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Mujeres Fieras
Mujeres Fieras
Mujeres Fieras
Libro electrónico246 páginas4 horas

Mujeres Fieras

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Mujeres Fieras es una colección de cuentos de mujeres, relatos que nos hablan de los tiempos pasados en que la vida de ellas era una vida sin derechos. Relatan historias cuyos protagonistas son actores femeninos que van consiguiendo conquistas sociales, políticas y económicas.
Mujeres Fieras guarda en su título dos sentidos: fieras por su fiereza, por sus garras y su lucha y fieras por no responder precisamente a los cánones de belleza femeninos o al estereotipo que se tenía, o se tiene, de la mujer. Son cuentos de ficción, de mujeres a través de la Historia, personajes imaginarios que recuerdan a mujeres reales y con quienes se entrelazan o cruzan, algunos personajes conocidos como Auguste Renoir, Alfredo Palacios o Eva Perón, entre otros.
Este libro se puede leer de dos formas: como una novela ya que los relatos tienen correlación, o bien como una recopilación de cuentos, pues tienen autonomía en sí mismos, con una temática que los distingue. Están pensados de esta forma para ser leídos y analizados por jóvenes lectores, en relación con diversas materias.
En suma, Mujeres Fieras cuenta cómo el amor, la maternidad, la familia y el compromiso con la vida son inseparables de la mujer. Cómo situaciones de guerra, muerte, desamparo, enfermedad y violencia familiar son encaradas por mujeres con esa fuerza que solo ellas son capaces de desplegar. Cuenta en síntesis y como hilo conductor, sobre la lucha de la mujer a través del tiempo y hasta la actualidad.

IdiomaEspañol
EditorialEmooby
Fecha de lanzamiento5 mar 2011
ISBN9789898493200
Mujeres Fieras
Autor

Any Carmona

Any Carmona nació en Córdoba, Argentina y actualmente reside en la ciudad de Buenos Aires. Desde 1984 fue profesora de Historia en colegios secundarios del pequeño poblado de Sierra Grande, Río Negro, donde editó el libro “Sierra Grande, breve historia de un pueblo patagónico”. Fue además productora y periodista de dos programas radiales: “Rescate cultural” e “Historias para ser contadas”. Trasladada a la ciudad de Salta en 1992, fue docente e investigadora en la educación media y en la universidad. Como periodista, publicó numerosos artículos en la prensa escrita y realizó el programa radial “Vivir Mejor” en FM Pacífico. Participó como expositora, en numerosos encuentros y congresos sobre Historia y Educación. Integra varias asociaciones relacionadas a la historia, el arte y la cultura. En 2007 fue galardonada con el 3er Premio en poesía en el Concurso Anual de la Sociedad Argentina de Escritores. En 2008 fue seleccionada para integrar la “Antología de relatos de viajeros” del Concurso Literario Anual de Metrovías, Subtes de Buenos Aires.Su obra poética y narrativa cuenta con dos etapas. La primera, siendo muy joven, en los años’80 y la segunda, más reciente, entre los años 2000 y 2008. Se publican escritos de ambos períodos.

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    Mujeres Fieras - Any Carmona

    Mujeres Fieras es una colección de cuentos de mujeres, relatos que nos hablan de los tiempos pasados en que la vida de ellas era una vida sin derechos. Relatan historias cuyos protagonistas son actores femeninos que van consiguiendo conquistas sociales, políticas y económicas.

    Mujeres Fieras guarda en su título dos sentidos: fieras por su fiereza, por sus garras y su lucha y fieras por no responder precisamente a los cánones de belleza femeninos o al estereotipo que se tenía, o se tiene, de la mujer. Son cuentos de ficción, de mujeres a través de la historia, personajes imaginarios que recuerdan a mujeres reales y con quienes se entrelazan o cruzan, algunos personajes conocidos como Auguste Renoir, Alfredo Palacios o Eva Perón, entre otros.

    Este libro se puede leer de dos formas: como una novela ya que los relatos tienen correlación, o bien como una recopilación de cuentos, pues tienen autonomía en sí mismos, con una temática que los distingue. Están pensados de esta forma para ser leídos y analizados por jóvenes lectores, en relación con diversas materias.

