Poética del instinto. La perla de John Steinbeck y Emilio Fernández
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Poética del instinto. La perla de John Steinbeck y Emilio Fernández - Bercini Reyes Núñez
Poética del instinto
LETRAS FÍLMICAS
Escudriñar las relaciones entre el cine y la literatura ha sido una tarea inevitable para entender el propio fenómeno fílmico. Todo lenguaje tiene un sentido de transposición, de traducción, de adaptación —a veces de traición o trunca interpretación—, sea para nombrar a los objetos y sus relaciones, sea para las más complejas comunicaciones humanas, como lo es el arte. De ello nos habla Reyes Bercini, quien, sin dejar los parajes teóricos de la semiótica, la retórica y la poética, nos lleva a descubrir las tensiones y resultados de la transposición entre literatura y cine —mediados por el guion—, a través del análisis puntual y particular de La perla, la de Steinbeck y la de Fernández.
Emilio Fernández y John Steinbeck se conocieron en 1941. El escritor le contó la historia sobre el pescador y su perla, sucedida en La Paz, Baja California. Fernández se sintió atraído por ella y le pidió que escribiera un guion. La idea quedó sembrada en la mente de ambos artistas, pero el novelista estaría ocupado durante varios años antes de decidirse por este proyecto. ¿Por qué un escritor estadunidense, reconocido y con una obra traducida a varios idiomas, con ascendiente sobre el mundo de Hollywood, buscaría a un director mexicano para ofrecerle una historia que aún no estaba escrita?
Para entonces, Fernández había dirigido apenas su primera película, La isla de la pasión, después de varios años de actor en Hollywood, pero el proyecto no cuajaría sino hasta 1945, después de haber realizado obras tan destacadas como Flor silvestre, María Candelaria o Bugambilia. La madurez tendría su fruto: La perla sería galardonada en el Festival Internacional de Cine de Venecia en 1947 con una mención honorífica como «Mejor contribución al progreso cinematográfico».
ESCUELA NACIONAL DE ARTES CINEMATOGRÁFICAS
DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES Y FOMENTO EDITORIAL
portadillaPara Alfredo Joskowicz
In Memoriam
Agradecimientos
Deseo expresar mi agradecimiento a la Universidad Nacional Autónoma de México, en particular al Centro Universitario de Estudios Cinematagráficos (CUEC), en el que me he desempeñado como académico desde hace más de 20 años, así como a la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, que me apoyó para la realización de esta investigación a través del Programa de Apoyo para la Superación del Personal Académico (PASPA). A la Dirección General de Actividades Cinematográficas, la Filmoteca de la UNAM, por la autorización para la reproducción de fotografías de su acervo. Asimismo agradezco a la Cineteca Nacional todas las facilidades recibidas para realizar el presente trabajo.
Quiero también dar mi agradecimiento a la New York University (NYU) por recibirme en sus espacios para consolidar esta investigación, particularmente a Dan Sandford, al doctor Robert Stam y a David Ranghelli.
Gracias por permitirme usar material del manuscrito de La perla a Thom y Gail Steinbeck y a Herb Behrens de The National Steinbeck Center de Salinas California; a Guadalupe Ferrer, Francisco Gaitán y Antonia Rojas de la Filmoteca, y a Magdalena Hernández de DGAPA y a Abel Muñoz Hénonin.
Agradezco al Comité Editorial del CUEC su apoyo y observaciones para esta edición, así como al Departamento de Publicaciones del mismo, encargado de la edición: Silvia Arce, en la corrección, Fidel Ángel Hernández Jaimes en el diseño y formación, Miguel Bustos García y Mario Alberto Jiménez en la traducción, y a Gabriela García Jurado y Rodolfo Peláez en la revisión y cuidado editorial. Igualmente a todos los que contribuyeron a que este ensayo llegara a puerto.
Finalmente, agradezco también a la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial por sumarse a este proyecto.
Reyes Bercini
Contenido
Introducción
I. Las configuraciones de la adaptación cinematográfica
Antecedentes
El nacimiento de una emoción
El intermediario
Novela corta / nouvelle / short novel
La adaptación
¿Quién es el adaptador?
Transcodificación
El guion cinematográfico y su efecto edípico
Narración, narradores y narratólogos
II. Las transposiciones semióticas de La perla
John Steinbeck, el escritor
Mito, leyenda, literatura y cine
El novelista
La imagen como escritura
El pueblo olvidado
La seducción
Emilio Fernández Romo, el cineasta
Reunión
Los mitos detrás de los relatos
III. Novela y guion
Literatura y cine
Dos visiones, una historia
La poética del instinto
Filmografía analizada de Emilio Fernández
Guiones consultados de John Steinbeck
Bibliografía
Notas al pie
Aviso legal
Introducción
LAS RELACIONES ENTRE EL CINE Y LA LITERATURA siempre han sido conflictivas; aun así, la transposición ha sido inevitable. La lectura del texto fílmico y el escrito (novela, cuento, obra teatral y otros) es tan diferente que requieren de un tercero, el guion cinematográfico, para poder convivir en el límite de la interpretación.
El cine comienza sin la ayuda de un soporte escrito, dado que su función primaria fue la de captar la realidad, documentar la vida cotidiana. Técnicamente sus posibilidades para narrar eran limitadas y por ello la longitud de sus cintas fue corta en sus inicios. Era posible concebir y realizar de memoria
una anécdota poco elaborada. A partir del incremento de la producción, la ampliación del mercado, y la exigencia de expresión de algunos cineastas, sumados a la búsqueda de entretenimiento del público, fue necesario alargar cada vez más las historias, y por ello se vieron obligados a contratar escritores, sobre todo dramaturgos y novelistas, para llenar el vacío de argumentos cinematográficos. En este punto inicia la larga historia de desacuerdos y confrontaciones sobre la autoría en el cine.
