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Meditaciones, Tomo 2
Meditaciones, Tomo 2
Meditaciones, Tomo 2
Libro electrónico346 páginas6 horas

Meditaciones, Tomo 2

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Información de este libro electrónico

En este tomo de Meditaciones II el autor continua compartiendo sus experiencias místicas durante el tiempo que estuvo privado de la libertad, por siete meses, en el estado de California en el año 2002.

A pesar de todo, en medio de este escenario agresivo, depresivo en esencia corrompido, Dios se hace presente y se glorifica en forma esplendorosa en los corazones de seres que la humanidad ha dado por desechos y desea enterrarlos para siempre.
IdiomaEspañol
EditorialeBookIt.com
Fecha de lanzamiento26 abr 2016
ISBN9781456604387
Meditaciones, Tomo 2

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    Meditaciones, Tomo 2 - Marino Restrepo

    Meditaciones

    Tomo II

    Marino Restrepo

    Copyright 2011 Marino Restrepo

    Primera edición – Junio de 2007

    10.000 ejemplares

    Diseño de carátula:

    Tejada Amador

    Nora Amador

    Diagramación:

    Stock Diseño

    Lida Natalia Herrera Gómez

    © Derechos reservados

    Fundación Peregrinos del Amor

    Todos los derechos están protegidos por las leyes internacionales de Derecho de Autor. Los contenidos y/o carátula no pueden ser reproducidos total ni parcialmente por sistemas de impresión, audiovisuales, grabaciones o cualquier otro medio creado o por crearse, ni traducidos a ningún idioma, sin permiso de la casa editora.

    Publicado en formato de libro electrónico por eBookIt.com

    http://www.eBookIt.com

    ISBN-13: 978-1-4566-0438-7

    Pedidos a:

    FUNDACIÓN PEREGRINOS DEL AMOR

    Calle 134 No. 19-65

    PBX: (571) 258 37 78/93

    Visítenos en nuestra web: www.marinorestrepo.com

    E-mail: peregrinosdelamor@gmail.com

    Bogotá, D.C., Colombia

    Este es un documento sobre la experiencia de la Misericordia de Dios en la vida de Marino Restrepo a quien he conocido personalmente y con quien he compartido ampliamente diferentes reflexiones de su experiencia mística con Dios.

    Marino goza de una estricta dirección espiritual firmemente alineada con las enseñanzas de la Iglesia Católica.

    Considero que las reflexiones publicadas en este libro, son materia valiosa espiritual, que definitivamente contribuyen al enriquecimiento de la fe cristiana y que no presentan ningún rasgo que contradiga las enseñanzas de la doctrina de la Iglesia Católica.

    Siendo este libro el producto de una revelación privada recomiendo siempre al lector recordar que estas revelaciones se deben tomar, no como cuerpo de materia teologal de la doctrina de la Iglesia, sino como expresiones del infinito lenguaje de Dios por medio de su Santo Espíritu, quien escoge a quien bien decide, sin ninguna discriminación. Las recomiendo como medio de profundización de la fe en Cristo resucitado.

    He disfrutado de su lectura y he encontrado riqueza en ellas para introducirlas a todas las almas que buscan a Dios con sed de su Amor y un corazón sincero y contrito.

    1 de diciembre de 2005

    + Monseñor Román Danylak

    Obispo titular de Niza

    Introducción

    En este segundo tomo continuaré compartiendo con el lector experiencias que ocurrieron durante mi encarcelamiento de siete meses en el año 2002 en California, Estados Unidos.

    La vida en la cárcel continuó en medio de una experiencia mística constante que parecía mantenerme más en el mundo sobrenatural que en otro estado. Sin embargo, vivía la realidad diaria y dura de la cárcel, con una pasmosa paz y coherencia. Los asuntos legales no podrían aparecer peores, pero era como si todo mi ser estuviera sumergido tan sólo en lo que me decían Jesús, la Virgen María y todos los Ángeles y Santos que permanentemente me hablaban de muchísimas maneras. Mi abogado, judío y de pésimo temperamento, se extrañó tanto con mis reacciones, referentes a mi caso, que se le despertó un interés especial sobre mí, a pesar de ser un defensor público lleno de clientes por atender y cuyo trabajo asignado por la corte era gratis. Nunca entendió por qué no me desesperé o mostré preocupación alguna ante la gravedad que siempre me presentó de mi caso. Optó por investigar la fuente de mi paz y cuando le comuniqué un poco de mi vida espiritual, sólo me miró con la mirada que se le da a una persona que ha perdido sus cabales, me recordaba la mirada del agente musical judío que yo tenía en Hollywood, cuando regresé de mi secuestro y le conté que ya no produciría más música comercial y que sólo consideraría producir música religiosa, después de tomarme unos años de vacaciones de mi carrera; también me consideró fuera de mis cabales.