    En suma, Mujeres Fieras cuenta cómo el amor, la maternidad, la familia y el compromiso con la vida son inseparables de la mujer. Cómo situaciones de guerra, muerte, desamparo, enfermedad y violencia familiar son encaradas por mujeres con esa fuerza que solo ellas son capaces de desplegar. Cuenta en síntesis y como hilo conductor, sobre la lucha de la mujer a través del tiempo y hasta la actualidad.

    A.C.

    PARTE I: EN LA GRAN CASONA

    I: LAURA (1842-1856)

    II: MILAGROS

    III: DOMINGA

    IV: BEATRICE

    A MODO DE INTRODUCCIÓN:

    MADRES Y ABUELAS 2008

    Hoy se festeja una vez más el Día Internacional de la Mujer y varias mujeres han sido citadas en el local de las Abuelas de Plaza de Mayo en la calle Virrey Cevallos al 500, para una entrevista periodística. Un programa de Canal 7- Televisión Pública, quiere recabar sus testimonios de grandes luchadoras.

    Las ancianas se sentaron en una larga mesa ovalada con varias botellas de gaseosas y media docena de platos con galletitas dulces Sonrisas. Como las que portan ellas, todas muy gentiles, risueñas y ansiosas por la presencia de las cámaras.

    Estela de Carlotto, la Presidenta de la Asociación, está en la punta, coordinando el encuentro y a su alrededor, las demás. Es ella quien toma la palabra ni bien le dan la señal de estar en el aire.

    – Este año 2008, en este nuevo Día de La Mujer, nos encontramos honradas de ser parte del jurado del Premio 8 de Marzo Margarita de Ponce, uno de los premios más importantes que se da en la Argentina a las mujeres más destacadas…

    Rubia, con su peinado elegante de peluquería, sus lentes de marco dorado y sus grandes ojos muy abiertos, la mujer mayor, lee con voz temblorosa.

    – Es por eso que algunas madres han sido convocadas para contestar preguntas sobre la lucha de la mujer y sobre mujeres destacadas de la historia…

    La reportera joven, de cabello negro corto y ademanes muy suaves, abre el reportaje con voz modulada.

    – Buenas tardes, nosotros somos los honrados de ser recibidos por ustedes en este día de reconocimiento hacia la mujer. Quiero pedirles que se presenten una a una, si son tan amables.

    Seguidamente la presidenta señala con la mano a una de las presentes como dándole paso.

    – Como no – contesta una mujer pequeña, de cabello blanco rizado, ojos celestes y acento extranjero – . Mi nombre es Anna Dahan, soy francesa y hace ya muchos años que vivimos con mi esposo e hijos en la Argentina. Busco a mi nieto nacido en cautiverio, en la maternidad clandestina de la ESMA, en el año 1977. Es el hijo de mi hija Rocío, desaparecida en la última dictadura argentina.

    –Yo soy Sofía Dahan, hermana de Anna, también llegué a este país desde Francia, en 1946. Vine con mi esposo Max Broder, ambos sobrevivientes de Auschwitz. Busco a mi nieta, hija de nuestra Alicia, quien dio a luz en el campo de concentración El Olimpo en el año 1977. –La mujer tiene en la mano una foto de su hija y yerno desaparecidos.

    Las hermanas se miran con cara sombría y enseguida se toman de la mano para continuar el reportaje.

    –Yo me llamo Miriam Argentina Dávalos, catamarqueña –dice otra mujer de mediana estatura, piel morena y grandes ojos color café hundidos en un rostro surcado de arrugas profundas, se pone de pie para mostrar la foto de su hija desaparecida – . Busco a mi nieto o nieta, nacido en cautiverio en el Centro de Detención Clandestino que funcionaba en el Batallón de Arsenales 5 de la Provincia de Tucumán, en agosto de 1977. Es hijo de mi hija Pamela. Aquí está la foto de mi hijita desaparecida mientras estaba embarazada, en el último proceso militar. –Continúa diciendo mientras un sollozo entrecorta su voz.

