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Familias sin plástico: Pequeño manual de ecología cotidiana para cuidar el planeta
Familias sin plástico: Pequeño manual de ecología cotidiana para cuidar el planeta
Familias sin plástico: Pequeño manual de ecología cotidiana para cuidar el planeta
Libro electrónico304 páginas2 horas

Familias sin plástico: Pequeño manual de ecología cotidiana para cuidar el planeta

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El libro para hacerte la vida sin plástico más fácil.
Esta guía ilustrada llena de pautas, consejos y trucos nos ayuda a poner en práctica el zerowaste y ofrece alternativas sencillas para una vida familiar saludable y respetuosa con el medioambiente.
¿Cómo? De una forma simple y progresiva.
¿Dónde? En casa, en el trabajo, en la escuela, haciendo la compra, durante las vacaciones y en los momentos de ocio y celebraciones.
¿Cuándo? En el día a día, sin culpas ni agobios.
En este libro encontrarás, además, un capítulo dedicado especialmente al embarazo, el parto y los primeros años de crianza.
Porque la herencia positiva de nuestra generación de padres es la de enseñar a cuidar nuestro planeta. ¡Unámonos a la revolución sostenible!
IdiomaEspañol
EditorialGRIJALBO
Fecha de lanzamiento11 jun 2020
ISBN9788418007101
Familias sin plástico: Pequeño manual de ecología cotidiana para cuidar el planeta
Autor

Marion de La Porte

Marion de la Porte es una ecologista francesa afincada en Bilbao desde hace más de dos décadas. En 2014 fundó junto con Javier Barrios la tienda online y el blog Sin plástico a través de los cuales promueve la reducción de su uso indiscriminado. Tras más de siete años practicando este estilo de vida más consciente, se ha convertido en un referente del movimiento zero waste en el ámbito familiar de nuestro país. Imparte charlas, conferencias y talleres para luchar contra la contaminación plástica y compartir su experiencia.

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    Familias sin plástico - Marion de La Porte

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    Me llamo Marion, soy francesa y vivo en Bilbao desde 2009. Hace siete años mi marido Diego y yo empezamos una transición cuya meta era reducir al máximo nuestro consumo de plástico.

    Esta idea no surgió de la nada. Unos meses antes había conocido a Javier Barrios, militante ecologista como yo y con quien en 2014 fundé la página web www.sinplastico.com.

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    Con este proyecto queríamos ayudar a la gente a reducir su consumo de plástico. Entonces era un objetivo bastante fuera de lo habitual. El tema de la contaminación por plástico no era tan mediático como hoy, y en España no existía ninguna tienda ni ningún blog específicamente dedicados a productos con los que sustituir este material y consejos para vivir sin plástico.

    Javier llevaba años, desde el nacimiento de su primer hijo, intentando reducir el uso del plástico. Tenía muchas dificultades para encontrar materiales alternativos, así como para relacionarse con personas que estuvieran en el mismo proceso con las que pudiera compartir ideas y trucos.

    Cuando conocí a Javier, yo ya era muy consciente de que donde se generaba y concretaba mi impacto social y medioambiental era en el acto de consumo, y de que era también en ese acto donde residía la mejor herramienta para poder influir de manera positiva en el proceso de «cambiar el mundo» y participar en él.

    Llevo muchos años convencida de que nuestras compras cotidianas validan el comportamiento de las empresas que producen y comercializan lo que consumimos. Dejar de consumir algo porque no estamos de acuerdo con su origen, con las condiciones sociales o medioambientales de su fabricación o con su envasado es una manera muy eficiente de expresar que queremos productos más respetuosos con la naturaleza y las personas.

    Pusimos en marcha nuestro proyecto en 2012, y después de año y medio de investigación y trabajo de catálogo abrimos nuestra web. Los primeros años fueron largos e intensos a la vez. Sabíamos que existía una necesidad y que el tema de la contaminación plástica acabaría llamando la atención de la opinión pública, pero nos hizo falta mucha paciencia y fe, porque al principio nos costó encontrar nuestra comunidad. Poco a poco, el proyecto encontró su público y empezó a crecer.