    Hoy comprendo a perfección lo que San Pablo llama la locura de la Cruz. En realidad yo he podido apreciar profundamente dentro de lo más íntimo de mi ser, desde el fondo de mis entrañas existenciales, que ser de Cristo es demencia para el mundo:

    ¡Oh dulce demencia de la Cruz, cuánto te amo!

    Cualquiera que haya sido la razón que impresionó a mi abogado, éste se dedicó en forma especial a ayudarme y el proceso legal comenzó a tomar más velocidad de lo normal. Es obvio que la mano de Dios actuaba permanentemente sobre mi vida en general, y actúa sobre la vida de todos nosotros, de manera especial sobre toda alma que le obedece y vive en Su Divina Voluntad.

    El traslado a diferentes cárceles alrededor del área metropolitana de Los Ángeles y a veces a cárceles de pueblos fuera del área, se debía, como lo expliqué en el primer tomo, a la cantidad enorme de presos a causa del nuevo estatuto de seguridad de las medidas antiterrorismo, como consecuencia de los acontecimientos ocurridos en Nueva York el 11 de Septiembre de 2001. Parecía vivir las historias de la segunda guerra mundial en California cuando todos los japoneses y asiáticos en general, fueron acuartelados por mucho tiempo y declarados enemigos del pueblo americano, a pesar de haber nacido allí en su mayoría. Aunque el gobierno americano reconoció los errores cometidos en esa época, hoy se están cometiendo los mismos atropellos, arrestando indiscriminadamente a ciudadanos de origen árabe sin importar que ya sean ciudadanos americanos; estigmatizando al grupo étnico que el sistema declara culpable y esto los señala como enemigos. Yo clasifiqué a esta categoría, por acusación de un falso informante colombiano, como posible terrorista de las FARC de Colombia (una organización criminal que pretende ser un movimiento de liberación del pueblo colombiano).

    En medio del drama humano que vivía en todos los aspectos, comenzando con la inclemencia de las cárceles estatales de California, continuaba mi experiencia mística. A pesar de ser un preso federal, por falta de espacio muchos presos éramos acuartelados en ellas y vivíamos los castigos de los presos estatales, cuyo sistema carcelario está diseñado para castigar al preso desde que pisa la puerta de la institución. Todo preso estatal en California, sin importar su estado de inocencia o culpabilidad, es tratado bajo un sistema carcelario punitivo, con métodos de reformatorio psicológico que viola toda ley posible de derechos humanos que tanto se les exige a los demás países en el resto del mundo. Sistemas totalmente inhumanos y que con facilidad los llamaría primitivos.

    En unos años adelante, escribiré un libro sólo sobre este tema basado exclusivamente en lo que yo viví a nivel carcelario independiente de lo místico, y le aseguro al lector que le costará creer que esto suceda en un país tan civilizado y a la altura de la edad y desarrollo social en que vive y exige la humanidad de hoy. Sólo Dios es testigo de esa injusticia y sólo Él lo sabrá juzgar. Oremos mucho por el futuro de las naciones que presionan al mundo por justicia y en cuyas cunas interiores se viven las más cruentas injusticias, porque el Ángel del castigo no tardará en bajar su espada, la cual pude ver apuntada hacia esa tierra con toda claridad, pero la oración, la intercesión de todos los fieles en el mundo, puede parar la mano del ángel justiciero y darle otra oportunidad a un pueblo que se ha perdido y se ha alejado de Dios volviéndose pagano, después de haber recibido tanto del cielo.

