En este último episodio les presento a una persona muy importante para mi. 

La conocí en 2018 durante mi primer viaje a Galicia. Ese año, junto a un amigo, andábamos golpeando puertas a pocos días de iniciarse la vendimia para que los gallegos nos cuenten los secretos del albariño. Por suerte para nosotros la mayoría nos recibió de una forma excelente, pero hubo algunas visitas que nos marcaron.

Cuando llegué a Lagar de Pintos, Ribadumia, enseguida sentí una energía especial. Esa bodega de tradición familiar es referencia en la zona, tiene fuertes y extensos vínculos con viticultores y produce reconocidos vinos albariño de crianza.

Quien nos recibió fue Marta Castro, enóloga y directora de la empresa junto a su familia. El tiempo dedicado ese día y la generosidad de su parte para compartir conocimiento, sembró en mí una pasión por el albariño y por Galicia que ni yo tenía claro que existía.

Al otro año regresé a instalarme en la bodega durante toda la vendimia 2019, para trabajar como asistente de Marta. Su familia y su equipo de trabajo me hicieron vivir una experiencia inolvidable, que se repitió (pandemia mediante) en 2021.

Mis raíces son italianas y están al sur de Potenza, en un pueblo de montaña llamado Marsicovetere, desde donde partió mi abuelo Agostino siendo muy joven para construir un futuro en Uruguay. Pero cuando estoy en Lagar de Pintos rodeado de albariño y de estas personas divinas como Marta, Rosa o José Manuel, siento que una parte de mi sangre es también gallega por adopción.

A continuación, la entrevista con Marta Castro, mi referente absoluta en albariño. Una mujer de una generosidad inmensa, que con su talento hace fácil lo que parece difícil