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El narcotráfico en la novela colombiana
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Libro electrónico213 páginas3 horas

El narcotráfico en la novela colombiana

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"Lo que más me cautiva en el estudio de Óscar es su enfoque regional hacia el vasto corpus de las novelas sobre el narcotráfico. Los textos analizados aquí provienen de y se concentran en la costa Atlántica, Antioquia, Valle del Cauca, Eje Cafetero y Bogotá. Esta aproximación es original, minuciosa, y sumamente útil, dado que mucho se escribió sobre Antioquia y bastante sobre Bogotá, especialmente cuando se tiene en cuenta la crítica desde los Estados Unidos, pero muy poco sobre las demás zonas de Colombia. El aporte de Óscar es abarcador, enciclopédico casi, de la narco literatura proveniente de Colombia". (Aldona Bialowas Pobutsky, Oakland University, EEUU)
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 abr 2014
ISBN9789587653922
El narcotráfico en la novela colombiana

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    El narcotráfico en la novela colombiana - Óscar Osorio

    Universidad del Valle

    Programa Editorial

    Título: El narcotráfico en la novela colombiana

    Autor: Óscar Osorio

    ISBN: 9789587653922

    Colección: Libros de Investigación

    Primera edición

    Rector de la Universidad del Valle: Iván Enrique Ramos Calderón

    Vicerrectora de Investigaciones: Ángela María Franco Calderón

    Director del Programa Editorial: Francisco Ramírez Potes

    © Universidad del Valle

    © Óscar Osorio

    Diseño de carátula: Hugo H. Ordóñez Nievas

    Diagramación: G&G Editores

    Corrección de estilo: Hernán Toro

    Impreso en: Prensa Moderna Impresores S.A.

    Universidad del Valle

    Ciudad Universitaria, Meléndez

    A.A. 025360

    Cali, Colombia

    Teléfono: (+57) (2) 321 2227 - Telefax: (+57) (2) 330 88 77

    editorial@univalle.edu.co

    Este libro, salvo las excepciones previstas por la Ley, no puede ser reproducido por ningún medio sin previa autorización escrita de la Universidad del Valle.

    El contenido de esta obra corresponde al derecho de expresión del (de los) autor(es) y no compromete el pensamiento institucional de la Universidad del Valle, ni genera responsabilidad frente a terceros. El (los) autor(es) es el único responsable del respeto a los derechos de autor del material contenido en la publicación (fotografías, ilustraciones, tablas, etc.), razón por la cual la Universidad del Valle no asume responsabilidad alguna en caso de omisiones o errores.

    Cali, Colombia, abril de 2014

    A Carmiña Navia

    CONTENIDO

    Prólogo

    Introducción

    CAPÍTULO 1

    Novelas con tratamiento marginal del narcotráfico

    Análisis individual

    El cadáver de papá

    El Divino

    En voz baja

    Quítate de la vía, Perico

    Batallas en el monte de Venus

    Angosta

    Delirio

    El Eskimal y la Mariposa

    Análisis transversal

    Incidencia social

    Desarrollo histórico y transformación en la percepción del narcotráfico y la violencia