    Mi vida espiritual continuaba siendo mi fortaleza, en cada cárcel, en cada celda, el Señor me tenía reservado un grupo nuevo de almas. Algunas veces sólo estaba durante dos noches en un lugar, otras durante un mes, otras, dos meses o una semana, pero invariablemente estaban allí las personas que el Señor había escogido. Bastaba con intercambiar unas pocas palabras e inmediatamente encontraba un corazón preparado. No porque esas almas lo supieran o estuvieran conscientemente preparadas; era que la Gracia estaba sobre ellas y ya dependía de mi fidelidad a lo que yo veía de lo que el Señor me mostraba con tanta claridad, para que yo actuara con la seguridad que si mi fe era lo suficientemente grande se podían romper los muros de corazones de piedra, sabiendo que Dios ya lo había permitido.

    Era muy hermoso ver edificios enteros de maldad, desmoronarse ante simples palabras y lo más grande era que ni siquiera estaba en las palabras, sino en esa Misericordia Divina que miraba al pecador, enfermo y náufrago en sus errores, al borde de enormes sentencias carcelarias y en presencia del derrumbamiento de toda su vida en el mundo. Todos los presos que conocí, sin excepción alguna, estaban viviendo el espectáculo de una gran demolición de sus vidas, de como las habían construido. Entonces era como participar en una inmensa compañía de construcciones y demoliciones en la que los obreros de Dios y del Diablo, en lados opuestos, luchaban por construir o destruir sus territorios asignados respectivamente.

    El Señor en Su infinita Misericordia me permitía vivir místicamente todo esto y yo sabía que no era simplemente para que yo lo viviera, sino para que tuviera visibilidad sobre el territorio del enemigo, y de paso me daba la visibilidad de la acción del ejército amigo y así podía actuar espiritualmente en la batalla del desencadenamiento de las almas prisioneras. Cuánto deseaba yo en cada instante y en cada caso en particular, que las almas que conocía allí, presas, se liberaran cuando entablábamos una simple conversación. Yo sentía al demonio respirar en mi espalda y en muchas ocasiones me atacaba por medio de otros presos que estaban en la misma celda y que sin saber ellos por qué, el diablo los utilizaba para sabotear, en algunos casos, las reflexiones que estaban llegando al corazón del preso a quien le hablaba. Era tan preciso el ataque, que en algunas ocasiones estaba hablándole en español a un preso latino y era atacado y burlado por un preso de habla inglesa que no hablaba español, pero por infusión satánica sabía del contenido de la reflexión y también que iba a liberar esa alma de sus cadenas o por lo menos le iba a comenzar su libertad y por esto Satanás trataba todo lo posible por evitarlo, aún sabiendo que esa alma ya había recibido la gracia de escuchar la verdad y de actuar sobre ella, pero el ejército desobediente llora cada alma que va perdiendo e insulta y ataca al instrumento de esa liberación. Los espíritus del mal se enamoran de las almas que aprisionan y les duele mucho cuando se las quitan. Con raras excepciones, las personas que el Señor escogió para que yo compartiera con ellas, no atendieron a las reflexiones sobre el cambio de sus vidas. El diablo se venga de los instrumentos humanos que ejecutan la liberación del alma cautiva, pero esta venganza sólo es efectiva en las almas de los instrumentos infieles y desobedientes, pues ellos prácticamente tienen aún negocios pendientes con el diablo, al instrumento fiel no le entra ni el veneno y esto es promesa de Dios. Una persona que no está preparada debidamente en la Gracia de Dios y en la estricta obediencia a la Santa Madre Iglesia Católica, nunca se debe atrever a ordenar al demonio salir de ninguna parte o persona, pues se le dispara la orden en contra de sí mismo o de su familia.

    Podía ver con la urgencia que el Espíritu Santo actuaba, con la precisión y perfección que ejecutaba la obra en cada alma, cómo las despertaba y les activaba la gracia espiritual para cambios enormes y de dimensiones incalculables. Mi estadía en esas celdas era muy corta, pero el Señor ya lo tenía todo ordenado perfectamente y tenía las almas escogidas para que en ese corto tiempo, se ejecutara Su obra.

