En 1836, el médico James Caleb Jackson, un gran defensor de la buena nutrición, creó la primera receta de lo que más tarde se definiría como granola. Su plato, en aquel momento llamado granula, consistía en trozos sin endulzar de salvado de avena, sumergidos en leche. En la actualidad, la granola está compuesta de avena, trigo, frutas secas y miel. Este nutriente ejerce la función de proporcionar la energía que el cuerpo necesita para realizar las actividades diarias y mantener el funcionamiento adecuado de todo el organismo.
Las fibras contenidas en la granola benefician la salud de todo el intestino, debido al efecto sobre el buen funcionamiento del órgano - ayudando en la mejora del estreñimiento cuando está asociada a la ingestión de líquidos - y también en la acción positiva sobre el mantenimiento de las bacterias beneficiosas que forman parte de la microbiota intestinal. Estas bacterias actúan en la producción de algunos nutrientes y mantienen sanos las paredes de