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El quijote: poeticidad, lenguaje poético, poesía: Animación a la lectura de El Quijote
El quijote: poeticidad, lenguaje poético, poesía: Animación a la lectura de El Quijote
El quijote: poeticidad, lenguaje poético, poesía: Animación a la lectura de El Quijote
Libro electrónico240 páginas3 horas

El quijote: poeticidad, lenguaje poético, poesía: Animación a la lectura de El Quijote

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Estímulo para gozar con la lectura de El Quijote, el libro de la Literatura, el Libro de la vida, la Poesía moderna instalada en la narración.

El Quijote: poeticidad, lenguaje poético, poesía pretende introducir una nueva y sugestiva orientación en los ya numerosos estudios sobre el lenguaje y estilo de El Quijote, al tiempo que persigue constituir un eficaz recurso de animación a la lectura de la magna obra cervantina.

Este trabajo demuestra con exhaustividad que el lenguaje poético es el motivo lingüístico-estilístico que constituye el esqueleto que sostiene todo el entramado de motivos temáticos y de registros lingüísticos que conforman la inmortal novela. Contiene un detenido análisis de la función poética y su aplicación al estudio y comentario de textos poéticos, que busca ofrecer una eficaz aportación al comentario de textos a partir de criterios objetivos, próximos a los empleados en la ciencia.

Tras un detenido estudio bibliográfico de los tratados, ensayos y artículos más relevantes sobre el lenguaje y estilo de El Quijote, se comprueba, sobre el texto cervantino, la absoluta presencia de construcciones lingüísticas semejantes tanto desde el punto de vista de su composición como desde la perspectiva de su significado, construcciones que constituyen la esencia de la poesía. Se aborda además El Quijote como obra poética que dejó instaurada ya en el interior de la narración lo que hoy consideramos como poesía moderna. Se incluye finalmente un apéndice que tiene por objeto contribuir a facilitar la lectura a quienes encuentran cierta dificultad inicial con el lenguaje de la gran novela cervantina, con ocasión del IV centenario de la muerte de don Miguel de Cervantes Saavedra, el mayor genio de la literatura universal.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento21 jun 2016
ISBN9788491125808
El quijote: poeticidad, lenguaje poético, poesía: Animación a la lectura de El Quijote
Autor

José A. Romero

José A. Romero (Iznalloz, Granada, 1941). Licenciado en filología románica, su vida profesional ha estado dedicada por completo a la enseñanza. Ha impartido clases en Jeréz de la Frontera, en el Colegio Marianista El Pilar y en el histórico Instituto Padre Luis Coloma, como catedrático de lengua y literatura.

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    El quijote - José A. Romero

    © 2016, José A. Romero

    © 2016, megustaescribir

             Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN:         Tapa Blanda               978-8-4911-2579-2

                       Libro Electrónico       978-8-4911-2580-8

    Contents

    INTRODUCCIÓN

    I EL LENGUAJE POÉTICO

    Función poética

    Estructuras lingüísticas en la poesía

    Conjuntos semejantes: pluralidades.

    II RECURRENCIA, POESÍA Y COMENTARIO DE TEXTOS

    III EL LENGUAJE DE EL QUIJOTE

    La acumulación

    La epítesis

    IV LENGUAJE POÉTICO Y POETICIDAD EN EL QUIJOTE

    Conjuntos semejantes en El Quijote

    V POESÍA

    El polvo y los nombres

    Premio Cervantes 2006: Antonio Gamoneda

    CONCLUSIÓN

    APÉNDICE

    BIBLIOGRAFÍA CITADA

    A mi mujer, mis hijos, mis nietos,

    y a la memoria de mis padres y hermanos.