Adaptación es una palabra que ha dejado de tener la utilidad que se le dio en el pasado, sin embargo, la seguiremos usando dado que se ha establecido internacionalmente y facilita la comunicación cuando nos referimos a una transposición entre un medio y otro, y para el estudio que nos ocupa es útil. Es importante señalar desde este momento que el guion audiovisual ha ido conquistando su autonomía para convertirse en un sistema de signos que tiene sus propias reglas y lecturas independientes de la película y de otros textos literarios. También es importante recalcar la diferencia que existe en el idioma español de la palabra historia. En la lengua inglesa history y story son términos con diferente escritura, pronunciación y significado; la primera, como todos sabemos, es el recuento de los hechos ocurridos en el pasado, y story se define como cuento, anécdota, fábula o hecho ficticio narrado. En castellano se tomó la palabra historia con ambos significados y dándole, según el contexto, su definición. Cabe citar aquí a Aristóteles: «Que, en verdad, si se exceptúa la métrica, nada de común hay entre Homero y Empédocles; y por esto con justicia se llama poeta al primero, y fisiólogo más bien que poeta al segundo». ¹
Antes de entrar de lleno al asunto que nos concierne, sobre la relación entre el novelista John Steinbeck y el cineasta Emilio El Indio Fernández, la consideración sobre una poética que he llamado del instinto, en el caso de Emilio Fernández, y sobre el trabajo realizado por ambos de la transposición semiótica de La perla, estimo necesario hacer un breve recorrido del tema en general y algunas puntualizaciones al respecto. Toda creación del hombre está situada en un momento histórico y se debe en parte a éste y en parte a los creadores, lo que da impulso a su realización, a pesar de no encajar por completo dentro de una corriente estética establecida y, por lo tanto, asumen la propia: una poética personal generalmente intransferible y que han desarrollado con mayor intensidad y convicción.
I. Las configuraciones de la adaptación cinematográfica
ANTECEDENTES
LA DISCUSIÓN EN TORNO A LA AUTORÍA PRIMIGENIA es larga en el tiempo y en los escritos. Aunque en el principio probablemente fue la palabra (o el verbo), según San Juan en su evangelio y tomándolo desde el ángulo literario, más no teológico (una traducción muy discutida entre los expertos), es una opinión que no comparte Herbert Read en su libro Imagen e idea al afirmar que: «Antes de la palabra fue la imagen, y los primeros esfuerzos registrados del hombre son esfuerzos pictóricos, imágenes raspadas, picadas o pintadas en las superficies de las rocas o de las cavernas». ¹ Los creadores de estas representaciones probablemente surgieron a la par, en los albores de nuestra civilización, que los creadores orales. Aunque sólo había un autor de las fábulas narradas a través de los tiempos y éste era el pueblo: la tradición verbal, las acciones. Las mismas corrientes de pensamiento que ponen en duda a un único creador del poema homérico nos hacen cuestionarnos sobre el asunto. ¿Fue realmente un solo hombre, con una genialidad como pocas veces se ha dado en la historia registrada?, o ¿fueron varios rapsodas y después una especie de demiurgo que logró juntar y darle coherencia narrativa a las leyendas que se contaban en los pueblos para pasar el crudo invierno o las tardes después del arduo trabajo físico, en que la mente necesitaba algo más que la perspectiva de la muerte?
La ansiedad de lo por venir, la incapacidad de conocerlo, probablemente llevó al hombre a crear la leyenda, el mito, la exageración de un suceso, para que al transmitirse de boca en boca y de generación en generación, ésta se magnificara, y cuando uno de los rapsodas iba a otro pueblo contaba lo escuchado, pero agregando algo más y entonces ese nuevo pueblo le narraba las suyas que de alguna manera querían competir con las historias que este hombre viajero les había aportado. Esto puede ser también una leyenda, una aportación más a lo mucho que se ha dicho sobre la factura de historias, sobre la obsesión humana de fabular, sobre su necesidad de no desaparecer del todo, de trascender lo físico y de perdurar en la memoria de los otros: de ser inmortal.
Aquí la verdad no era necesaria pues la oscuridad de la misma apenas si daba algunos momentos de lucidez:
Y de las persuasiones, unas son sin arte y otras están dentro del arte. Y sin arte llamo a cuantas cosas no han sido suministradas mediante nosotros, sino que anteriormente existían, como testigos, torturas, escritos y cosas semejantes; dentro del arte, en cambio, a cuantas mediante el método y mediante nosotros es posible que sean puestas en orden. De manera que, de estas cosas hay que utilizar las unas, inventar las otras. ²
De alguna manera las narraciones orales se fueron superponiendo, agregando detalles, las personas se convirtieron en personajes hasta llegar a crear la leyenda. La fabulación poco a poco se convirtió en un oficio, los narradores se volvieron hombres necesarios, el pueblo los requería y, como en todo, algunos tenían el don y otros no. Ahora sí la palabra era verbo y como tal indicaba acción y por lo general de hombres y mujeres que trascendían lo cotidiano, la aparición del héroe se hacía presente, no estaba lejos su ascenso a semidiós y en algunos casos a Dios.
Roman Jakobson, en su estudio «El folklore como forma específica de creación», nos dice:
La hora del nacimiento de una obra