Filosofía para niños
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Filosofía para niños - Eugenio Echeverría
mismas.
Breve historia de Filosofía para Niños
Este capítulo representa una breve reseña histórica del programa de Filosofía para Niños, desde su inicio con Matthew Lipman, en la Universidad de Montclair, hasta su difusión, desarrollo e implantación entre diversos tipos de población en todo el mundo.
La propuesta de Filosofía para Niños surge a finales de los años sesenta con la preocupación del profesor Matthew Lipman por las carencias de razonamiento que de inicio presentaban los estudiantes universitarios con los que trabajaba en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Columbia en Nueva York. Los trabajos escritos que le entregaban y el modo en que defendían sus argumentos en las discusiones de clase, reflejaban carencias en cuanto a su capacidad para hacer analogías, inferencias y deducciones adecuadas, generalizaciones apropiadas, detectar errores de razonamiento, etc. Desde entonces Lipman sostiene que el desarrollo del pensamiento no es algo que se pueda dejar de lado hasta los años universitarios. La adquisición de las herramientas necesarias para un razonamiento apropiado debe fomentarse desde que los niños son muy pequeños; la intención es que para cuando los estudiantes concluyan el bachillerato, el pensamiento activo, independiente y reflexivo se haya convertido en un hábito en ellos. Con esta idea Lipman se traslada a la Universidad de Montclair donde funda, a fines de los años sesenta, el Instituto para el Desarrollo de Filosofía para Niños (Institute for the Advancement of Philosophy for Children, IAPC), el cual, en 1973 se integra de manera oficial a la Universidad de Montclair.
Allí se incorporó a principios de los años setenta, la doctora Ann M. Sharp, quien desde entonces es su más cercana colaboradora. A fines de los años sesenta Lipman publica una novela filosófica para niños, Harry Stottlemeir’s Discovery, que en español se titula El descubrimiento de Filio Episteme. La intención de esta novela, así como de las que surgirán posteriormente, es proporcionar a los estudiantes modelos de niños y adolescentes que piensan de manera efectiva. Los personajes son niños que razonan juntos sobre problemas cotidianos que encuentran en su casa, en la escuela y con sus amigos. La diferencia con otras novelas para niños es que las obras de Lipman recapitulan las principales ideas y conceptos filosóficos que han surgido a lo largo de la historia del ser humano. En cada novela se identifican habilidades de razonamiento que se trabajan de manera especial en la narración. Alrededor de las habilidades analiza una serie de conceptos en torno a los cuales se desarrolla la trama de la novela.
Actualmente la curricula de Filosofía para Niños abarca desde preescolar hasta el bachillerato.
CREACIÓN DE LAS NOVELAS Y LOS MANUALES DEL PROFESOR
Las novelas del programa, que son parte del currículum de Filosofía para Niños, constituyen el medio a través del cual los personajes niños y adolescentes, exponen sus conceptos filosóficos y los discuten con la ayuda de una comunidad de diálogo por parte del profesor. Para crear novelas, Lipman se basa en una serie de habilidades de razonamiento que se pueden priorizar durante cierta etapa de desarrollo, así como en una serie de conceptos filosóficos insertos en la trama de la novela que abordan los personajes.
El anexo 5: Habilidades de pensamiento en las novelas de Filosofía para Niños, incluye los esquemas que describen las habilidades que se desarrollan en cada una de las novelas y los conceptos filosóficos alrededor de los cuales se describen dichas habilidades. Entre varios ejemplos están el trabajo con analogías, metáforas y símiles, la introducción del concepto de categoría, la presentación de razones, la construcción de preguntas y la realización de inferencias lógicas. Algunos ejemplos de conceptos filosóficos a través de cuya discusión se practican las habilidades de razonamiento son: amistad, justicia, belleza, libertad, reciprocidad, imaginación, moral, derechos de los niños, derechos de los animales, derechos de la naturaleza, la verdad, el conocimiento y muchos otros. En cada uno de los capítulos de las novelas, los personajes abordan temas en los que destaca este tipo de conceptos.
Dentro de la historia de Filosofía para Niños, el concepto de comunidad de diálogo es uno de los más importantes desde su inicio, hace más de cuarenta años, y aún es uno de sus pilares más fuertes. Ha sido determinante en mantener la propuesta de Lipman como una propuesta sólida que ha perdurado a través del tiempo.