    He aquí un poema, unos vocablos que, puestos en contacto recíproco por virtud de ciertas afinidades, se trastornan hacia una entrañable luz que los enciende, que los pone tersos o rumorosos o lúcidos. Y paralelamente nuestra alma queda como tocada, como audible y manifiesta. (Carlos Bousoño)

    INTRODUCCIÓN

    La idea de realizar este trabajo surgió hace ya unos cuantos años, coincidiendo con la celebración del IV Centenario de la publicación de la primera parte de la inmortal novela de Cervantes, curso 2004-2005. Una compañera del Instituto P. Luis Coloma de Jerez de la Frontera, Mª Dolores Rodríguez Doblas, catedrática de Historia, me propuso poner en marcha iniciativas interdisciplinares tendentes a potenciar el conocimiento de la figura de Cervantes y promover la lectura de El Quijote. Se realizaron con gran éxito numerosas actividades que están recogidas en una publicación extraordinaria de Premios Santillana 2005, pp. 121-135.

    El Instituto Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera es uno de los más antiguos de España. Comenzó a funcionar en 1838 como Colegio de Humanidades, patrocinado por la fundación Juan Sánchez. En 1842 pasó a ser Instituto Provincial de Enseñanzas Secundarias. La historia educativa de Jerez, de Andalucía y de España está presente en sus archivos, en los diversos departamentos, en despachos, laboratorios, en sus pasillos, y en su biblioteca y museo de ciencias (la promoción y construcción de los edificios de la biblioteca y del museo de ciencias se llevaron a cabo con motivo del 150 Aniversario de la existencia del Centro, 1838-1988, siendo director del Instituto el que suscribe estas líneas).

    Entre los muchos testimonios históricos que llaman la atención, merecen destacarse las actas de exámenes escritos que se conservan en los archivos a partir de 1850. Desde el año 1860, se comienzan a guardar los llamados Exámenes de Ingreso, prueba que debía ser superada para poder acceder a los estudios de Bachillerato. El Instituto Padre Luis Coloma era, en sus comienzos, el único instituto de la Provincia. Aquí se guardan no sólo las notas y exámenes de sus alumnos oficiales sino las de los colegios y las de alumnos libres. Aquí están, entre otras, las calificaciones de Juan Ramón Jiménez, las de Pedro Muñoz Seca y las de Fernando Villalón, alumnos de un colegio del Puerto de Santa María. El propio Padre Luis Coloma fue alumno oficial de este centro.

    Una de las partes fundamentales del examen de ingreso consistía en un dictado de cuatro o cinco líneas y una operación aritmética. El dictado versaba sobre temas varios, siempre educativos y/o de formación en valores. Frecuentemente se escogían fragmentos del Quijote. Un Real Decreto del dos de Mayo de 1901, artículo 6, establecía que "el ejercicio escrito de este examen consistirá en la lectura al dictado de un pasaje de El Quijote…" A partir de ese momento, todos los dictados versaban sobre textos del Quijote. En los archivos del Instituto se encuentran numerosos y variados ejemplos de tales ejercicios escritos pertenecientes, muchos de ellos, a personajes tan importantes como el poeta Rafael Alberti y don Manuel Lora Tamayo, jerezano, que fue ministro de educación. Abundan los nombres de alumnos, y algunas alumnas, pertenecientes a figuras destacadas de la vida cultural, empresarial, política y social de Jerez, El Puerto y Sanlúcar de Barrameda. Disponemos también del ejercicio de Federico García Lorca, enviado por un instituto de Almería.

    La existencia de tales materiales sugirió una de las actividades que gozó de mayor número de participantes y de un notable éxito. Los alumnos, en las clases de Historia, buscaban fragmentos variados del Quijote que aparecían en las pruebas de Ingreso. En las clases de Lengua y Literatura, distribuidos en grupos, buscaban el capítulo correspondiente a cada uno de los textos seleccionados. Tenían que realizar un resumen y buscar todo lo que les pareciese de mayor interés tanto desde el punto de vista del contenido como desde una consideración estilística. Cada grupo exponía su trabajo en clase y se comentaba. Una vez finalizada la labor de cada uno de los grupos de los diferentes cursos, todos los trabajos pasaron a unos paneles situados en la galería principal del Instituto, conformando una muy original exposición con el resumen y comentario de cada uno de los 126 capítulos de El Quijote.