    –Yo soy Liliana Moreau Figueroa de Ballesteros, busco a mi nieto, hijo de mi hija Liliana y de Guillermo, su pareja, ambos desaparecidos en el Régimen Militar del ‘76. Mi nieto habría nacido en octubre de 1977 en el Penal de Olmos. Fue secuestrado por apropiadores y ya estamos tras varias pistas para su encuentro y rescate. –Agrega la cuarta mujer. Sus manos aprietan un medallón de oro con una piedra roja, sostenido por una gruesa cadena de oro.

    La Sra. de Carlotto vuelve a tomar la palabra explicando el porqué de los testimonios convocados para el reportaje.

    – Hoy, a treinta y dos años del Golpe Militar de 1976, los nietos de estas mujeres cumplirían treinta y un años de edad. Una edad ideal para preguntarse muchas cosas sobre su verdadero origen, sobre sus familias de apropiadores y sobre la justicia y el derecho que tenemos todos a una identidad. Anna, Sofía, Miriam y Liliana son la prueba viviente de la lucha de la mujer a través de la historia y seguramente hay mucho que conocer sobre la misma. La mujer argentina es el fruto de un largo camino. La ruta fue dura pero inclaudicable. Desde aquellas primeras que pugnaron por poder elegir con quién casarse o a qué dedicarse en la vida, hasta las famosas sufragistas y feministas, pasando por las mujeres de la Rama Femenina del Partido Peronista o de tantas otras tendencias políticas que defendieron los derechos de la mujer, hasta las simples trabajadoras y amas de casa que cuidaron a cada minuto de una familia… Todas, incluso aquellas primeras madres del pañuelo blanco que rondaban la Pirámide de Mayo en pleno terrorismo de Estado… Todas, incluidas nosotras, las Abuelas de Plaza de Mayo que ya llevamos ochenta y ocho nietos recuperados… Todas, peleamos a brazo partido por nosotras mismas, por nuestros seres queridos y para que lo que pasó no vuelva a suceder.Ni un paso atrás es nuestro lema y por eso… nos encontramos hoy, dispuestas a oír sus preguntas.

    La reportera toma nuevamente el micrófono.

    – La primera pregunta que quiero hacerles es por las mujeres de su familia. ¿Hubo en la familia o entre sus amistades y antepasados, mujeres dignas de ser mencionadas como heroínas, en este día? ¿Pueden hablarnos de ellas? –dice mirando a las mujeres.

    – ¿Que si las hubo? –contesta Liliana mientras miraba la joya que tenía entre sus dedos – . Yo, si ustedes me lo permiten voy a contarles la historia de este medallón que perteneció a mi abuela, que a su vez lo había heredado de la suya. Es una larga historia… ¿Tenemos tiempo?

    – Claro que sí, todo el tiempo del mundo…

    I: LAURA 1842-1856

    En aquellos días de mediados de siglo XIX, una mujer de apenas treinta años, toda una señora con dos hijos, no podía siquiera pensar en verse bella y apetecible para ciertos señores que sin embargo, la miraban con simpatía y hasta admiración. Debía permanecer dentro de los cánones en que había sido educada, con esas ideas católicas conservadoras en que la sociedad la encuadraba. El hombre, en cambio, gozaba de cierto permiso, al menos entre sus pares, para realizar todo tipo de hazañas de corte amoroso y conquistar a cuánta mujer se le antojara.

    La Paz era una ciudad populosa en que la vida intelectual se insinuaba lentamente, y muchos personajes del ámbito de las letras y la cultura gustaban de reunirse con los políticos y sus damas para hacer música, leer y comentar los acontecimientos del momento. Corría el año 1842 y muchos exiliados argentinos vivían en Bolivia.

    Laura era diferente, dentro de su pecho palpitaban sentimientos y sensaciones extremos. Estaba feliz de que su esposo y carcelero hubiera sido enviado lejos, a Tarija, para hacerse cargo de la Gobernación. Por fin podría dar riendas sueltas a su vocación artística y escribir como siempre había querido, dar forma literaria a sus palabras sueltas, rescatar del olvido tantos hechos vividos y reinterpretarlos según su agudo sentido de la observación.

