ANTIGUAMENTE, la forma física se ponía a prueba todos los días. Nuestro entornos nos retaban, obligándonos a atacar a nuestras presas y a escapar de los depredadores. Desde que eso dejó de ocurrir, empezamos a ponernos a prueba nosotros mismos. Hoy en día, los estándares del fitness son mucho más intensos, pero ninguna de estas pruebas examina los 360° de la fuerza que necesitamos para ayudarnos a tener una vida más larga y saludable. La fuerza es algo más que tener músculo para levantar peso muerto o que la movilidad para sentarse en cuclillas durante horas. Son esas cualidades, junto con otras (piensa en la coordinación, la resistencia y los reflejos), trabajando juntas. “Si uno o varios de esos sistemas no funcionan, es señal de que algo va mal”, afirma el doctor Stuart Phillips, director del Centro McMaster de Investigación en Nutrición, Ejercicio y Salud de la Universidad McMaster (Ontario, Canadá).
Muchos test de fitness muestran que estás preparado para una o dos tareas (por ejemplo, atrapar un balón y correr con él), pero una forma física duradera no se consigue solo con pura velocidad o fuerza, porque la vida exige velocidad, fuerza, movilidad y agilidad en diferentes momentos. Ahí es donde entra en juego esta