    Entre las orientaciones que proporcioné a los alumnos para el trabajo, puse especial énfasis en que no les pasasen desapercibidas las reiteraciones tanto de ideas como de palabras y de construcciones sintácticas. Resolviendo sus dificultades y orientando a cada grupo, advertí que la recurrencia no es sólo un rasgo frecuente en los textos literarios, y muy especialmente en los de índole poética, sino que constituye la característica por excelencia que brilla por doquier a lo largo la máxima creación cervantina. Desde aquel momento comencé la lectura y estudio de El Quijote línea a línea, párrafo a párrafo y capítulo a capítulo, sin prisas y con frecuentes y, a veces, largas pausas. El resultado final ha sido un abundantísimo material para el estudio de múltiples aspectos de la inmortal novela, entre los que destaca el que constituye el objeto del presente trabajo.

    He de confesar que cuando inicié la siempre necesaria consulta bibliográfica, experimenté una decepción tan grande como inesperada que me llevó a pensar en desistir de mi empeño: ¿cómo es posible que no existiese nada escrito sobre un motivo estilístico que yo veía y sigo viendo tan evidente? La respuesta habrá que buscarla en que lo evidente, precisamente por serlo, pasa a veces desapercibido. Consideré, no obstante, que, a pesar de tal contratiempo, merecía la pena seguir adelante. Y no me arrepiento. Investigando, investigando me encontré con algunas brillantes luces que me han conducido, con seguridad, no sólo a reafirmarme en mi convicción sino, incluso, a ir más allá del propósito inicial.

    Hoy sabemos que, a efectos poéticos, carece de sentido identificar la poesía exclusivamente con las creaciones literarias compuestas siguiendo los condicionamientos versales y estróficos, con sus normas de medida, rima, acentos, etc. La poesía puede presentarse en estructuras poemáticas, pero también, y con la misma garantía e intensidad, en cualquiera de los géneros literarios. Su esencia y sentido han de ser buscados en la sensibilidad y en la existencia antes que en unos criterios convenidos. También se sabe que la característica más relevante de la poesía es la función poética del lenguaje cuya esencia reside en el principio de equivalencia, esto es, en la sucesión de estructuras lingüísticas semejantes tanto en el orden sintáctico como en el semántico y/o fónico. Y sin embargo, a la hora de comentar un poema o estudiar una obra poética, se echa mano exclusivamente de los consabidos recursos retóricos, de la sapiencia literaria y se emiten juicios poco o nada acordes con un cierto rigor científico.

    Me propongo mostrar que el lenguaje poético es el motivo lingüístico-estilístico que constituye el esqueleto que sostiene todo el entramado de motivos temáticos y de registros lingüísticos que conforman la inmortal obra maestra cervantina. Comenzaré con un detenido análisis de la función poética (I) y su aplicación al estudio y comentario de composiciones poéticas (II). Seguirá un minucioso análisis de algunos de los libros, estudios, ensayos y artículos más representativos en lo concerniente al tema del lenguaje y estilo de El Quijote (III). La parte central del estudio se realizará en (IV) mediante la consideración de numerosas citas de El Quijote con las que aparecerá con meridiana claridad la sucesión continuada de conjuntos semejantes en la obra, conjuntos que constituyen la esencia del estilo poético. Finalmente, se abordará El Quijote como obra poética que dejó instaurada ya en el interior de la narración lo que hoy consideramos como poesía moderna (V).

    El trabajo va acompañado de un apéndice en el que se recoge una presentación de cada uno de los capítulos tanto de la primera como de la segunda parte de El Quijote. Se pretende facilitar la lectura de la obra a muchas personas que encuentran dificultad en el lenguaje.

    José A. Romero Navarro.

    I

    EL LENGUAJE POÉTICO

    No existe un sistema de signos propio ni una gramática específica para la creación literaria, en general, ni para la composición poética, en particular; se utiliza la lengua común: la poesía es lengua. No obstante, en toda obra literaria, concurren ciertas particularidades que la hacen fácilmente reconocible y permiten hablar de lenguaje poético.

    En importantes obras de crítica literaria así como en manuales al uso y en la opinión más generalizada, se suelen mencionar ciertas características¹ tales como lenguaje culto con riqueza de vocabulario, abundancia de adjetivación, utilización del verso, expresión de emociones, valores connotativos, plurisignificación, desautomatización (búsqueda intencionada de extrañeza), ruptura del sistema, literariedad (unidad indestructible de forma y fondo, intangibilidad del texto literario), abundancia de recursos retóricos.

