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No hay burlas con el amor
No hay burlas con el amor
No hay burlas con el amor
Libro electrónico130 páginas1 hora

No hay burlas con el amor

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Información de este libro electrónico

El galán Don Juan de Mendoza se reúne con su amigo Don Alonso de Luna - célebre por sus conquistas femeninas - para pedirle consejo sobre la mejor forma de atraer la atención de la joven Doña Leonor, hija del despótico Don Pedro Enríquez. Don Alonso se apresta a ayudar, seduciendo a Doña Beatriz, persona de rígida moral , hermana mayor y guardiana de la moral de Leonor.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 feb 2017
ISBN9788826019260
No hay burlas con el amor

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    No hay burlas con el amor - Pedro Antonio de Alarcón

    NO HAY BURLAS CON EL AMOR,

    Pedro Calderón de la Barca

    Personas que hablan en ella:

    · Don ALONSO de Luna, galán

    · Don JUAN de Mendoza, galán

    · MOSCATEL, gracioso

    · Don LUIS, galán

    · Don DIEGO, galán

    · Don PEDRO Enríquez, viejo y padre de las dos damas

    · Doña BEATRIZ, dama

    · Doña LEONOR, dama

    · INÉS, criada

    ACTO PRIMERO

    Salen Don ALONSO de Luna y MOSCATEL muy triste

    ALONSO: ¡Válgate el diablo! ¿Qué tienes,

    que andas todos estos días

    con mil necias fantasías?

    Ni a tiempo a servirme vienes,

    ni a propósito respondes;

    y, por errarlo dos veces,

    si no te llamo, pareces,

    y si te llamo, te escondes.

    ¿Qué es esto? Dilo.

    MOSCATEL: ¡Ay de mí!

    Suspiros que el alma debe.

    ALONSO: Pues ¿un pícaro se atreve

    a suspirar hoy así?

    MOSCATEL: Los pícaros ¿no tenemos

    alma?

    ALONSO: Sí, para sentir,

    y con rudeza decir

    de su pena los extremos;

    mas no para suspirar;

    que suspirar es acción

    digna de noble pasión.

    MOSCATEL: Y ¿quién me puede quitar

    la noble pasión a mí?

    ALONSO: ¡Qué locuras!

    MOSCATEL: ¿Hay, señor,

    más noble pasión que amor?

    ALONSO: Pudiera decir que sí;

    mas, para ahorrar la cuestión

    que no digo.

    MOSCATEL: ¿Que no? Luego,

    si yo a tener amor llego,

    noble será mi pasión.

    ALONSO: ¿Tú, amor?

    MOSCATEL: Yo amor.

    ALONSO: Bien podía,

    si aquí tu locura empieza,

    reírme hoy de tu tristeza

    más que ayer de tu alegría.

    MOSCATEL: Como tú nunca has sabido

    qué es estar enamorado;

    como siempre has estimado

    la libertad que has tenido,

    tanto, que en los dulces nombres

    de amor fueron tus placeres

    burlarte de las mujeres

    y reírte de los hombres;

    como jamás a ninguna

    quisiste, y más te acomodas

    a engañar, señor, a todas

    que hacer elección de una;

    como eres (en el abismo

    de amor jugando a dos manos,

    potente rey de romanos)

    mal vencedor de ti mismo,

    de mí te ríes, que estoy

    de veras enamorado.

    ALONSO: Pues yo no quiero crïado

    tan afectüoso. Hoy

    de casa te has de ir.

    MOSCATEL: Advierte...

    ALONSO: No hay para qué advertir.

    MOSCATEL: Mira...

    ALONSO: ¿Qué querrás decir?

    MOSCATEL: Que se ha trocado la suerte

    al paso, pues siempre dio

    el teatro enamorado

    el amo, libre el crïado.

    No tengo la culpa yo

    de esta mudanza, y así

    deja que hoy el mundo vea

    esta novedad, y sea

    yo el galán, tú el libre.

    ALONSO: Aquí

    hoy no has de quedar.

    MOSCATEL: ¿Tan presto,

    que aun de buscar no me das

    otro amo tiempo?

    ALONSO: No hay más

    de irte al instante.

    Sale don JUAN

    JUAN: ¿Que es esto?

    MOSCATEL: Es pagarme mi señor

    el tiempo que le he servido

    con haberme despedido.

    JUAN: ¿Con Moscatel tal rigor?

    ALONSO: Es un pícaro, y ha hecho

    la mayor bellaquería,

    bajeza y alevosía

    que cupo en humano pecho,

    la más enorme traición

    que haber pudo imaginado.

    JUAN: ¿Qué ha sido?

    ALONSO: ¡Hase enamorado!

    Mirad si tengo razón

    de darle tan bajo nombre,

    pues no hace alevosía,

    traición ni bellaquería,

    como enamorarse un hombre.

    JUAN: Antes pienso que por eso

    le debierais estimar,

    que diz que es dicha alcanzar,

    y yo por tal lo confieso.

    ¿Crïados enamorados?

    Un hombre que se servía

    de dos mozos, y los veía

    necios y desaliñados,

    nada en su enmienda buscaba

    como es decirlos a ratos:

    ¡Enamoraos, mentecatos!

    que estándolo, imaginaba

    que cuerdos fuesen después,

    y aliñados; y, en efecto,

    ¿qué acción, qué pasión, qué

    afecto,

    decid, si no es amor, es

    el que al hombre da valor,

    el que le hace liberal,

    cuerdo y galán?

    ALONSO: ¡Pesia tal!

    De los milagros de amor

    la comedia me habéis hecho,

    que fue un engaño culpable,

    pues nadie hizo miserable,

    de avaro y cobarde pecho

    al hombre, si no es amor.

    JUAN: ¿Qué es lo que decís?

    ALONSO: Oíd,

    y este discurso advertid;

    veréis cuál prueba mejor.

    El hombre que enamorado

    está, todo cuanto adquiere

    para su dama lo quiere,

    sin que a amigo ni a crïado

    acuda, por acudir

    a su gusto; luego es

    miserable amando, pues

    no es, ni se puede decir

    virtud, lo que no es igual,

    y miserable no ha habido

    mayor, que el que sólo ha sido

    con su gusto liberal.

    Que hace osados es error,

    pues nadie contra su fama

    entra en casa de su dama

    que no entre con temor.

    ¡Cuántos cobardes han sido

    de miedo de no perdellas;

    cuántos, mirando por ellas,

    mil desaires han sufrido!

    Luego, si gusto u honor

    hacen sufrir y callar,

    nadie me podrá negar

    que hace cobardes amor.

    Pues si privan los sentidos

    los favores o desprecios,

    bien claro está que hace necios,

    puesto que hace divertidos;

    pues que si se llega a ver

    o desdeñado o celoso

    el hombre más cuidadoso

    de lucir y parecer,

    desde aquel punto se deja

    descaecer, sin acudir

    al parecer y al lucir,

    y sólo aliña su queja.

    Luego amor en sus cuidados

    hace, con causas mudables,

    cobardes y miserables,

    necios y desaliñados.

    Y en fin, sea así o no sea así,

    no quiero

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