    Su casa en La Paz era una típica casona colonial española. Era el ámbito dentro del cual se desarrollaba la vida familiar. Reino, contención y cárcel de la mujer, y morada de los criados… Por el frente del gran portón de entrada pasaban los coches hacia el primer patio, al cabo del cual se encontraba la puerta delantera que daba al zaguán. Grandes ventanales también frontales, comunicaban con la antesala, sala y comedor. Luego, más allá, el segundo patio que daba con las demás habitaciones y pasillos. Al final, la gran cocina, comedor de diario, tercer patio y fondos de la residencia en la que se ubicaban las habitaciones de los sirvientes. Atrás había una gran galería con parrales y finalmente, la huerta. Al costado del primer patio y con salida también a uno de los pasillos colectores se erguía una escalera que conducía a la parte de arriba, a las habitaciones de los señores. Las mismas tenían un gran balcón que daba al frente, adornado con rejas artísticas y santarritas en flor. Allí se encontraba Laura, conversando con su criada, la mulata Dominga.

    – Domi, ven que debes decirme qué debo ponerme. Hoy realizaremos una reunión importante, a la que asistirá nuestro Presidente.

    Su rostro en forma de corazón, enmarcado por sus finos cabellos rizados color caramelo, se veía sonrosado y sus ojos verdes brillaban al decir estas palabras. No era dueña de una belleza deslumbrante pero sus gestos denotaban carácter y su miraba dejaba traslucir un fuego interior y una garra no muy común entre sus congéneres.

    – Sí Lala, tu vestido de satén azul con puntillas hace juego con tus ojos... te queda muy bien… –comentó su criada y fiel amiga.

    –¿Tú crees? Pero lo usaba hace unos años cuando era más joven y antes de tener a mi Merceditas.

    – Claro que sí. Y hoy te ves igual de niña que entonces.

    Las risas trataron de ser ocultadas por la mulata que viajaba con ella a todos sus destinos. Sabía que algo importante le sucedería a su señora, hoy que la soledad la había colocado en posición de defender sus ideales y afianzar su personalidad.

    Laura se puso el vestido color del mar y alisando su vuelo, giró sobre sus puntas de pie, mirándose al espejo mientras sacaba pecho sobre el escote.

    – ¡Saca pecho… muy bien! Y ponte un poco de carmín en este sitio y un poco en las mejillas... y también agua de rosas en las orejas...

    Laura se dejó acicalar y perfumar. Nadie más que ella deseaba gustar esa tarde.

    – ¿Estoy bien, Dominga? ¿No crees que me ajusta mucho en la cintura? ¿Y si no puedo leer por la emoción? ¡Con lo apretado que lo siento!...

    Ambas rieron mientras se abrazaban con alegría y ganas de vivir. ¡Vivir... vivir… después de haber sufrido tanto!

    Hacía algunos años que la joven mujer, argentina, nacida en la Provincia de Salta, exiliada política junto a toda su familia en Bolivia, venía padeciendo una situación muy desagradable dentro de su pareja, si se tiene en cuenta que eran contadas las ocasiones en que veía a su marido y siempre en medio de discusiones interminables y dolorosas.

    Miguel Isidoro Figueroa era un joven militar boliviano que tenía toda la idiosincrasia del varón dominante a quien ella había amado justamente por eso, por su porte y su rango de macho que no se deja llevar. Pero ahora veía que él no estaba muy interesado en ella. No tomaba en cuenta sus sentimientos y necesidades y, por el contrario, quería que de un modo u otro cambiara y se ajustara a él, acompañándolo en su carrera y sus ambiciones personales. ¿Qué más puede querer una mujer que un esposo fiel y exitoso que le dé un hogar con hijos y fortuna?, solía decirle. Laura lo había visto partir el día anterior. Se paró junto a la ventana mirando a la calle, mientras pensaba en aquellos días con su familia en su provincia natal, en su llegada a Bolivia, en los días de noviazgo con Miguel y tantas cosas... Estaba triste y jubilosa a la vez. Triste porque veía cómo su matrimonio se caía, se derrumbaba lentamente sin dejarle muchas alternativas de acción. ¡Justo a ella que le gustaba actuar! Jubilosa porque un ser muy especial había notado su presencia y la hacía sentirse bella y deseada, y sobretodo, muy valorada. No se le había ocurrido nada más que poner distancia, no verlo por un tiempo, para que así pudiera recapacitar, tal vez extrañarla a ella y a las niñas... Se preguntaba si alguna vez él sería capaz de

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