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Asesinato en Exhibición
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Libro electrónico263 páginas2 horas

Asesinato en Exhibición

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Información de este libro electrónico

El sol se levanta sobre la pintoresca isla de Folegandros, revelando el cuerpo decapitado y mutilado de una joven, incrustado en el palo de una antena para que todos lo vean.

La Teniente IOLI CARA es enviada para ayudar con lo que parece un caso muy sencillo. Pero, hay más de lo que se ve a simple vista…

Un amante misterioso, un hermano furioso, un ex-novio, un compañero de clase con capacidades diferentes… todos son piezas del mismo rompecabezas.

‘Un caso demasiado simple, mi gordo y embarazado trasero,’ maldijo Ioli, deseando poder tener a su antiguo compañero, el Capitán PAPACOSTA a su lado.

Pero, Costa invadido por el cáncer, está a millas de ahí, a bordo de uno de los mejores cruceros de Grecia. Él, también, se encuentra con su propio misterio en sus manos. Una chica extraviada y una enorme piscina de sangre en el camarote de al lado, interrumpen sus relajantes vacaciones.

Únanse al dúo investigador en un viaje de suspenso, misterio y asesinatos a lo largo de del mar Egeo color turquesa.

¡Adquieran su copia de este nuevo, altamente anticipado, salvajemente aclamado Misterio en las Islas Griegas y sumérjanse en esta fascinante historia hoy mismo!

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento15 may 2017
ISBN9781547500956
Asesinato en Exhibición

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    Asesinato en Exhibición - Luke Christodoulou

    Misterios en las Islas Griegas # 4

    (Novela de Suspenso)

    Asesinato en Exhibición

    Por Luke Christodoulou

    Material Protegido por las Leyes de Derecho de Autor

    TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

    El derecho de Luke Christodoulou para ser identificado como el Autor de la Obra ha sido proclamado por él mismo de acuerdo a la ley de Derechos de Autor, Diseños y Patentes de 1988.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, escaneada, o distribuida en forma impresa o electrónica sin autorización previa.

    Este libro es una obra de ficción y cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o cualquier evento es puramente una coincidencia.

    Publicado por: GreekIslandMysteries

    Editado por: Carol Tietsworth

    https://writerreadr.wordpress.com/

    Diseño de Portada: Maria Nicolaou (Mj.Vass)

    http://99designs.com/users/1158351

    Copyright © 2017 por Luke Christodoulou

    Dedicado a mi hijo, Iasona.

    ¡Además, un enorme gracias a mi equipo de edición y corrección!

    Libros por Luke Christodoulou:

    El Asesino del Olimpo (Misterios en las Islas Griegas #1) - 2014

    Los Asesinatos en la Iglesia (Misterios en las Islas Griegas #2) - 2015

    Muerte de una Novia (Misterios en las Islas Griegas #3) - 2016

    Asesinato en Exhibición (Misterios en las Islas Griegas #4) - 2017

    24 Fabulas de Esopo Modernizadas - 2015

    Elogios para Misterios en las Islas Griegas (Series de Libros):

    Todos los libros de la serie han recibido 4 estrellas o más en Amazon, Goodreads y Blogs de Críticas de Libros.

    'Los Asesinatos en la Iglesia serían atractivos para cualquier lector que disfrute novelas que incluyen misterios de asesinatos, o lecturas de suspenso, o novelas de acción y aventura. Me complace recomendar este libro y espero que el autor Christodoulou esté trabajando en el siguiente libro de esta prometedora serie.’

    - Chris Fischer para el Readers' Favorite

    ‘El James Patterson griego ataca de nuevo’

    - Prensa griega

    '... hace un trabajo magistral escribiendo una retorcida historia de asesinatos bajo el sol griego.'

    - Ruth Rowley

    ‘Grecia está orgullosa de tener un escritor con tanta maestría. La Muerte de una Novia es su mejor obra por mucho.’

    - Crítica Ateniense de Libros

    ‘La Muerte de una Novia es una novela de misterio/asesinatos maravillosa. Una historia de Agatha Christie en el siglo 21.’

    - Asociación Nacional de Autores Griegos

    ‘Un relato fascinante... envuelto en misterios e inflamado con venganza.’

