Operación Ameba
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OPERACIÓN AMEBA es un juego de espías entre la Inmobiliaria y los Libertarios. La primera defiende el orden establecido y los segundos buscan el equilibrio humano mediante la felicidad. La Operación Ameba comienza cuando la Inmobiliaria descubre un plan de los Libertarios para desestabilizar el orden político del país. Mediante un dispositivo de estrategias, buscan neutralizar la amenaza, pero al final, son ellos los neutralizados.
El Doctor Ameba ha logrado alterar, en el laboratorio, la estructura de la ameba. Cuando estos parásitos modificados entran en el organismo de una persona, comienzan a operar cambios en la estructura genética y hormonal. La persona es conducida automáticamente a un estado de felicidad permanente, producto de una base bioquímica estable, y no de fortuitos estados de ánimo.
Recibe la bienvenida a esta infección masiva de felicidad universal.
Luis Carlos Molina Acevedo
Luis Carlos Molina Acevedo was born in Fredonia, Colombia. He is Social Communicator of the University of Antioquia, and Masters in Linguistics from the same university. The author has published more than twenty books online bookstores:I Want to Fly, From Don Juan to Sexual Vampirism, The Imaginary of Exaggeration, and The Clavicle of Dreams.Quiero Volar, El Alfarero de Cuentos, Virtuales Sensaciones, El Abogado del Presidente, Guayacán Rojo Sangre, Territorios de Muerte, Años de Langosta, El Confesor, El Orbe Llamador, Oscares al Desnudo, Diez Cortos Animados, La Fortaleza, Tribunal Inapelable, Operación Ameba, Territorios de la Muerte, La Edad de la Langosta, Del Donjuanismo al Vampirismo Sexual, Imaginaria de la Exageración, La Clavícula de los Sueños, Quince Escritores Colombianos, De Escritores para Escritores, El Moderno Concepto de Comunicación, Sociosemántica de la Amistad, Magia: Símbolos y Textos de la Magia.
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Operación Ameba - Luis Carlos Molina Acevedo
EL PROFESOR
—Inmobiliaria Rascacielos, ¿en qué puedo servirle?
—Soy el señor Galantea (Traducción: Soy agente encubierto).
—Hola señor Galantea, me habían hablado de su llamada (Traducción: La línea no es segura).
—Necesito su ayuda (Traducción: Necesitamos una línea segura).
—No es conmigo con quien debe hablar, llame al señor Bolaños al 2315675 (Traducción: Marque el 2620240, código Bolaños).
—Inmobiliaria Rascacielos, ¿en qué puedo servirle?
—Necesito hablar con el señor Bolaños (Traducción: código Bolaños).
—Habla Bolaños (Traducción: línea segura)
—Estoy interesado en el apartamento de la diez (Traducción: Hay una nueva misión y debemos hablar).
—Si le parece bien, nos encontramos en la diez, así puede ver el apartamento (Traducción: Nos encontramos en el puesto de comidas rápidas de la diez).
—Lo espero a la entrada en una hora (Traducción: Allá nos vemos en media hora).
******
—Estoy interesado en el apartamento de la diez —Le dijo Galantea al chico del carrito ambulante de las papas fritas.
—No tardan en llegar con las llaves —dijo Toribio, levantando la mirada de las papas fritas. Daban vueltas en el aceite caliente. Miró de frente al hombre, parado del otro lado del carrito.
Galantea comenzó a hacer un reconocimiento del Parque de la Diez. Muy lentamente fue identificando a los hombres de la Inmobiliaria. En ese momento estaban ubicados en diferentes puntos estratégicos del escenario. Todos desempeñaban a la perfección el papel de aparecer como personas corrientes, visitantes del parque a esa hora del día.
Galantea se divirtió bastante haciendo el ejercicio, mientras daba tiempo a Agenciado de llegar a su encuentro. El chico de las papas fritas, levantaba de cuando en cuando la mirada para ver al hombre. Como lo vio tranquilo y entretenido, mirando hacia el parque, no sintió la necesidad de ponerle conversa. Siguió en su oficio de convertir a las papas en tiras de medio centímetro de grosor, antes de verterlas en el aceite caliente.
— ¿Por qué se hacen estos encuentros en lugares públicos? —preguntó Galantea, como si no conociera la respuesta y buscando medir si el vendedor de papas fritas era un agente o un simple mandadero. Sentía curiosidad ante el hecho de un agente de la Inmobiliaria, oficiando de vendedor de papas fritas con tanta humildad.
—Es más fácil conspirar en público —dijo Toribio, levantando la mirada para ver a Galantea por un momento y la regresó luego al aceite caliente. Lo dijo con tono sarcástico, para no entrar en más detalles.