    Paul Valéry (escritor, poeta y ensayista francés, 1871-1945) afirma que, en efecto, la poesía es lengua. Piensa, no obstante, que salta a la vista una diferencia esencial. En la comunicación habitual, una vez emitido un mensaje y captado por el receptor, carecen de importancia los términos en que se haya producido, tanto para el emisor como para el receptor. Por el contrario, en la obra literaria (sobre todo en poesía) la forma y el contenido son inseparables, se nutren y se enriquecen mutuamente. La forma impregna el contenido de tal modo que el conjunto presenta un significado más denso, esencial y sugerente que el que resultaría del análisis por separado de ambos componentes.

    La forma nace para perdurar tal cual, no sólo como texto escrito sino para vivir en la memoria del lector: ¿quién no mantiene en su recuerdo algún o algunos poemas preferidos?, ¿quién no relee, de vez en cuando, determinados textos poéticos?, ¿quién no mantiene memorizados algunos poemas o fragmentos poéticos favoritos? El poema, por otra parte, no muere por haber vivido; ha sido creado expresamente para renacer de sus cenizas y para ser siempre aquello que en un principio fue. La poesía posee una propiedad que la caracteriza: la tendencia a reproducirse en su forma original; la poesía nos estimula a reconstruirla tal como fue creada².

    Función poética

    Roman Jakobson³ defiende que lo que caracteriza esencialmente al lenguaje literario es el predominio de la función poética. En la obra literaria, la atención prioritaria no se dirige hacia el mensaje sino al lenguaje en sí mismo, hacia la forma. El medio por excelencia para conseguir tal objetivo se encuentra en el principio de recurrencia: en la creación poética destacan numerosas repeticiones, recurrencias en todos los niveles del lenguaje: fónico, morfológico, sintáctico y semántico.

    De su célebre conferencia Linguistics and poetics, merecen especial consideración algunos aspectos imprescindibles para conocer el núcleo de su pensamiento⁴.

    Se pregunta por cuál es el criterio empírico de la función poética y afirma que la conformación de la comunicación verbal se basa en la selección y en la combinación y que la función poética proyecta el principio de equivalencia del eje de selección al eje de combinación. Viene a decir, en términos menos técnicos y más accesibles, que en el uso habitual de la lengua, construimos un enunciado tras otro, eligiendo entre las diferentes posibilidades de selección que nos ofrece la lengua y utilizando las normas combinatorias que exige la sintaxis. Cada oración, período, párrafo, etc., se suceden relacionados sólo por la cohesión sintáctica y la coherencia semántica. Por contra, en la creación poética, cada término, cada expresión, cada enunciado es pensado y escogido no sólo ni esencialmente por su función comunicativa o en virtud de su sonoridad, de su riqueza connotativa o de su simbolismo o resonancia expresiva, sino por su capacidad de proyectarse sobre el poema. Cada categoría lingüística, cada sintagma, cada oración, cada recurso retórico incide y se reitera a lo largo de toda la composición, dando lugar a una nutrida red de recurrencias fónicas, morfológicas, sintácticas y semánticas: el resultado final es la revalorización total del poema y de cada uno de sus constituyentes. La recurrencia, la reiteración de construcciones equivalentes sintáctica y semánticamente son inherentes a la poesía.

    Defiende que no se puede prescindir de la Lingüística para abordar con rigor el estudio de la poesía, desistiendo de centrar el análisis de textos poéticos en el tema, contextualización, recursos retóricos, etc.: las estructuras lingüísticas, que constituyen la gramática de la poesía, no deben ser olvidadas por críticos y lingüistas.

    Al referirse a la gramática de la poesía está declarando la especificidad de la lengua en la creación poética. La poesía es lengua, sí; pero constituye como un subsistema del sistema. Por otra parte, a la hora de estudiar o comentar la poesía debe procederse con el rigor que ofrece la lingüística, poniendo en valor el juego de categorías y construcciones gramaticales.