    - Elaine Bertolotti (Autora)

    ‘Gran entretenimiento que suplica convertirse en película (...)  un caudal de grandes historias, con buen ritmo y llenas de personajes increíbles, hermosos paisajes griegos, detalles fascinantes de la cultura griega y algunos toques humorísticos maravillosos. Excelentes giros de la trama también – Realmente no me esperaba eso. Estas historias pueden rivalizar con los best-sellers y – para ser honestos – el libro saca a varios de los nombres famosos de la jugada – un estilo fácil, una trama intensa, personajes muy parecidos a la vida real y todo esto en un contexto de la hermosa Grecia y su fascinante historia y cultura.’

    - Meandthemutts, Crítico de Libros

    ‘Los Asesinatos en la Iglesia es una yuxtaposición de las preciosas (y hermosamente descritas) Islas Griegas y los brutales y horrorosos asesinatos que pasan ahí.’

    -  Michael Young History

    ‘Uno más, que no pude soltar’ – Jan Felton

    ‘... una obra meticulosamente hecha. El autor cumple con otra historia única, poderosa y provocativa.’

    - Alex (Crítico de Amazon)

    ‘¡Esperando al siguiente con muchas ansias!’ - Jimmy Andrea (Crítico de Amazon)

    ‘Una novela de suspenso fascinante.’ - Daniel T.A. (Autor)

    ‘Tan seductor como un rompecabezas de Sudoku, el escritor ha creado una trama ingeniosa con nada menos que impresionantes revelaciones al final.’

    - Julius Salisbury (Autor)

    ‘Si le gustan los misterios de asesinatos con grandes personajes, locaciones atmosféricas y una trama interesante y llena de suspenso que lo mantenga cambiando las páginas, entonces este libro ha sido escrito para usted.’ –Ben (Crítico de Amazon)

    ‘Una apasionante novela de misterios sobre una serie de asesinatos que tienen lugar en las islas griegas.’

    - Saritha S (Crítico de Libros para Goodreads)

    ‘¡Un cuento de terror! Un misterio de asesinatos que te mantendrá cambiando la página’.

    - Sheri A. Wilkinson (Crítico de Libros)

    ‘El autor construye los personajes principales entretejiéndolos a la perfección con la trama de una gran historia; incluso cuando se aísla del caos actual. Es arte en palabras en el pináculo más alto de la obra de un escritor.’

    - Rose Margaret Phillips (Crítico para un Blog de Libros)

    Capítulo 1

    La media noche cayó sobre la exótica isla de Folegandros, una pequeña isla en forma de un ocho inclinado; abrazando las claras y puras aguas del Egeo. Lejos del centro del pueblo y los turistas bronceados por el cielo griego, se encontraban en silencio los obscuros vecindarios. Los habitantes locales hacía ya mucho que se habían ido a dormir.

    Una puerta azul de madera se encontraba ligeramente abierta y un cálido haz de luz salía desde el interior y hacia la obscuridad y la fresca brisa de verano que se extendía por los sinuosos caminos de Chora. Susurros de palabras de amor y el intercambio de apasionados besos rompían el silencio.

    ‘Shh, ya me tengo que ir. Mi madre me ha estado llamando desde hace una hora. Ya sabes cómo se pone. Si no llego a casa pronto, enviará a un grupo de búsqueda,’ Natalie, de dieciocho años, dijo suavemente, su pelirrojo cabello le acariciaba ligeramente los hombros desnudos.

    ‘Quédate, mi amor. ¿Cuántas oportunidades crees que tendremos? Mi esposa regresará el jueves,’ se quejó su amante, quien era mayor, tomándola por la mano.

    ‘No puedo,’ contestó ella, fracasando al esconder su irritación. Nada la irritaba más que un hombre que suplicaba. Retrajo su delgada mano de su fuerte agarre.

    ‘Buenas noches,’ dijo ella y forzó una sonrisa. Él era un buen amante después de todo.

    Ella corrió por las calles pavimentadas, a lo largo de las pintorescas y clásicas casas de las Ciclades. Todas estaban pintadas de azul y blanco, algunas por elección, algunas forzadas por el gobierno local en nombre de la belleza y para atraer turistas. La tenue luz luchaba por escapar de su prisión en las lámparas callejeras y llegar hasta la carretera de piedra. Natalie llamó a su madre, disculpándose por no responder el teléfono y en su suave y dulce tono de voz – el falso tono que usaba frecuentemente – le informó a su madre que ya iba en camino a casa. Se agachó para mirar la pantalla de su teléfono mientras terminaba la llamada, sin darse cuenta que una figura sombría se le acercaba desde la parte exterior de su periferia.

    Un ligero grito escapó de su boca cubierta de lápiz labial cuando levantó la cabeza, y se encontró cara a cara con el chico que cojeaba hacia ella.

