Me fascinan las películas basadas en vidas de poetas o en sus poemas, y me complacen especialmente porque en esos trabajos, siempre o casi siempre, encuentro algo relacionado con lo histórico. Sé que, en muchas ocasiones, la historia o lo histórico aparece doblemente filtrado en el celuloide; por un lado, hallamos la visión literaria del escritor o escritora en cuestión, y, por otro, la del conjunto de personas que trabajan en la realización del film. Pero no importa, ese defecto aparente puede resultar incluso enriquecedor: dos o más perspectivas sobre un mismo objeto nos acercan más a él, lo amplían.
Por mi parte, casi siempre prefiero los textos que no resultan susceptibles de ser adaptados –la poesía es el género por excelencia–, ya que resultan un reto en su