Galantea empezó a hacer un repaso del parque, para constatar si ningún agente de la Inmobiliaria había escapado a su rastreo inicial. En ese momento, algo lo inquietó. El hombre del traje negro, camisa blanca y corbata azul, no parecía de la Inmobiliaria, sin embargo, lo miraba con insistencia. Estaba sentado en una de las bancas de cemento del parque. Le miraba fijo desde hacía rato. Al comienzo lo creyó una casualidad, pero su mirada denotaba gran interés en él y eso lo sobresaltaba. Había llegado al país en la mañana. Cómo alguien le miraba como si le conociera. Quizá fuera un agente encubierto de alguna organización antagónica. Tal vez estuviera al tanto de su presencia en el país, y de la misión para la cual había sido destinado. Muchos pensamientos pasaron por la mente de Galantea. Un ligero nerviosismo se apoderó de él, antes de decidirse a preguntar.
—El hombre a las cuatro horas, ¿hace parte del decorado? —Galantea le preguntó a Toribio si el hombre sentado en la banca de cemento a las cuatro horas, tomando como referencia la circunferencia de un reloj, hacia parte de la Inmobiliaria.
—Ese es un monumento histórico —dijo Toribio, mientras señalaba al frente, para simular una pregunta del hombre y él le estaba mostrando diferentes sitios de interés de la plaza, para poder mirar hacia donde Galantea indicaba, sin despertar sospecha de quien fuera, estuviera inquietando al recién llegado.
—No, ¿por qué? —dijo finalmente Toribio, después de haber visto al hombre de la corbata azul, sentado en el lugar indicado.
—Parece interesado en mí desde mi llegada —dijo Galantea, simulando tener una conversación trivial con el chico de las papas.
—No se preocupe, enseguida nos ocupamos de su seguridad.
Toribio tranquilizó primero al hombre y luego sacó su teléfono celular y marcó un número.
—Cuarenta y siete —se oyó del otro extremo del teléfono.
—Habla Toribio.
— ¿Alguna novedad?
—Al parecer, hay una interferencia a las cuatro horas, tiempo central —Toribio le dijo al agente cuarenta y siete, hay un sospechoso a las cuatro horas, tomando como referencia mi ubicación.
—Localizada.
—Comienza envió del paquete a lugar seguro —Toribio le dijo al agente cuarenta y siete, voy a mandar a Galantea hacia el café de la Doce.
— ¿Procedimiento? —el agente cuarenta y siete preguntó qué estrategia debía aplicarse en esta situación.
—El canto de los patitos —Toribio dijo, se debe verificar si el hombre de la corbata azul está acompañado. Al mover el objetivo, el observador y posibles observadores adicionales, se moverían también. En ese momento se podría conocer el esquema de seguridad en el cual estaba insertado el sospechoso.
— ¿Custodia? —Cuarenta y Siete preguntó quién debía acompañar el desplazamiento de Galantea hacia el café de la Doce.
—47 y 63 —Toribio dijo, los agentes cuarenta y siete, y sesenta y tres, debían acompañar a Galantea hasta el café y los demás debían permanecer en sus puestos, viendo el movimiento de los patitos.
—Listo —dijo Cuarenta y Siete para hacerle saber a Toribio, ya podía enviar a Galantea hacia el café.
—Usted va a caminar derecho hacia allá. A dos cuadras, va a ver el café de la Doce, en toda la esquina. Entre allí y espere a Agenciado allá. Por ningún motivo debe moverse de allí, hasta cuando le indiquemos lo contrario —Toribio habló despacio, dando tiempo a Galantea para entender a la perfección las instrucciones. Lo trataba como si fuera alguien ajeno a la Inmobiliaria, y debiera explicarle cada paso en detalle.
—Hasta pronto —dijo Galantea, mientras se giraba para tomar en dirección a la Doce.
—Pato en movimiento —dijo Toribio, al ver al hombre de la corbata azul moverse. Dudó al comienzo, pero luego cuando vio a Galantea alejarse, se decidió y se puso de pie para caminar en la misma dirección.
— ¿Acción? —Cuarenta y Siete preguntó qué debían hacer con el sospechoso.
— ¿Tiene espuela? —Toribio preguntó si el sospechoso estaba armado.
—No parece.
—Aguja con dedal —Toribio le dijo a Cuarenta y Siete, solo se interceptará al sospechoso si éste intenta hacer contacto con Galantea.
— ¿Patos en el estanque? —preguntó Cuarenta y Siete, queriendo saber si más personas se habían movilizado con el sospechoso.