    ‘¡Maldita sea! Casi me matas del susto.’

    ‘No... No... deberías... decir groserías, Natalie. No es... adecuado para una chica... hablar así,’ contestó él, en su tono lento de hablar, bien conocido en su pequeño pueblo. Le costaba trabajo respirar, haciendo pausas casi después de cada palabra.

    ‘¿En serio, retrasado? ¿Te atreves a darme un consejo?’

    Con tan sólo decir la palabra, se sintió mal. Su consciente se hizo presente cuando vio la pena que se extendía por sus ojos azules de bebé. ‘Lo siento,’ se apresuró a agregar y maniobró para esquivar a su antiguo y rechoncho compañero de clase.

    Adonis se puso frente a ella. ‘¿Por qué tanta prisa?’ ‘Quédate, platica conmigo.’ Otra pasa, más larga esta vez. Un sudor frio se empezó a formar a lo largo de su amplia frente, por debajo de su rubio cabello que volaba libremente en el ventoso callejón obscuro. ‘Hablas con todos los chicos,’ agregó él, luchando contra su pesada respiración.

    El remordimiento murió rápidamente dentro de ella. ‘¿Qué se supone que quieres decir con eso?’ preguntó ella, levantando la voz. ‘Además, yo sólo hablo con chicos guapos. ¿Te has mirado alguna vez al espejo, fenómeno?’

    Natalie lo empujó hacia un lado y apresuró el paso.

    A tan sólo unas millas a lo lejos, su madre, Electra, estaba sentada en su mecedora hecha a mano junto a la enorme ventana de la cocina que daba hacia el precipicio de Chora. Su cabello canoso estaba recogido en un moño, brillando bajo la luz de la luna que se perdía en las profundas arrugas por todo su rostro. A tan sólo cincuenta y cinco años, Electra se veía al menos una década mayor. Una granjera, criada entre los campos, trabajó por años bajo el cruel sol del mediodía, se embarazó y perdió seis hijos en sus treintas antes de finalmente dar a luz a unos gemelos a la no tan joven edad de cuarenta y un años. La alegría le duró poco tiempo ya que su esposo murió de un ataque al corazón dos años más tarde. Forzada a volver a trabajar hacienda la limpieza en el Chora Resort y Spa y creciendo dos hijos ella sola, el tiempo no había sido muy amable con su cansado cuerpo.

    Con las manos ligeramente temblorosas, Electra se llevó el café griego caliente hacia los agrietados labios. Sabiendo que sus hijos iban de camino a casa, sonrió mientras disfrutaba la bebida caliente, reconfortando su cansado cuerpo.

    ‘Que puedas tomar café tan caliente con este calor es realmente sorprendente,’ la voz rasposa de Gregory la hizo saltar.

    ‘¿Y qué preferirías que tomara hijo mío? ¿Un frappe? ¿un capuchino frío? ¿O quizás un mojito?’

    La risa de Gregory la reconfortó mejor que el humeante café fuerte.

    ‘¿Cómo te va en el trabajo de verano en el bar?’ le preguntó ella, dándole unas palmaditas a la vieja silla que tenía a su lado. Su delgado hijo se acercó, la besó tiernamente en la frente y se acomodó a su lado.

    ‘El dinero es bueno...’

    ‘El dinero no lo es todo...’ lo interrumpió su madre. ‘Deberías estarte divirtiendo en tu último verano antes de la universidad.’

    ‘Lo hago, mamá. La música es grandiosa, bebo gratis, todos mis amigos me visitan y conozco chicas. ¿Qué más podría pedir?’ contestó él con una sonrisa traviesa apareciéndole su bello rostro.

    ‘Espero que sea una chica del pueblo, y no esas sucias y fáciles chicas europeas que vienen de vacaciones.’

    Gregory colocó su mano sobre la de su madre. Levantó las cejas y la miró directo a los ojos; la entrada a su ardiente alma. ‘Tranquilízate, eso podría confundirse con racismo.’

    ‘No me importa lo que sea. Sólo me importan tú y tu hermana.’

    ‘¿Dónde está Natalie, por cierto? Preguntó Gregory, antes de que su madre se ‘encendiera’, su palabra favorita para describir sus apasionados discursos sobre sus hijos.

    ‘Ya llamó, dijo que ya venía en camino. Estaba en casa de Melina.’