La comunidad de diálogo es el espacio donde se gestan los objetivos de Filosofía para Niños, cuyo funcionamiento se ha perfeccionado con el tiempo, pero algunos elementos permanecen, sin importar el país donde se maneje el programa. Los estudiantes leen en el salón de clase un fragmento de la novela o algún episodio de determinado capítulo, y el maestro pide que elaboren preguntas sobre lo que les haya llamado la atención en la lectura. Estas preguntas se anotan en el pizarrón, de donde el grupo, de manera democrática, escoge una para iniciar la discusión. La intención de comenzar a partir de una pregunta se relaciona con la esencia de la comunidad de indagación. El diálogo parte de algo que queremos indagar, algo acerca de lo que deseamos saber más, algo problemático que nos incita a explorar, profundizar y tratar de avanzar en un esfuerzo por comprender mejor y más ampliamente los conceptos abordados en la discusión.
Las reglas y actitudes que deben prevalecer en la comunidad de diálogo son explícitas. Algunas de las reglas que rigen el funcionamiento de la comunidad de diálogo consisten en escuchar al otro, la tolerancia hacia puntos de vista diferentes a los propios, la necesidad de apoyar las opiniones con razones, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y poner el ego en perspectiva. El discurso que va construyendo su trama en la comunidad es un discurso lógico, las contradicciones se atrapan al vuelo y se trabajan hasta llegar, al menos, a entender el origen de las mismas.
Las deducciones que se presentan a partir de argumentos que expresa la comunidad están guiadas por la necesidad de coherencia, congruencia y ser comprehensivas. Los miembros de la comunidad de diálogo poco a poco desarrollan solidaridad comunal y sus argumentos crean conexiones lógicas cada vez más fuertes. Durante las interacciones e intercambios de ideas y argumentos, las habilidades de razonamiento de los miembros de la comunidad de diálogo¹ se practican, desarrollan y pulen cada vez más. En términos generales, al final no se llega a una conclusión determinada ni a un consenso de los participantes en el diálogo, y aunque a veces se obtengan conclusiones o consensos, en la mayoría de los casos a lo que se llega es a una mejor y mayor comprensión de la complejidad de un problema, tema o pregunta.
Esta situación se presenta debido al carácter filosófico de los temas abordados en la comunidad de diálogo. Las preguntas filosóficas no tienen una respuesta acabada; sin embargo, son preguntas que todos los seres humanos nos hacemos y nos hemos hecho a lo largo de la historia: ¿Qué es la muerte? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es la bondad, la libertad, la justicia? Existen literalmente cientos de conceptos que se pueden considerar filosóficos y alrededor de los cuales se trabaja en la comunidad de diálogo.
Estos conceptos tienen ciertas características que los hacen especiales y diferentes a otros sobre los que comúnmente discutimos. Los conceptos filosóficos incitan a controversia y son difíciles de definir con claridad, no hay una edad en la que empiecen a ser o dejen de ser importantes para nosotros; por ejemplo, desde que el niño comienza a hablar aprende a manejar frases como ¡No es justo!, y por desgracia, para el anciano también es relevante ese ¡No es justo!, en ciertas situaciones y circunstancias. Un tercer aspecto de los conceptos filosóficos es su relevancia en la experiencia de cualquier ser humano, pues se refieren a aspectos que nos afectan a todos de una u otra manera.
Es precisamente por estas características de los conceptos filosóficos que se prestan, a través de su discusión, análisis y reflexión en la comunidad de diálogo, a acercarnos al logro de los tres objetivos fundamentales de Filosofía para Niños:
a) que los estudiantes practiquen y desarrollen sus habilidades de pensamiento;
b) desarrollen, construyan y clarifiquen conceptos aprendiendo también a distinguir sus significados en diferentes contextos;
c) exploren, junto con otros compañeros, sus valores, las bases en las que éstos se sustentan y los consoliden o transformen como consecuencia de su experiencia en una comunidad de diálogo.
A finales de los años setenta, la propuesta de Filosofía para Niños comienza a conocerse en otros países y un gran número de personas se prepara en el Instituto para el Desarrollo de Filosofía para Niños en la Universidad de Montclair. De este modo, la currícula comienza a traducirse y adaptarse en un cada vez mayor número de países. Actualmente la UNESCO lo reconoce y plantea como uno de los programas prioritarios que han de desarrollarse a nivel internacional.
