestesia y dudaban si despertaría de nuevo o no; tal vez despierte en otro mundo. Se despidió de sus amigos, les dio su bendición de despedida – él era un hombre muy santo – y cuando el doctor dijo, Bueno, estamos listos, él les dijo, y con una voz calma los miró y dijo:

    ¿Podrían esperar un minuto?

    Entonces levantó su voz en una oración –

    "Ahora que me acuesto a dormir,

    Oro al Señor que sostenga mi alma.

    Si muero antes de despertar,

    Ruego al Señor que lleve mi alma".

    Luego, abriendo sus ojos, dijo, "Doctor, estoy

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