    ‘Sí, claro,’ susurró Gregory mientras se ponía de pie. Afortunadamente los oídos de su madre no escucharon sus palaras. Ella estaba somnolienta después de un largo día de limpiar y servir.

    ‘¿Qué dijiste muchacho?’

    ‘Dije buenas noches. Me voy a la cama.’

    ‘Buenas noches, tesoro mío.’

    Pronto, ambos cayeron en los brazos de Morfeo. Gregory en su cama individual, bajo los posters de chicas guapas sobre enormes motocicletas y equipos de fútbol de la primera división, soñaba con una vida en la gran ciudad. El otoño se acercaba rápidamente. Electra se quedó dormida en su mecedora, quedándose ahí hasta escuchar de su hija regresaba al nido familiar. Pero, horas después, los rayos del sol atacaban a través de las ventanas de la cocina, dispersando luz por toda la diminuta cocina y Natalie no había regresado a casa todavía.

    El brillante sol griego lentamente se levantó por el oceánico horizonte y comenzó a iluminar las estrechas calles. La vieja Persephone, una mujer de amplias proporciones, fue la primera en abrir sus azules puertas de madera, liberando el tentador aroma de pan recién orneado. Su figura, envuelta en ropa negra, atravesó su enorme jardín y levantó la manguera del jardín, la cual se encontraba cerca del zaguán de la entrada que se había tornado dorado con el sol de la mañana. Su jardín lleno de flores la hacía sentirse orgullosa y Persephone se esmeraba mucho por proteger sus flores durante las infernales ondas de calor. Su truco era regarlas temprano en la mañana antes de que las llamaradas del sol secarán la tierra. Mientras el perfumado aroma de sus rosas rojas la rodeaban, ella volteó hacia un lado.

    Su frágil garganta se esforzó por darle voz a sus estridentes gritos. La manguera verde cayó de sus temblorosas manos y Persephone dio unos pasos hacia atrás antes de caer sobre el césped mojado. A sus ochenta y dos años de edad, y después de atestiguar una guerra mundial de niña, eras de opresión, la violencia en el mundo desde su televisor, el cuerpo de su esposo después de su fatal accidente automovilístico, Persephone creía que ya nada podía estremecerla.

    Que equivocada estaba.

    La imagen sobre el tejado de la casa abandonada frente a su jardín la hizo caer de rodillas. Un cuerpo desnudo, mutilado y decapitado había sido empalado sobre la decrépita y oxidada antena. Los senos de la mujer habían sido cortados, dejando como evidencia sólo dos manchas sangrientas. Su estómago había sido abierto completamente y sus intestinos colgaban, goteando sangre sobre la sucia azotea. Persephone cerró los ojos, rezó por tener fuerza y colocó sus manos sobre el césped húmedo, empujándose para levantarse. Tan rápido como su anciano cuerpo le permitió, corrió hacia la casa. Gritos desde la plaza central de pueblo hicieron eco y la siguieron hasta su casa, avisándole que no sería la única que estaría llamando a la policía.

    Muy pronto, la gente se había concentrado frente a las cafetería y tabernas, que seguían cerradas, en el ‘centro’ de la plaza – el pueblo tenía tres en total – y, mirando el brutal crimen, estaban de pie en completo shock. Nunca antes, había habido un asesinato en su tranquila isla. Incluso el único oficial de policía de la isla se había quedado petrificado ante semejante imagen en exhibición. A la joven edad de veintiséis años, Valentina sólo tenía dos años de servicio bajo su cinturón de servicio. En esos dos años, ella había lidiado con un par de peleas en un bar, un caso de abuso doméstico y algunos casos de carteristas. La mayor parte del tiempo mantenía su estación de policía, de una sola habitación, limpia y presentable, y preparaba café, el cual saboreaba mientras revisaba su perfil de Facebook. Totalmente desprevenida, selló el área alrededor de la deteriorada y dilapidada cabaña y llamó a las oficinas centrales, en la Grecia continental.

    Capítulo 2

    Ciudad de Atenas

    Ioli se soltó el lazo plateado y dejó libre su sedoso cabello negro. Se frotó la parte baja de la espalda usando una considerable cantidad de fuerza mientras se inclinaba hacia enfrente en su silla de oficina del color de la leche, la cual últimamente albergaba un costoso cojín especial, ideal para mujeres embarazadas. Levantó la cabeza lentamente y exhaló profundamente. Volteando a mirar su enorme – así lo pensaba ella – vientre de embarazo, una sonrisa se extendió por su rostro. No podía creer lo rápido que habían pasado los últimos seis meses. Aún no podía creer que estuviera embarazada. Muchas veces había terminado sintiéndose culpable cuando concentrada en su trabajo se olvidaba de que estaba embarazada. Ahora, ya no podía olvidarlo. Se movía muy lentamente, tenía que usar el elevador de las oficinas centrales para llegar a su oficina en el tercer piso y se quedaba sin aliento más frecuentemente de lo que su abuela perdía sus anteojos.