    Hoy en día contamos con miles de seguidores y clientes. Tenemos una comunidad cada día más numerosa: somos ya muchas las personas que estamos en el camino de reducir el uso del plástico.

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    EL PLÁSTICO ES FANTÁSTICO

    No, la correctora del libro no se ha dejado ninguna errata. Repito: el plástico es fantástico.

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    El plástico es un material muy maleable al que se le puede dar el color, el grosor, la textura y el olor que se desee. Es muy duradero y además extraordinariamente barato. Es un material excelente para muchos usos y aplicaciones, como, entre otros, la electrónica, la electricidad o el transporte. El plástico nos permite, por ejemplo, tener casas o vehículos más seguros, cómodos y eficientes.

    El problema del plástico no es el plástico en sí, sino el uso que hacemos de él. Lo estamos usando como si fuera un material inofensivo, como si no tuviera impacto en el medio ambiente y como si fuéramos capaces de gestionarlo cuando se convierte en residuo. Pero la realidad es que casi la mitad del plástico que fabricamos se utiliza una sola vez y, en la mayoría de los casos,[1] durante un tiempo extremadamente corto en comparación con el que permanecerá en la Tierra contaminándola.

    La intención de este libro no es demonizar el plástico, sino ayudarte a entender cuál es su problemática y acompañarte en el proceso de empezar a usarlo únicamente cuando realmente sea necesario.

    NI POSTUREO NI VIDA PERFECTA: NORMAL COMO TÚ

    Me parece importante dejar una cosa clara: soy una persona normal. Y esto es fundamental porque lo que quiero transmitir en este libro es que la vida que llevo con mi familia no es una vida de revista.

    La nuestra es una vida corriente. Mi familia es como la de los demás: tenemos trabajos y sueldos dentro de la normalidad, y nuestro día a día seguramente se parece bastante al de muchas otras familias españolas. Llevamos a la niña al cole, paseamos al perro, vamos a trabajar, hacemos la compra, ponemos lavadoras y nos pasamos la mitad del día corriendo. Nuestra casa no es un templo minimalista perfectamente ordenado según los principios de Marie Kondo, y de vez en cuando comemos patatas fritas de bolsa.

    En el momento en el que escribo este parágrafo me siguen unas cuatrocientas personas en mi cuenta personal de Instagram. El referente para los lectores del libro es mi proyecto empresarial, que cuenta con 43.000 seguidores y es una de las plataformas sobre zero waste con más presencia en España. Digo esto porque si has venido a buscar el libro de la nueva Loren Singer o Bea Johnson,[2] pues esa no soy yo. ¡Ojo! Me encantan estas dos mujeres y sus proyectos. Bea Johnson ha sido una de mis fuentes de inspiración y un modelo para mí desde el principio.

    De hecho, cuando me propusieron escribir este libro, lo primero que pensé fue: «¿Qué voy a escribir yo que Bea (Johnson) no haya escrito o dicho antes?». Se lo comenté a mi editora y ella me contestó: «Lo que tú puedes contar es cómo una persona normal consigue vivir con naturalidad una vida casi sin plástico desde hace más de siete años». Y eso me gustó. Porque es posible que mucha gente no se atreva a dar el paso y empezar su camino hacia una vida con menos plástico porque le parece que para las personas normales es imposible hacerlo.

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    Yo soy una persona corriente, como tú, y con mi familia hemos conseguido reducir la cantidad de plástico que tiramos a la basura un 90 %. Digo 90 %, aunque en realidad nunca hemos pesado, fotografiado ni registrado la basura. Para evaluar los avances que hemos ido haciendo nos hemos fijado sobre todo en el número de veces que bajamos el cubo de «reciclaje» del plástico. Si al principio de nuestro proceso lo sacábamos entre una y dos veces a la semana, ahora el mismo cubo tarda unos tres meses en llenarse, incluso a veces un poco más. Es decir, el plástico de usar y tirar hemos logrado eliminarlo casi del todo, y en cuanto al resto de los objetos, también hemos conseguido «desplastificar» mucho nuestro hogar.

