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El horizonte es mi fin
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Libro electrónico93 páginas1 hora

El horizonte es mi fin

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Cuando me siento estancado y triste en este mundo en que vivo, carente, agresivo y hostil, me voy al mar y todo pasa. Si te toca llorar, siempre es mejor frente al mar … al fín y al cabo estoy satisfecho con mi vida porque me ha dado la posibilidad de entender que lo mas hermoso que hay en esta tierra es la humildad y el amor. Y soy feliz porque no siento odio en mi corazón, soy feliz porque tengo esperanzas, porque puedo sentarme bajo un árbol y contemplarlo y respirar su aroma, porque puedo perdonar. Soy feliz porque siempre podré tender mi mano al amigo y ser fiel y agradecer por las pequeñas o grandes cosas que otros hicieron por mi sin pedir a cambio, por todas esas maravillas que te regala la vida diariamente y que apenas advertimos, aquellas pequeñas grandes cosas que nos sostienen y nos hacen pensar en el camino enorme que recorrimos para llegar.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 jul 2018
ISBN9788417542566
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    El horizonte es mi fin - João S

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    Colección: Novela

    © João S

    Edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes.

    Diseño de portada: Antonio F. López.

    Fotografía de cubierta: © Fotolia.es

    ISBN: 978-84-17542-56-6

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    NOTA DEL AUTOR

    Esta es una obra de ficción.

    Personajes, escenarios y situaciones se deben a la imaginación del autor.

    Y aunque basados en circunstancias reales no deben desvirtuar el carácter ficticio de esta novela.

    Cualquier semejanza con la realidad debe atribuirse a la casualidad.

    Existen palabras que necesitan ser escritas y merecen ser leídas

    Quisiera contar la historia de cómo empezó todo, de cómo comencé a escribir y de por qué…

    En realidad muy pocas personas que me conocen saben que escribo. Y desde los 12 años escribo. De muy niño me refugié en la lectura como forma de escapar de una escuela odiosa y del mundo hostil que me rodeaba. Mi padre tenía una pequeña biblioteca en casa, además todo el dinero que me caía lo empleaba en comprar libros; lo primero que leí a los 12 años fue a Víctor Hugo, Los Miserables, luego a Dostoievski, Crimen y Castigo, una novela que me marcó para siempre. Esa teoría de los hombres ordinarios y extraordinarios que el autor pusiera en boca de Raskólnikov. El protagonista, todas sus disquisiciones interiores, su mundo en guerra… Me pareció fascinante, máxime cuando yo era una persona decidida a sumirme en mi mundo interior para poder así romper con aquello que no me gustaba, la odiosa vida cotidiana.

    Era un momento en Cuba de un colectivismo atroz, un colectivismo al cual no había forma que pudiese integrarme y sin llegar a ser un disidente activo, fui un disociado total y comencé a rodar por los caminos opuestos de la corriente de moda. Lo primero era subvertirme a mí mismo, dejarme la melena, no afeitarme, hacer lo menos; solo pensar y leer y escribir con un lápiz o un bolígrafo, en cualquier hoja, mis poemas y relatos, pero sobre todo mis poemas; eso me trajo muchos problemas y también a mis padres y sobre todo a mi madre que siempre me amó con locura. Ella tuvo miedo, pero yo no quise ser como ella que renunció a su fe pública por miedo. Me molestó cuando un día no fuimos más a la iglesia por temor a las represalias que entonces se arremetían contra los religiosos.

    Quiso enseñarme a decir una cosa en casa y otra en público y a no confiar de nadie, ni de la propia familia porque tenía miedo. Hoy la comprendo y sé que sus miedos no fueron infundados, que podían convertirte en una no persona, no era necesario más nada, solo el estigma era suficiente para que todo el mundo te volteara la cara como un apestado asqueroso. Pero yo prefería ser ese apestado y ser yo. Y me convertí en rebelde y sufrí. El primer encontronazo fuerte con la escuela fue cuando había que recibir a Leonid Breznev, primer secretario del PC de la URSS en aquel entonces, y estaban preparando un recibimiento gigantesco en Santiago para su llegada donde todos los alumnos tenían que participar; era una inmensa tabla gimnástica al estilo soviético que me pareció una gran payasada, y no fui. El resultado fue que estuve al borde de la expulsión.

    A partir de ahí comenzó todo…

    El vuelo del Gorrión

    Estoy parado en el balcón y veo a María que parquea su flamante Chevrolet Impala del 59 blanco y verde; se ve impecablemente hermoso desde arriba con sus aletas traseras como un gran ángel. Bajo corriendo para verlo de cerca en todos sus detalles, entonces todos se ríen de mi observación. ¿Le vas a comprar el carro a María?, me dice Yanet que está allí sentada con su sonrisa jodedora como siempre. María a su lado resalta con su exagerado maquillaje y también Jorge, el flaquito afeminado que teje y teje con las piernas cruzadas y su mirada lánguida. Todo el mundo dice que Jorge es pato, pero Yanet siempre lo tiene ahí tejiendo y tejiendo; también dicen que a Jorge no le dan trabajo por eso mismo de la patería y tiene que andar tejiendo para ganar algún dinero igual que Yanet que se va del país. Ellos tejen ropita de canastillas, suéter, gorritos; a mí me regalaron un gorrito lindísimo para el invierno, pero como no hay invierno lo guardo de recuerdo. María también se va del país y le van a quitar ese Chevrolet tan lindo. Ellos hablan mucho entre ellos y yo estoy siempre escuchándolo todo, hasta vi cuando María se puso roja de furiosa y le decía a Yanet que el carro que compró con su esfuerzo y dinero ahora lo va a disfrutar un hijo de puta comunista de a gratis.

    Ya no estoy en el balcón, siento que está cayendo la noche y hace cierta frialdad. Yanet me está probando un suetercito que Jorge acaba de terminar, entonces veo los ojos rojizos de Jorge que llora. No está María, oí decir a Yanet la otra tarde que ya le quitaron el Chevrolet, pero ahora es Jorge que llora y llora sin reparo. ¡Me citaron para la UMAP!. Yanet se pone la mano en la boca y se apaga su sonrisa de jodedora, se queda seria. Muy seria está cuando mi mamá me llama y subo con esa palabra en la cabeza: UMAP, UMAP… ¿Qué es la UMAP, mamá?, pero mamá se asusta: Cállate, cállate, ¡ay, Dios mío!, ¿de dónde sacaste eso muchacho?.

    Ahora estoy sentado en el escalón de la entrada de la escalera y está Yanet tejiendo sola y llega Jorge y la abraza llorando. Me voy el lunes temprano. Yanet no dice nada, solo lo mira. El domingo me voy a despedir de mis amigos, pero como sé que no está bien invitarte a una fiesta de pájaros vine a despedirme de ti ahora. Yanet lo sigue mirando. ¡Cuídate mucho, hijito!. Este gorrioncito no nació para la jaula madrina, te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí. Sigo

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