    CAPÍTULO 2

    La novela con eje diegético en el narcotráfico

    Análisis individual

    Coca: novela de la mafia criolla

    La mala hierba

    Leopardo al sol

    Cartas cruzadas

    El zar, el gran capo

    Hijos de la nieve

    La lectora

    Comandante Paraíso

    Sin tetas no hay paraíso

    Análisis transversal

    Incidencia social

    Inserción social

    CAPÍTULO 3

    Una mirada regional

    La costa Atlántica

    El Valle del Cauca

    Antioquia

    Eje Cafetero

    Bogotá

    Lectura comparativa del tratamiento regional

    CAPÍTULO 4

    La figura del sicario

    Notas finales

    Bibliografía

    Este libro es el resultado de un trabajo que inicié con la investigación Violencia del narcotráfico y el sicariato en la novela colombiana, aprobada en la Universidad del Valle para el período 15-01-2006 / 15-06-2008 con el código CI-4213, y que continué durante mis estudios doctorales (adelantados con una comisión de estudios de la Univalle y con un crédito beca de Colfuturo). Productos de esta investigación son además algunos ensayos publicados en revistas académicas, la tesis Novela y violencia en Colombia: el narcotráfico y el sicariato (que obtuvo el premio Gutiérrez Mañé a la mejor tesis doctoral del año sobre literaturas latinoamericanas y del Caribe hispánico en el Ph.D. Program in Hispanic and Luso-Brazilian Literatures and Languages del Graduate Center (CUNY), New York 2013) y el libro La Virgen de los sicarios y la novela del sicario en Colombia (que ganó el premio de ensayo Autores Vallecaucanos Jorge Isaacs, Cali 2013).

    PRÓLOGO

    Mucho se ha escrito sobre el fenómeno del narcotráfico y sus diferentes facetas, que han influido la historia, la economía y la cultura de Latinoamérica. El narcotráfico simboliza las fuerzas destructivas de la globalización, cuyo legado ha cambiado cómo se narra Latinoamérica. Desde la óptica poscolonial de la metrópolis estadounidense, el narcotráfico ha transformado la manera en que el Norte mira hacia el Sur. Desde luego, lo mismo se puede deducir en cuanto a cómo el Sur mira al Norte, el cliente principal de la droga y su crítico más implacable del desorden al nivel global producido por el narcotráfico colombiano y ahora mexicano. Basta mencionar dos filmes sobre la temática narco provenientes de Colombia y de los EE. UU.: El Rey (2004, Antonio Dorado) y Blow (2001, Ted Demme). La producción colombiana no deja de señalar que el narcotráfico estalló con la llegada de los gringos del Cuerpo de la Paz a la tierra colombiana. En contraste, Blow presenta al narcotraficante estadounidense (Johnny Depp) como un tipo ingenuo y bueno por naturaleza, en contraste con sus contactos colombianos calculadores y despiadados, en fin, mafiosos de verdad. Estos detalles son reveladores. No ha de ser fácil, pero es necesario dialogar en torno a la producción cultural sobre el narcotráfico en la academia colombiana y estadounidense para hacer obvios los prejuicios nacionalistas y para abarcar esta temática como un problema compartido.

    Con el Boom de la literatura latinoamericana de los años cincuenta y sesenta y sus grandes maestros, como Gabriel García Márquez, el mundo le dio buena acogida a la escritura latinoamericana, ajustando su imagen de Latinoamérica —y Colombia desde luego— a una versión impregnada del realismo mágico, de hombres ángeles descendiendo sobre los pueblos de la costa Atlántica, mujeres vírgenes flotando hacia el cielo con sus sábanas a medio colgar, o patriarcas que regían no sólo la humanidad sino el ritmo de la naturaleza misma. De una manera semejante, la literatura del Boom introdujo nuevas maneras de considerar el concepto mismo de la escritura, la entrada de la gran narrativa que, de manera revolucionaria, rompió con los moldes expresivos precedentes. Cabe mencionar las innovaciones de la técnica narrativa que cambian el modo de contar, la introducción del collage y del habla vulgar, los juegos con el tiempo y la invitación al lector a reelaborar o incluso re-escribir la historia. Este aporte modernista fascinó a los lectores transnacionales y solidificó una imagen de Latinoamérica como una cuna de originalidad y de suma potencia intelectual.

    La violencia del narcotráfico irrumpió en la realidad latinoamericana y cambió el rumbo de las modas literarias. El realismo mágico y las novelas totalizadoras dieron paso a la literatura de los barrios pobres, vidas sin futuro, del realismo exacerbado en que se jugaba la existencia del ser humano y no el mito de la humanidad. Llegaron textos impregnados de violencia, con perspectivas más micro que macro, historias de la vida fugaz, encuentros y desencuentros entre la clase privilegiada y los rechazados, escenas de la vida fácil ofrecida por el dinero narco, de derroche, muertes, corrupción, impunidad, y de la descomposición del tejido social. Se difundió el parlache¹ y la estética narco con sus personajes representativos: traquetos,² sicarios,³ mulas,⁴ prepagos,⁵ y mujeres llenas de silicona. En fin, aunque se ha dicho mucho sobre cada aspecto de la transformación de la sociedad por las fuerzas de narcotráfico, aunque el tema inspira críticas —especialmente cuando se trata de la sobreexposición de las narco telenovelas en Colombia— el fenómeno sigue vigente porque la problemática redefinió la realidad contemporánea. Y la sigue influyendo.