    MÁS QUE UN MÉTODO, UN MANUAL

    Este libro no pretende ser el «método» para vivir sin plástico, pero sí un manual fácil y muy práctico para afrontar situaciones cotidianas. Mi intención es compartir la manera en que con mi familia estamos consiguiendo llevar una vida en gran parte libre de plástico.

    En este proceso nunca hemos tratado de batir récords. Se trata de avanzar en la vida vigilando el consumo y evitando el plástico. Y nuestra conclusión hoy es que no se trata de vivir absolutamente sin plástico de un día para otro, sino más bien de ir, poco a poco, evitándolo y así lograr una vida más sostenible y saludable.

    Como oí decir en una clase de yoga, «una dieta puede ser para toda la vida, aunque probablemente no sea para todos los días de la vida». Javier y yo solemos comparar el cambio de hábitos de nuestras familias con un cambio de dieta. Las dietas drásticas, rápidas y estrictas no son efectivas a largo plazo. En cambio, la que consiste en adquirir progresivamente nuevos hábitos para llegar a alcanzar una alimentación sana sí da buenos resultados. Con el plástico ocurre lo mismo. Si tratas de dejarlo demasiado rápido, lo más probable es que te desanimes y acabes por rendirte, sobre todo si tienes una vida ya de por sí muy liada, con mucho trabajo, niños, etcétera. Es muy importante que te tomes el proceso con calma y lo vivas con naturalidad, modificando paulatinamente los hábitos de toda la familia.

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    TRES ETAPAS FUNDAMENTALES PARA EMPEZAR BIEN TU PROCESO

    El proceso de reducir el uso del plástico tiene tres etapas preliminares que son imprescindibles si quieres conseguir un cambio de hábitos que realmente te permita logros duraderos y satisfactorios.

    Al margen de estas tres etapas preliminares, te conviene ser consciente de que, si tú tienes mucha motivación, pero el resto de tu familia no, te va a resultar muy complicado implicar a los demás en el proceso. Para animar e involucrar al conjunto de los miembros de la familia en este cambio de hábitos, en particular a tu pareja, te recomiendo que veáis juntos algunos documentales[3] que te ayuden a sensibilizarlos y hagan este proceso mucho más fácil y agradable para todos.

    Vivir toda esta transformación junto a mi marido Diego ha sido para mí la clave del éxito. Nos ha permitido avanzar de la mano, con mucha complicidad, apoyándonos con cariño y sentido del humor en los momentos más difíciles y celebrando los logros con mucha satisfacción.

    ETAPA 1: OBSERVA DÓNDE ESTÁ EL PLÁSTICO

    En este proceso es muy importante identificar en qué momentos y espacios de tu día a día usas el plástico. Esta evaluación previa te permite saber por dónde empezar y te ayuda a obtener resultados más rápidos y evidentes, y por lo tanto más satisfactorios.

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    A cada familia, sus residuos plásticos

    A pesar de que el plástico que tiramos suele provenir en general de las mismas fuentes, los hábitos de consumo propios de cada familia y cada hogar establecen diferencias. Es muy posible que la mayor parte del plástico que tiras no proceda exactamente del mismo lugar que el que tira la familia que vive en la casa de al lado. En nuestro caso, por ejemplo, gran parte del plástico que echábamos a la basura provenía de las botellas de zumo. Empezamos a exprimir la fruta y redujimos en un 25 % el volumen del plástico que generábamos. Fue muy satisfactorio, y nos dimos cuenta de que la alternativa al plástico es, muchas veces, fácil, rápida y muy interesante económicamente.

    Para averiguar dónde está el plástico en tu casa puedes observar tu basura durante unos días o semanas. De este modo identificarás cuáles son los residuos más recurrentes. También mira los objetos que tienes en casa y fíjate en cuáles llevan plástico.