    Estructuras lingüísticas en la poesía

    Samuel R. Levin⁵ desarrolla, profundiza y aplica a textos concretos el principio de equivalencia de Jakobson. Es visible también la influencia de Noam Chomsky (Syntactic Structures, 1957) en su intento de determinar las estructuras que permitan explicitar el entramado lingüístico de las composiciones poéticas. Adopta igualmente algunos conceptos semánticos de Hjelmslev.

    Levin toma como punto de partida una concepción del poema no como mera sucesión de sintagmas sino como un sistema de paradigmas, o ambas cosas a la vez⁶. En toda composición poética se suceden series de couplings (apareamientos o emparejamientos), elementos lingüísticos equivalentes tanto desde el punto de vista morfosintáctico o sintagmático como desde el semántico y/o fónico, a la vez.

    En la construcción del poema, una vez elegidos por parte del poeta determinados elementos lingüísticos, éstos permanecen en la mente del autor de modo que se reiteran después en otras estructuras morfosintácticas equivalentes cuyos componentes pertenecen, a la vez, al mismo ámbito semántico y/ o fónico.

    Si en un poema (el soneto XXIII de Garcilaso, por ejemplo), el poeta comienza refiriéndose al rostro de una joven diciendo que es de color de rosa y de azucena, podemos esperar que hable también de su mirada, de su cabello o de su cuello, en términos semejantes, como efectivamente sucede:

    Hallamos claramente una serie de sustantivos –gesto, mirar, cabello, cuello (equivalencia sintagmática)- relacionados a su vez por su significación (equivalencia semántica). La equivalencia sintagmático-semántica aparece igualmente en la serie de adjetivos, pertenecientes todos al paradigma de belleza femenina: de rosa y de azucena / ardiente, honesto / escogido en la vena el oro / hermoso, blanco, enhiesto.

    Tales emparejamientos no son ocasionales sino que constituyen la estructura básica de toda la composición. La belleza de la juventud, continuará el poeta, es pasajera:

    Marchitará / la rosa / el viento helado

    Mudará / todo / la edad ligera (todo lo mudará la edad ligera).

    Es evidente la estructura reiterativa: el viento helado y la edad ligera; marchitará y mudará; la rosa y todo (todas las cosas) constituyen otros tantos emparejamientos.

    Los emparejamientos no sólo se dan entre elementos relacionados por desempeñar las mismas funciones en secuencias diferentes (posiciones paralelas), sino también en el caso de términos con la misma función gramatical respecto de un mismo término (posiciones comparables): en el sintagma hermoso cuello blanco, enhiesto, los tres adjetivos constituyen emparejamiento por cuanto son modificadores del sustantivo cuello y forman parte del mismo ámbito semántico.

    Levin explica su concepción por medio del soneto XXX de Shakespeare, cuya traducción casi literal presento sólo a efectos de comprender el comentario del autor (el texto en inglés y traducciones están disponbles en numerosas páginas web):

    Cuando en los momentos de dulce y silenciosa melancolía

    evoco el recuerdo de las cosas pasadas,

    lamento la ausencia de seres que he buscado

    y, con mis viejos problemas, deploro nuevamente el desperdicio de mi precioso tiempo:

    Entonces mis ojos, no habituados a las lágrimas, se inundan de llanto

    por mis queridos amigos sepultados en la noche sin fin de la muerte,

    y lloro de nuevo por la pena de amor, largo tiempo desaparecida,

    y lamento la pérdida de tantas quimeras desvanecidas:

    Así puedo afligirme por penas remotas

    y, desgracia a desgracia, contar amargamente

    la triste cuenta de gemidos exhalados

    que yo pago ahora, como si antes no la hubiera pagado.

    Pero si mientras pienso en ti, amigo querido,

    tú recompensas todas las pérdidas y pones fin a todas mis dolencias.

    El poema, comenta Levin, está constituido por dos oraciones compuestas, ambas con subordinación adverbial. La primera oración comprende el primer cuarteto, que amplía su contenido en los cuartetos segundo y tercero; la segunda oración compuesta ocupa los dos versos finales. En el interior de esta estructura global (dos oraciones de la misma naturaleza sintáctica) se encuentran numerosos

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