    Bien afirma Óscar ya de entrada que la novelística de narcotráfico sufre del prejuicio de gran parte de los críticos, no necesariamente por su calidad sino por su temática (21). Aunque, para ser justos, la calidad a veces no logra impresionar, como fue el caso de la novela de Gustavo Bolívar Sin tetas no hay paraíso (2005). También una vertiginosa explosión de series televisivas con una temática narco apabulló al público, inspirando quejas de consumismo fácil, de la estupefacción de la producción nacional colombiana, y de la repetición innecesaria de la misma temática de siempre, como si no existieran otras cuestiones sociales dignas de explorar. De hecho, algunas series bien hechas, como Pablo Escobar: el patrón del mal (2012), son mal recibidas sólo por tratar del narcotráfico. Parece que, en ciertos círculos, la representación de la violencia social ofende las sensibilidades de los que tienen cierto concepto de cómo debe ser la literatura. Es una tensión entre la aproximación prescriptiva y descriptiva, donde esta última entiende la cultura como un fenómeno vivo, una fuerza que se fomenta por su propia cuenta. Tal como muchos se oponen a la temática narco en general para dejar atrás el estigma de la violencia social, otros la rechazan por ser un caso de pornomiseria que se vende al mundo con facilidad a través del sensacionalismo. Lo que queda evidente es que, sin tomarse la molestia de sondear la profundidad sociocultural de este fenómeno, los críticos de la temática narco revelan su ansiedad en cuanto a la imagen que este tipo de cultura produce y, de paso, hacen un juicio de valor a priori de la novelística de narcotráfico. Para los que se ocupan de la temática de la narcoviolencia, tal actitud parece ser contraproducente, ya que negándose a dialogar sobre el legado del narcotráfico que agudizó la disfuncionalidad social a niveles alarmantes, uno se niega a aceptar la realidad.

    Lo que más me cautiva en el estudio de Óscar es su enfoque regional hacia el vasto corpus de las novelas sobre el narcotráfico. Los textos analizados aquí provienen de y se concentran en la costa Atlántica, Antioquia, Valle del Cauca, Eje Cafetero y Bogotá. La aproximación de Óscar es original, minuciosa, y sumamente útil, dado que mucho se escribió sobre Antioquia y bastante sobre Bogotá, especialmente cuando se tiene en cuenta la crítica desde los Estados Unidos, pero muy poco sobre las demás zonas de Colombia. Yo misma soy parte de esta tendencia. Ahora bien, el problema es más de recursos que de falta de interés, ya que se trata de la cuestión de la difusión de esta literatura: muy pocos textos literarios sobre el tema narco llegan a los mercados extranjeros. De hecho, con la excepción de la ya canónica La Virgen de los sicarios de Fernando Vallejo o del bestseller de Jorge Franco, Rosario Tijeras, casi no se ha estudiado otras novelas y la práctica totalidad de éstas no están disponibles fuera de Colombia. Esta escasez sin duda limita el éxito de varios escritores pero a la vez hace que el libro de Óscar sea aún más valioso e indispensable.

    La mirada panorámica de Óscar le permite diferenciar entre varias regiones en cuanto a la actitud social hacia el narcotráfico, la que no siempre era meramente negativa. De manera semejante, la división entre diferentes momentos de la inserción del narcotráfico en la sociedad colombiana nos permite ver cambios de actitudes hacia el desarrollo de este fenómeno: de la desestimación de su potencia dañina en un principio, acompañada por la euforia del enriquecimiento rápido y el ascenso social, a la sanción profundamente negativa y pesimista del fenómeno por su debacle social. Por ejemplo, la perspectiva en las novelas vallecaucanas Comandante Paraíso y Quítate de la vía, Perico es pro-narca, reflejando, como constata Óscar, una actitud social que en esta región silenció durante muchos años la responsabilidad de los carteles de la droga en la violencia, porque esta fue determinada, en gran medida, por la estrategia de inversión económica y de inserción social del cartel de Cali, la compra de algunos medios de comunicación y la cooptación de un importante sector del periodismo y la intelectualidad vallecaucana (40).