—Lobo solitario —Toribio miró al agente Setenta y Uno, antes de responder la pregunta. Le hizo una señal al agente, para saber si alguien más se había movido y el agente respondió con otra señal de la mano derecha, para comunicar, nadie más lo había hecho. Con la respuesta, Toribio le dijo a Cuarenta y Siete, el sospechoso está solo.
******
—Hola Toribio, ¿has visto al señor Galantea? —Juan Agenciado lanzó la pregunta al hombre del puesto ambulante de comidas rápidas. Éste levantó la mirada al escuchar el saludo, sin interrumpir la acción de dar vueltas con el espumero de acero a las papas. Se fritaban en el aceite caliente.
—Hola señor Agenciado, hace un rato estuvo por aquí, pero se debió poner temporalmente en el café de la Doce —respondió Toribio, sin dejar de dar vueltas con el espumero a las papas en el aceite caliente. Había hablado de Galantea como si fuera un paquete. Había sido movido para protegerlo.
— ¿Qué sucedió? —preguntó, alarmado, Agenciado.
—Mientras esperaba la llegada suya, un hombre desconocido mostró interés en él. Estaba sentado a las cuatro horas.
Agenciado miró hacia la banca, indicada por Toribio. En ese momento estaba vacía.
— ¿Visitante frecuente? —preguntó agenciado con el lenguaje propio de los agentes de la Inmobiliaria.
—Ocasional, dos o tres veces —respondió Toribio con frases cortas como era usual entre los agentes de la Inmobiliaria. Pero a la vez, mostrando una gran retentiva sobre las personas, visitantes del parque.
— ¿Destino del objetivo? —preguntó Agenciado, queriendo saber la ubicación actual del sospechoso.
—Caminó detrás del contacto —respondió Toribio, dando a entender, el sospechoso se había ido detrás de Galantea, cuando vio a éste alejarse del lugar.
— ¿Dispositivo de seguridad? —preguntó Agenciado para saber qué agentes estaban pendientes de la seguridad de Galantea.
—47 y 63 —respondió Toribio para especificar, los agentes 47 y 63 estaban pendientes de la seguridad de Galantea.
Agenciado se veía ahora más tranquilo al constatar como se había seguido al pie de la letra el protocolo para aquellos casos. Lo primero era poner a cubierto a la posible víctima, para evitar disparos de francotiradores. Lo segundo era movilizar un esquema de seguridad para determinar las características de la movilidad del sospechoso. Y lo tercero era disponer de hombres para interceptar al sospechoso y sacarlo de circulación si era necesario.
— ¿Movilidad del sospechoso?
Agenciado quería saber si el sospechoso estaba sólo, o si había más hombres implicados con él.
—Al parecer, lobo solitario.
El vendedor estaba informando, el esquema de seguridad ya verificó, el sospecho se movió solo, cuando fue detrás de Galantea. Mover al posible objetivo, era la mejor estrategia para obligar al sospechoso a moverse también, y con él, a los posibles cómplices.
— ¿Pelaje? —Agenciado preguntó cómo iba vestido el sospechoso, para tener elementos con los cuáles identificarlo visualmente.
—Negro con pintas blancas y lengua azul —Toribio dijo, va vestido con traje negro, camisa blanca y corbata azul.
— ¿Plumaje? —Agenciado preguntó cómo iba vestido Galantea, es decir, el objetivo, a él también era necesario poderlo identificar visualmente.
—Negro con pintas azul claro y lengua rosada —Toribio dijo, Galantea va vestido con traje negro, camisa azul claro y corbata rosada.
Toribio miró por un momento más al señor Agenciado y luego se concentró en su labor de nuevo. Quería verificar visualmente si su jefe había entendido a plenitud el estado de la situación. Juan Agenciado tomó una tira de papa frita de la canasta en donde escurrían el exceso de aceite, y emprendió el rumbo hacia el café de la Doce. Saboreó lentamente la patata en su boca, mientras miraba a todos lados con calma, en su recorrido, para tener el control del entorno. Verificó si los demás agentes estaban en los lugares estratégicos y preparados para actuar en la situación, con desenlace en los siguientes minutos.
Cuando Agenciado entró al café de la Doce, vio al señor Galantea sentado en la mesa del fondo, desde donde se podía tener la visual del lugar, y también del exterior a través de los ventanales. De inmediato lo reconoció por el traje negro, la camisa azul claro y la corbata rosada. Vio los agentes 47 y 63 apostados en la barra, junto a la entrada del café. Esperaban el momento oportuno para entrar en acción, sin descuidar la ubicación del contacto y del sospechoso. Agenciado vio el hombre del traje negro, camisa blanca y corbata azul.