DIFUSIÓN, DESARROLLO, TRANSFORMACIONES Y APLICACIONES DEL PROGRAMA
La apertura de centros de Filosofía para Niños se convierte así en la estrategia a través de la cual se crean espacios en diversos países, donde se traducen los materiales del programa, se investiga su impacto y se forman docentes que llevan a sus escuelas esta propuesta pedagógica. Hoy día el programa se trabaja en más de cuarenta países en todos los continentes y está traducido a más de veinte idiomas.
Conforme el programa ha crecido y se han abierto centros de Filosofía para Niños en diferentes países, se ha hecho necesario comenzar a definir los criterios que rijan el desarrollo del programa a nivel mundial. En 1985 se funda en Dinamarca el Consejo Internacional para el Diálogo Filosófico con Niños (ICPIC), organismo que responde a la necesidad de analizar e ir sentando las bases mínimas respecto a qué es un centro de Filosofía para Niños, así como los requisitos mínimos para que el maestro pueda trabajar con la propuesta y pueda también, si así lo desea, convertirse en formador de docentes en Filosofía para Niños. El consejo se reúne cada dos años de manera oficial en diferente país, de modo que los interesados de diversas regiones geográficas tengan la facilidad para asistir.
En 1979, se habla por primera vez en México de Filosofía para Niños, a través del doctor Albert Thompson, de la Universidad de Marquette en Milwaukee, Wisconsin, quien, como profesor visitante durante un año en la Universidad Anáhuac, en la ciudad de México, impartió varias asignaturas en las que hacía referencia a la Filosofía para Niños. En 1979 tuve el privilegio de asistir a una de estas clases y, desde entonces, con otros formadores de docentes oficialmente reconocidos en el país, hemos trabajado en llevar esta propuesta al mayor número posible de niños y adolescentes tanto en México como en el extranjero, especialmente en Latinoamérica. Filosofía para Niños siguió extendiéndose en el país a partir del apoyo que la Universidad Anáhuac brindó a algunos maestros para formarse en Nueva Jersey con Matthew Lipman y Ann M. Sharp. Más tarde la Universidad Iberoamericana se interesó en la propuesta y también apoyó a muchos de sus docentes para que conocieran el programa. En 1993 se funda en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, la Federación Mexicana de Filosofía para Niños, la cual desde entonces se convierte en la instancia que en el país tiene el reconocimiento para sentar las normas en cuanto a formación de centros de Filosofía para Niños y elaborar los criterios para la formación de docentes.
Al año siguiente de su formación, Matthew Lipman y Ann M. Sharp otorgan a la Federación el reconocimiento de sus actividades y la califican como única instancia que puede avalar a docentes formados en Filosofía para Niños, así como a los centros de Filosofía para Niños que surjan en el territorio nacional. Esto significa que los cursos de formación impartidos por personas reconocidas como formadores de docentes en Filosofía para Niños por la Federación, también están reconocidos por el Instituto para el Desarrollo de Filosofía para Niños de la Universidad de Montclair.
En cuanto al trabajo con otros tipos de población, es necesario mencionar el proyecto Poder Crecer, cuyo objetivo principal es proporcionar a niños y adolescentes en situación de alto riesgo algunas herramientas que les permitan salir adelante a pesar de las circunstancias especialmente difíciles en las que viven. Poder Crecer está patrocinado por Dienst voor Internationale Samenwerking aan Ontwikkelings projecten (DISOP, Organización para la Cooperación Internacional en Proyectos de Desarrollo), fundación belga que promueve proyectos de desarrollo en países desfavorecidos, y por UNICEF. Este proyecto aglutina diez países en los que, además de Filosofía para Niños, se trabaja el programa La Escucha al Niño y otro sobre la resiliencia. La resiliencia es un concepto tomado de la física y significa la capacidad que posee un cuerpo para retomar su forma original después de ser deformado. La plastilina, por ejemplo, no es resiliente; el hule espuma es muy resiliente. Se supone que los niños y adolescentes en situación de calle, en prostitución, en conflicto con la ley o con problemas de drogadicción, se benefician de estrategias que los ayuden a ser más resilientes, y una de ellas es la propuesta de Filosofía para Niños, la cual también se ha usado en cárceles, asilos de ancianos y con niños ciegos, sordos y de educación especial. Los resultados de estas aplicaciones se presentan en las reuniones que cada dos años realiza el ICPIC.
Otro contexto en el que se ha aplicado con éxito es en campamentos de verano como parte de las actividades que realizan niños y adolescentes.
¹ Para propósitos del presente libro, comunidad de indagación y comunidad de diálogo se usan como sinónimos.