    El plástico invisible

    Una gran parte del plástico que usamos es invisible y no acaba en el cubo de la basura ni se encuentra en las baldas del frigorífico, la despensa o el baño.

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    El plástico que sacamos de casa dentro del cubo de la basura no es el único que utilizamos. Gran parte del plástico que usamos está escondido bajo la forma de micropartículas de plástico, llamadas habitualmente «microplásticos». Se trata de partículas muy pequeñas y absolutamente imposibles de recoger y, por lo tanto, de reciclar, como, por ejemplo, las fibras de la ropa sintética, algunos ingredientes de la cosmética o ciertos componentes de los productos de limpieza. Estos plásticos salen de nuestras casas por las tuberías y no podemos evitar que lleguen a los océanos.[4]

    ETAPA 2: MANTÉN LA CALMA, ATAJA EL PÁNICO Y ESTABLECE PRIORIDADES

    En general, la primera reacción después de la fase de observación es el agobio, que viene acompañado muchas veces de culpabilidad. Y es normal, muy normal. El plástico nos rodea, y evitarlo puede parecer una tarea imposible de abordar y afrontar.

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    Es normal que tu casa esté llena de plástico

    Te voy a decir algo. Si realmente quieres reducir tu consumo de plástico, en realidad no es una noticia tan mala que haya tanto plástico en tu vida, porque es más fácil reducir donde hay mucho que donde hay poco. Me explicaré.

    Todo este plástico que has encontrado en tu casa no te es imprescindible, ni mucho menos. En numerosas ocasiones ha entrado en tu casa sin que apenas te dieras cuenta, y, si te fijas, parte de él ni siquiera lo usas. En general, el plástico que entra en nuestra casa lo hace por imposición de los hábitos de consumo que rigen la sociedad. No te dejes llevar por el agobio ni por la culpa, porque gran parte de la responsabilidad de que todo este plástico esté en tu casa no es tuya. Además, a partir de ahora has decidido empezar a reducirlo, lo cual es un acto muy valiente y sensato.

    Que la culpa y el agobio se conviertan en motivación y rebelión. Te acabas de dar cuenta de que ha entrado mucho plástico en tu casa sin que tú quisieras. Tienes la oportunidad y la capacidad de que eso deje de ocurrir. ¡Ánimo!

    No tires todo el plástico de golpe: prioriza

    Es muy fácil caer en la tentación —lo he vivido en primera persona— de agarrar todo el plástico que tienes en casa y tirarlo. Por favor, no lo hagas.

    Primero, porque te vas a agotar, literalmente. Cuanto más plástico busques, más plástico vas a encontrar, y tendrás la sensación de no acabar nunca.

    Segundo, porque los objetos de plástico que utilizas en casa es mucho mejor seguir usándolos que convertirlos en residuo o basura. El problema es, como vamos a ver en los próximos capítulos, que los residuos plásticos no se gestionan bien. Da vida a tu plástico, úsalo y reutilízalo hasta que realmente tengas que desecharlo.

    Apunte importante: Los únicos objetos de plástico que recomiendo dejar de usar de inmediato son los que están en contacto con la comida. A algunos —como táperes o vajillas para niños— les podrás dar una segunda vida.[5] En cuanto a los otros, como los envases de usar y tirar, te aconsejo es que establezcas prioridades. Para ello, a lo largo de estas páginas, procuraré darte cientos de trucos que te permitirán reducir casi al cien por cien tu consumo de plásticos de un solo uso.

    ETAPA 3: INFÓRMATE PARA TENER MUCHA MOTIVACIÓN

    Reducir el plástico no es un proceso difícil en sí, pero a veces puede resultar complicado. En ocasiones deberemos enfrentarnos a la mirada de los demás, a la incomprensión y a la presión social. Para mí es fundamental, aún hoy en día, tener muy claros cuáles son los motivos por

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