    Vivir por dentro de los intestinos del monstruo de la cárcel, es como habitar en la cloaca del diablo. Todo huele mal, física y espiritualmente, todo es agresivo, depresivo, no hay esperanza aparente para nadie, las noticias de afuera siempre son malas, no hay un minuto de privacidad, ni siquiera en el baño, pues no tienen puerta y los inodoros están en fila uno al lado del otro y siempre están ocupados todo el día y largas colas esperan en medio de peleas y amenazas, muchos son levantados violentamente del inodoro por alguien que no quiere esperar. Algunos inodoros en ciertas cárceles estatales, lo mismo que duchas, son tomadas por pandillas y hay que pagar para usarlos y muchos presos jóvenes o gente muy débil de carácter, son abusados sexualmente y los mayores son objeto de juegos crueles que no viene al caso mencionar.

    En cárceles como Bakersfield, California, las pandillas, que son numerosas y diversas, se toman todos los servicios de teléfono, duchas, baños, toallas, sábanas y cobran con las cosas que se pueden comprar, el derecho a protección de sus agresividades o presionan a los presos para que le consignen a alguna conexión en la calle la suma exigida.

    La protección sobrenatural que yo viví durante todo el tiempo que permanecí bajo rejas fue tan grande, que los mismos malos la podían ver e inexplicablemente lo aceptaron donde quiera que fui trasladado. Esta tensión era permanente aún en las celdas de la corte mientras se esperaba pasar frente al Juez, en los buses que trasportan de la cárcel a la corte, en las enfermerías y salones de visita. A pesar de estar inmensamente protegido por Dios, la vida carcelaria en medio de todos estos eventos, no evitaba que yo sufriera cada caso en particular, pues a pesar de conocer la protección, era situación por situación que debía implorar por protección y sabiendo que siempre la recibía, debía pedirla y sufrir las diferentes amenazas y situaciones en mi carne, sentidos, emociones. Había días en que no podía del cansancio emocional y espiritual, no podía moverme de la cama y miraba todo como en cámara lenta, como si estuviera al borde de la muerte, pero cada vez que salía de esos estados, recibía otra meditación aún mas fuerte y profunda que me levantaba de mi miseria instantáneamente y encontraba al frente mío el alma que el Señor ya me traía. Era como si viviera una crucifixión por cada alma, algo muy difícil de explicar en palabras.

    Es bueno recordarle al lector que estoy citando las cárceles del sur de California, en especial las de Bakersfield, San Bernardino, San Pedro y la de la ciudad de Los Ángeles, cárceles estatales y las últimas dos federales.

    En las meditaciones que incluyo en este segundo tomo en particular, les comparto mi experiencia entre la cárcel estatal de San Bernardino y la cárcel Federal de Los Ángeles.

    Un día muy temprano, fuimos llamados cerca de 200 presos federales retenidos en la cárcel estatal de Bakersfield y fuimos trasladados a la cárcel estatal de San Bernardino. Estos cambios siempre se hacían inesperadamente, porque supuestamente todos los 200 presos éramos potenciales terroristas. El trato era especialmente cruel, las esposas y cadenas apretadas en los pies, la cintura y las manos, en forma extra fuerte. La llegada a la otra cárcel después de 4 horas de viaje, era inclemente, debíamos esperar mínimo 6 ó 7 horas para ser procesados. Esta cárcel de San Bernardino es un experimento de manipulación psicológica, donde se le da rienda suelta a todas las teorías de manejo de la mentalidad con tendencias criminales, estudiadas por científicos adscritos a muchas agencias de inteligencia americana. Los presos son llevados a un comedor donde se les suministra tres comidas al día, el desplazamiento hacia el comedor debe ser con las manos atrás y sin pronunciar una sola palabra o tener ningún contacto con los presos que caminan en esos grupos. Hay guardias cada 10 metros con gran intensidad y agresividad, se puede observar que no mucho tiempo atrás golpeaban físicamente a los presos. Los presos federales son tratados diferente a los presos estatales. A pesar de todo se podía apreciar con facilidad la ligereza con que los guardias actuaban para abusar en muchísimas formas de los presos.