    Con los casos de Cali y Medellín (y sus respectivos carteles), Óscar hace resaltar cómo diferentes modos de la inserción del negocio ilícito tanto social como financiera en diferentes ciudades afectó la historia de la región y la manera en que se narra el narcotráfico en su literatura. Es indudable que la implantación silenciosa de los narcotraficantes del Cartel de Cali en la sociedad hegemónica vallecaucana contrasta con la guerra desatada por el Cartel de Medellín contra el Estado. El Cartel de Cali mostró prudencia, discreción, un bajo perfil político y destreza en controlar la difusión de la información. La compra de La Revista del América y del Grupo Radial Colombiano, por ejemplo, les ayudó a preservar el silencio y ocultar la violencia que estaba destruyendo el tejido social de la ciudad (107). Aunque reinaba el crimen y el terrorismo, la prensa hacía la vista gorda y la literatura frecuentemente pintaba a los narcotraficantes y sicarios como personajes honestos y aun positivos, pese a su patente criminalidad. Esta actitud atestigua al proceso de la banalización del narcotráfico y la producción de una literatura cómplice en Valle de Cauca (108).

    El aporte de Óscar es abarcador, enciclopédico casi, de la narco literatura proveniente de Colombia. Las sucintas descripciones del argumento de cada novela acompañadas por un análisis de la problemática social (la inmovilidad social, la ambición, o proclividad a la ilegalidad, para mencionar algunas), hacen que el producto final se convierta en un estudio contundente, detallado y a la vez totalizador. Para los que no tenemos acceso fácil a todas las novelas en cuestión, el libro de Óscar es una invitación a explorar nuevos territorios. De igual modo, sus contribuciones analíticas nos permiten ver coincidencias y contrastes entre diferentes regiones y épocas; de esta manera se profundiza la vasta óptica de la temática narco.

    Por último, si tuviera una sola crítica sobre este estudio, sería la omisión de El cronista y el espejo de Óscar mismo. A lo mejor es un caso de modestia, mas cuán innecesario. Esta novela breve, ganadora del XXXII Premio Cáceres de Novela Corta en España, en 2007, lleva al lector al mundo caleño impregnado de violencia arraigada en la historia de Colombia, desde la época de La Violencia hasta los finales del siglo XX. El enredo entre sus personajes principales —un intelectual y el matón más peligroso de la zona, dos hombres cuyos caminos se entrecruzan en la niñez y otra vez en la vida adulta— encapsula la complejidad de la violencia y el efecto que esta tiene en el destino de uno, sin que importe su formación. La trama muestra una degradación atroz, donde la víctima y el victimario se reconocen en su fascinación por una vorágine de destrucción contagiosa, una condición extrema que consiste en hundirse en el abismo de la agresión perpetua. Esta revelación alude a la preocupación subyacente en la novelística del narcotráfico, de que la violencia quizás sea innata al pueblo colombiano, un aporte tan apoyado como descartado por los intelectuales e historiadores. A lo mejor, las heridas provocadas por la violencia desgarradora de la época de La Violencia no han cicatrizado aún en Colombia, pero la pulsión mortífera se puede aplicar a la humanidad entera. Recordando las palabras de Freud según quien, además del impulso hacia la vida, lo que nos rige es el otro hacia la destrucción, a lo mejor nos conviene aceptar que Eros y Tánatos son nuestra condición primordial que se repite a través de los siglos y países.

    ALDONA BIALOWAS POBUTSKY

    Oakland University, EE. UU.

    _________________________

    1 El parlache es un dialecto social propio de las comunas de Medellín, especialmente de las juventudes marginadas. El libro El parlache de

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