Este domingo Javier Milei tomará posesión del cargo de presidente de Argentina en un acto solemne en el Congreso. Con ello se dará por concluida la transición entre el equipo saliente de Alberto Fernández y el nuevo, presidido por Milei, del que ya se conocen los ministros y algunos secretarios. No lo va a tener fácil. Las promesas que hizo en campaña de recortar el gasto público para reducir la inflación tendrán que vérselas con la cruda realidad de un país que atraviesa una profunda crisis económica con la inflación disparada y la tasa de pobreza en máximos. Ese recorte de gasto público tendrá que venir de todo tipo de partidas, tanto de las asignadas a obras públicas como las que iban dirigidas a distribuir subsidios a millones de personas.

Desconocemos aún cómo lo hará, pero ya se sabe que el gabinete se limitará a ocho ministerios (Justicia, Relaciones Exteriores, Interior, Seguridad, Defensa, Economía, Capital Humano e Infraestructura), once carteras menos que el Gobierno de Fernández, que tenía 19. Esto de tener menos ministerios era también una promesa de campaña. Para cumplirla lo que ha hecho es transformar algunos ministerios en simples secretarias para integrarlas dentro de ministerios con más competencias, pero en el futuro la idea es que esos ministerios adelgacen sustancialmente su personal.

Teniendo en cuenta que los principales problemas del país son de tipo económico el nombre más esperado era el del ministro de Economía. Esa cartera ha caído en Luis Caputo, un prestigioso economista bonaerense que con Mauricio Macri fue primero ministro de Finanzas y luego durante un corto periodo de tiempo presidente del Banco Central de la República Argentina. Caputo tiene, por lo tanto, sobrada experiencia política y conoce de cerca las interioridades del Gobierno, pero quiere que las reformas se hagan de forma más pausada. Ha sido él, según parece, quien ha convencido a Milei de que el plan de dolarización quede por ahora aparcado y en su lugar se ponga en marcha un modelo de flotación.

La elección de Caputo y de otros macristas como Patricia Bullrich para el ministerio de Seguridad indican que el contacto con la realidad parece haberse completado. Ha metido en un armario la motosierra que exhibía en campaña y está adoptando un perfil más moderado en las entrevistas que ha ido concediendo a los medios de comunicación. En una de ellas a finales de noviembre aseguró que en Argentina comienza un proceso y que en ningún momento dijo que la supresión del banco central iba a ser instantánea. Antes de eso entiende que hay que arreglar el balance del Banco Central y evitar a toda cosa la hiperinflación.

En resumen, Milei necesita tiempo, pero no será mucho el que le de la oposición y los sindicatos, que ya están en pie de guerra antes incluso de que se siente en su despacho de la Casa Rosada. Aparte de los impedimentos que se encuentre en las dos cámaras, se prevén protestas y manifestaciones. Su plan de privatizaciones será duro al principio y eso incendiará la calle y la prensa. En el gabinete de Milei, pequeño y compacto, deben mentalizarse de que han subido a un potro de tortura. De ellos dependerá resistir a todo lo que se les viene encima.

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