    Volteó hacia afuera de la pared de cristal frente a su escritorio y observó a su inútil – nuevamente, eso creía ella – compañero novato, Alexandro. Un tipo muy guapo, un poco bajo, con mucho sentido del humor, con demasiados músculos, un deseo de complacer, y una sonrisa permanente en su joven rostro. Alexandro rápidamente se había convertido en la adición favorita de Homicidios. Él pasaba la mayoría de sus descansos para el café afuera, disfrutando de sus cigarrillos Greek Assos, hablando de futbol, política y mujeres con sus compañeros fumadores de la fuerza de policía.

    Ioli exhaló mientras lo observaba entregar los cafés a sus compañeros detectives de homicidios mientras les repetía la misma broma mientras pasaba. Ella se giró en su silla y sus ojos se entristecieron al ver el escritorio vacío detrás de ella. Su antiguo compañero, mentor y mejor amigo, había estado de año sabático durante todo el año.

    ‘Maldito cáncer pancreático,’ susurró ella y se estiró para tomar su celular. Sus dedos deslizaron la pantalla hasta la letra ‘C’ y presionó el botón de llamada.

    ‘Hey, jefe,’ dijo ella tan pronto como se conectó la llamada.

    ‘Por favor dime que necesitas mi ayuda con u caso. Tracy salió del trabajo desde ayer y me está volviendo loco,’ mi gruesa voz resonó por el auricular.

    ‘Cállate, gruñón. ¡Tu esposa es perfecta y ya lo sabes!’

    ‘Está tratando de persuadirme para ir en un crucero. ¡Yo! En un barco, prisionero y forzado a relajarme.’

    Ioli no pudo evitar reír. ‘Te das cuenta de lo ridículo que suenas, ‘¿verdad?’ Ella hizo una pausa y encontró la fuerza para preguntar. ‘¿Podrías ir? Bueno, con la quimio y eso...’

    ‘Esa es la cuestión. Ya terminé con esta ronda de terapias y mi doctor quiere pararlas por ahora...’

    ‘¿Detenerlas?’ Lo interrumpió Ioli. El miedo dictaba el tono de su temblorosa voz.

    Ahora fue mi turno de reír. Lancé mi cabeza pelona hacia atrás y solté una enorme carcajada. ‘Dios mío, tu mente siempre vuela al peor escenario. Estoy bien. Ella sólo quiere tomarse un tiempo para ver los resultados de la quimio. Te contaré más cuando nos veamos. Ahora, concéntrate en mi pesadilla. Porque tengo un mes libre de quimios, Tracy pidió tiempo libre en su trabajo y quiere que tomemos un crucero por el Egeo. ¡Tu trabajo es convencerla de que desista!’

    ‘No haré tal cosa. Si mi amiga cree que te hará bien, yo la apoyo.’

    ‘Mujeres,’ gruñí.

    Ioli se puso de pie mientras miraba como Alexandro, ‘El Novato,’ seguía a dos capitanes de policía hasta la oficina del jefe en la esquina.

    ‘Costa, me tengo que ir. Le mando besos a Tracy,’ dijo ella rápidamente y colgó el teléfono. Con su profundo juego de ojos enfocado en el grupo de hombres que entraba al lugar más temible de la oficina central de Homicidios, Ioli se acercó hasta la puerta de cristal de su oficina. Fue sólo cuando su mano sujetó la manija de aluminio que notó que tan sudorosas estaban las palmas de sus manos. Ioli nunca sudaba. Se imaginó que podía agregar esto a la larga lista de cambios que estaba sufriendo su cuerpo. Ignorando las miradas de sus compañeros de trabajo caminó apresuradamente por el corredor y corrió hasta la única puerta de madera en el piso. El jefe era conservador en todas las áreas de su vida y la puerta de su oficina había sobrevivido a varias renovaciones durante los últimos quince años, más o menos. La voz baja y chillona se escuchaba afuera. También ayudaba que los oídos de Ioli se habían quedado tan sólo a unas pulgadas de la puerta. Las

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