    A todo este elemento de tortura psicológica por parte del sistema carcelario, se suma la torpeza de las pandillas, que sin importar dónde están y bajo qué condiciones, siempre están marcando territorios, así les toque hacerlo en silencio como era el caso en esta cárcel de San Bernardino. Esta cárcel está dividida en celdas de tres camarotes, o sea 6 presos por celda con un pequeñísimo cuarto a un lado, que es comedor, baño e inodoro y salón de estar; la única visión de esa celda es una reja que da al pasillo por donde transitan los guardias, la comida y todo lo que venga en dirección del preso, que son muchas cosas. El sentido de claustrofobia es elevado al máximo grado. En esta cárcel yo fui trasladado dentro de ella a muchísimas diferentes celdas, pues al ser clasificado como posible terrorista, me aplicaron todo el rigor de sus experimentos psicológicos, lo cual el Señor utilizó al máximo, porque me dio la oportunidad de estar con muchos más presos y en una cercanía única por aquello del hacinamiento en celdas tan pequeñas. Esto llevaba al preso a vivir un infierno indescriptible, si por alguna razón se creaban tensiones entre ellos; y en otras ocasiones se daba que los presos eran mayores y de muchos años tras las rejas y ya habían alcanzado un estado de silencio, soledad y de una tristeza tan profunda que el papel no podría con ello, no se alcanzaría a describir en palabras.

    Tal era el caso de Michael, un famoso estafador de Chicago que llevaba 21 años en prisión federal por haberle robado al tesoro nacional de los Estados Unidos de América, uno de los peores crímenes que se puedan cometer en ese país. Usted puede cometer muchos crímenes y salir con sentencias relativamente moderadas, pero no se atreva a robarle al tío Sam, porque todo el peso de la ley recaerá sobre usted. Michael había hecho junto con un grupo de israelitas que también estaban presos, una estafa de US $ 120.000.000.00 y al parecer, durante todos esos años, cada dos o tres años, los traen a todos a la corte federal para investigarlos más, pues según entendí a Michael, el gobierno no pudo recuperar el dinero que se robaron y se los cobran haciéndolos pasar por situaciones legales muy difíciles, abriéndoles casos en Grandes Jurados que duran 18 meses, y durante ese tiempo los llaman de sus prisiones federales donde cumplen sus sentencias, lugares donde tienen mucho espacio en el campo, universidad, gimnasios y muchísimas formas de pasar los años ocupados. Pero el tiempo que los llaman a comparecer ante un jurado mayor, lo pasan en pequeñas celdas de cárceles estatales y bajo condiciones muy horribles. Michael había pasado, en todos estos años de prisión, por muchas etapas. La primera fue la de la venganza contra su esposa quien lo entregó a la policía para salir de él, porque se había enamorado de otro hombre, al parecer los estafadores israelitas socios de Michael actuaron rápidamente y mandaron a asesinar a la esposa de Michael y a su amante. Después de esta etapa, pasó por la venganza contra el gobierno, esto le trajo más problemas, porque trató de engañarlos haciéndoles creer que se iba a volver informante y los iba a alertar sobre otras estafas y estafadores, pero su intención era tener la oportunidad de que lo sacaran y buscar cómo escaparse. Logró hacer esto y se escapó de un agente federal en un hotel de Nueva York, pero fue aprehendido un año después, en un accidente de tráfico en Alabama en la forma más tonta posible. Esto aumentó su sentencia en 5 años más. La tercera etapa fue su conversión al cristianismo por intermedio de un evangelista pentescostal, en la prisión federal de máxima seguridad de Atlanta, Georgia, que durante su estadía allí había sido quemada por los cubanos conocidos como marielitos por haber llegado de Cuba en la embarcación llamada Mariel.

    Al ser trasladado de esa prisión después del incendio, quedó separado de su predicador pentecostal y en la próxima prisión, en Texas, buscando dónde ir al culto cristiano, se encontró con un testigo de Jehová, quien lo desnudó de todo lo aprendido por el pentecostal y le entregó a cambio todos sus errores religiosos seudo-científicos embargándolo en una confusión que lo llevó a caer en el budismo y luego en la brujería por medio de un santero cubano quien cumplía dos cadenas perpetuas por asesinato. Michael antes de caer en prisión, nunca había tenido ninguna experiencia espiritual, ni de la luz o de las tinieblas, él había vivido una vida del típico americano que adora el dinero, la televisión, los deportes y todos los vicios habidos y por descubrir, el tradicional hijo de las revistas pornográficas y toda costumbre decadente americana posible, hijo de la comida rápida, seis pies de estatura y 250 libras de peso.

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